viernes, 30 de junio de 2017


«La esperanza es como la lluvia...»




Estimados,

En youtube, nueva historia: «Rising to the sky». 🎬

Un videorelato mudo.
Incluye como banda sonora el tema original de Henry Slim, de mismo nombre y que sirvió como base inspiradora a la historia.

Henry Slim, «Rising to the sky», original sound track. 🎵🎶🎼🎶🎵

Abrazos. ^^


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


lunes, 26 de junio de 2017


«La razón última de un cosmogeólogo es preservar los objetos alienígenas en su entorno natural»

Estimados,

Audiorelato: «Cosmogeólogo»

Abrazos. ^^


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 25 de junio de 2017

«La paz no es la ausencia de conflicto, sino la presencia de alternativas creativas para responder al conflicto» 

        Aburrición odiaba en secreto a Conflicto, pues este se le adelantaba en sus galanteos con Historia.

        —Buenos días, Historia. ¡Qué linda andáis hoy! —comentaba con sensualidad Conflicto.
        —¿Acaso el resto de días no ando linda? —Historia, molesta, le respondía con sequedad. Estaba cansada de tanto piropo sin fundamento.
        —Hola, Historia, ¿qué tal? —Era la única frase que Aburrición, en un intento vano de llamar su atención, se le ocurría. Ni así, Historia reparaba en él.
       
        «Maldito Conflicto», pensaba Aburrición, «a él si le contesta».

        Aquella noche, al llegar a casa, Aburrición preparó un pequeño zumo. En él añadió bilis de minotauro en cantidad mortal para cualquier ser. Para rebajar el sabor del veneno, lo suavizó con savia de mandrágora, dulce al paladar. Con la mezcla, el zumo adquirió un color verduzco.

        «Se acabó, Conflicto. Ahora Historia será toda para mí».

        Al otro día, Aburrición acudió con la botella que contenía el zumo verdoso.

        —Conflicto, estimado compañero, ayer por la noche hice un poco de zumo detox de mandrágora, ¿quieres?
        —Déjamelo en la mesa. Después probaré.

        Aquello no le hizo gracia a Aburrición, pero no le quedaba más opción que dejar la botella sobre el escritorio para no levantar sospechas. Depositado el trago mortal sobre la mesa, marchó inquieto a su puesto de trabajo. Confiaba, que en breve, Conflicto bebería de aquel veneno y se iría para siempre.
        Aburrición pasó al rato por el despacho de Conflicto, pero cuál fue su sorpresa al encontrar allí a Historia, quién bebía animada un líquido verde en una copa.

        «No».

       —¿Habéis bebido? —preguntó Aburrición observando a Historia.
       —Sí —dijo Conflicto—, sabe bien.
       —Está rico —añadió Historia—, pero ¿qué le has añadido a la mandragora que está tan amarga? ¡Ni qué nos quisieras envenenar! Ja, ja, ja

        En ese momento Conflicto comenzó a sentirse mal, se tambaleó y cayó. Historia empezó a dar tumbos y siguió el mismo camino en dirección al suelo. Aburrición los observaba atónito, su elaborado plan fracasaba, y solo su mirada pasaba de un cuerpo a otro sin acabar de creérselo.

        «No, Historia, tú no».

        Aburrición se acercó a la mesa, observó apenado el cuerpo de Historia estirado en el suelo, agarró la botella y bebió de su propio brebaje.


        La policía relatista acompañó a Historia a casa. Esta había salvado milagrosamente la vida. Sin embargo, Conflicto y Aburrición habían perecido al acto. El CSI relatista determinó que aquella botella con líquido verde contenía, además de mandrágora licuada, una elevada dosis mortal de bilis de minotauro. La sospecha recaía sobre el propio Aburrición, ya que era el creador del zumo.
        Historia se despidió de los policías. Se dirigió a su cocina. Allí agarró un pequeño potecito que contenía en la etiqueta: sangre de vampiro. Aquella sustancia prohibida por las autoridades relatistas -pues mal usada podía ser peligrosa- era un excelente protector estomacal contra el veneno de animales fantásticos. En su rostro se formó una gran sonrisa, examinó la botella con orgullo y la volvió a guardar en el estante secreto de arriba del armario. Esa noche, Historia, se acostó muy pronto.

