domingo, 22 de mayo de 2016


Tesis Doctoral: ¿Se puede emborrachar un zombi?

Gracias a mi tutor, el profesor Igres Rubyhigh de la prestigiosa universidad de Ohio (UOC: University Ohio Country), por su paciencia, dedicación y aliento.

Los actuales estudios demuestran que después de la muerte cerebral, el cerebro de la persona infectada (de aquí en adelante zombi) comienza a reactivarse de nuevo. Sin embargo, un fuerte proceso de anoxia (falta de oxígeno) reduce drásticamente la actividad cerebral en el zombi. Para mayor complicación, las células nerviosas quedan atrofiadas, deteriorando gravemente la comunicación del cerebro con el resto del cuerpo.

Debido a esto, los zombis quedan inmunizados al dolor y con los reflejos motores muy debilitados. No son ciertas algunas aseveraciones, las cuales afirman que los zombis pueden correr, esto es completamente falso, puesto que la parte motriz del cerebro queda tan dañada después del fallecimiento, que apenas pueden caminar. La poca oxigenación, el debilitamiento celular y la atrofia muscular les impiden realizar acciones de manera rápida. Al emitir menos oxígeno hacía el cerebro, su ritmo cardíaco se decelera considerablemente.

El cerebro es el principal instrumento motor en un cuerpo humano sano, actúa enviando miles de señales por segundo a todo el cuerpo. Las conexiones neuronales son básicas para el aprendizaje y la coordinación motora. Está demostrado que las neuronas reaccionan negativamente ante el alcohol, puesto que dicha sustancia bloquea la comunicación de los axones.

Sin embargo, en un cerebro zombi, la actividad cerebral disminuye en un 80%, tan solo el lóbulo frontal y el hipocampo quedan mínimamente activos. Es por ello que los zombis no recuerdan nada. Tan solo conservan el instinto de supervivencia básico activo en el lóbulo frontal.

Debemos recalcar que las escasas neuronas de un cerebro zombi, por pocas que sean, siguen funcionando igual. Los impulsos eléctricos se transmiten a través de las dendritas y estas comunican los impulsos al resto de neuronas.

El alcohol interfiere con los receptores del hipocampo, esto a su vez, entorpece las señales entre él y las neuronas.

Los experimentos efectuados en zombis capturados, arrojan los siguientes resultados. El cerebro zombi se «emborracha» de igual manera que un cerebro sano. Es decir, ambos cerebros quedan afectados de igual manera ante la ingesta de alcohol. Sin embargo, debido a que el cerebro zombi funciona en modo «reducido», los efectos son prácticamente inobservables, debido a las ya mencionadas dificultades sinápticas y neuronales. Es por ello que el estado de un cerebro zombi «emborrachado» no dista mucho del cerebro de un zombi sobrio.

Las conclusiones son:
Un zombi se puede emborrachar, no obstante, el efecto de la borrachera es inapreciable, puesto que sus habilidades motrices y neuronales se encuentran muy reducidas.


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

lunes, 16 de mayo de 2016


—Mírala, Juvenal. ¡Qué hermosa! —adujo en tono afectado Sebastián. Él suavizó, sin darse cuenta, su fuerte acento español al dirigirse a su nuevo compañero mexicano.

Juvenal era un hombre de complexión robusta, mexicano de nacimiento, rozando la «cuarentena» de años, bajo de estatura, tez morena, y con una eterna sonrisa en el rostro. En aquella ocasión, como en muchas otras de la misma índole, tan solo sonrió al ver pasar al motivo de los desvelos de su compañero español, Ginette. Era ella una lindísima mujer también de origen mexicano.

—¿Qué hacéis para tener mujeres tan lindas en México? En la academia trabajo con mujeres de todo el mundo: brasileñas, africanas, peruanas, norteamericanas, rusas, españolas... —Sebastián tomó aliento—. En todos los países del mundo hay mujeres hermosas. Pero, ¿por qué todas las mexicanas de la escuela son todas tan lindas? ¿Qué secreto esconden allí Juvenal?

Juvenal vio pasar a Ginette y solo sonrió.

../..

«Las tres mentiras del mexicano: “Ahorita voy”, “Muchacha, solo es un café” y “Es el último trago”».

Para desgracia de Sebastián, aquella noche Juvenal y él estuvieron experimentando la última de las mentiras. La penúltima copa de tequila no sentó nada bien en el estómago del joven. Y estuvo devolviendo, literalmente, al suelo hasta la última gota de la gloriosa bebida. Por su parte, Juvenal, sereno bebedor, acabó con la casi «última» copa con fingido orgullo de macho. Aunque ambos, bambolearon sus cuerpos por la calle, dando tumbos sosteniéndose el uno contra el otro, agarrados tristemente por los hombros.

—Ay, güey... —eruptó Juvenal—, no más, pues...

Y como reza la canción, la bebida deja sordo de penas ajenas.

—¡Qué guapa es Ginette! Se lo digo en serio, todas las mexicanas que envían a la academia...son tan lindas. Yo sé que tienen un secreto. Cuéntemelo Juvenal. Cuéntemelo.

Juvenal cayó de rodillas al suelo. Sebastián lo recogió con toda la diligencia de la que pudo hacer gala en aquel pésimo estado. Ambos se sentaron en un banco de madera cercano.

—Cuénteme el secreto —repitió Sebastián con la insistencia propia de los no acostumbrados a beber.

—Sabe, ¿compadre? —Eructó Juvenal pensativo, mirando a la infinita negrura de la noche—. Puedo contarle el secreto, pero entonces, deberá casarse con una mexicana.

—Si es —Eructó también Sebastián—... con Ginette, lo que usted me diga.

Entonces, antes de esperar siquiera la respuesta de su compañero, Sebastián agitó con gesto aquiescente su cabeza, dando pie a Juvenal a continuar con la historia.

El hombre asintió taciturno y comenzó a hablar...

—En México, un jurado formado por ocho hombres y dos mujeres, dictamina cuales mexicanas son lindas para viajar allende los mares. Los miembros del jurado no pueden hablar entre ellos. La mexicana que desee viajar al extranjero debe acudir bien linda y arreglada a dicho tribunal. Si cinco de los ocho hombres votan «Linda», la mujer puede viajar al extranjero. Si una de las dos mujeres vota «Linda», la mujer puede viajar al extranjero. Y si ambas mujeres, votan «No es linda», entonces la muchacha, está obligada a viajar al extranjero, ¡híjole!, pues dichos votos son muestra inequívoca de los celos de ambas ante la belleza de la candidata, y significa que la muchacha es bien relinda. ¡Ja ja ja!

Desbordado por su propia picardía, rio alterado Juvenal, quien se atragantó con sus propias babas. Tosió fuertemente después de aquel fugaz ataque, y calló pensativo inmediatamente. Ya repuesto del susto, respiró entrecortadamente observando a la luna, sentado en aquel banco de madera.

—Pero, Juvenal, compañero —tartamudeó Sebastián—, eso es algo muy machista.

—No crea compadre, todo está bien chingón. También tenemos un jurado similar para los hombres que desean viajar al extranjero, pero en ese tribunal solo hay mujeres. Pues, ¿quién piensa que ideó todo este sistema? Algo de «Malinches» esconden nuestras mujeres de allá.

A partir de ese momento todo se volvió muy turbio. Juvenal cayó pesadamente al suelo, ¿fue la sobriedad la culpable de la desgraciada caída? Sebastián sintió un pinchazo en el cuello, con su mano se rascó la zona irritada, al rascarse descubrió algo extraño allí. ¿Un dardo? El último recuerdo en la vista de Sebastián fue la atípica figura de dos mariachis acercándose hacia él.

../..

Epílogo:

Los rayos de luz entraron tenuemente en la gran habitación. Sebastián estiró sus manos. Las sienes martillearon fuertemente, como sendos tambores, en ambos lados de su cabeza. La resaca golpeó sin miramiento. Entonces fijó su mirada al lado.

—¡Oh! ¿Qué? ¿Ginette? —su mirada atónita quedó clavada en su compañera de cama. Sin querer, alzó incrédulo la voz, cosa que despertó a Ginette—. ¿Qué está sucediendo aquí? Esto... Esta habitación, no es mi casa. No recuerdo como...

Pero la adormilada Ginette se giró bruscamente.

—Ayer nos casaron.

—Pero, no recuerdo nada, es... horrible.

—¿Horrible? Es usted un sin vergüenza Sebastián. No es eso lo que decía ayer. Que si me quería mucho, que si un beso amor, y después se quedó dormido. Ahora me cumple. Si llego a saberlo antes, escojo Alemania para estudiar el Doctorado. Está me la pagará, esposo, ya le aseguro yo.

Y Sebastián recordó, al principio apenado después mucho más alegre, un viejo refrán de su tierra: «Sarna con gusto, no pica». Abrazó a Ginette y la acalló con un beso. Ella le dejó hacer. Ya le haría pagar más tarde.


*nota*: Dedicado a Juvenal y también a Ginette. Espero que usted, estimado Juvenal, comprenda todas las vicisitudes de este relato, no solo por la cercanía a la dama, si no por su inestimable ayuda.


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

domingo, 8 de mayo de 2016


—Doctor, tengo un grave problema.

—Cuénteme usted.

—Soy invisible para las mujeres.

Una pequeña pausa se instala en la blanca habitación. En una de las paredes hay colgada una foto de un viejo circo, dentro de ella hay varios personajes del mundo circense. Están posando para la fotografía. Una mujer vestida de payaso, de mirada triste, a su lado, sentada en el suelo, la típica mujer barbuda, detrás un engominado mago y finalmente un domador de leones. Debajo del cuadro las palabras Popoff están impresas en una placa dorada. El cuadro pende en una de las paredes, justo enfrente, una pequeña, aunque luminosa ventana, permite la entrada de claridad diurna. El Doctor, con una holgada bata blanca y larga barba a juego, mira tras sus lentes redondas al paciente.

—Prosiga, por favor.

—El otro día estaba en el andén de la estación, tropecé con una chica que estaba tecleando en su teléfono móvil, le pedí perdón y al girarse, no me vio. Continuó andando asustada preguntándose con qué se había topado. Pero hay más, estaba en el parque, practicando deporte, caí al suelo delante de dos señoras sentadas en un banco de madera. Les pedí ayuda. Una de ellas dijo, «un momento Antonia, ¿no oyes nada?», «Pero si estas más sorda que pepe leches» respondió la otra y continuó diciendo, «Quita, quita, que cosas tienes Pepa, si aquí no hay nadie». En fin, me tuve que levantar solo. Y así con todas las mujeres. ¿Qué decir de las del trabajo?, la chica de recursos humanos no me ve. Nunca. La saludo en la entrada, bien alto, después de meses desistí, ahora me comunico con ella por email. ¿Qué hago Doctor?

El doctor se mesa tranquilamente la barba. Se acerca a su escritorio y extrae una tarjeta de visita.

—Tenga. Vaya a este lugar. Y dentro de dos semanas vuelva aquí.

../.. Y así, pasaron dos semanas ../..

—Doctor, Doctor, tengo una mala y una buena noticia.

—Prosiga por favor.

—Fui a la dirección de la tarjeta. Un bar musical muy retro. Entré a él un tanto cohibido. En el interior observé unas mujeres espectaculares, y de repente, una mujer rubia, guapísima, de tacones imponentes y cintura de avispa, me dijo nada más verme, «hola guapo, ¿que hace un chico como tú en un lugar como este» Yo, le digo la verdad, me quedé pasmado, Doctor.

—Excelente. Ya está curado.

—Pero Doctor, esa era la buena noticia, la mala, la mala, es que la chica rubia, es un hombre.

—¿Qué queja tiene? ¿Acaso es usted de esas personas que juzga los libros por su cubierta?

—Pero Doctor, la chica rubia, es decir, Manolo, está muy bien, es simpático, es muy cariñoso, pero... usted no me ha curado. Sigo siendo invisible para las mujeres.

El Doctor se acaricia, con el dedo pulgar e índice, su larga barba blanca. Con detenimiento, observa fijamente a los ojos de su paciente, y con una diminuta sonrisa triunfal en la boca, continua su argumentación.

—Eso no es cierto. Yo antes era la mujer barbuda del circo Popoff. Hace dos semanas, cuando vino a mi consultorio, ya habló con una mujer, y se curó.

—Entonces, Doctor, ¿por qué me entregó la tarjeta?

—Es... un regalo de la casa.


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

domingo, 1 de mayo de 2016



«Detrás de un gran hombre, 
no hay una gran mujer. 
Detrás de un gran hombre,
no hay nadie, 
por que su compañera camina al lado,
agarrada de la mano»
Dedicado a Juana.

Nueva colaboración con el maravilloso «El edén de los novelistas brutos».


Escuchen vuestras mercedes desta apócrifa historia:

En casa Panza, el relente, por norma frío, era caluroso aquelle noxe; é[1] Juana Panza dormía revolada en la cama, imaginando en duermevela extraños presagios, que quizás fueran sueños.

En la mañana, Juan Palomeque, ventero, dador de misivas, é molesto gallo mañanero acercose a casa Panza, misiva en mano bien sellada, con destinatario Sancho Panza.

El otrora escudero de Don Quijote hallábase faenando en el establo con sus hijos, é no aconteció en nada en esta entrega. Por ende, Juana Panza, solícita esposa de Sancho, salió al zaguán, adquirió la misiva é despidió a Palomeque sin remilgos.

Juana Panza, era apellidada asín no por proximidad familiaresca con Sancho; en soltería fue Juana Teresa Gutiérrez, pero según costumbres de la Mancha, las mujeres adquirían apellido del marido.

Juana Teresa Panza abrió la misiva pensando: «letras no traen felices noticias». É aqueste pensamiento habíasele inculcado su abuelo Maese Alfredo Cascajo. Herido en la batalla de Valtelina[2], allá donde los grisones, caído en desgracia fue obligado a entregar sus tierras después de recibire similar trozo de papel; tal cual de esta misma guisa entregado.

Juana, única autoridad en casa Panza, rompió el sello sin pudor; pues generales, reyes, papas é mulleres poseen esa potestad de tafanear en correspondencia ajena, é leyó sin pudor aquelle misiva, aún non siendo la destinataria, pero si máxima autoridad como ya expliqué.


~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Ilustrado Conde de Lemos, amigo íntimo de Don Quijote, en queste lecho de muerte, apresta escribe:

Estimado Sancho Panza, confiérasele una ínsula al escudero más fiel, anegado, é bravo que ha contemplado Castilla.

Tu gran pesar, amigo Sancho, por falta de nuestro dueño é amigo, espero se recompense con aqueste ofrenda, ha tiempo merecida.

Aunque entiendo los reparos, pues conozco sois hombre humilde, asín entenderé que sin contestación a esta misiva rehusáis al cargo, é propiamente a la ínsula.

Sabedme en todas vuestras respuestas gran conocedor de vuestra bondad, é dejadme expresaros mi amistad eterna é prostera.

Puesto ya el pie en el estribo, con las ansias de la muerte, gran señor, ésta te escribo[3].

Conde de Lemos, Madrid, 21 Septiembre, 1622.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~


Juana acarició su cabello é pensó en las desencaminadas palabras de su abuelo Maese Cascajo.

«No eran sueños de pobre. Sancho estaba en lo cierto. De una ínsula dueño es, asín yo he de ser noble, Teresita condesa, é al muchacho casarlo con una mullere de bien».

Anduvo Juana presta al establo, con actitud resuelta, mirando con ojos de ensoñada grandeza a todos lares.

«¿É que dirán en el pueblo? ¿La Cascajo noble? Yo naciéndome pobre, muriéndome rica. Hija de un destripaterrones sisearán las de este pueblo que de hidalgas usan porte».

Soltó Juana, camino del establo, un inapropiado . Una sonrisa de gata mansa crecía en su rostro. Ensoñaciones de verdugados, tocados de seda, sayas de lino, reflejaban los espejos de sus pupilas. É estaba dispuesta en el marco de la puerta de entrada cuando observó a su marido e hijos platicar risueños. É quedose parada en el quicio de la puerta escuchando la escena.

—Prestad atención, hijos —platicaba alegre Sancho extrayendo leche de las ubres de Dorinda, vaca lechera comprada en monforte—, el antiquísimo arte de mugrar las ubres.

—Padre, no se dice mugrar —soltó vericueta respuesta Teresita, que en eso de lanzar chanzas habíase salido a su señora madre—, se dice ordeñar.

—Sanchica[4], hija, es dicho en muchos sitios, de muchos modos distintos; más el humilde no acude presto a corregir al prójimo, si no este podrá hacer otro tanto.

—Sí, Padre —coligió la niña de sus ojos, pues desa belleza é parquedad de palabras también era hija de su madre.

—¡Presto! —exclamó sancho, escanciando el blanco líquido en una bacina, que acto seguido sorbió, é comprobó la salubridad antes de ofrecer a su camada—. Mal rayo me parta si non es acaso reconfortante como aquel brebaje mágico de «Fierabrás»[5]. Tomad hijos, bebed de esta bacina, que decía mi dueño, el señor Don Quijote, era el mismísimo yelmo de Mambrino[6]. Bebed pues, Ea, el blanco néctar.

Teresita llevó la bacina a los labios. Después el muchacho. Ambos, pintados sus morros de blanco algodón, exclamaron a unísono:

—¡Que rica! —Sancho rió ante la alegre algarabía, abriendo descomunal boca, como el águila antes de atrapar a la culebra.

—¿Qué más puede solicitar un hombre? Buenos hijos, buenas tierras é una muller como non ha otra en toda Castilla.

Juana, observadora muda de toda la escena, cual espía palaciega, emocionose ante las palabras que atrayere el viento. É naide, a excepción de Dios é de la tierra mojada, pudiere decir haber visto llorar a Juana Teresa Panza. É aconteció fugaz un pensamiento en su mente: «Siempre oí a mis mayores decir que el que no sabe gozar de la ventura cuando viene, después no se queje».

—Pues de quejarme no debo —díjose para sí misma Juana Teresa Panza de camino a la cocina é los fogones—. Cose la boca, Juana.

É volvió en sigilo, como la gata escabullida entre sombras con ratón en boca. Cruzó el zaguán. Entró en la cocina. La lumbre encendida é los carbones rojos avivados por un trozo de papel, que con gran porfía, habrían de arder antes que ser leídos por naide[7].


[1] «É», presumiblemente el narrador forma parte del condado gallego, que prefiere utilizar el denostado término gallego para «y».
[2] Valtelina, valle suizo poblado por católicos pero bajo dominio de las protestantes. Ligas Grises o cantones grisones.
[3] Esta única línea, «Puesto ya el pie / ésta te escribo», son parte de las últimas palabras de Miguel de Cervantes, cuatro días antes de fallecer. Es una epístola dedicada a su amigo el Conde de Lemos.
[4] La hija de Sancho Panza recibe varios nombres, al igual que su madre: Sanchica, Teresita. ^^
[5] El bálsamo de Fierabrás es una poción mágica capaz de curar todas las dolencias del cuerpo humano.
[6] El Yelmo de Mambrino hace referencia a un ficticio yelmo de oro puro que hacía invulnerable a su portador.
[7] Vulgarismo de nadie, aún utilizado, en algunas zonas de habla castellana. Y muy utilizado por mi abuela, en paz descanse.

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

Leer por email

Histórico entradas

Libros de S. Bonavida Ponce

*Information by Goodreads
Smoking Dead Smoking Dead
reviews: 5
ratings: 6 (avg rating 4.50)

Aquiescencias Aquiescencias (Tomo I)
reviews: 2
ratings: 2 (avg rating 4.00)

Antología letraherida Antología letraherida
ratings: 2 (avg rating 5.00)

Letraheridos: Boletín #1 2018 octubre Letraheridos: Boletín #1 2018 octubre
ratings: 2 (avg rating 5.00)

Antología letraherida: Volumen 2 Antología letraherida: Volumen 2
reviews: 1
ratings: 1 (avg rating 5.00)

Mis lecturas