lunes, 9 de febrero de 2015


"Todo relato tiene una historia detrás de él. Este en concreto se pasó un año en el páramo desierto de mi cuenta de correo electrónico entre centenares de hermanos suyos. 
Quizás os preguntéis, ¿cómo es posible que un año después lo rescatara del olvido?
La casualidad quiso que recientemente un amigo me enviara por email la dirección de un bar donde habíamos quedado para tomar algo. Justamente ese día había recibido una cantidad muy elevada de correos y por simple comodidad introduje la palabra "Bar" en la barra de busqueda de mi asistente de correo. Cual fue mi sorpresa al ver entre el resultado un email mio sin leer. 

¡Que extraño! Los correos que me envio a mi mismo suelen ser historias que cuidadosamente guardo y grabo en el asistente de Blogger al llegar a casa.
Sin embargo, ese email cuyo destinatario era yo mismo, estaba sospechosamente sin leer desde hacía 11 meses.  ???
Abrí el correo, y cual fue mi sorpresa al descubrir a este hijo mio, que por una casualidad del destino, ¿existen acaso las casualidades?, volvió a mi. 
Espero lo disfrutéis."
SBP


Era un muy apacible domingo cualquiera. Mis deseos me habían acercado a uno de los barrios bohemios de mi ciudad. El plan era sencillo. Quería ver dos películas en la misma tarde. Dos estrenos. ¡ Que personaje tan raro soy ! ¿Quien va al cine solo? ¿Habrá otros como yo que se sientan afortunados simplemente contemplando un frío celuloide?

La primera película me apasionó. Un hombre y una mujer. Ella quiere ser actriz y el es el director de un teatro. Una película donde la bellísima interpretación seduce al magnífico guión.

Miré mi reloj, entre sesión y sesión unos casi interminables cuarenta minutos me separaban del ansiado vouyeurismo cinéfilo, algo que todo buen amante del cine lleva muy adentro. Con todo ese espacio de tiempo por delante me aventuré a entrar en un café cualquiera.

Una mesa vacía. Limpia. Recogida. Allí me senté y solicite amablemente un café al camarero. Desparramé todo mi cuaderno de notas y me puse a repasar las anotaciones de mis personajes. ¿No os lo había dicho? Estoy escribiendo una novela. En esa novela un chico se enamora de una chica con cáncer. Se que es algo tópico, pero llevo pensando en eso desde hace tiempo y necesito sacarla de dentro, como quien tiene un picor muy grande y no puede dejar de rascarse.

Enfrascado en el trabajo no veo a una silueta acercarse.

—Perdona. ¿Esta ocupada esta silla?

Levanté mis ojos de las hojas de papel cuadriculado. Una mujer rubia, pelo muy corto y liso. Su delgada cara lucía unos extraños pendientes en forma de mariposa. Me miraba paciente con cierta curiosidad en sus pupilas al dirigirlas a mi cuaderno. No era voluptuosa, pero poseía la gracia de la feminidad en sus formas. Las sombras en el cristal de sus gafas no me dejaban adivinar el color de sus ojos.

—No, esta vacía, puedes cogerla.

Le respondí despreocupadamente. Y volví a bajar la cabeza a mis escritos.

—Perdona, me refiero a si puedo sentarme aquí. Estoy esperando a una amiga y el bar esta lleno.

Soy muy tímido con las mujeres bonitas. Para ser exactos soy muy tímido en general. Pero esta chica parecía un ángel, así que esa alusión proporcionó alas a mi imaginación rompiendo la barrera de mi autoimpuesta timidez.

—Me encantaría que un ángel se sentara al lado mío —me sorprendí a mi mismo al responder con esa galantería.

La chica me miró como si le hubieran pisado el dedo gordo del pie. Pero pasado ese estupor de incredulidad inicial lanzó una pequeña sonrisa auténtica, esa primera sonrisa fascinante que te regala cualquier mujer después de una frase valiente. Retiró rápidamente la silla y se sentó mientras mascullaba un tímido gracias. Y yo volví a bajar la cabeza a mis escritos.

Estuvimos un rato sin decirnos nada. Don cobarde volvió a realizar acto de entrada en el bar purgatorio. Ella rompió el silencio.

—¿Que haces? ¿O es un secreto?

—Escribo una novela.

—¿Y de que va?

—Eso si es un secreto.

Lanzó otra sonrisa. En esta entrada triunfal al bar purgatorio quien sabe donde acabarán nuestros destinos. Su rostro lucía el encanto de una sonrisa angelical.

—¿Te gusta leer? —me preguntó con sus ojos codiciosos de una respuesta afirmativa.

¿Porque toda la gente que escribe novelas tiene que haber sido lectora previamente?

—No. De hecho detesto con enorme profundidad los libros. Si por mi fuera crearía un grupo especial de bomberos que fueran casa por casa con el único cometido de quemar todas las bibliotecas y librerías personales. Fiuuum. Emulé el sonido de un lanzallamas. Fiuuum. Todo quemado. Fiuuum. Se acabaron los libros.

Me callé y me quedé muy serio mirándola fijamente. Su cara mostraba la sorpresa propia de alguien enfrente de un demente. ¿Caeria tan pronto en mi sutil trampa? ¿o sería tan buena lectora, ella, que se jacta haciendo LA pregunta a los demás ?

De repente su faz cambio de expresión radicalmente. Comenzó tímidamente a reír.

—Eso es Farenheit 451 señor novelista. Es usted un plagiador.

Su risa tenía el encanto de la sinceridad. Una risa limpia. Se quitó las gafas de su rostro, y sus pupilas brillantes como estrellas brillaron ante mí. Ese era el resplandor de la alegría. Vemos en los demás lo que anhelamos ver en nosotros mismos.

Si, es cierto, esto es el purgatorio y yo estoy con un ángel.

Estuvimos unos minutos hablando de la venganza de Edmond dantes, del ambicioso y pobre capitán Acab, de la impotencia de Gabriel Conroy. Aunque no estuvimos de acuerdo ante Madame Bobary, para mi una ingrata para ella una amante de la vida. Y reímos. Y sin embargo descubrimos que a los dos nos encantaban los mosqueteros. Acercamos nuestras almas en un dialogo mágico de palabras e historias escritas por otros. Creando un diálogo único en mundos mágicos donde todo es posible.

—Tu amiga tarda en llegar.

Esa pregunta le cambió el rostro. Formulé la pregunta incorrecta en el momento inoportuno. Algo cambió en ese instante, como si ella hubiera vuelto al cielo de donde había salido y ya no estuviera en este bar.

—Siempre llega tarde. Es mi mejor amiga. Le puedo perdonar todo.

Miré el reloj. Ese cambio percibido parecía haber destruido la efímera confianza en mi castillo de naipes repleto de ilusiones.

No se como conseguí extraer el valor de algún lugar remoto y olvidado.

—¿Te puedo invitar a tomar un café otro día?

Su mirada era seria. Glacial. Daba la sensación de estar a punto de echarse a llorar.

—No. Lo siento. No será posible.

—No lo entiendo. Nos caemos bien, ¿porque una chica guapa, encantadora y simpática como tu no podría querer tomar un café conmigo?

Me salen las palabras en un aluvión sincero tropezándose las unas contra las otras.

—No puedo —Realiza una breve pausa— , es mejor que no conozca a nadie. Que no de esperanzas.

—No lo entiendo. ¿Qué hay de malo en conocer a gente nueva ? ¿Qué daño hay en dar esperanza?

No era una conversación airada. Era la llamada de desesperación picando a la puerta de mi desbocado corazón. Ese sentimiento cercano cuando la desgracia aparta de nosotros algo que podríamos haber obtenido por muy poco. Eso es el purgatorio, un lugar cercano al cielo.

—No es por mi. Es por ti. Tengo cáncer. Una metástasis incurable. Me quedan menos de un par de meses.

Mis ojos se paralizaron en sus labios. De todas las excusas que me han dado en mi vida, era sin lugar a dudas la más cruel. Ojala fuera mentira. Pero aquella punzada que atravesó todo mi estomago presentía la triste verdad.

Y esos ojos acuosos que me miraban detrás de esas gafas de ángel.

—Yo...

Balbucear siempre se me ha dado bien. ¿Qué cojones ha pasado con los finales felices? ¿Porqué la vida es tan cruel ? El cielo sólo estaba a un par de metros.

—¿Te molesta este caballero? —Una voz femenina anuncia su presencia detrás mío.

—No estimada amiga. Ya se iba, ¿verdad? Espero que seas muy feliz en tu vida. Gracias por regalarme estos minutos tan preciosos.

Sus ojos continuaban acuosos, mirándome enrojecidos a través de sus gafas, triste escudo para esconder su impotencia.

Su amiga de pie no sabía si empujarme o preguntarme que demonios pasaba allí.

Me quedé un breve lapso mirándola fijamente a los ojos.
No pudiendo levantarme de mi silla.
Me fue imposible.

Pues en aquel instante me quedé eternamente en el bar purgatorio por un sueño que nunca se realizó.

93% Imaginación, 7% Realidad


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

18 comentarios:

  1. Durante una jornada de duro trabajo, no hay nada más reconfortante que descansar un rato en un tranquilo lugar de aquiescencia...
    Gracias por el relato.

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    1. Estimado Tortajet,
      Que alegría tan inmensa leerte en este lugar. Y que reconfortantes palabras.
      "Cuando crees que todo lo sabes, aparece alguien y te enseña algo que no veias"
      Pasate por aquí cuando puedas, siempre serás bienvenido.
      Un abrazo muy grande Tortajet.

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  2. Qué curioso lo que te ha ocurrido con ese email. Pero si ha vuelto a tí ha sido por alguna razón. Gracias por haberlo leído y compartido con tus lectores. Yo sí creo que en las casualidades.

    Me ha gustado la historia. Ese 7% de realidad a que parte pertenece? Perdona que lo pregunte. Es que estoy algo espesa. Sorry.