       —Dos tontos al precio de uno. —Sonrió. Buenas noches, Historia.

       Y se durmió.


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Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


viernes, 23 de junio de 2017


«Dudley había alcanzado ya el tamaño y peso de una ballena asesina joven»


Estimados,

«Ballenatos», en esta ocasión, un cuento-sueño.

Felices sueños y buenos abrazos. ^^
«Solo existe el amor»



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martes, 20 de junio de 2017


«De lo que tengo miedo
es de tu miedo»



Miedo. Dinero.
¡Excelente tándem!

Audiorelato: «La pandemia del miedo»

La negatividad os hará libres.
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domingo, 18 de junio de 2017

«La función del ser humano es vivir, no existir. No voy a gastar mis días tratando de prolongarlos, voy a aprovechar mi tiempo» 

            —Los Jalones. Fascinante pueblo. Viajaban por las estrellas cuando la humanidad aún rompía palos de madera con las manos. Esa de ahí es una nave espacial Jalona. Obsérvenla bien. Entrará en examen.
            Un gigantesco orbe metalizado flota a la deriva en medio del espacio. La inconmensurable vastedad cósmica, repleta de estrellas, es el escenario idóneo para la enorme construcción. La colorida nebulosa de Magallanes es el telón de fondo donde el improvisado actor metálico actúa de forma espontánea en esta obra cósmica. Desde el puente de estudio algunos alumnos toman notas en sus estimuladores neuronales, otros solo observan el avance del leviatán solitario, los más desapegados con la asignatura se recuestan adormilados en las cómodas sillas ondulantes.
            —Profesor Aldous, ¿es una nave de guerra?
            —Todas las naves Jalonas llevaban mecanismos de ataque y defensa, pero no. Si se fija bien, le faltan los tubos retráctiles en la mampara exterior, las naves Jalonas apoyaban en esa zona las fibras láseres. Si se fija, el casco exterior está intacto, no presenta abolladuras ni haber sufrido impactos de algún arma. Por esa carencia y su estado de conservación se puede afirmar que no es una nave de guerra.
            El alumno asiente y al acto envía más notas mentales a su estimulador neuronal. El córtex activa una secuencia y todo queda anotado en el banco cuántico de datos.
            —Yo vi la nave museo Jalona en Tierra III —Alza la voz una chica rubia con tres ojos negros que se ruboriza cuando todos la observan—, pero no era tan grande como esta.
            —En Tierra III exhiben la primera nave Jalona que encontró la Bihumanidad. Es una excepción consensuada con la Academia Cosmológica Universal debido a las extrañas leyes que rigen Tierra III —El profesor señala con un puntero láser la nave exterior flotando en el espacio—. El deber de un cosmogeólogo es conservar el objeto de estudio en su entorno natural. Sin alteraciones. La exhibición de la nave Jalona en Tierra III contraviene el código de conducta cosmogónico. Espero que no lo olviden. El lucro personal no debe enturbiar la pauta marcada por el estudio.
            La mayoría de alumnos asiente. Otros miran despreocupados la grandeza de la nave exterior. Alguno anota por telepatía neuronal las palabras del maestro en sus apuntes.
            —Profesor —alza la mano otra chica—, ¿por qué se extinguieron los Jalones?
            —La respuesta a esa pregunta se encuentra en el manual, señorita Dixit.
            La clase ríe. El rostro de la señorita Dixit se enrojece un poco.
            —Yo quería saber... su opinión.
            El maestro ríe. Parece satisfecho de haber puesto en evidencia a la alumna, pero su sonrisa no es pedante, parece un mero trámite a una interpretación que lleva tiempo ejecutando.
            —Y la sabrá, pero por favor, señorita Dixit. Enumere las causas más probables, según el manual, de la extinción Jalona.
            La alumna realiza un gesto aquiescente con la cabeza.
            —Propuesta uno de orden natural. La nebulosa de la tarántula o alguna cercana creció en pocos millones de años, creando un polvo cósmico que impidió la filtración de rayos solares, eliminando así la vida en los planetas colonizados por los Jalones. Tampoco se descarta la aparición de convulsivos agujeros negros en la región Jalona. Propuesta dos de orden interno. Se produjo un conflicto bélico o una amenaza virológica de rango universal. Propuesta tres de orden externo. Fueron exterminados por alguna raza alienígena o un causante alieno.
            La explicación se atiene perfecta al manual. Los alumnos, que antes reían, ahora aplauden con entusiasmo a su compañera.
            —Y usted, ¿cuál es su opinión profesor Aldous?
            —Ninguna de esas.
            Hay algunas caras de extrañeza. Algunos alumnos se miran los unos a los otros. En ese momento un timbre subsónico resuena en las cabezas de los presentes.
            —Bien, se acabó la clase, ya pueden retirarse. Para la próxima semana quiero un análisis detallado de sus observaciones del orbe Jalón observado en el día de hoy. Pasen buenos días.
            Muchos alumnos, aunque intentan mantener la compostura, abandonan la sala con una gran sonrisa. Les esperan días de descanso y muchos de ellos ya no piensan en el trabajo que les aguarda por delante. El puente de estudio queda casi vacío. Solo Aldous y Dixit contemplan la nave Jalona a través de la gran pantalla.
            La alumna se acerca con lentitud a la figura del profesor que permanece extasiado en la contemplación del gran orbe.
            —Yo... —La chica observa en dirección a la puerta de entrada al aula. Está cerrada. En la estancia no hay nadie más a excepción de ellos dos.
            La alumna se abalanza contra la cara del profesor. Ambos entrelazan sus cuerpos y comienzan a besarse. En los labios, en el cuello, juntan sus manos alrededor de sus espaldas, jadeos ahogados escapan de las gargantas.
            —...aún quiero —Dixit inspira con fuerza—, saber su opinión.
            —¿De la extinción? —pregunta, mientras renovadas caricias húmedas acarician la lengua de ambos.
            —Síiii... —Dixit ahoga un gemido.
            —Se extinguieron por aburridos. Vamos a mi camerino, y te explicaré en más profundidad, que hacer para evitar la extinción.


