domingo, 25 de diciembre de 2016



«El dolor de la separación
no es nada comparado
con la alegría de
reunirse de nuevo»
Charles Dickens






—Ebe... —Tim susurra con cariño el apodo de su abuelo adoptivo.
No molestes al señor Scrooge —Bob, su padre, se lleva el índice a los labios—. Necesita descansar.
—Ven aquí —acaricia Martha, su mama, las palabras, intentando que el jovencito no atosigue al anciano.
—Estoy bien, familia —Sonríe el viejo Scrooge quien levanta los párpados—. Dejad al pequeño a mi lado.
—Ya no soy tan pequeño, abuelo.
—Cierto es, Tim. Ya eres todo un jovencito encantador.


Martha sonríe con tristeza en dirección a la cama, dentro de ella, Scrooge arropado por pesadas sábanas, se reconforta en su calidez. Un grueso camisón le viste el cuerpo. A pesar de ello, el frío lo atenaza y un pequeño escalofrío le recorre visiblemente. El reverendo, el señor Halppier, se santigua y murmulla un pasaje de la Biblia.


—¿Habéis repartido la comida en el asilo? —pregunta Scrooge con una gran sonrisa en la boca.
—Sí, Mr. Scrooge —responde Fred, quién justo en ese momento entra en la habitación.
—¿Estás aquí, sobrino?
—Recién acabo de llegar del asilo de niños. ¿Puede verme, tío?
—Un poco, querido, veo borroso. Lo lamento mucho. En el día de Navidad deberíais estar festejando y no cuidando de este viejo.
—No digas tonterías, has sido un buen hombre. Los niños del asilo te mandan besos y abrazos. Y aquí todos te queremos.
—Sí. Te queremos —proclama un revoltijo cariñoso de las voces de sus seres queridos.


Pero Scrooge ya no los escucha. Únicamente observa, colgadas en su cuarto vacío, las pinturas de rostros conocidos: un bello retrato de su antiguo amor, Belle; la vieja y leal señora Dilber, su socio Jacob Marley, su antiguo patrón el buen señor Fezziwig...
Entonces, a los pies de la cama, aparecen dos fantasmas: el fantasma de la navidad pasada y el fantasma de la navidad presente.


—Hola, queridos. ¡Cuánto tiempo! ¿Qué hacéis aquí?
—Vas a venir con nosotros —responde el fantasma de la navidad pasada—. Ya es tiempo.
—¿No está el fantasma de la navidad futura?
—No vendrá más —se disculpa el fantasma de la navidad presente.
—Pero te hemos traído a ella —aclara el fantasma de la navidad pasada.
—¿Ella? ¿Quién es ella? —Scrooge duda. No ve a nadie más, a excepción de los dos fantasmas.
Entonces, a los pies de la cama, una forma desdibujada, comienza a adquirir forma. Una mujer de facciones muy hermosas le observa.
—¿Belle? ¿Eres tú, querida? ¿Te casaste? Espero que fueras muy feliz —Una lágrima rueda por el rostro del anciano.
—Sí, me casé, y fui muy feliz. —Sonríe, y esa sonrisa con miles de brillos de estrellas se la contagia a Scrooge que la observa embelesado—. ¿Quieres venir conmigo, Ebe?
—¿A dónde me llevas, querida?
—A un lugar donde solo existe el amor.


Belle extiende su mano a Scrooge, este la toma entre las suyas. Ya no tiene frío. Los fantasmas canturrean una alegre canción. Los fantasmas, Belle y Scrooge desaparecen envueltos en un brillo, tan blanco, como la nieve que cae en este día de Navidad...




Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 18 de diciembre de 2016



Habíase un lugar, 

llamado Ensoñada




Muchos marineros no creían en ella, pues eran de la opinión de creer solo en aquello que veían con los ojos, pensaban que tal isla solo existía en la imaginación de algunos crédulos. Otros pocos, sin embargo, defendían haberla visto, allí distante entre las brumas del amanecer y del ocaso, cuando la falta de luz obliga al ojo a esforzarse más. Los más atrevidos, juraban verla constantemente en sus sueños, tan efímera como la escarcha del amanecer que, apenas se veía, desaparecía con los primeros rayos de sol.

Según algunos escritores, poseía Ensoñada un gran puerto, donde barcos de todas las épocas y lugares podían atracar. El pago por amarre y desembarco era barato, un pequeño sueño de nimio valor. Esta pequeña retribución, aparentemente inocua, podía llegar a ser una gran carga con el paso del tiempo, sobre todo para los capitanes asiduos a visitar la isla, pues ellos eran los únicos a pagar el doble, un sueño por amarre y otro por desembarco. La acumulación de estos oníricos impuestos, por pequeños que pudieran parecer, acababa con el tiempo con las ilusiones de cualquier buena persona que las pagara. Hubo muchos capitanes suicidas, ya sin sueños, que se lanzaban apáticos de ilusiones al fondo del mar. Para evitar la falta de capitanes se creó, tiempo más tarde, la Casa de Empeños Soñadores, donde capitanes, tripulantes o viajeros podían cambiar sueños ajenos por dinero, y de esta forma, no perder los propios. Mucho se habló de esta casa de empeños, de las irregularidades y la corrupción que acabaron con ella [pero de ello hablaremos en algún otro lugar]...

Ensoñada era una gran ciudad situada en la costa de una gran isla. Durante mucho tiempo, algunos geógrafos de lo onírico creyeron que era una península apegada a Realis, sin embargo, estudios posteriores aseguraron que definitivamente era una isla aislada en el mar Somnus. El clima era por norma general atemperado, la brisa del mar rebajaba las temperaturas y siempre había vientos cálidos en el día y la noche. No obstante, los capitanes debían proteger sus embarcaciones en las épocas de tormentas, pues furiosos rayos y huracanes azotaban la zona durante unas semanas.

Las calles de Ensoñada recorrían en zigzag la ciudad; la avenida principal, Refomá, estaba repleta de pequeños puestos de comerciantes, de hecho toda la ciudad estaba plagada de ellos, y era la primera ocupación de la mayoría de ciudadanos Ensoñadenses. Vendían artículos de aquende y allende los mares: artilugios extraños, utensilios imaginarios, joyas imposibles, sueños perdidos, u otras rarezas difíciles de encontrar, entre otros muchos pertrechos...
Los ávidos comerciantes intentaban vender a foráneos y a recién venidos artículos a precios desorbitados. Pues, ¿a cuánto se podía vender la onza de un sueño? El vender materiales intangibles, en la mayoría de casos, creaba una difícil situación entre comprador y vendedor, pues se abría una nueva cuestión: ¿cómo tasar el valor de algo intangible? Es por este hecho, iniciador de no pocos disturbios y peleas continuas entre comerciantes y compradores, que las autoridades de Ensoñada decidieron fundar la casa Marlín de Tasadores Asociados, única en toda la isla, con capacidad, recursos y personal capacitado para poner solución a aquella situación. Fue esta casa la que comenzó a establecer cambios justos a otras divisas de manera equitativa: una moneda de oro por un sueño profundo, media moneda de plata por una pesadilla recurrente, una moneda de cobre por ¿nada?, pues la nada también poseía su valor, por citar algunos de los ejemplos más solicitados...

Un dato curioso, rescatado por antropólogos temporales, indicaba la antigüedad de Ensoñada, posiblemente la segunda ciudad más antigua, solo superada por la mítica Energ Optalb, anclada en las profundidades de Bosque Oscuro. De la ciudad isleña nadie supo quiénes fueron los fundadores, algunos hablaban de piratas de Realis exiliados, otros de colonizadores astilianos, también existía una versión escrita, menos creíble, en un antiguo libro conservado en la biblioteca Ginoviva de Riorodado, en un fragmento se podía leer acerca de una invasión de monos de pelaje marrón que podían hablar, sin embargo, los lingüistas oníricos pensaban en ello como en una metáfora para describir las incursiones de los piratas o la colonización de los astilianos. Tampoco se narraba nada acerca de posibles habitantes anteriores, por lo que la verdadera naturaleza del origen Ensoñadense no pudo ser demostrada con prueba alguna.

Lo que sí era cierto, y legendariamente conocido, era la belleza de los nacidos en la isla. Los nativos, tanto mujeres como hombres, presentaban unos rasgos preciosos, su fisonomía atraía a todo ser que se acercara a ellos. Algunos hablaban de una antigua maldición congénita traspasada de progenitores a hijos, la leyenda contaba que la observación de un rostro Ensoñadense por vez primera vez, para quien no estaba acostumbrado, podía suponer el enamoramiento absoluto por parte del observador. Es por ello que muchos Ensoñadenses caminaban con el rostro tapado, sobre todo en las zonas portuarias, donde la proliferación de extranjeros era mayor...

Como último apunte, cabía destacar que Ensoñada quedaba al margen del tiempo, en un margen onírico aislado, por ello, cualquier ser de cualquier época, podía acabar literalmente con sus huesos en sus playas.

Existía un antiguo dicho: «Si alguna vez caes en Ensoñada, no se te olvide pagar tu estancia con un pequeño sueño», y algunos cizañeros apostillaban el dicho popular con una frase de invención propia, «pues cosas horribles les suceden a los que no realizan el pago».

Ensoñada, la más gran isla del mar Somnus, guardaba muchos secretos, la mayoría de los cuales, aún nadie desveló...

Esto es verdad y no miento,
y como me lo contaron,
os lo cuento.


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

domingo, 11 de diciembre de 2016

En una realidad alejada de la nuestra por una gran separación de millones de años luz y, sin embargo, separada solo por dos pequeños cuantos de tiempo. Un extravagante concepto ontológico: lejos pero cerca. Esa realidad la conforman una raza de seres distintos a todo lo que conocemos. Son los difirientes.

Habitan entre la cuarta y quinta dimensión. El tiempo no deja de ser para ellos esa cuarta dimensión que se nos escapa, igual que para nosotros es evidente el ancho, el alto o la profundidad, y de igual manera que nosotros podemos retroceder o avanzar en cualquiera de esas coordenadas, los difirientes navegan por la cuarta dimensión con la misma facilidad.

Pero, ¿cómo son los difirientes?
Sus formas corpóreas son muy variadas, tantas como os podáis imaginar, otras solo alcanzables en vuestros sueños y algunas, simplemente, inimaginables. Describir esa amalgama de extrañas sombras de vida, es relativamente sencillo, distintos tamaños, geometrías, densidades, masas; los conjuntos forman sombras, algunas de aspecto humanoide, otras poseen simples formas esferoidales, o complejas formas, similares a copos de nieve.

¿Forma o presencia?
Ambas. Podemos expresar la esencia de un difiriente en tamaño. Algunos difirientes ocupan tan solo el cuenco de una taza de té, mientras que otros podrían ocupar todo un mundo.
Lo que más nos atrae de ellos, es sin lugar a dudas las propias sombras de los difirientes. Como es posible, os preguntareis, ¿qué una sombra proyecte otra sombra? Es por el efecto de la quinta dimensión, los difirientes son sombras oscuras, pero se aclaran por el efecto de la luz al contacto con la quinta dimensión.

Entonces, ¿qué proyectan?
La proyección, de sus formas oscuras, ilumina la mente de otras formas de vidas en el plano de nuestra realidad, normalmente acorde con la consustancialidad de la propia sombra del difiriente. Así, un difiriente con sombra humanoide puede reflejar amor a un terrestre, o a un reptiliano, o a un aquano, o cualquier otra forma similar. Estos cuerpos absorben parte de la energía emitida por el difiriente al que proyectan.

¿Somos tan solo el reflejo de los difirientes?
Pensamos luego existimos, somos autoproclamados seres de la individualidad, pero la aclarada sombra de luz de los difirientes penetra en nosotros, seres de la tercera dimensión, nos alcanza por el desdoblamiento de la luz en la quinta dimensión, pues sus sombras no son los reflejos típicos contra superficies densas, como sucedería en nuestra particular realidad, la dimensión temporal añade una característica nueva en nuestro mundo, en sus sombras y en nuestras psiques. Nosotros somos la superficie de sus reflejos.

¡La verdadera naturaleza!
Sus cuerpos no son proyecciones de la verdadera naturaleza difiriente, que es ajena a ellos mismos, las sombras de los difirientes son ajenas al propio concepto difiriente, igual que cada uno de nosotros somos la particularización del concepto humanidad. La verdadera naturaleza queda escondida para nosotros y para ellos. Quizá, algún día, podamos observar la realidad pasada la sexta barrera, en comunión con la séptima dimensión. Y entender el todo y la nada. Quizás...

¿Viajan, los difirientes?
Se desparraman erráticos por la dimensión tiempo ayudados por ondas lumínicas que atraviesan en transversal todo el espectro de la vida, del tiempo, de la realidad; aprovechan el caleidoscopio de la dimensionalidad para desparramarse por toda ella. Los difirientes observan de este modo sus propias proyecciones en distintas etapas de su formación: nacimiento, pubertad, madurez, vejez, incluso muerte.

¿Mueren, los difirientes?
Aunque este último aspecto, la muerte, es controversial, debemos anotar que ese concepto difiere mucho del nuestro. No podemos entrar en detalle, puesto que nuestra sesgada visión desde el simple modelo tridimensional no abarca el concepto de «Muerte» tal y como lo es para un difiriente. Ellos mueren, nosotros morimos, todos mueren, pero el concepto, la idea, el paradigma, no es igual, la muerte es vida, y la vida es muerte, solo una profunda compresión epistemológica de su mundo nos lleva a plantearnos una vorágine inmensa de preguntas, para las cuales aún no estamos preparados.

Comunicación
Los difirientes, con sus oscuras sombras alargadas, vagan tranquilamente por su esfera. No se comunican mediante ondas guturales, aunque necesitan vibrar para comunicarse. Muchos de nosotros podríamos pensar en un proceso similar a la telepatía, pero tampoco es exacto este planteamiento, partiendo de la base que todo es una onda, ellos usan ondas sentimentales. No es un lenguaje propio, es universal a toda la existencia, aunque cada difiriente posee su particular tonalidad, es por ello que no siempre, incluso después de haber aclarado que es un «lenguaje universal», no siempre son capaces de comunicarse ni entre ellos. Las ondas proyectadas por un gigantesco difiriente, de centenares de metros y con miles de años, no resuenan de igual manera que las de un difiriente de apenas centímetros y con apenas décadas de tiempo en su haber.

Conflicto
Por este motivo, también existen guerras entre los difirientes. Pero nuevamente, el concepto se nos escapa, puesto que el concepto «Muerte difiriente» es tan lejano como la idea de «conflicto bélico», la lucha tiene cabida en su particular mundo, pero es de una sutileza tan inmensa que no podemos apreciar el efecto devastador que causa en toda la existencia.
Los conflictos difirientes tienen lugar muy a menudo. A razón de ellos, nosotros los terrestres y todos los seres de la tercera dimensión podemos vislumbrar parte de estas fluctuaciones en nosotros mismos.

¿Dónde podemos observar todo esto?
En nuestros sueños, reflejos apagados de la emisión de las ondas propias de la cuarta dimensión divergidas en la quinta. Cuando vayáis a un lugar extraño, lejano, y os quedéis dormidos, ya sea en una montaña, en la playa, en una casa ajena, en un hotel, en el departamento de un familiar, al aire libre, en una tienda de campaña... Observar los resquicios de vuestros viajes oníricos, intentar dirigir vuestra mirada a esas esquinas que pasan desapercibidas en el mundo de los Oniros. Intentad ver vuestras propias sombras reflejadas en el suelo soñado.......
Si conseguís centrar vuestra percepción en ellas, descubriréis un reflejo que no es el vuestro, son las sombras de seres lejanos y cercanos, lejanos en el espacio, cercanos por una pequeña cantidad de cuantos.

«El tiempo es una sombra que nos atenaza, 
pero mientras podamos soñar seguiremos vivos».


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 4 de diciembre de 2016

«La hipocondría es un temor irracional a las enfermedades, que antepone los datos lógicos y estadísticos, a la magia negra de la superstición».
NUTLA

Conocí a Pierre, un compañero periodista, cuatro años atrás en la sala de prensa de la Organización Mundial de la Salud. Como el conferenciante, el doctor iraní Mossef Hjuanni, tardaba en aparecer, comenzamos a charlar animadamente. Yo llevaba poco en la ciudad de Ginebra, mi periódico había conseguido un pase oficial para reportar los asuntos de salud que se trataban a diario en la OMS; después de preseleccionar a varios, yo fui el elegido. Debo decir que entonces no me apasionaba en absoluto el mundo de la virología, las bacterias y las enfermedades, yo solo quería un rápido ascenso, e ir hasta Suiza quizá sería un alzamiento de mi carrera profesional. Enseguida congenié con Pierre. Era un apasionado de las pandemias, llevaba una libreta gastada, con una lista interminable de ellas. Me dejó leer un resumen...

1982 - Sida.
1985 - Gripe Bovina.
1997 - Gripe Aviar.
2003 - Neumonía Asiática (SARS).
2013 - Ébola

—¡Ja, ja, ja! —Rio levantando las cejas, mientras pasaba las páginas.
—¿Te dan risa las epidemias? —Él negó con la cabeza.
—Me da risa la estupidez de la gente.
—¡No te entiendo!
—Los brotes de los últimos años son de pena. En cada nuevo brote los medios de comunicación, incluidos nuestros periódicos, aterrorizan a la población con la política del miedo.
—Pero... —no sabía muy bien por donde continuar aquella conversación— las amenazas son reales.

Pierre volvió a reir, pero esta vez con desgana, soltó un bufido, y con una afrancesada locución añadió: «Oui, oui»

—Disculpa Pierre pero no entiendo lo que quieres decir.
—Verás, las farmacéuticas han cobrado un protagonismo enorme en la escena política y económica de los últimos diez años. Si surge un brote que mata a doscientas personas en México, Argentina, Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Arabia Saudí y Japón. ¿Se justifica una propaganda mundial cercana al paroxismo del fin de la raza humana? ¿Te parece suficiente revuelo el que montaron? Solo en accidentes de tráfico mueren doscientas personas en mi país. ¿Sale algún político hablando de seguridad vial? ¿De cómo el gobierno mejorará las carreteras, los vehículos? Es absurdo.
—Pero, yo pensaba que el peligro era por el alcance mundial. Las pandemias son peligrosas.
—Repites lo mismo que todos estos loros. ¿No te parece una pandemia más grave un millón de personas muertas en carretera? No, eso no vende, ya no impacta, una muerte en carretea no da miedo. Pero las personas siguen teniendo miedo a las bacterias, esos pequeños seres que amenazan con matarnos como especie. Porque el miedo vende.
—No sé, Pierre, parece una simplificación muy grande de un argumento más complejo.
—Ok, observa a los periodistas de la sala, por favor.

Entonces giré la cabeza y observé a una cincuentena de periodistas, iguales que yo. Bien vestidos, con blocs de notas, portátiles, algunos con grabadoras.

—¿Qué sucede con ellos?
—Somos periodistas, personas sin ninguna clase de preparación científica, y mucho menos médica. Muchos de nuestros compañeros no cuentan siquiera con asesores cualificados, otros ni siquiera contrastan la información, y lo que surge del aparato propagandístico de la OMS lo transcriben tal cual, avivándolo con los comentarios oportunos de algún amiguete de su farmacéutica particular. Algunos realizan un excelente trabajo de Marketing en sus rotativos.
—Eso me suena mucho a teoría de la conspiración.
—Es posible, pero ¿sabes la cantidad de dinero que ganan las farmacéuticas al año? Y espera, eso no es lo más gracioso, lo que más risa me da es el tiempo que un medicamento “serio” tarda en alcanzar el mercado, de media son unos cinco años: estudio en quimiotecas, análisis, y emisión de patentes en cada uno de los países anfitriones que desean recibirlo. ¿Qué sucede cuando se produce una pandemia? Aparece por arte de magia un medicamento que la cura... Ja, ja, ja. Esto es un circo. Los gobiernos aprueban soluciones apenas testadas, o simples placebos. Al final, todo eso se traduce en un enorme gasto, por parte de gobiernos y particulares, en la compra de medicamentos, en la mayoría de casos totalmente inocuos. ¿Recuerdas la enfermedad de las vacas locas? Já, me encantan los nombres que le ponen. Doscientos muertos en tres años en cincuenta países. ¿Ve? Solo doscientos. En tres años. En cincuenta países. Mueren más personas de hambre. Pero ellos vendieron millones de esos fármacos.

Yo asentí con mi habitual incredulidad. Pierre era un buen tipo, pero en aquel tema parecía un poco desquiciado. Como yo era nuevo en aquel lugar, no le rebatí, simplemente me callé y comencé a escucharle. Ya construiría con el tiempo mi propia opinión. Siguió hablando un rato más, pero en un momento, calló, y miró al techo.

—Perdona, quizás, soy un poco pesado —se disculpó—. Este tema me enerva. Si eres de los periodistas buenos, quizás te interese ampliar tu conocimiento de este circo donde te han enviado. Te recomiendo la lectura de «Las patentes no son derechos divinos», un libro del doctor Nermad Péccoul, donde incide que las patentes de medicamentos no deberían llenar los bolsillos de un puñado de compañías farmacéuticas multinacionales a expensas del miedo de la gente.

Y en aquel momento, el conferenciante iraní apareció en la sala.

—Disculpen el retraso, esperaba a un estimado colega de Farmal World, una operadora mundial que nos dará su opinión sobre el nuevo brote de Ébola en África oriental.

Pierre me guiñó un ojo, se acercó un poco y me susurró «ya empieza el espectáculo, no te olvides de aplaudir al hombre de la nariz roja».


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


viernes, 2 de diciembre de 2016


[6] 
«Hoy es el primer día, 
del resto de tu vida».
Anónimo.


El tosido intranquilo de un esquizofrénico en un lugar vacío altera la causalidad cósmica, que no espera en ningún momento encontrar a nadie.

Cuando Robert tose, es la 01:23:45, en el pabellón 45, esta numerología tampoco le gusta a la causalidad, excesivas casualidades...

Apenas transcurre un minuto desde el inicio del conflicto. La vibración del molesto tosido esquizofrénico resuena en las cavidades de los conductos cósmicos de la realidad, ese doble 45, multiplicado por el nacido un día 23, se cuela iracundo por las antiguas ramificaciones de la existencia. La causalidad no puede crecer en la casualidad.

Las sillas caen en el hueco vacío de la antigua piscina, y como lucharon, así caen, las sillas ordenadas al fondo, en total sincronía, las caóticas caen de cualquier manera, en el extremo opuesto, apilonándose de cualquier forma. Al caer una silla, esta permanece en total quietud, ya no se mueve, su brillo se extingue y ya nunca se volverá a mover.

El carraspeo del esquizofrénico Robert restablece el precario orden cósmico de vuestra heredada realidad. El tosido de un mendigo salva a la humanidad de desgarros mayores. Sin embargo, el ignorante héroe, desconoce su propia hazaña, y huye con la rapidez que le permiten sus piernas por el oscuro pasillo.

Un coche policial lo detiene veinte minutos después en Elmwood Avenue, corre en la madrugada, en calzoncillos y una camiseta. Le toman declaración. Narra la increíble vivencia.

Su recompensa: Esquizofrenia aguada y principio maníaco-depresivo. Al menos, el héroe de la humanidad come sopa caliente cada noche.


¿Hace ruido un árbol que cae en un bosque y no hay nadie para escucharlo?
Anónimo


FIN...

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


jueves, 1 de diciembre de 2016


[5] 
Observamos que 
es la 01:23...


Robert observa la antigua piscina detrás de la falsa seguridad del marco de la única puerta en pie. Entonces ve las sillas, las típicas sillas de universidad; respaldo de madera, finas patas de hierro y escritorio abatible; están estacionadas a los lados de las paredes enladrilladas, una luz las envuelve, se mueven nerviosas. Sí, las sillas se mueven nerviosas, y comienzan a revolotear por encima de la piscina, entrechocando violentamente mientras vuelan por encima del hueco exento de agua.

Hay dos grupos:

Las ordenadas, las cuales vuelan en total sincronía las unas con las otras, en una mayestática coreografía perfectamente orquestada.

Las caóticas, situadas en el extremo opuesto, estas conforman una agrupación desordenada, ninguna se mueve en la misma dirección que su compañera.

Ambos grupos brillan con una magnitud de onda azulada...

Entonces a la 01:23:00, la zona de Rochester es azotada por la causalidad cósmica, que en esta ocasión se presenta como un terremoto de magnitud media. El temblor se siente en toda la ciudad, pero la gran mayoría de ganado humano duerme y pocos lo perciben, los únicos que lo hacen, son aquellos insomnes con una sensibilidad especial.

El temblor es la excusa de inicio de un conflicto de amplitud cósmica, orden contra caos. Si el orden gana, el planeta Tierra debe ser reestructurado, si el caos gana, el mundo debe explotar en un estallido silencioso. Ninguna salida parece bondadosa con la condición humana. Los dos bandos de sillas comienzan a chocar salvajemente las unas contra las otras, patas contra respaldos, apoyabrazos contra escritorios, madera contra metal...

La causalidad cósmica no es amiga de la raza humana.

Pero entonces Robert tose, no puede evitarlo, le entra ese picor tan amargo en la tráquea, y tose.


continuará...

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


miércoles, 30 de noviembre de 2016

[4] 
¿Es la distancia el desapego?
, eso decimos
, y Robert está lleno de distancia.

Nuestro protagonista avanza lento, bosteza, Morfeo aún retiene parte de su mente en el cómodo colchón. Se frota los ojos, las legañas caen, a pesar de ello, la edad y el glaucoma de sus ojos no le permiten ver muy bien en la penumbra del oscuro pasillo.

Avanza lentamente.

Es un largo pasillo, de noche parece más largo, a los lados de las paredes aún cuelgan viejos carteles con frases perturbadoras: «Hoy es el primer día, del resto de tu vida», «Cuida tu actitud, es lo primero que la gente observa»... Los carteles, desconchados por la humedad, aún se mantienen anclados en la pared.

A lo lejos, en la distancia que tanto teme Robert, observa una extraña luz en el antiguo pabellón de natación. En la entrada solo queda en pie una de las dos mitades de una gigantesca puerta, el antiguo doble portalón de acceso a la piscina. Por la abertura carente de cierre, se escapan furiosos unos haces de intensa luminosidad.

continuará...

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


martes, 29 de noviembre de 2016


[3] 
¿Qué sucede el 23 de junio de 2010?
, ahora os contamos.


A la 01:23 de la madrugada se produce un gran seísmo. Anotamos la importancia de la hora, pues de igual modo que la medianoche tiene una significancia relevante para muchos seres, no deja de ser menos importante esta extraña secuencia horaria, 0, 1, 2 y 3. La 01:23 A.M.

Robert duerme en el pabellón 45, ala oeste, del antiguo hospital universitario de psiquiatría. El colchón de una camilla de enfermería le sirve de improvisada cama, y una raída manta, ofrenda del cercano centro de caridad San José de la iglesia de la concepción, le arropa durante su largo sueño. Entonces, un ruido le despierta. Es la 01:05 de la madrugada, aunque este dato no lo conoce Robert, no lleva Reloj. El extraño sonido proviene de la antigua piscina, tan abandonada, como el resto del edificio.


continuará...

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


lunes, 28 de noviembre de 2016


[2] 
¿Quién es Robert?
, nos preguntáis.


Robert nace en el seno de una familia rica. Su madre muere cuando él tiene apenas ocho años. A la edad de veintitrés años se le diagnóstica esquizofrenia. Es el tiempo de las manchas oscuras en la pared de su cuarto, formas que se mueven lentas y emiten un leve brillo azul que solo él ve.

Las nuevas parejas de su padre observan distantes al perturbador hijo, ninguna le obsequia con un sucedáneo de amor materno. También aumenta las discusiones con su progenitor, y finalmente, una noche abandona su hogar y marcha en un viaje sin retorno. Añadimos, que su creciente esquizofrenia, ayuda mucho en su decisión, eso y librarse de las molestas manchas oscuras de su habitación.

En la actualidad Robert es un mendigo. Suele estacionarse en la zona de Elmwood Avenue en Rochester City. Las diferentes patrullas policiales miran a otro lado cuando observan a Robert introducirse en recinto vallado del antiguo campus de psiquiatría.

Ese es su hogar.


continuará...

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 27 de noviembre de 2016


[1]
¿Os explicamos?



La ciudad de Rochester está situada en el condado de Nueva York, es posiblemente la ciudad con más edificios abandonados de Norteamérica. Dicha urbe entra en el mágico ranking de ciudades del mundo con más edificios abandonados del planeta.

En ella encontramos edificaciones realmente singulares: la estación 51 de la fuerza aérea, no confundir con el área 51, utilizada durante la segunda guerra mundial hasta finales de 1959; la planta incineradora construida a principio del siglo XX y abandonada recientemente; la abandonada «capilla 1912», en el cementerio Esperanza, la cual recibe el nombre del año de su apertura; la estatua gorilesca de la libertad, dirigente muda de la entrada al abandonado campus de psiquiatría.

Es en este último lugar donde vamos a centrar nuestra atención.

Especialmente en un hecho que sucede el 23 de junio de 2010, y del que Robert es (y fue) el único testigo humano.


continuará...


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 20 de noviembre de 2016

«Actualmente las salas de redacción son laboratorios asépticos para navegantes solitarios, donde parece más fácil comunicarse con los fenómenos siderales que con el corazón de los lectores».


El fovercraft, un aerodeslizador multisuperficie, se inventó a finales de los años cincuenta, exactamente en 1959. Era el aerodeslizador más rápido que se hubiera inventado hasta la fecha, incluso superaba la velocidad en tierra de algunas otras máquinas de su tiempo.

En el suelo, su velocidad apenas alcanzaba los 70 km/h, sin embargo, su verdadera potencia se desataba cuando se introducía en medio acuoso, llegando a alcanzar los 180 km/h. Su potencia se debía a las cuatro hélices adosadas en sus cuatro esquinas, estás se encogían y desplegaban hasta quince metros en el interior del líquido para proporcionar una mayor superficie de agarre, y de esa manera conseguir una mayor velocidad.

Su primera, y última demostración, fue en el río Saunders el día 14 de octubre de 1959. El prototipo fhc-1 se mostró al público a las 10:05 de la mañana, la prensa alojada en tribuna comenzó a garabatear en sus libretas y los fotógrafos malgastaron sus flashes ante el expectante acontecimiento. Se deseaba mostrar en aquel evento la velocidad del vehículo, la prueba consistía en recorrer los cincuenta kilómetros que separaban las poblaciones de Lamb y Cockerell, unidas por vía fluvial, en la mínima cantidad de tiempo.

A las 10:17 la máquina arrancó motores desde Lamb, los cincuenta kilómetros de separación con la vecina localidad de Cockerell estaban calculados para ser recorridos en menos de veinte minutos. Y así fue, la llegada se produjo 17 minutos después, cumpliendo a la perfección las expectativas, hubo una pequeña demora de unos minutos para conseguir que el aparato diera la vuelta, aquel día había más embarcaciones pesqueras de lo habitual y el paso fluvial se había estrechado por la masa de vehículos anclados. Los pilotos solucionaron con ingenio el problema, y el fhc-1 regresó a Lamb 22 minutos después, en total había realizado el trayecto Lamb-Cockerell en 39 minutos. Las embarcaciones de la época tardaban más de una hora en recorrer aquel tramo. Curiosamente, las cuatro hélices del fovercraft tornaron pintadas de un extraño color rojizo, cosa que los técnicos achacaron a alguna clase de aceite o residuo del propio río. Los periodistas volvieron a sus redacciones dispuestos a hacer eco de la gran noticia...

¿Sería el «fovercraft fhc-1» el primer aparato de una nueva hornada de vehículos que revolucionaría las comunicaciones marítimas?

Ese mismo día, los pescadores del río Saunders salieron a faenar, pero de sus redes únicamente extrajeron ingentes montones de peces despedazados, totalmente inservibles. Según comentaron a un periodista rezagado, «es como si hubieran sido cortados por una fuerza impresionante». Aquel periodista rezagado no tardó en relacionar las hélices rojizas con la muerte de los peces.

El titular del periódico local tuvo la mejor tirada en su historia, quintuplicando sus ventas con el siguiente titular: «FHC-1: Mortalmente más rápido».

Las comunidades de Lamb y Cockerell demandaron a la empresa constructora del fhc-1. El río había quedado desierto de toda fauna acuática, su economía se vería resentida durante meses, quizás años.

La noticia aumentó cuando llegó la confirmación, por parte de los peritos estatales de la muerte de los peces, efectivamente la culpa fue de las hélices giratorias del fhc-1, con sus quince metros de anchura se adentraban demasiado en el lecho del río, causando la muerte de todo ser vivo que estuviera alojado en su lecho.

El fhc-1 fue prohibido, y a raíz de aquel triste incidente, se establecieron unos límites en las hélices de los futuros aparatos aerodeslizadores para evitar que se repitiera aquel trágico suceso.

La experiencia podía ser resumida en palabras de Anna Eleanor Roosevelt:
«A la humanidad no le sirve avanzar rápida si no preserva la vida de todo ser a su paso».


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 13 de noviembre de 2016

«No existen más que dos reglas para escribir:
tener algo que decir y decirlo»
Oscar Wilde
(§ Irlanda 1854, † París 1900)

Habíase un lugar,

llamado Jitepé del camino, situado entre San Caballero y Dulcinea, un pueblo pequeño con pocas casas y menos establecimientos, un lugar que hoy día ya no sale en los mapas por que dejó de existir. En aquel entonces, dos establecimientos permitían sobrevivir a aquel pueblo malherido por la modernidad, la escuela Güera de doña Palmira y el invernadero Maty, repleto de flores y otras plantas, al cual los vecinos de localidades cercanas se acercaban debido a la gran vistosidad de los ramos y el buen arreglo de las flores.

En este último establecimiento nació un cactus muy especial, al que la floristera, una viejita llamada Rosalinda, le puso de nombre Alan. Con el paso de los años, Rosalinda observó que Alan, a diferencia de sus otros muchos hijos, se le daba bien hablar castellano y las matemáticas, así que decidió ponerle unos pantalones, una camisa blanca y enviarlo a la escuela Güera.

En la escuela había niños y niñas, una de esas escuelas modernas, donde los infantes se mezclaban sin ningún reparo. Cristóbal, el niño peleón de la escuela, nada más vio aparecer al cactus en el colegio, empezó a hostigarle, «Feo», «Verdoso», «Pinchudo», «¿Por qué no te quedas en el invernadero plantado en tu tiesto?». Aquel era el primer día de colegio de Alan, y estaba muy nervioso. Su mama la floristera le había repetido hasta la saciedad que no peleara con los otros niños, pues podía hacerles mucho daño con sus espinas.

Pero el matón de Cristóbal continuaba instigándole, y Alan ya no sabía que hacer en aquella situación. Por suerte, una niña bondadosa llamada Aras, a la cual le disgustaban las injusticias, se plantó en medio del gigantón y el cactus, y observando con rostro amenazante al matón le soltó varios improperios inteligentes que el matón tardó tiempo en comprender: «Cristóbal, si naces dos horas antes, dos horas más tonto».

El matón gruñó sin comprender bien aquella frase e iba a pegar a Aras cuando se percató que la profesora, doña Palmira, vigilaba atenta desde lejos. Cristóbal era un niño calculador, hay personas que dicen que los niños no son malvados, pero se equivocan, él lo era, y no quería que la profesora presenciara nada de lo que tenía planeado hacer.

«Ya atraparé a ese tonto pinchudo y me vengaré de Aras cuando no esté la vieja profesora», pensó Cristóbal alejándose de ellos.

Desde ese día, Alan no se separó de Aras, juntos comenzaron a labrar una tierna amistad, y cada día que pasaba la abonaban con juegos, miradas cómplices, caminatas por el camino de regreso a casa, donde se contaban secretos mientras tiraban piedras al río haciéndolas rebotar contra la líquida superficie.

Un día, Alan tuvo que quedarse en la floristería ayudando a su mamá, viendo la oportunidad Cristóbal siguió a Aras por el río, se le acercó corriendo y la empujó por la espalda, ella cayó al suelo.
Aras, enfadada y con un desgarrón en su rodilla, le espetó, «Eres malo, eres feo, y eres sucio, pero lo peor es que eres tonto», le dijo mirándolo con desprecio, mientras unas lágrimas recorrían su rostro. Cristóbal era un gigantón sin refinamiento, y las palabras de Aras siempre lo herían en lo más profundo de sur ser, en esa ocasión la fuerza de la razón quedó anegada por la sinrazón de la fuerza, sin reparar en su enorme fuerza lanzó su enorme puño contra el rostro de la niña. Su impacto sonó secó, la nariz de Aras se convirtió en un reguero de sangre e inundó los nudillos del gigantón. Un segundo más tarde, el cuerpo de Aras estaba cayendo de espaldas, y con tan mala suerte cayó, que el cráneo de la pequeña golpeó una piedra puntiaguda que estaba en el suelo. Un líquido rojizo manchó la piedra y Aras no despertó. Cristóbal se acercó y la espetó a levantarse, no se movía, asustado, comenzó a pensar rápido, viendo que la niña no se levantaba y por una vez más asustado que calculador, arrastró el cuerpo de la pequeña y la encerró en un pequeño cobertizo en la linde del río.

Y allí la dejó malherida.

Mientras, Alan, que había acabado de ayudar a su mamá, comenzó a buscar frenético a Aras por todos lados...

../..

Esa misma noche, un vecino encontró el cuerpo de Aras en el cobertizo de al lado del río. La pobre niña poseía una fuerte herida en el cráneo, y su cuerpo estaba cercano al colapso debido a la deshidratación y la falta de ayuda, rápidamente la llevaron al hospital más cercano. En el colegio de la Güera de doña Palmira todos los niños estaban preocupados por el estado de la niña, pero Alan descubrió a Cristóbal riendo a escondidas en una esquina, y en aquel momento, supo quién había dado la brutal paliza a su amiga íntima.

../..

Era de noche, Cristóbal se había quedado un poco más tarde en el colegio practicando deporte, y ese día saldría más tarde pues debía recoger el material deportivo. Su camino de vuelta a casa, le llevaban de nuevo cerca del cobertizo. Entonces, sin previo aviso, una rama le pegó en la cara, algo se le clavó en la rodilla, ¿una espina?, y otra seguidamente en la pantorrilla; un aullido de dolor escapó de su garganta, enseguida más espinas y más ramas se sumaron a aquella embestida. Un montón de arbustos rodearon su cuerpo, empujándolo en dirección al río. El matón intentó chillar, pero las ramas de aquellos arbustos le tapaban la boca y los ojos, no veía nada, no podía chillar, además, centenares de espinas se le clavaban en partes de su cuerpo que no sabía ni que existían, y el dolor, las lágrimas recorrían su rostro. El matón no había conocido nunca tanto dolor. Sus ojos hinchados por el dolor no le permitían ver bien, pero intuía la proximidad del río, y así era, su cuerpo se acercaba cada vez más a la linde del río, cada vez más cercano, cada vez más oscuro, cada vez más siniestro...

../..

A la mañana siguiente, encontraron ahogado a Cristóbal flotando en el río. La policía no supo determinar que lo había matado, presentaba heridas de espinas en extremidades, rostro, torso y otras partes de su cuerpo. La resolución de su fallecimiento: Asfixia. Asaltantes: Desconocidos.
Aras se mantuvo inestable durante semanas en el hospital luchando contra la muerte, pero finalmente su cuerpo no consiguió recuperarse de la fuerte conmoción y falleció a los tres días.
Respecto a Alan, nadie volvió a verlo por Jitepé del camino...

Muchos años más tarde, cuando el pueblo estaba casi deshabitado, los pocos aldeanos que aún vivían, pudieron observar como un enorme cactus, de grandes espinas y tallo frondoso, crecía vigoroso en la linde del río. Muchos aseguraron que aquella planta les recordaba la figura de una esbelta niña, jugando a tirar piedras al río, junto a otro niño que le agarraba tiernamente de la mano.

Esto es verdad y no miento,
y como me lo contaron,
os lo cuento.


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 6 de noviembre de 2016

«Michifuz es una deformación fonética de "Micifuf", el nombre del gato protagonista de "La gatomaquia", un relato en verso escrito por Lope de Vega en 1633»
UTLA

Habíase un lugar llamado inferno,

—Michifuz —gritaba encolerizado el pobre diablo—, ¿dónde está mi leche?

A aquel pobre diablo le encantaba tomarse un gran vaso de leche antes de acometer las fechorías nocturnas. Pero la tina donde reposaba el blanco líquido se encontraba vacía, en el suelo, unas huellas de gato que se alejaban, delataban la autoría del robo. Michifuz ronroneaba tranquilo en una esquina, lamiéndose la pata con su lengua aún blancuzca.

—¿Y mi atún? ¿Dónde está mi atún? —La cólera del diablo iba en aumento. En aquel momento de máxima ira, su nombre, el conocido por los hombres, fue invocado a través de un ritual pagano—. Malditos humanos, no le dejan a uno ni desayunar.

El diablo se encaminó a su habitación, se roció Infernel número 5, se puso la impresionante capa negra y se dirigió rápidamente a la sala de invocación, su nombre continuaba resonando a través de los canales infernales «Ya voy. Ya voy», pensaba enfadado. Justo cuando iba a colocarse en medio del pentagrama, y realizar el demoníaco chasquido de dedos, apareció Michifuz ronroneando entre sus pies. Esto le hizo trastabillar de espaldas, perdió el equilibrio, y comenzó a caer, mientras sus posaderas se iban acercando al suelo, chascó los dedos...

El diablo apareció caído de culo en una sala repleta de hombres encapuchados. Michifuz se escabulló sigilosamente entre sus piernas, pues a diferencia de su amo, él no estaba sujeto al pentagrama pintado en el suelo. Los hombres reunidos dejaron de cantar la canción pagana. La entrada tan peculiar del señor del mal... les había dejado, perplejos.

—¡Oh, señor Oscuro! —carraspeó el encapuchado que parecía ser el líder de aquel conglomerado de satánicos. El diablo aprovechó y se puso de pie, adquiriendo un porte más digno de su nombre—. ¡Te ofrecemos a esta mujer virgen para que nos colmes de tu arcano poder!

El diablo observó con detenimiento a una chica atada en un altar negro. Esta lo observaba enfadada y una mordaza en su boca le impedía hablar. El diablo consultó los canales demoníacos, y en seguida reconoció a aquella muchacha. Era la hija del conde Rego, Lucilda, y por lo que sabía el demonio, la chica era tan virgen como frío era el infierno. El diablo se disponía a reclamar una mercancía más pura, cuando de repente, una turba de caballeros de armadura plateada, entró apresuradamente en la sala.

—¡Deteneos bellacos! La orden de nuestro señor del júbilo eterno no permitirá tamaña tropelía.
—Rápido señor —insistió un soldado—, tienen a la virginal Lucilda, tal como nos temíamos.
—¡Oh cielos! Y han invocado a un diablo. Lucilda, mi amor, no desesperes.

El diablo observaba toda la escena perplejo. Aquella situación no poseía ningún buen augurio. Él solo quería volver a casa, pero una vez invocado solo podía salir de allí bajo una serie de circunstancias, a saber: la entrega de la virgen, una desinvocación, o qué el pentagrama se desdibujara, esas eran algunas de las opciones más halagüeñas...

Los encapuchados extrajeron las espadas de sus cintos. Los caballeros se acercaron a ellos con denuedo.
—¡Por san Jorge!
—¡Por satanás!

Aquello se convirtió en una lucha encarnizada entre hermanos de una fe contra los de otra.

—Mortal —dijo el diablo en dirección al líder de la secta demoníaca—, entrégame a la muchacha o libérame.

El líder invocador asintió, pero justo en aquel momento, una flecha le atravesó la cabezota, después de eso, su cuerpo cayó pesado al suelo.

«Me cago en Lucifer», pensó el diablo, que tan solo quería volver a casa.

La lucha estuvo desequilibrada, los caballeros mejor armados y entrenados dieron buena cuenta de los encapuchados.

—Mi señor, ¿qué hacemos con el diablo? Esta ahí en medio.
—¡Presto! Traed al exorcista.

El diablo observaba la escena con postura digna, pero la preocupación le carcomía por dentro. Aquello no pintaba nada bien. Lo más gracioso de todo es que él sabía que el exorcista y Lucilda habían sido amantes, si el caballero de armadura plateada le hubiera preguntado se lo hubiera dicho. Pero... claro, ¿cómo iba a cruzar una sola palabra con él?

A todas estas, Michifuz ya había vuelto de sus aventuras. Había recorrido los alrededores de aquel templo abandonado, retozado con una gatita del lugar y tomado prestado un pastel de atún de una granja cercana. En medio de la algarabía nadie se percató de aquella pequeña sombra peluda que se escabullía entre los pies del diablo. Con su áspera lengua de minino comenzó a lamer el pentagrama del suelo pintado en tiza. El diablo observaba esperanzado las evoluciones del minino, pero le llevaría tiempo a Michifuz limpiar todo el suelo de tiza...

—Escuchad, joven caballero —dijo el diablo para atraer la atención sobre él—. Lucilda es...
—No os pertenece, señor oscuro. Es mi amada.
—No, no es eso. Es otra cosa, ella y el exorcista...
—No sigáis con vuestra ponzoña. En cuanto llegue el santo prelado vuestra existencia habrá acabado.

El exorcista poseía poco de santo prelado, según recogían los canales demoníacos. Pero el sordo caballero nunca le creería, los tontos de buenas intenciones nunca escuchan a los seres malvados, aunque estos digan la verdad. Poco importaba, lametazo tras lametazo Michifuz había ido borrando la tiza que daba forma al pentagrama. El suelo estaba limpio. El diablo podía escapar.

Todo sucedió muy rápido. El exorcista recién entraba en la sala, el caballero lo miró con orgullo, el recién llegado, por su parte, solo poseía ojos para Lucilda, la cual observaba coqueta a un apuesto soldado que le estaba cortando sus ataduras.

—Adiós, pobres mortales. Sabed que tenéis mi rencor eterno, y a algunos de vosotros os esperaré paciente en el infierno, vuestro futuro hogar.

Y entonces chascó los dedos. Los presentes se quedaron en su vulgar plano mortal y el diablo, con el enroscado Michifuz en su pierna, volvieron al hogar infernal.

../..

Era de día en el inferno, momento para irse a acostar después de aquella desastrosa noche de duro trabajo. El diablo cansado fue a la cocina a buscar un poco de pescado, pues era vegetariano, pero su sorpresa fue mayúscula. El pescado tampoco estaba. Ya sin ganas de enfadarse se preparó un pequeño batido de azufre con nueces y se sentó en un cómodo trono de pinchos y púas. En aquel momento Michifuz saltó a su regazo, comenzó a ronronear y se quedó dormido en sus piernas.

—Y ahora, ¿cómo me voy a dormir? ¡Gato del diablo! —dijo aquel pobre ser demoníaco, mientras acariciaba el pelaje de Michifuz, quien ronroneaba feliz soñando con cataratas de peces, pasteles de atún y el dominio total de la estúpida raza humana.


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 30 de octubre de 2016

«Una fábula, 
de la valiente doña Úrsula, 
el pajarraco mala escritura 
y su caída».
UTLA

Habíase un lugar,

muy lejano llamado Era, un pueblo donde había una mala escritura planeando por sus campos literaros. De tanto en cuanto, dicha ave soltaba su fatídico excremento, arruinando así las cosechas de aquellos buenos seres.

—¿Alguien ha visto a ese pajarraco? —bramó indignada doña Úrsula.

Nadie supo contestar. Nadie había visto a la ceniza ave desde hacía días. Y se aliviaban pensando que no volvería.

—¡Ay, cuando caiga entre mis manos! —Y juntando sus manos, puño sobre puño, doña Úrsula imitó el gesto de romper cuellos.

Y eso que un día, reapareció la temida ave...

Era estaba terible, padecía que un hudacan se hubiera pazado por aquelloz canpos literraros, la tiera negra, sucia, naide queria acerse cargo de la situacion; no asta que, dona ursula, baliente como pocas, apagueción con su ezcopeta. Pum, pum, pum...

Sonaron tres estruendosos disparos, y el ave cayó muerta al suelo.
Gracias a la hazaña de doña Úrsula, todos volvieron a sonreír y a plantar buenas cosechas en los campos literaros.

Esto es verdad y no miento,
y como me lo contaron,
os lo cuento.

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 23 de octubre de 2016


«Cuando dejen de comprar nuestros discos, 
entonces diré adiós y 
haré otra cosa, 
tal vez, 
me vuelva stripper»
Freddy Mercury


Resulta chocante pensar en la palabra tolerancia como en un eufemismo de sordidez y, sin embargo, con toda esa carga acude hasta mis oídos de manera contundente.

—Aquí está la calle tolerancia. Es donde se permite —Mi interlocutora carraspea y se aclara la voz, algo se ha alojado en la garganta de mi guía turística, debe ser este maldito polvo que impera en el ambiente—, como decía, donde se permiten ciertas licencias con las señoras de la noche.

Me resulta extraño el tono. Parecería que estuviera hablando del purgatorio o de algún lugar peor. ¿Qué tiene de extraño este lugar? Yo me crie a dos cuadras de aquí. Es verdad que es una calle más oscura que el resto, las luces del alumbrado público no brillan igual aquí y las casas son pequeñas, no albergan más de una planta la mayoría. Destartalados carteles o pizarras improvisadas, repletas de faltas de ortografía, dan la bienvenida al extranjero. Copas 2x1. Happy Hour after 07:00 pm. Son solo algunos de los reclamos escritos en tiza en las viejas pizarras callejeras.

Por las palabras de la guía, puede interpretarse como si el hogar de las meretrices fuera un lugar sucio. A mi mente acuden imágenes a tropel de películas, donde las señoras lumias son extorsionadas por chulos sin escrúpulos o maridos drogadictos, incluso quizás por una peligrosa combinación de ambos. La guía turística se recoloca la chaqueta sobre los hombros. Parece incómoda. Hace calor, por suerte el sol comienza a declinar por detrás de las montañas.

—¿Entramos? —Acompaño la frase de un galante gesto en dirección al hueco de la puerta donde debería haber una puerta. Aunque el tono es de pregunta, la invitación no lo es. Ella arquea una ceja y lanza un pequeño bufido.

—¿Sí es lo que quiere?

No respondo a su pregunta y entro al lugar. Ella me sigue. El local está prácticamente vacío. En una tarima hay una barra de hierro vertical, abrazada a ella una stripper realiza estudiadas poses de baile. Lleva un bikini de color verde, las luces del local crean reflejos, estos se presentan como fugaces látigos luminosos, pues al incidir la luz sobre la minúscula vestimenta parecen restallar rabiosos en el aire. A los pies de la improvisada bailarina, dos habituales del lugar aplauden las contorsiones de la mujer.

La stripper se percata de nuestra presencia en el local. Detiene su baile al instante, y alzando las manos al aire, realiza un estiramiento con las manos. Su mirada felina observa con detenimiento nuestra incursión en su redil. A la par, la guía turística mira en derredor. Pasa disimuladamente un dedo por una silla, y arquea de nuevo la ceja en esa pose suya tan circunspecta ante lo que podría llamarse eventualidades anormales. La stripper baja de la tarima. Sonríe contenta en nuestra dirección, mientras sus pasos acuden alegres en nuestra búsqueda. Su melena larga, de un rubio platino espectacular cae desmelenada por la espalda. Algunas gotas de sudor, estacionadas en sus sudorosos músculos, brillan por el efecto de la luz giratoria del techo.

—Hola cariño, ¡cuánto tiempo! —De cerca, la encantadora sonrisa de la stripper nos revela una mujer cercana a los cuarenta años—. ¿Es tu novia?

—No, madre. Sólo es una guía turística.



Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 16 de octubre de 2016



«Pervivo para enseñaros» 
IGNATIUS. B. P.




—Ya sabes, el cajón ese donde guardo las cosas importantes.
—¡Ais! No sé, ¿quieres hablarlo aquí? ¿No te da apuro?
—¡Quita, pero si no hay nadie!

¿Y yo que soy? ¿Una aparición? Estas ancianas consiguen sacarme de mis casillas. Extraigo mi celular y me dispongo a transcribir, a modo de sibilina venganza, su conversación, aparentemente bordada con visillos de secretismo.

—Ya sabes, el cajón de las braguitas. Donde guardo las joyas y... eso otro.

¿Braguitas? ¿Eso otro? Las señoras elevan las apuestas en mi imaginación.

—Pues no sé. ¿A ti te gusta?
—Pues verás, al principio me sentía mal porque pensaba que engañaba a mi Pedro, en paz descanse, pero cada noche, abro el cajón...
—¿Sí?
—Ya sabes... y eso otro. No es importante, ya lo sabes, lo hago sin maldad. ¿Tú sabes? La angustia de la soledad, a mi edad, y que Dios y la virgen María me perdonen si creen que hago algo mal... Pero, ¿estoy engañando a mi Pedro?

Observo que la amiga se lleva la mano a la boca. Masculla algo inaudible entre dientes, la mano antepuesta delante de la boca tampoco me ayuda a escuchar las ininteligibles palabras murmuradas.

—¿Rezas cada noche?
—Sí, claro, cada noche. Un padrenuestro y un ave maría.
—Pero, rezas... ¿antes o después de eso otro?

La señora, la del cajón de las braguitas con eso otro, observa a la amiga con la cara roja. Esta baja la barbilla hasta casi su pecho. El ascensor está a punto de abrir las puertas, hemos llegado al andén, el cual está repleto de gente queriendo entrar, la señora se percata de ello y se apresura a contestar...

—Antes... de... eso otro.
—¡Oh! — Se santifica la amiga—, tienes que hacerlo después, después... sino irás al infierno.

Las puertas se abren. La gente esperando deja pasar al dúo de señoras, que salen con la cabeza agachada, mirada avergonzada al suelo, la multitud atrae al pudor como la sangre atrae a los vampiros. Maldita sea, que endemoniado Mcguffin será el ese otro, que ahora no me dejará dormir por la noche. Pero me doy cuenta en la importancia de los tiempos al rezar, pues no parecer ser lo mismo, el antes, el durante, el después... del eso otro.


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 9 de octubre de 2016

«—¡Vamos a por ella! —exclamó Hansel—. Nos vamos a dar un banquete. Me comeré un pedacito del tejado; tú, Gretel, puedes probar la ventana, verás que dulce es».

Habíase un lugar,

llamado villa Loso, donde nacieron casi al unísono, una detrás de la otra, tres lindas niñas, y eran tan parecidas entre ellas que era difícil distinguirlas con una simple mirada.

La primera en salir del interior de su mama fue Zas, ella adquirió este curioso nombre por el sonido que produjo al ser parida, un ruido rápido como el chasquido de una lengua que golpea el paladar.

La segunda nacida fue Lli, miraba a todos lados curiosa, con sus enormes ojos bien abiertos, y reía, pero de manera extraña, como si fuera una pequeña comadreja.

La tercera y última fue llamada Tri, pues había sido la tercera en nacer, y esa palabra se utilizaba mucho como prefijo para indicar el número tres.

A pesar de los nombres, no debierais pensar que los padres de las tres niñas carecían de cariño para con sus retoñas, simplemente poseían una escasa adquisición del ridículo y no les daban importancia a los gastados ajustes protocolarios de su reino.

Zas, la primogénita, Lli la segunda nacida y Tri la última, habían sido la primera triada de niñas nacidas en villa Loso en mucho tiempo, donde la mayoría de los neonatos eran hijos únicos. Extraños hasta la fecha habían sido los casos de gemelos, pero ni los más ancianos del lugar recordaban la última vez que alguien había visto una camada de tres recién nacidos. Hizo falta molestar al alcalde, quién abrió las puertas del histórico registro de nacimientos desde tiempos inmemoriales y allí encontrar, el primer caso acaecido, hacía más de doscientos años atrás.

Se celebraron múltiples fiestas y variadas celebraciones para agasajar a los papas de tan extraordinario suceso. Vinieron personalidades de todos sitios y lugares. Obtuvieron grandes abrazos, mejores regalos y vanos consejos. Para cuando por fin los papas de las tres niñas pudieron disponer de más tiempo, recordaron que aún no habían inscrito a sus retoñas en el registro de personas sintientes de villa Loso.

El papa marchó prestamente retrasado a inscribirlas en el registro, pero después de tantas celebraciones, los nervios, acompañados de su mala memoria, hicieron mella en él, y no supo recordar el orden exacto del nacimiento de sus hijas. Empezó a cavilar, y acertó de puro milagro el orden de Lli, pero falló al recordar a las otras dos, y es por ello que les cambio el orden. Tri paso a ser la primogénita, y por arte de estupidimiento Zas, la primogénita original, pasó a ser la tercera nacida.

Sin más importancia que tan solo el estúpido orden, las tres niñas se criaron de manera agradable por sus papas. Con el paso de los años, y debido a la fama que adquirieron las tres hermanas, a los extraños casos de tríos de hermanas nacidas al unísono, se les llamó Trillizas, en honor a Zas, Lli y Tri.

«Sin conflicto no hay relato, pero hay trillizas». ^^

Esto es verdad, y no miento.
Y como me lo contaron, os lo cuento.


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 2 de octubre de 2016



«Habíase un lugar,
era pequeño, minúsculo,
pero agradable a la vista, 
de él nacían bellas palabras,
y solo predicaba amor.
Se llamaba Aquiescencia»
S. Bonavida Ponce


Habíase un lugar,

—¿Por qué no escribe Érase una vez? Así comienzan los cuentos de hadas clásicos. Es que... no tiene sentido Habíase un lugar.
—A mí una vez, el pequeño ser sin rostro, me contó el porqué.
—¡Pues ya me dirás qué sentido tiene!
—Érase solo se refiere a un tiempo, a una marca temporal...
—¿Y ya está? ¿El pequeño ser de gabardina y sombrero blanco solo te dijo eso?
—No me has dejado acabar... ¿Recuerdas cuando eras pequeño? La casa de tus abuelos donde pasabas los veranos, o aquel parque de juegos donde te llevaba tu padre, o la habitación donde tu madre te leía cuentos... Todos tenemos un lugar en el pasado al que podemos volver.
—¿El pequeño ser sin facciones en el rostro te dijo eso? ¿Cómo sabía él...?
—No lo sé, pero insistió en la temporalidad de Érase, sin embargo, Habíase un lugar comprende un marco espacio-temporal, como cuando egresas de tu presente para rememorar el pasado, no solo viajas en el tiempo, vuelves a una realidad física, a una marca espacial. ¿Recuerdas la felicidad de pequeño?
—Sí, tenía siete años.
—Eso está bien, pero has obviado el dónde. ¿Dónde eras feliz?
—En casa de mis abuelos.
—Y ahora, siendo adulto, de buen seguro has intentado volver a ese lugar. Y de hecho en alguna ocasión habrás vuelto al lugar físico, pero ya no es igual. Simplemente no es lo mismo, aunque el lugar hubiera mantenido sus estructuras, los marcos en las paredes, o incluso las calles fueran idénticas a como las conservas en tu memoria. No es el mismo lugar.
—Claro, es el tiempo...
—Pero no solo es el tiempo. Tu lugar, el lugar de tus recuerdos era un sitio distinto, con todo el desplazamiento temporal y espacial que ello conlleva. No solo no puedes regresar por que el tiempo avance, el lugar de tus recuerdos solo existe dentro de ti.
—Y, ¿nunca podré volver?
—Todas las veces que quieras.
—¿Cómo?
—Solo debes cerrar los ojos.

Y esto es verdad y no miento,
y como me lo contaron,
os lo cuento.


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


martes, 27 de septiembre de 2016

«Se comenta que un fantasma, conocido como "Ell-maid de Dunstaffnage", aparece en el castillo. Siendo un tipo de gruagach, se dice que las apariciones del fantasma están asociadas con eventos en las vidas de los herederos»

La cara de la muchacha es de un blanco cadavérico, los ojos de un espectacular azul cielo muy brillantes, la piel, al igual que el rostro, posee una blancura antinatural. Los cuerpos de ambos están separados apenas por un par de centímetros, sin embargo, algún movimiento involuntario dentro del macuto, obliga a ciertos roces, una pierna contra una rodilla, un pecho contra un torso. El capitán observa fijamente los ojos de Ell-Maid.
—Muchacha, esto es embarazoso para un hombre casado como yo. Además, no creo que seas un fantasma, siento tu calor a través de tu ropa. ¿De dónde eres muchacha y que haces tan lejos de cualquier vestigio de civilización? ¿Tienes padres? ¿Familiares acaso?
—¿Sabe capitán? —la fantasma tose—, su esposa no podrá darle un hijo.
Los ojos del capitán lanzan airados una mirada a los azulados iris que lo contemplan a escasos centímetros.
—¿Qué dices?
—Su esposa es infértil. El brebaje de jengibre con limón y canela no dará ningún resultado, tampoco las visitas a ese brujo. Pero yo puedo ayudarles...
—¿Quién eres tú? ¿Cómo sabes todo eso?
—Los fantasmas sabemos muchas cosas capitán. También conozco de su herida en la espalda.
—Debería echarte ahora mismo de este macuto.
—¿Prefiere discutir o prefiere saber cómo puedo ayudarles?
Ell-Maid acerca su cuerpo lentamente hacía el capitán, desprende olor a sudor frio, también a pinaza, es agradable la mezcla de pino y olor corporal. La muchacha enrosca sus manos alrededor del cuello del capitán, inevitablemente sus pechos tocan el torso del hombre.
—Capitán, no podrán tener hijos. Y yo sólo me aparezco muy de vez en cuando —las manos de Ell-Maid acarician la entrepierna del capitán quien no puede retroceder. Aunque los pechos son pequeños, los pezones se aprecian duros a través de la fina camiseta de tirantes—. Yo puedo regalarle una simiente de vida capitán. Si hace el amor conmigo, mañana márchese presto a casa, con su esposa, y hágale el amor. Así podrá engendrar el hijo que tanto desean.
—Muchacha, ¿yo...?
Pero el capitán enmudece, la muchacha le baja los pantalones en el interior del macuto. Y sigue ávida con sus manos la exploración del cuerpo del capitán, quien ya no ofrece ninguna resistencia.

../..

Nueve meses más tarde, en casa Treewood, cerca de «Jeadow Avenue»...

Un recién nacido llora con inmensas ganas de comer, las manitas agarran ávidas el pecho de su madre, y succiona glotón el pezón para obtener el preciado sustento materno. El capitán de Dunstaffnage mira sonriente a su esposa y observa al pequeño Jorge mamando. En ese momento no puede evitar sentir un pequeño escalofrío al observar los azulados iris de su retoño y el agradable olor a pinaza que desprende el cuerpecito.
—¡Qué feliz soy Thomas! ¿Ves querido, como te dije que aquel brujo daría resultados?
—¡Que testaruda eres cariño! Lo importante, es que Jorge, no salga igual a su madre —La mujer del capitán ríe. Él también. Aunque ambos, alzan sus risas, por distintos motivos. Y una sonrisa de gastada maleficencia se cuela en el rostro del capitán de Dunstaffnage.

Anterior  ( 3 de 3 )  Siguiente

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


Leer por email

Histórico entradas

Libros de S. Bonavida Ponce

*Information by Goodreads
Smoking Dead Smoking Dead
reviews: 5
ratings: 6 (avg rating 4.50)

Aquiescencias Aquiescencias (Tomo I)
reviews: 2
ratings: 2 (avg rating 4.00)

Antología letraherida Antología letraherida
ratings: 2 (avg rating 5.00)

Letraheridos: Boletín #1 2018 octubre Letraheridos: Boletín #1 2018 octubre
ratings: 2 (avg rating 5.00)

Antología letraherida: Volumen 2 Antología letraherida: Volumen 2
reviews: 1
ratings: 1 (avg rating 5.00)

Mis lecturas