domingo, 27 de julio de 2014


Me encuentro delante del zaguán de mi casa. Es de noche y hace frío. Tengo mucha hambre. Ayer por la noche conseguí morder un pedazo de rata atropellada. Sus vísceras resecas restaban esparcidas por el empedrado suelo de la calle. Tenía mucha hambre. Rasgue la piel con mis colmillos pero únicamente saboreé huesos con olor putrefacto. Lamí la piel de la rata muerta pero el sabor no era bueno, para nada comparable a las comidas de Froylan Berta. Y mi tripita rugía agobiada por el acuciante hambre después de tantas lunas sin comer.

Huelo las piedras mientras desando el camino empedrado de la huida. Ya no recuerdo cuanto tiempo he pasado fuera. Me asusté, me desorienté. He tardado mucho en volver. Ahora mis rasgados ojos se fijan en los cristales rotos del suelo. En esta queda noche ya no hay peligros. No hay sonidos desgarradores que surquen el aire, no hay gritos, no hay antorchas, no hay pasos apresurados. Sobretodo no hay ruidos de cristales rotos.

Mi patita izquierda duele. Herida días atrás por las vociferantes crías humanas. Vestían todas ellas vestidos pardos con brazaletes rojos. Como los adultos que vinieron a casa de Froylan Berta aquella noche. Y como en aquella triste ocasión volví a huir.

Me acerco con mi habitual sigilo a la puerta. Me lamo nuevamente la patita izquierda. Esto alivia el picor del dolor. Un líquido rojo rezuma por entre las uñas. Es salado, no sabe bien. Recuerdo este sabor, como en aquella ocasión que me caí del tejado.


../..

Me dolía todo el cuerpo. Veía borroso. Recuerdo las fuertes manos de Fray Berta abrazandome. Me recogió del suelo y me llevó a la casa del hombre con bata blanca. El hombre de bata blanca me hizo daño, pero entonces el líquido rojo dejó de salir. Y Froylan Berta me llevó de vuelta a casa. Una cinta blanca rodeaba mi cuerpo. Era molesta. Me lamía incesantemente y con mis colmillos tiraba de aquella infernal cinta. Pero Froylan Berta chillaba si intentaba arrancármela. Así que dejé de hacerlo. En casa todos hacíamos lo que chillaba Froylan Berta.

../..


Me acerco a la puerta de nogal con un orificio de mi medida. Siempre me gustó el olor de esta puerta. El pequeño orificio está trabado. Empujo con la cabeza, algo cede detrás de él y puedo entrar a casa.

Lanzo un pequeño maullido. La voz no acude a mi garganta. Tengo mucha sed. Cansancio. Los ojitos me arden. Los días han sido malos. Mi oreja izquierda percibe un sonido. Arqueo el cuerpo. Dispuesto a salir corriendo. ¿ Más humanos pardos ?

No, es una asquerosa rata grande, gorda y marrón. Sale huyendo de mí. Apenas tengo fuerzas. Huye por la aprendida costumbre. Pero estoy tan débil que podría atacarme y no podría defenderme. He visto muchas ratas gordas estos días.

Mi maullido no obtiene respuesta. Franz, el pequeño de la casa, bajaba corriendo con locura de cariño las escaleras del segundo piso en cuanto me oía. Me abrazaba entre sus manos con demasiada fuerza. Apretaba. Dolía un poco, pero su calor era tan intenso, el olor de su sudor era tan embriagador. Yo le dejaba hacer sólo por el placer de oler y sentir aquel calor. Pero ya no notaré aquel calor.


../..

Aquella noche un hombre pardo subió las escaleras corriendo. Franz salió de su habitación asustado. El hombre pardo se asustó tanto como él. Pero el hombre Pardo llevaba un palo en la mano, un garrote que cruzo rápidamente ante la vista del pequeño Franz e impactó en su sien. El cuerpo del pequeño Franz rebotó contra la pared y cayó rodando por las escaleras. Bufé desesperado. Me tiré con mi uñas a los ojos de aquel intruso. Mi pequeño Franz tirado en el suelo. Mis uñas arañaron el rostro pero no puede alcanzar el brillo de los ojos de aquel humano pardo. Entonces levantó nuevamente su trozo de madera, y aquel artefacto se estrelló contra el suelo, a escasos pulgares de mi. Yo me movía rabiosamente rápido, ágil como en las luchas callejeras, y mientras seguía bufando al terrible humano pardo delante mio.