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Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


viernes, 16 de junio de 2017

«Muchos de los que viven merecen morir y algunos de los que mueren merecen la vida. ¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos»

Estimados,

Este videorelato nació después de ver la maravillosa ilustración de la ilustradora @Keenasue.

«Leyendas de Os: Oscuridad»

Abrazos, estimados. ^_^


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martes, 13 de junio de 2017


«Nada en la tierra puede compensar la pérdida de alguien que te ha amado»


Estimados,

«Aras y Alan»

La perdida también es amor.

Abrazos.


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domingo, 11 de junio de 2017

«No debes perder fe en la humanidad. La humanidad es un océano; si algunas gotas son sucias, el océano no se vuelve sucio»

Los últimos rayos de sol crean sombras extrañas en el suelo. Alargadas el doble de su perímetro por el ángulo mortecino en la luz. Es el anticipo de la negrura que comenzará a absorber las calles en breve.
Camino por una calle empedrada, creo que es de mi Roma natal, pero no estoy seguro. Un tipo, dentro de un Fiat Panda, grita en árabe a un móvil que sostiene en su mano izquierda. Me fijo en su rostro moreno, de mandíbula prominente, y en sus ojos inquietos que miran a todas partes. Recuerdo los recientes atentados en Manchester, también el más reciente en Londres, y de repente me entra pánico. Me crea ansiedad observar a un árabe en un coche chillando. El tipo se gira y observa en dirección a los asientos traseros de su vehículo. Balancea el cuerpo y busca algo con su mano libre, mientras no para de gesticular. En ese momento nuestros ojos se encuentran y la mirada rodeada de ojeras oscuras me observa con fijeza. Me pongo a correr. De tan asustado ni siquiera sé el porqué me lanzo a esta carrera estúpida. Voy en dirección a mi vehículo. No pienso con claridad, solo quiero meterme dentro de mi coche, arrancar y marcharme lo más lejos posible. Giro la esquina, y lo diviso aparcado en el mismo lugar que lo dejé. Inserto mi mano en el bolsillo interior de mi chaqueta y agarro con fuerza la llave, pero algo topa con ella y me impide extraerla. ¡Maldita sea! ¡Sal! ¡Sal! Forcejeo con fiereza, alargando en espasmódicos movimientos la lucha, pero la llave se encuentra obstruida con algún elemento que no distingo. Escucho un ¡pop¡ y la resistencia finaliza. Por fin extraigo la llave, que casi vuela por los aires debido a la brusquedad de mi fuerza. La introduzco en la cerradura y la giro en su interior. Abro mi auto.
Arranco el motor, el cuál suena dócil en contraste con mi corazón que late desesperado. Seguido presiono el acelerador, pero la mala suerte quiere que el semáforo en rojo me detenga.
Oigo un repiqueteo en la ventanilla del copiloto. El tipo, el árabe, sostiene una cartera en su mano, sonríe amigable y vuelve a picar con la yema de los dedos en la ventanilla. Lo observo con total pavor, pero en ese momento reconozco la cartera que sostiene en la mano. Es la mía. ¿Cómo...? El interior del bolsillo. La cartera estaba ahí. El ¡pop! Cayó.
Abro la ventana del lado del copiloto un palmo. Continúo con una mirada de loco asustado.
        —Amigo, se le cayó cartera.
        Apenas parpadeo. No recuerdo si consigo gesticular un gracias. Me fijo en mil detalles, en la piel morena, en la mandíbula prominente, en la oscuridad circundante alrededor de los ojos, el rostro surcado por muchas arrugas. Acerco mi mano y le agarro la cartera con lentitud. La mirada que me devuelve es de tristeza.
        —Amigo. Nosotros también asustados.
        El tipo se gira con parsimonia, cabizbajo, y vuelve calle abajo. Un coche detrás de mí presiona el claxon. El semáforo se ha puesto verde. Me pongo a llorar.
        Despierto. Hay lágrimas en mis ojos. Son reales, no las he soñado. En ese momento, mientras continúo llorando descubro que soy Xenófobo, y no lo sabía.



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Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


viernes, 9 de junio de 2017

«Edith: [Enfadada]
¿Dónde estabas en 1292?
John Oldman: [Calmado]
¿Dónde estabas tú hace un año?»

Estimados,

Un relato muy espacial y «bunito».

Gracias Nicole Ocano por prestarnos tu voz.

Abrazos.
«Solo existe el amor»

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
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miércoles, 7 de junio de 2017

«Y si el río de mi amor se precipita por fragoso terreno, no importa, no hay río que no se abra paso tarde o temprano hacia el mar»

Estimados,

«Audiorelatos: hemos vistos un submarino».

Existe una leyenda, sobre la tripulación de un sumergible alemán, que narra porque los marinos lo abandonaron intacto... 

Abrazos.
«93% imaginación. 7% realidad. Pero es ese 7% lo que realmente importa».

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domingo, 4 de junio de 2017

«Si todos fuéramos uno, y uno fuéramos todos, ¿dónde quedaría el nihilismo? En el medio, le contestó al Rey. Y acto seguido, el verdugo, le cortó el cuello»

El mágico mercado de libros. Callejuelas empedradas con tenderetes de plástico y madera. Las mesas, que sostienen montañas de tinta, tiemblan con precario equilibrio. En ellas se alzan columnas de libros viejos, de carcomidas portadas por el sol, el aire, la lluvia y el manoseo rutinario de tantas personas.
Mi mano derecha escarba entretenida. La izquierda sostiene la pila de al lado para que no vuelque. Un empujón por la espalda. Mi mano pierde agarre y la columna cae con estrépito sobre la mesa. Siento, en ese golpe en la espalda, la contundencia de un pecho femenino.
—¡Ay! Perdona.
Es voz de mujer. Me giro. La brusca empujadora, melena con trencita nórdica alrededor de la sien, me mira preocupada.
—Ya te ayudo —recalca mientras une las manos en señal de perdón. Sonrío.
La encargada del puesto, sentada con tranquilidad en su taburete, nos observa indiferente. Debe ocurrir varias veces al día una avalancha de libros en su puesto. Unimos las cuatro manos. Se producen fortuitos roces de dedos. Posee la piel suave y cálida. Reconstruimos la columna y distribuimos los libros a lo largo de la mesa, de manera, que sea más complicado para los siguientes escarbadores desmoronarlos.
—Perdón por el empujón —insiste.
—¿Buscas algo en particular o solo ojeas?
El rostro se le estremece en un extraño rictus. Me dice que solo ojea, o que quizá, sí busca algo en concreto, pero que ni ella misma lo sabe. Sonríe. Viste como una nórdica, y la trencita alrededor de la cabeza ayuda a realzar esa visión vikinga. Le comento de ir a tomar un café. De nuevo, con sorpresa, se le forma ese rictus tan gracioso, a camino entre un sí y un ¿qué me dices? Acepta con una sonrisa, pero con la firme promesa que será ella quien invite al café.
          En la cafetería ella se pide un té verde y yo un refresco de cola. El eufemismo del café da paso a una pequeña tertulia sobre libros y autores.
         —¿Te gusta Murakami?
¡Ufff! Esta mujer me da que pensar. Le contesto que no. Qué no me gustan los escritores japoneses, que solo leo literatura hispánica. Su rictus sufre un atolondramiento, presa del disgusto de una noticia desagradable. «Delibes», le suelto, ese si escribe bien. Pero contraataca con un clásico: Shakespeare. Claro, por mucha filología hispánica no puedo criticarle a William. Esta mujer es inteligente. Guapa. Y descubro, para mi alegre sorpresa, con iniciativa. Me solicita el número de teléfono, se lo doy, y acto seguido me envía un mensaje.
Whatsapp
Freyja (última vez visto hoy a las 13:39)
Viva Murakami!!!  13:40
Japón wins. ;-> 13:40
Se ríe con mi pronta contestación. Ambos guardamos los móviles. Cada vez me gusta más esta mujer, y no solo por su belleza, sino por la elegancia en su conversación. Escoge con detenimiento las palabras. También a los autores y libros que nombra con cariño, qué a pesar de no ser de mi agrado, tolero y respeto. Sí, me considero un extraño espécimen sapiosexual.
Tardé años en descubrirlo, pero llegué a esa conclusión cuando me enamoré a los treinta y dos años de la bibliotecaria de mi barrio. Solo dijo una frase «Es tan corto el amor y es tan largo el olvido», y me quedé pensando en ella durante mucho tiempo. Después de seis meses mi pensamiento se marchitó. Tenía marido.
          Regreso al presente, en este intermedio sensorial, la observo.
—¿Cuántos años tienes? —La pregunta me sonroja. Me aturde. No es la clase de pregunta que alguien debería preguntar en un primer no-café.
—Cuarenta. —Me envalentono—. ¿Y tú?
—Veintiocho.
      Ahora debo ser yo el que posee un extraño rostro. ¿Doce años de diferencia? Calculé que poseía treinta y seis, treinta y dos con suerte. Un estúpido «Ah» surge de mi boca. Continuamos hablando de libros, de autores, pero no dejo de pensar en la astronómica diferencia del número doce. ¡Qué mala suerte! ¿Qué va diciendo? Me he perdido en la conversación. Debo prestar atención. Ah, sí, está hablando de Stephen King. Uf, menos mal.
Pasamos una hora hablando. El tiempo pasa rápido cuando encuentras a alguien que quiere perderlo contigo, pero se hace tarde. Me invita al refresco, como prometió. Salimos de la cafetería. Me dirijo a despedirme. Extiendo la mano. Otra vez, de nuevo, ese rictus. No me da la mano.
—Y, ¿ya está? —Su rostro muestra enfado. En esta ocasión el rictus no se le elimina.
—¿Qué?
—¿No me dices de quedar otro día?
—Soy... —Estúpido sapiosexual con prejuicios— viejo para ti.
La deformidad en su rostro aumenta. La melena se le sacude en un gesto brusco.
—No eres mayor. Tú eres tonto. —Y se marcha calle abajo.

Whatsapp
Freyja (última vez visto ayer a las 13:40)
Viejo. ¡Me debes un café!  20:05

...

En medio de los puntos suspensivos se puede leer una historia de amor. Cada lector, con su especial afinación lectora, lo interprete como plazca. 


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sábado, 3 de junio de 2017

«¿Por qué un corazón está solo?
¿Por qué abrazar la soledad?»

Estimados,

«Videorelatos: Henry Slim»

Un homenaje a nuestro amigo y compositor Henry Slim.

Abrazos, estimados.


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