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    1. Aiya Eowyn,

      Las cosas tienden a volver en el momento justo y normalmente no vuelven solas. Gracias a ti Reina Éowyn por tus palabras.

      Es la magia de las estadísticas, agrupan a un elevado número de voces, pero la poderosa numerología nunca entra en la particularidad, así que ¿cual es el 7% de esta historia, y cual es el 93% restante? Quien lo sabe.

      No hay nada que perdonar, en todo caso debereis perdonarme a mi y a mi historia, pues nunca hay que hacer mucho caso a un Bloguero...^^... mienten tanto como escriben.

      Siempre un placer leerte.
      Sólo existe el amor.

      Namarië Eowyn, Tenna rato.

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    2. Gracias a tí! :D

      "Sólo existe el amor". Qué binito y gran verdad.

      El placer es mío, pues soy súper fan tuya y además aprendo mucho de tí.

      Un saludo!

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    3. Es ciertamente una frase especial :"Sólo existe el amor", y lo es en todas sus vertientes.

      Me alegra mucho que te guste.

      El placer es mutuo Reina Éowyn, yo también aprendo mucho de tu entrañable estilo cinéfilo. ^^

      Abrazos!!

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  3. En mis tiempos estaban los cines de barrio en los que habia sesion doble y no te daban tiempo a tomar ese provechoso cafe. Hoy ando de paso por los blogs y vine a visitarte . Un abrazo

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    1. Estimada Chelo,
      Que feliz verte por aquí. Yo también recuerdo las sesiones doble de antaño aunque las viviera ya en su tramo final. Suerte que sesiones como el Phenomena recuperen esas tradiciones.
      En el caso de la historia, una sesión doble hubiera sido todo un salvavidas.
      Un abrazo estimada Chelo.

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  4. Amigo UTLA, si tiene usted más relatos escondidos en un cajón, dormidos en el sueño de los justos, como el que nos acaba de regalar, no tarde en publicarlos. Creo que todos hemos fantaseado con un encuentro casual como el que nos narra, aunque ese final triste sea demasiado triste.

    Un abrazo

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    1. Estimado Maestro Cahiers,
      Por desgracia para mis pequeños relatos, tienen una lista de espera considerable, ya que deben ser tratados con mimo y atención. Y la edición y revisión posterior siempre conllevan un duro esfuerzo.

      ¿Y quien no ha tenido un encuentro triste con la vida?

      Lo importante es no perder la ilusión. ^^

      "Sólo existe el amor"
      Un abrazo muy grande Pepe.

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  5. Saludos Amigo UTLA, Felicidades de nuevo por tu trabajo, es uno de mis favoritos, No creo en la Casualidad, creo que el destino tiene planificado cada momento que acontece en nuestras vidas y este es uno de ellos, el momento justo para alguien al leer es relato que nos regalas, algo reflejtivo para unos o algo mágico para otros…
    Gracias por tu pasión literaria…
    Saludos y cuídate…

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    1. Estimado Hugo Orlando,

      Muchas gracias por tus palabras.

      Casualidad, causalidad y otros pequeños menesteres cotidianos.

      ¿Quien sabe donde reside la verdad?

      Gracias a ti por pasarte por este pequeño lugar con todo tu cariño y comprensión.

      Un abrazo estimado Hugo, cuídate también.

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  6. Te pido dislculpas por no poder leer el relato te prometo que cuando me recupere de mi enfermedad pasare a leeerlos un abrazo.

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    1. Estimado Hikari Javier,
      No hay nada que perdonar, mucho haces viniendo hasta aquí. Siempre te digo que no hay obligación, el cariño siempre se mantiene.
      Un abrazo Javier y recuperate pronto. ^^

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  7. Qué buena historia. Qué pasen esas cosas es algo inusual, pero no imposible, aunque sí descabellado.
    Soy de los que van solo al cine. Lo disfruto. Fui muchos años solo con mi alma, a salas de doble función. Pero no tuve de estos encuentros mágicos donde el destino se te ríe en la cara.
    Saludos.

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    1. Estimado Raúl,
      Improbable, como diría aquel buen Monthy Phyton, que no imposible.
      Ir al cine con la única compañía de la soledad te permite saborear de manera diferente una cinta.
      Ojala nadie tuviera encuentros efímeros de final desdichado.
      "Sólo existe el amor".
      Un abrazo bruto escritor.

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  8. Precioso relato... me ha llevado una buena temporada encontrar palabras a la altura de tu relato para dejar mi comentario, pero esta vez no lo he conseguido. me gusta y me entristece a la vez. Un abrazo desde los bosques de bosquevilla.

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    1. Estimada Amalasunta,
      Tus palabras siempre estan a la altura de todo, puesto que las escribes con sinceridad y cariño. No hay mejor pago para mis escritos.
      Siennto la alegría y la tristeza del relato, pero la vida posee estos recovecos ocultos, lugares oscuros que de vez en cuando conviene airear a los cuatro vientos. ^^
      Un abrazo Amalasunta Regna, princesa de las hadas de Bosquevilla y Madre del heredero único.

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