Los ojos del pequeño Franz me miraban vacíos de cualquier expresión desde el suelo. Un líquido rojo surgía de la oreja del pequeño Franz. El líquido se esparció por la alfombra de la primera planta.

Vati, el macho fuerte del hogar, salió de la otra habitación. Habló con una voz entrecortada, nerviosa, asustada, impropia de él, en esa ininteligible lengua de los humanos. Otro humano pardo más gordo levantó su garrote y empezó a pegarle. Vati se encogía en el suelo. Y más  humanos pardos de brazaletes rojos entraban sin parar dentro de la casa. Froylan Berta lloraba agarrada al cuerpo de Vati. Ahora ambos en el suelo lloraban desconsolados. Me da mucho miedo el fuego. Yo quería salvar a Vati, a Froylan Berta, al pequeño Franz, pero dos humanos pardos me acorralaron en la habitación del pequeño Franz. La ventana a mis espaldas. Aun veía a Vati y Froylan Berta por entremedio de las botas negras de los humanos pardos que se interponían entre ellos y yo. Seguían llorando acurrucados en el pasadizo. Crucé fugazmente los ojos con Froylan Berta. No olvidaré nunca esos ojos. Lágrimas de frustrante desesperación no paraban de brotar de aquellos ojos azules tan bonitos. Bufé a los dos humanos pardos que se acercaban con sonrisas malignas dibujadas en sus rostros. En sus manos portaban palos con perturbadoras llamas de horrendo fuego. Reían mientras me acercaban lentamente el fuego a mis bigotes. El fuego. La calor. Esa horrenda luz que quema. Salté bufando por la ventana. Mientras caía, oía un frenético ruido dentro de mí, pum Pum pum Pum pum Pum. Es ese ruido interior cuando estoy asustado, cuando he corrido mucho, suena como el hueco sonido de un tambor de hojalata. Giré instintivamente mi cuerpo en el aire para facilitar la caída en el suelo. Mis acolchadas patas amortiguaron el golpe y mi cuerpo se destensó como un acordeón. Pero me clavé un cristal en la patita izquierda. Salí corriendo de la casa, camino abajo, completamente asustado y desubicado...

../..


Lanzo otro débil maullido. Nadie sale de su habitación. No hay nadie en la casa. Todo el olor es destrucción. Papeles quemados. Maderas resquebrajadas con el peculiar olor de la astilla. Efluvios ácidos de signos dibujados en rojo en las paredes. Huele a sucio. Reconozco débilmente el olor de Vati, Froylan Berta y del pequeño Franz. Pero es un olor que se pierde en mi memoria. Me paro al subir las escaleras. Jadeo. Me estoy mareando. Me lamo el costado. Siento mis costillas. Antes estaba más gordo. Nunca había lamido mis costillas. Entro en la habitación del pequeño Franz.


../..

Por las noches me sentaba a los pies de la mullida cama de Franz. Vati se sentaba en una silla, abría con esmero uno de esos objetos cuadrados que guardan los humanos en estanterías. Y mientras Vati fijaba su mirada en aquel objeto, iba hablando en un tono sosegado, mientras el pequeño Franz se dormía. Yo enroscaba mi cuerpo entre las piernas del pequeño Franz que no tardaba en dormirse. En ese momento Vati cerraba el objeto con páginas blancas de entre sus manos, se acercaba a mí y me acariciaba la cabeza con sus dos dedos, entonces apagaba la luz, abandonaba la habitación y nos dejaba dormir.

../..


Ahora, después de este tiempo que no es tiempo, me encuentro en la misma habitación. Ya no hay pequeños objetos cuadrados en estanterías. Un fuerte olor a quemado recorre la habitación del pequeño Franz. En una esquina veo el plato de comida. Cada mañana Froylan Berta me depositaba exquisitas bolas de carne, suculentas hamburguesas, o estupendos huesos. Me chillaba una frase, como un nombre, y cuando yo oía aquel nombre acudía a comer.

Me acerco lentamente al ahora vacío plato. Huele a quemado como todo en esta casa. Lamo con mi áspera lengua el fondo. Sabe a salado. Aún posee el sabor de los manjares de Froylan Berta.

Y la cama del pequeño Franz. Aun huele a él. Pero el olor se pierde. Acerco mi naricita a la destrozada cama. Hecha jirones, la mullida manta donde tantas veces descanse, esparcida por todo el suelo. Una parte aun intacta reposa en una esquina.

Me acerco lentamente. La patita izquierda me duele mucho. La tripita ruge. Siento un leve mareo. Con las patitas delanteras acomodo el jirón roto de la manta mientras mi espalda se tensa como antaño. Me enrosco tranquilamente en el mullido jirón de manta que cubre todo mi cuerpo. Este jirón aún conserva el olor a las manos fuertes de Froylan Berta, al olor del cariñoso macho Vati, incluso aun percibo el sudor salado y embriagador del pequeño Franz. Están aquí. De una forma que solo yo percibo están aquí conmigo. Me enrosco lentamente. Acerco mi naricita al jirón y sigo oliéndolo lentamente. Me duele mucho la patita izquierda y los costados. Veo borroso. Descansaré un rato en el jirón de la manta del pequeño Franz. Y cuando duerma, por esta noche, ya no volveré a escuchar los ruidos de los cristales rotos.

Pero sólo dormiré un rato...

Un pequeño rato...



MIRAR A OTRO LADO NO OS HARÁ MÁS FUERTES.
QUEDAOS PUES CON UTLA, SED DÉBILES.
LA NEGATIVIDAD OS HARÁ LIBRES.

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

domingo, 20 de julio de 2014



Desde pequeña los cuentos, las leyendas y los relatos fantásticos habían formado parte del mundo de María.

Una abuela escritora y una madre profesora de filología son una herencia cultural tan rica que es difícil de ignorar para quien la posea. Qué es exactamente lo que le sucedió a María.

Las palabras se acumulaban en su mente y deseaban salir a borbotones.

Su querida abuela murió cuando ella contaba apenas quince años. María la quería mucho. Recordaba especialmente aquellas frías noches de invierno donde le contaba infinidad de cuentos, mientras ella aún muy pequeña, se acurrucaba tímidamente entre las sabanas de la cama para que no la atrapara el malvado señor frío.

Esa muerte, la primera en su familia, descubrió el mundo de la desgracia humana a María. En la televisión, en los periódicos, en la radio, moría gente cada día. Pero esos sucesos nos son diferentes puesto que no conocemos a esas desconocidas personas. No existen. No son reales. Porque esas cosas malas les suceden a otros. Sin embargo cuando la parca te golpea de cerca algo cambia en tu interior. Este fue el caso de María. En aquellos días de tanatorios y cementerios se dio perfecta cuenta de la fragilidad de la vida y de lo afortunados que somos los vivos. Sin embargo una pequeña tristeza secreta vino a hospedarse en un rinconcito de su corazón.

Apenas dos años más tarde, su madre moría de un cáncer. Era irremediable. Los médicos realizaron un diagnostico a tiempo y sin embargo la metástasis avanzaba a sus anchas apartando la quimio de un plumazo. Ninguna pastillas o solució alternativa brindo ningún resutlado. La malvada parca se abrió camino en la cansada cara de la madre de María.

Y nuevamente fueron días de pesados tanatorios y oscuros cementerios.
Nuevamente recordó a su abuela.
Lloró a su madre.

Como las desgracias nunca vienen solas, su novio de toda la vida la abandonó.

" Me gustas como amiga pero necesito estar solo."

Cuanto más pensaba en aquella frase más pensaba en como dos sucesos inconexos y desgraciados se unen para acabar con la aparente serenidad de tu mundo. Cuantas más vueltas daba en esos pensamientos alojados en su cabeza menos sentido le encontraba a la vida. Y en aquel rinconcito de su corazón la tristeza fue ganando terreno, y con tan buenas simientes como era regada, la pena creció.

../..

Pasaron cuatro novelas y diez libros para niños. Ella, que nunca se había casado, escribía como una posesa. Trabajaba como administrativa contable a media jornada en una empresa. Las tardes eran parte de su reino de taifas. Porque María no era mujer de vicios. Todas las tardes extendía sus delicadas manos delante del teclado. Y sus  manos de pianista acariciaban las teclas creando sinfonías de palabras.

Únicamente se permitía un día de descanso. Su inseparable amiga Rosa le animaba siempre a salir. Un contrapunto a la tristeza de María era sin lugar a dudas esa maravillosa mujer llamada Rosa. Se habían conocido en clases de pintura. Y enseguida se hicieron amigas. La alegría de Rosa era contagiosa. Tanto que las pequeñas tierras de tristeza abonadas en el corazón de María retrocedían asustadas ante el poderoso ataque de la sonrisa de aquella mujer.

En la presentación de su quinta novela, María iba a sorprender gratamente a Rosa.

La dedicatoria de la novela rezaba así : "A Rosa, mi mejor amiga".

El día antes de la presentación llamaron a María desde el hospital. Rosa había ingresado con diagnostico grave. El más estúpido de los accidentes según los testigos. Rosa caminaba tranquilamente por la calle cercana al parque, cuando de repente quiso salvar a un perrito de ser atropellado. Consiguió asustar al perrito que se salvó. Pero el automóvil chocó contra su cuerpo. El impacto fue brutal.

María se imaginaba a  la parca paseándose cerca del parque aquel maldito día, y en vez de llevarse a un perro se llevó a su única amiga.

La presentación en sociedad de la novela fue aplazada. Y nunca realizó una exhibición pública de aquel hijo suyo. Su destierro mental lo sepultó al baúl del olvido más profundo. No obstante los periodistas, auténticos buitres de las noticias negativas, hicieron eco en todos los periódicos de aquella desgracia tan vendible.
Aquello contribuyó a la fama de la novela. Hecho que disgustó mucho a María.

../..

Su fama comenzó a crecer. Diez novelas, una de ellas con más de 50.000 ejemplares avalaban su buena trayectoria. Sus cuentos para niños, de carácter esperanzador y alegre, contrastaban fuertemente con sus novelas para adultos.

Muertes, desgracias, personajes marcados por lo tráfico y las tragedias de la peor índole asolaban su particular cosmogonía, conformando así su mundo "librófilo" particular.

Las ventas de sus libros le permitieron dejar su trabajo contable administrativo para dedicarse exclusivamente a escribir. Pero al no tener contacto diario con personas María comenzó a encerrarse cada vez más en su casa y en sus propios mundos. Pasaba épocas de verdadera tristeza. Sus únicas compañeras de viaje, Citalopram y Asiendin, dos antidepresivos que la dejaban mustia. En el otro lado, un  secreto que nunca había contado a nadie.

"Cuanto más triste se encontraba mejor escribía".

Utilizaba la poderosa fuerza de la tristeza arraigada en su corazón y transformaba todos sus sombríos pensamientos en sublimes palabras en cada una de sus novelas.

Algunos críticos, especialmente los más crueles, comenzaron a apodarla "La escritora triste".
María detestaba aquel apodo pero nunca lo dijo a nadie.

../..

Y entonces apareció Él. William, un hombre diez años mayor que ella, brillante, hermoso, buena persona. Era conocido de su editor. En una de las muchas cenas a las que asistía por pura educación y formalidad se conocieron. William era un hombre atento. Entendía de libros y escribía una pequeña columna en un periódico de tirada nacional en Londres. Era bilingüe, de madre española y padre escocés, aunque se había criado desde pequeño en Londres. Dominaba a la perfección la lengua de Cervantes y la de Shakespeare.

Intimaron. Una palabra amable después de otra a las que siguieron muchas más. Un número telefónico anotado con torpeza. Una cena romántica. Un paseo. Otra cena menos romántica aderezada con una amorosa noche de alcoba. El corazón de María tantos años regado por la tristeza ahora se secaba con el calor proveniente del amor. Pero su terco corazón se resistía al cambio.

"Se feliz", soñaba constantemente en las nunca olvidadas palabras de su estimada amiga Rosa.

En los albores de su gran novela. Aquella que la encumbraría por todo lo alto. María estaba completamente enamorada. ¿ Cómo sabia María que aquella seria su mejor novela ? No podemos asegurarlo. Sin embargo, con una clarividencia propia de los genios y la experiencia acumulada en el pasar de los años María poseía esa certeza infalible de que así seria.

Ya llevaba escritas más de 40.000 palabras. Se encontraba en el ecuador.

Pero existía un problema. La tristeza había hecho tanta mella en el ser de María que ya no sabía continuar aquella novela suya sin sentir aquel sentimiento de desazón constante.

William le daba todo el amor del mundo. Pero su novela requería de su riego personal adosado al poder de su tristeza. "La escritora triste" se hallaba en una encrucijada. Estaba parada en un cruce nefasto. En aquella tierra de nadie donde no encontraba el hueco para que sus manos acariciaran otra cosa que no fuera el cuerpo de William.

Entonces William le propuso matrimonio.

Era una alegría. Una inmensa alegría. William era el hombre más maravilloso del mundo.
Pero, ¿ y su novela ? ¿ qué sería de su hija si continuaba eternamente enamorada ? ¿ eternamente feliz ?
Como aun no vivíian juntos, William desconocía sobre las noches de tristeza interminables de María.
Se paseaba dando vueltas a la cama. Pensaba mucho en su abuela, en su madre, en su amiga Rosa, en su primer novio, en William, en su novela.
Sobre todo en su novela. Algunas noches lloraba desconsoladamente sin saber muy bien porque.

