Es de noche y como cada invierno la luz marcha mucho antes de lo preferido. Hoy me dirijo a casa de unos amigos, allà beberemos un par de copas, charlaremos y nos lo pasaremos bien. Como no tengo ganas de conducir mi automóvil ante tan ebrias perspectivas dirijo mis pasos al ascensor del suburbano.
Ficho en la entrada con mi vale. El brazo rotatorio gira y me permite entrar al nivel superior. Para llegar al andén, en el nivel inferior, deberé tomar un ascensor. A lo lejos observo ese ascensor que tomo cada dÃa para ir a trabajar. Acudir a este lugar, tan bullicioso en horario laboral y tan vacÃo ahora, fuera de mi horario habitual, hacen parecer al sitio un lugar siniestro, algo completamente diferente a lo que estoy acostumbrado.
Desde mi lejanÃa, observo delante de la puerta del ascensor a una chica esperando, justo en ese momento el ascensor recién llega. Las puertas se abren y la chica entra en su interior sin percatarse de mi venida. Debo correr hasta allà si deseo entrar antes de que las acristaladas puertas se cierren.
La pequeña carrera me toma de imprevisto. No estoy para nada en forma. DeberÃa hacer un poco más de ejercicio. Mi corazón y mi respiración se hayan completamente desbocados.
En ese estado, corriendo como un centollo mareado, entro precipitadamente al interior del ascensor con las puertas a punto de cerrar. Mi inesperada aparición hace sobresaltar a la chica. Se gira y me dirige una mirada asustada. Viste una falda corta a cuadros rojos y negros por encima de las rodillas y lleva una chaqueta amarilla de moda. Esta bien vestida. Seguramente ahora sale de fiesta con sus amigas o su novio.
Entiendo la preocupación en su rostro. Una mujer sola en un ascensor con la sola compañÃa de un hombre trae malos pensamientos. Un hombre, para más señas, desconocido y jadeante. Se puede estar imaginando miles de cosas. Asà que le doy las buenas noches y me alejo discretamente lo más posible de ella. Para disimular mi atropellada entrada abro mi libro por el lugar donde lo dejé y disimulo que me pongo a leer.
—¿Me va a violar?
Levanto la vista del primer párrafo. Mi cerebro aun no ha asimilado los sonidos que son palabras.
—¿Perdón? —Apenas puedo balbucir.
—¿Qué si me va a violar? —repite en el mismo tono asustado.
Hasta ese mismo momento no me habÃa dado cuenta de la gravedad de la pregunta.
—¿PERO...? CLARO QUE NO —grito más asustado que convincente.
—Ahhh... —responde en una casi inaudible respuesta.
La miro fijamente aún estupefacto. Pero enseguida me doy cuenta que no debo mirarla. Eso, quizás, es lo que harÃa un violador. Asà pues, aun alterado ante la absurda conversación, bajo la vista e intento disimular mi malogrado esfuerzo por parecer un lector.
—¿Es porque soy fea?
Levanto de nuevo la vista de mi libro. Esta noche me deparará muchos sustos.
—¿Cómo?¿Fea? —dudo— .No, claro que no eres fea.
—Entonces —La chica realiza una pausa— ,¿ me vas a violar?
—¿¿PERO QUE DEMONIOS DICES?? —respondo.
—Entonces es porque soy fea.
—Que no eres fea. Eres una mujer muy hermosa. ¡Joder! —exhalo desesperado un último exabrupto.
—¿Joder? Eso es lo que dirÃa un violador.
—No, que no —Un sudor frÃo recorre mi espalda— ,no querÃa decir eso. Yo... —balbuceo sin saber como acabar la frase.
—Entonces, ¿seguro que no me vas violar?
Me quedo quieto como una estatua en mi esquina del ascensor. Aprieto contra mi pecho mi querido libro como si de un escudo se tratara. Si se me acerca, le tiro el libro a la cara y chillo pidiendo auxilio. Rezo para que el ascensor tenga una cámara grabándolo todo.
Su mirada baja hasta mi entrepierna. Me revisa de arriba abajo. Por fin el ascensor llega a la planta baja. Sin embargo, para escapar de esta angustiosa situación debo pasar por delante de ella. Pero la chica no hace ningún gesto de apartarse o de querer salir. Nunca antes los 33 segundos que tarda el ascensor en bajar me habÃan parecido tan inmensamente largos.
—¿No sales? —pregunto con un hilo de voz tembloroso mientras con mi dedo Ãndice señalo a las puertas abiertas del ascensor.
—Si me doy la vuelta, —contesta la chica, la cual detiene su frase un segundo en el aire como intentando recordar algo— , quizás en ese momento te abalances sobres mi ... y me violes.
Comienzo a estar realmente preocupado. Arrastro mi espalda pegada contra la pared contraria a la que esta la "jovencitadeldemonio" y rezo para que las puertas no se cierren. Ella me sigue mirando preocupada y asustada. Maldita sea. Aquà el único que esta asustado soy yo.
Consigo salir en el momento que el pitido del cierre automático de las puertas del ascensor comienza a sonar. Ella sigue quieta en su esquina. No realiza ningún gesto ni ningún movimiento brusco. Respiro tranquilo. Justo en ese momento desde el andén aparece un hombre corriendo.
—Apártese. El ascensor. Se escapa —El hombre me chilla mirando al cubÃculo que le llevara a la superficie. Me parta bruscamente.
Todo sucede tan rápido que no me da tiempo a detenerlo, ni tan siquiera a advertidle. DeberÃa haberle impedido entrar en el ascensor. El hombre entra jadeando. La chica escruta con su estudiada mirada de espanto al nuevo pasajero. Ya no me presta atención. Las puertas se cierran y puedo observar los ojos de la chica mirando fijamente a su nueva presa.
El ascensor ya posee un nuevo violador.
Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia