domingo, 25 de diciembre de 2016



«El dolor de la separación
no es nada comparado
con la alegría de
reunirse de nuevo»
Charles Dickens






—Ebe... —Tim susurra con cariño el apodo de su abuelo adoptivo.
No molestes al señor Scrooge —Bob, su padre, se lleva el índice a los labios—. Necesita descansar.
—Ven aquí —acaricia Martha, su mama, las palabras, intentando que el jovencito no atosigue al anciano.
—Estoy bien, familia —Sonríe el viejo Scrooge quien levanta los párpados—. Dejad al pequeño a mi lado.
—Ya no soy tan pequeño, abuelo.
—Cierto es, Tim. Ya eres todo un jovencito encantador.


Martha sonríe con tristeza en dirección a la cama, dentro de ella, Scrooge arropado por pesadas sábanas, se reconforta en su calidez. Un grueso camisón le viste el cuerpo. A pesar de ello, el frío lo atenaza y un pequeño escalofrío le recorre visiblemente. El reverendo, el señor Halppier, se santigua y murmulla un pasaje de la Biblia.


—¿Habéis repartido la comida en el asilo? —pregunta Scrooge con una gran sonrisa en la boca.
—Sí, Mr. Scrooge —responde Fred, quién justo en ese momento entra en la habitación.
—¿Estás aquí, sobrino?
—Recién acabo de llegar del asilo de niños. ¿Puede verme, tío?
—Un poco, querido, veo borroso. Lo lamento mucho. En el día de Navidad deberíais estar festejando y no cuidando de este viejo.
—No digas tonterías, has sido un buen hombre. Los niños del asilo te mandan besos y abrazos. Y aquí todos te queremos.
—Sí. Te queremos —proclama un revoltijo cariñoso de las voces de sus seres queridos.


Pero Scrooge ya no los escucha. Únicamente observa, colgadas en su cuarto vacío, las pinturas de rostros conocidos: un bello retrato de su antiguo amor, Belle; la vieja y leal señora Dilber, su socio Jacob Marley, su antiguo patrón el buen señor Fezziwig...
Entonces, a los pies de la cama, aparecen dos fantasmas: el fantasma de la navidad pasada y el fantasma de la navidad presente.


—Hola, queridos. ¡Cuánto tiempo! ¿Qué hacéis aquí?
—Vas a venir con nosotros —responde el fantasma de la navidad pasada—. Ya es tiempo.
—¿No está el fantasma de la navidad futura?
—No vendrá más —se disculpa el fantasma de la navidad presente.
—Pero te hemos traído a ella —aclara el fantasma de la navidad pasada.
—¿Ella? ¿Quién es ella? —Scrooge duda. No ve a nadie más, a excepción de los dos fantasmas.
Entonces, a los pies de la cama, una forma desdibujada, comienza a adquirir forma. Una mujer de facciones muy hermosas le observa.
—¿Belle? ¿Eres tú, querida? ¿Te casaste? Espero que fueras muy feliz —Una lágrima rueda por el rostro del anciano.
—Sí, me casé, y fui muy feliz. —Sonríe, y esa sonrisa con miles de brillos de estrellas se la contagia a Scrooge que la observa embelesado—. ¿Quieres venir conmigo, Ebe?
—¿A dónde me llevas, querida?
—A un lugar donde solo existe el amor.


Belle extiende su mano a Scrooge, este la toma entre las suyas. Ya no tiene frío. Los fantasmas canturrean una alegre canción. Los fantasmas, Belle y Scrooge desaparecen envueltos en un brillo, tan blanco, como la nieve que cae en este día de Navidad...




Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 18 de diciembre de 2016



Habíase un lugar, 

llamado Ensoñada




Muchos marineros no creían en ella, pues eran de la opinión de creer solo en aquello que veían con los ojos, pensaban que tal isla solo existía en la imaginación de algunos crédulos. Otros pocos, sin embargo, defendían haberla visto, allí distante entre las brumas del amanecer y del ocaso, cuando la falta de luz obliga al ojo a esforzarse más. Los más atrevidos, juraban verla constantemente en sus sueños, tan efímera como la escarcha del amanecer que, apenas se veía, desaparecía con los primeros rayos de sol.

Según algunos escritores, poseía Ensoñada un gran puerto, donde barcos de todas las épocas y lugares podían atracar. El pago por amarre y desembarco era barato, un pequeño sueño de nimio valor. Esta pequeña retribución, aparentemente inocua, podía llegar a ser una gran carga con el paso del tiempo, sobre todo para los capitanes asiduos a visitar la isla, pues ellos eran los únicos a pagar el doble, un sueño por amarre y otro por desembarco. La acumulación de estos oníricos impuestos, por pequeños que pudieran parecer, acababa con el tiempo con las ilusiones de cualquier buena persona que las pagara. Hubo muchos capitanes suicidas, ya sin sueños, que se lanzaban apáticos de ilusiones al fondo del mar. Para evitar la falta de capitanes se creó, tiempo más tarde, la Casa de Empeños Soñadores, donde capitanes, tripulantes o viajeros podían cambiar sueños ajenos por dinero, y de esta forma, no perder los propios. Mucho se habló de esta casa de empeños, de las irregularidades y la corrupción que acabaron con ella [pero de ello hablaremos en algún otro lugar]...

Ensoñada era una gran ciudad situada en la costa de una gran isla. Durante mucho tiempo, algunos geógrafos de lo onírico creyeron que era una península apegada a Realis, sin embargo, estudios posteriores aseguraron que definitivamente era una isla aislada en el mar Somnus. El clima era por norma general atemperado, la brisa del mar rebajaba las temperaturas y siempre había vientos cálidos en el día y la noche. No obstante, los capitanes debían proteger sus embarcaciones en las épocas de tormentas, pues furiosos rayos y huracanes azotaban la zona durante unas semanas.

Las calles de Ensoñada recorrían en zigzag la ciudad; la avenida principal, Refomá, estaba repleta de pequeños puestos de comerciantes, de hecho toda la ciudad estaba plagada de ellos, y era la primera ocupación de la mayoría de ciudadanos Ensoñadenses. Vendían artículos de aquende y allende los mares: artilugios extraños, utensilios imaginarios, joyas imposibles, sueños perdidos, u otras rarezas difíciles de encontrar, entre otros muchos pertrechos...
Los ávidos comerciantes intentaban vender a foráneos y a recién venidos artículos a precios desorbitados. Pues, ¿a cuánto se podía vender la onza de un sueño? El vender materiales intangibles, en la mayoría de casos, creaba una difícil situación entre comprador y vendedor, pues se abría una nueva cuestión: ¿cómo tasar el valor de algo intangible? Es por este hecho, iniciador de no pocos disturbios y peleas continuas entre comerciantes y compradores, que las autoridades de Ensoñada decidieron fundar la casa Marlín de Tasadores Asociados, única en toda la isla, con capacidad, recursos y personal capacitado para poner solución a aquella situación. Fue esta casa la que comenzó a establecer cambios justos a otras divisas de manera equitativa: una moneda de oro por un sueño profundo, media moneda de plata por una pesadilla recurrente, una moneda de cobre por ¿nada?, pues la nada también poseía su valor, por citar algunos de los ejemplos más solicitados...

Un dato curioso, rescatado por antropólogos temporales, indicaba la antigüedad de Ensoñada, posiblemente la segunda ciudad más antigua, solo superada por la mítica Energ Optalb, anclada en las profundidades de Bosque Oscuro. De la ciudad isleña nadie supo quiénes fueron los fundadores, algunos hablaban de piratas de Realis exiliados, otros de colonizadores astilianos, también existía una versión escrita, menos creíble, en un antiguo libro conservado en la biblioteca Ginoviva de Riorodado, en un fragmento se podía leer acerca de una invasión de monos de pelaje marrón que podían hablar, sin embargo, los lingüistas oníricos pensaban en ello como en una metáfora para describir las incursiones de los piratas o la colonización de los astilianos. Tampoco se narraba nada acerca de posibles habitantes anteriores, por lo que la verdadera naturaleza del origen Ensoñadense no pudo ser demostrada con prueba alguna.

Lo que sí era cierto, y legendariamente conocido, era la belleza de los nacidos en la isla. Los nativos, tanto mujeres como hombres, presentaban unos rasgos preciosos, su fisonomía atraía a todo ser que se acercara a ellos. Algunos hablaban de una antigua maldición congénita traspasada de progenitores a hijos, la leyenda contaba que la observación de un rostro Ensoñadense por vez primera vez, para quien no estaba acostumbrado, podía suponer el enamoramiento absoluto por parte del observador. Es por ello que muchos Ensoñadenses caminaban con el rostro tapado, sobre todo en las zonas portuarias, donde la proliferación de extranjeros era mayor...

Como último apunte, cabía destacar que Ensoñada quedaba al margen del tiempo, en un margen onírico aislado, por ello, cualquier ser de cualquier época, podía acabar literalmente con sus huesos en sus playas.

Existía un antiguo dicho: «Si alguna vez caes en Ensoñada, no se te olvide pagar tu estancia con un pequeño sueño», y algunos cizañeros apostillaban el dicho popular con una frase de invención propia, «pues cosas horribles les suceden a los que no realizan el pago».

Ensoñada, la más gran isla del mar Somnus, guardaba muchos secretos, la mayoría de los cuales, aún nadie desveló...

Esto es verdad y no miento,
y como me lo contaron,
os lo cuento.


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

domingo, 11 de diciembre de 2016

En una realidad alejada de la nuestra por una gran separación de millones de años luz y, sin embargo, separada solo por dos pequeños cuantos de tiempo. Un extravagante concepto ontológico: lejos pero cerca. Esa realidad la conforman una raza de seres distintos a todo lo que conocemos. Son los difirientes.

Habitan entre la cuarta y quinta dimensión. El tiempo no deja de ser para ellos esa cuarta dimensión que se nos escapa, igual que para nosotros es evidente el ancho, el alto o la profundidad, y de igual manera que nosotros podemos retroceder o avanzar en cualquiera de esas coordenadas, los difirientes navegan por la cuarta dimensión con la misma facilidad.

Pero, ¿cómo son los difirientes?
Sus formas corpóreas son muy variadas, tantas como os podáis imaginar, otras solo alcanzables en vuestros sueños y algunas, simplemente, inimaginables. Describir esa amalgama de extrañas sombras de vida, es relativamente sencillo, distintos tamaños, geometrías, densidades, masas; los conjuntos forman sombras, algunas de aspecto humanoide, otras poseen simples formas esferoidales, o complejas formas, similares a copos de nieve.

¿Forma o presencia?
Ambas. Podemos expresar la esencia de un difiriente en tamaño. Algunos difirientes ocupan tan solo el cuenco de una taza de té, mientras que otros podrían ocupar todo un mundo.
Lo que más nos atrae de ellos, es sin lugar a dudas las propias sombras de los difirientes. Como es posible, os preguntareis, ¿qué una sombra proyecte otra sombra? Es por el efecto de la quinta dimensión, los difirientes son sombras oscuras, pero se aclaran por el efecto de la luz al contacto con la quinta dimensión.

Entonces, ¿qué proyectan?
La proyección, de sus formas oscuras, ilumina la mente de otras formas de vidas en el plano de nuestra realidad, normalmente acorde con la consustancialidad de la propia sombra del difiriente. Así, un difiriente con sombra humanoide puede reflejar amor a un terrestre, o a un reptiliano, o a un aquano, o cualquier otra forma similar. Estos cuerpos absorben parte de la energía emitida por el difiriente al que proyectan.

¿Somos tan solo el reflejo de los difirientes?
Pensamos luego existimos, somos autoproclamados seres de la individualidad, pero la aclarada sombra de luz de los difirientes penetra en nosotros, seres de la tercera dimensión, nos alcanza por el desdoblamiento de la luz en la quinta dimensión, pues sus sombras no son los reflejos típicos contra superficies densas, como sucedería en nuestra particular realidad, la dimensión temporal añade una característica nueva en nuestro mundo, en sus sombras y en nuestras psiques. Nosotros somos la superficie de sus reflejos.

¡La verdadera naturaleza!
Sus cuerpos no son proyecciones de la verdadera naturaleza difiriente, que es ajena a ellos mismos, las sombras de los difirientes son ajenas al propio concepto difiriente, igual que cada uno de nosotros somos la particularización del concepto humanidad. La verdadera naturaleza queda escondida para nosotros y para ellos. Quizá, algún día, podamos observar la realidad pasada la sexta barrera, en comunión con la séptima dimensión. Y entender el todo y la nada. Quizás...

¿Viajan, los difirientes?
Se desparraman erráticos por la dimensión tiempo ayudados por ondas lumínicas que atraviesan en transversal todo el espectro de la vida, del tiempo, de la realidad; aprovechan el caleidoscopio de la dimensionalidad para desparramarse por toda ella. Los difirientes observan de este modo sus propias proyecciones en distintas etapas de su formación: nacimiento, pubertad, madurez, vejez, incluso muerte.

¿Mueren, los difirientes?
Aunque este último aspecto, la muerte, es controversial, debemos anotar que ese concepto difiere mucho del nuestro. No podemos entrar en detalle, puesto que nuestra sesgada visión desde el simple modelo tridimensional no abarca el concepto de «Muerte» tal y como lo es para un difiriente. Ellos mueren, nosotros morimos, todos mueren, pero el concepto, la idea, el paradigma, no es igual, la muerte es vida, y la vida es muerte, solo una profunda compresión epistemológica de su mundo nos lleva a plantearnos una vorágine inmensa de preguntas, para las cuales aún no estamos preparados.

Comunicación
Los difirientes, con sus oscuras sombras alargadas, vagan tranquilamente por su esfera. No se comunican mediante ondas guturales, aunque necesitan vibrar para comunicarse. Muchos de nosotros podríamos pensar en un proceso similar a la telepatía, pero tampoco es exacto este planteamiento, partiendo de la base que todo es una onda, ellos usan ondas sentimentales. No es un lenguaje propio, es universal a toda la existencia, aunque cada difiriente posee su particular tonalidad, es por ello que no siempre, incluso después de haber aclarado que es un «lenguaje universal», no siempre son capaces de comunicarse ni entre ellos. Las ondas proyectadas por un gigantesco difiriente, de centenares de metros y con miles de años, no resuenan de igual manera que las de un difiriente de apenas centímetros y con apenas décadas de tiempo en su haber.

Conflicto
Por este motivo, también existen guerras entre los difirientes. Pero nuevamente, el concepto se nos escapa, puesto que el concepto «Muerte difiriente» es tan lejano como la idea de «conflicto bélico», la lucha tiene cabida en su particular mundo, pero es de una sutileza tan inmensa que no podemos apreciar el efecto devastador que causa en toda la existencia.
Los conflictos difirientes tienen lugar muy a menudo. A razón de ellos, nosotros los terrestres y todos los seres de la tercera dimensión podemos vislumbrar parte de estas fluctuaciones en nosotros mismos.

¿Dónde podemos observar todo esto?
En nuestros sueños, reflejos apagados de la emisión de las ondas propias de la cuarta dimensión divergidas en la quinta. Cuando vayáis a un lugar extraño, lejano, y os quedéis dormidos, ya sea en una montaña, en la playa, en una casa ajena, en un hotel, en el departamento de un familiar, al aire libre, en una tienda de campaña... Observar los resquicios de vuestros viajes oníricos, intentar dirigir vuestra mirada a esas esquinas que pasan desapercibidas en el mundo de los Oniros. Intentad ver vuestras propias sombras reflejadas en el suelo soñado.......
Si conseguís centrar vuestra percepción en ellas, descubriréis un reflejo que no es el vuestro, son las sombras de seres lejanos y cercanos, lejanos en el espacio, cercanos por una pequeña cantidad de cuantos.

«El tiempo es una sombra que nos atenaza, 
pero mientras podamos soñar seguiremos vivos».


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 4 de diciembre de 2016

«La hipocondría es un temor irracional a las enfermedades, que antepone los datos lógicos y estadísticos, a la magia negra de la superstición».
NUTLA

Conocí a Pierre, un compañero periodista, cuatro años atrás en la sala de prensa de la Organización Mundial de la Salud. Como el conferenciante, el doctor iraní Mossef Hjuanni, tardaba en aparecer, comenzamos a charlar animadamente. Yo llevaba poco en la ciudad de Ginebra, mi periódico había conseguido un pase oficial para reportar los asuntos de salud que se trataban a diario en la OMS; después de preseleccionar a varios, yo fui el elegido. Debo decir que entonces no me apasionaba en absoluto el mundo de la virología, las bacterias y las enfermedades, yo solo quería un rápido ascenso, e ir hasta Suiza quizá sería un alzamiento de mi carrera profesional. Enseguida congenié con Pierre. Era un apasionado de las pandemias, llevaba una libreta gastada, con una lista interminable de ellas. Me dejó leer un resumen...

1982 - Sida.
1985 - Gripe Bovina.
1997 - Gripe Aviar.
2003 - Neumonía Asiática (SARS).
2013 - Ébola

—¡Ja, ja, ja! —Rio levantando las cejas, mientras pasaba las páginas.
—¿Te dan risa las epidemias? —Él negó con la cabeza.
—Me da risa la estupidez de la gente.
—¡No te entiendo!
—Los brotes de los últimos años son de pena. En cada nuevo brote los medios de comunicación, incluidos nuestros periódicos, aterrorizan a la población con la política del miedo.
—Pero... —no sabía muy bien por donde continuar aquella conversación— las amenazas son reales.

Pierre volvió a reir, pero esta vez con desgana, soltó un bufido, y con una afrancesada locución añadió: «Oui, oui»

—Disculpa Pierre pero no entiendo lo que quieres decir.
—Verás, las farmacéuticas han cobrado un protagonismo enorme en la escena política y económica de los últimos diez años. Si surge un brote que mata a doscientas personas en México, Argentina, Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Arabia Saudí y Japón. ¿Se justifica una propaganda mundial cercana al paroxismo del fin de la raza humana? ¿Te parece suficiente revuelo el que montaron? Solo en accidentes de tráfico mueren doscientas personas en mi país. ¿Sale algún político hablando de seguridad vial? ¿De cómo el gobierno mejorará las carreteras, los vehículos? Es absurdo.
—Pero, yo pensaba que el peligro era por el alcance mundial. Las pandemias son peligrosas.
—Repites lo mismo que todos estos loros. ¿No te parece una pandemia más grave un millón de personas muertas en carretera? No, eso no vende, ya no impacta, una muerte en carretea no da miedo. Pero las personas siguen teniendo miedo a las bacterias, esos pequeños seres que amenazan con matarnos como especie. Porque el miedo vende.
—No sé, Pierre, parece una simplificación muy grande de un argumento más complejo.
—Ok, observa a los periodistas de la sala, por favor.

Entonces giré la cabeza y observé a una cincuentena de periodistas, iguales que yo. Bien vestidos, con blocs de notas, portátiles, algunos con grabadoras.

—¿Qué sucede con ellos?
—Somos periodistas, personas sin ninguna clase de preparación científica, y mucho menos médica. Muchos de nuestros compañeros no cuentan siquiera con asesores cualificados, otros ni siquiera contrastan la información, y lo que surge del aparato propagandístico de la OMS lo transcriben tal cual, avivándolo con los comentarios oportunos de algún amiguete de su farmacéutica particular. Algunos realizan un excelente trabajo de Marketing en sus rotativos.
—Eso me suena mucho a teoría de la conspiración.
—Es posible, pero ¿sabes la cantidad de dinero que ganan las farmacéuticas al año? Y espera, eso no es lo más gracioso, lo que más risa me da es el tiempo que un medicamento “serio” tarda en alcanzar el mercado, de media son unos cinco años: estudio en quimiotecas, análisis, y emisión de patentes en cada uno de los países anfitriones que desean recibirlo. ¿Qué sucede cuando se produce una pandemia? Aparece por arte de magia un medicamento que la cura... Ja, ja, ja. Esto es un circo. Los gobiernos aprueban soluciones apenas testadas, o simples placebos. Al final, todo eso se traduce en un enorme gasto, por parte de gobiernos y particulares, en la compra de medicamentos, en la mayoría de casos totalmente inocuos. ¿Recuerdas la enfermedad de las vacas locas? Já, me encantan los nombres que le ponen. Doscientos muertos en tres años en cincuenta países. ¿Ve? Solo doscientos. En tres años. En cincuenta países. Mueren más personas de hambre. Pero ellos vendieron millones de esos fármacos.

Yo asentí con mi habitual incredulidad. Pierre era un buen tipo, pero en aquel tema parecía un poco desquiciado. Como yo era nuevo en aquel lugar, no le rebatí, simplemente me callé y comencé a escucharle. Ya construiría con el tiempo mi propia opinión. Siguió hablando un rato más, pero en un momento, calló, y miró al techo.

—Perdona, quizás, soy un poco pesado —se disculpó—. Este tema me enerva. Si eres de los periodistas buenos, quizás te interese ampliar tu conocimiento de este circo donde te han enviado. Te recomiendo la lectura de «Las patentes no son derechos divinos», un libro del doctor Nermad Péccoul, donde incide que las patentes de medicamentos no deberían llenar los bolsillos de un puñado de compañías farmacéuticas multinacionales a expensas del miedo de la gente.

Y en aquel momento, el conferenciante iraní apareció en la sala.

—Disculpen el retraso, esperaba a un estimado colega de Farmal World, una operadora mundial que nos dará su opinión sobre el nuevo brote de Ébola en África oriental.

Pierre me guiñó un ojo, se acercó un poco y me susurró «ya empieza el espectáculo, no te olvides de aplaudir al hombre de la nariz roja».


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


viernes, 2 de diciembre de 2016


[6] 
«Hoy es el primer día, 
del resto de tu vida».
Anónimo.


El tosido intranquilo de un esquizofrénico en un lugar vacío altera la causalidad cósmica, que no espera en ningún momento encontrar a nadie.

Cuando Robert tose, es la 01:23:45, en el pabellón 45, esta numerología tampoco le gusta a la causalidad, excesivas casualidades...

Apenas transcurre un minuto desde el inicio del conflicto. La vibración del molesto tosido esquizofrénico resuena en las cavidades de los conductos cósmicos de la realidad, ese doble 45, multiplicado por el nacido un día 23, se cuela iracundo por las antiguas ramificaciones de la existencia. La causalidad no puede crecer en la casualidad.

Las sillas caen en el hueco vacío de la antigua piscina, y como lucharon, así caen, las sillas ordenadas al fondo, en total sincronía, las caóticas caen de cualquier manera, en el extremo opuesto, apilonándose de cualquier forma. Al caer una silla, esta permanece en total quietud, ya no se mueve, su brillo se extingue y ya nunca se volverá a mover.

El carraspeo del esquizofrénico Robert restablece el precario orden cósmico de vuestra heredada realidad. El tosido de un mendigo salva a la humanidad de desgarros mayores. Sin embargo, el ignorante héroe, desconoce su propia hazaña, y huye con la rapidez que le permiten sus piernas por el oscuro pasillo.

Un coche policial lo detiene veinte minutos después en Elmwood Avenue, corre en la madrugada, en calzoncillos y una camiseta. Le toman declaración. Narra la increíble vivencia.

Su recompensa: Esquizofrenia aguada y principio maníaco-depresivo. Al menos, el héroe de la humanidad come sopa caliente cada noche.


¿Hace ruido un árbol que cae en un bosque y no hay nadie para escucharlo?
Anónimo


FIN...

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


jueves, 1 de diciembre de 2016


[5] 
Observamos que 
es la 01:23...


Robert observa la antigua piscina detrás de la falsa seguridad del marco de la única puerta en pie. Entonces ve las sillas, las típicas sillas de universidad; respaldo de madera, finas patas de hierro y escritorio abatible; están estacionadas a los lados de las paredes enladrilladas, una luz las envuelve, se mueven nerviosas. Sí, las sillas se mueven nerviosas, y comienzan a revolotear por encima de la piscina, entrechocando violentamente mientras vuelan por encima del hueco exento de agua.

Hay dos grupos:

Las ordenadas, las cuales vuelan en total sincronía las unas con las otras, en una mayestática coreografía perfectamente orquestada.

Las caóticas, situadas en el extremo opuesto, estas conforman una agrupación desordenada, ninguna se mueve en la misma dirección que su compañera.

Ambos grupos brillan con una magnitud de onda azulada...

Entonces a la 01:23:00, la zona de Rochester es azotada por la causalidad cósmica, que en esta ocasión se presenta como un terremoto de magnitud media. El temblor se siente en toda la ciudad, pero la gran mayoría de ganado humano duerme y pocos lo perciben, los únicos que lo hacen, son aquellos insomnes con una sensibilidad especial.

El temblor es la excusa de inicio de un conflicto de amplitud cósmica, orden contra caos. Si el orden gana, el planeta Tierra debe ser reestructurado, si el caos gana, el mundo debe explotar en un estallido silencioso. Ninguna salida parece bondadosa con la condición humana. Los dos bandos de sillas comienzan a chocar salvajemente las unas contra las otras, patas contra respaldos, apoyabrazos contra escritorios, madera contra metal...

La causalidad cósmica no es amiga de la raza humana.

Pero entonces Robert tose, no puede evitarlo, le entra ese picor tan amargo en la tráquea, y tose.


continuará...

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Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


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