../..

Su novela " El girasol vidrioso" fue todo un éxito. Hasta los más taimados críticos tuvieron que censurar parte de sus rencores. Esconder sus más ponzoñosas críticas ante el alud de su fama.

Crítica y público, extraña pareja de enamorados, coincidían.

Las ventas en masa fueron todo un éxito.

La novela le costó el abandono voluntario, meses atrás, de su querido William.
Este insistió en esperarla. Lloró. Suplico, e incluso la amenazó amorosamente. Todo fue en vano. El corazón de María ya no poseía ninguna afinidad con la alegría. La batalla fue exhausta. La tristeza conquistó palmo a palmo, centímetro a centímetro toda la tierra de su corazón.
Desterrando para siempre jamás a la alegría.

Su mejor novela, “El girasol vidrioso” fue un parto de lloros desconsolados por la noche.
De lamentaciones.
De más y nuevas pastillas.
De más soledad.

Pero en sus insomnios nocturnos se levantaba, y ya sus manos volvían a acariciar con deleite las teclas de su particular instrumento. Moldeando aquella tristeza a su antojo, convirtiéndola en palabras, plasmándola magistralmente en la forma de un triste girasol vidrioso que una vez abierto al sol moría ciego por falta de riego.

../..

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

lunes, 14 de julio de 2014

Estimados,

Hoy tengo el placer de presentaros una tira de cómic de los entrañables Gatitos de Marina con la aparición especial de UTLA.

¿ Que quién es Marina ? Eso espero lo averiguareis en breves entradas...

Por lo pronto en "Umi Marina Art & Cats" esta ilustradora ha colgado la historia de como se conocieron sus gatitos y el pequeño UTLA.

Este es el comienzo de la historia, si queréis saber como acaba visitad su blog o su facebook.



Por cierto, estimados, ¿ QUE LE HA SUCEDIDO A MI BLOG EN MI AUSENCIA ? :-O

¿ Acaso mi hermano ha vuelto a las andadas ?

Deberé solucionar todo este desaguisado en breve.

Mientras tanto, más amor, más luz, y más alegría que nunca.

Aquiescentes míos.

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

martes, 8 de julio de 2014



Todo empieza una tarde tranquila de otoño con una cita de dos amigas en la concurrida calle del tomillo verde.

- Hola Mercè. Que alegría.
- Hola Berta amiga.

Ambas amigas se abrazan.

- ¿ Te parece Mercé si vamos a tomar café al sitio de siempre ?
- Claro que si.

La que habla es Berta.

La amiga que nos presentó ya me advirtió que era un hombre excesivamente romántico incluso para una mujer. Aun así respondí a su invitación y quedamos.

Era todo un caballero. Insistía en pagarme todo. Por supuesto no se lo permitía, pero debía insistir mucho. Era un galán, me abría la puerta del coche, me sujetaba las puertas de los comercios, siempre que quedábamos nada más verme me decía "Te amé incluso antes de que nacieras".

Yo estaba extasiada. Vivía en una nube. A las tres semanas nos acostamos en su casa.

Fue Extremadamente bonito, romántico y tierno. Hicimos el amor a la luz de las velas, la cama inundada de pétalos de rosas y un agradable olor a jazmín inundaba toda la habitación. Y nada más levantarnos por la mañana me dijo la siguiente frase:
"¿ Te quedas a desayunar ? ¿ Preparo café o preparo mi vida ?"

Pero eso sólo fue el comienzo. Cada día recibía una poesía por correo postal en mi casa. Un día le comenté que escribía muy bien pero entonces admitió que era un pésimo poeta y escritor. Reconoció que encargaba sus poesías a otra persona. Eran unas cartas preciosas, no obstante saber que no eran suyas me hacían sentir rara. Le comenté que no me gustaba recibirlas... pensé que se enfadaría, ¿ pero sabes que me dijo ? Me contestó "Como desees".

- Ja ja ja... Esa frase es de la princesa prometida. Que romántico.
- Si.. muy romántico. Pero no acababa ahí la cosa.
- Pero siempre hay un "pero", ¿ a que sí Berta ?

Berta remueve nerviosa su Te con la cucharilla mientras devuelve una mirada aquiescente a su amiga.

A los dos meses comenzamos a vivir juntos en su casa. Todas las noches sin excepción me depositaba una rosa roja en la almohada de la cama con un pequeño sobre. En el interior del sobre siempre la misma frase.
"Te quiero más que ayer pero menos que mañana."
Al principio no le dije nada aunque soy alérgica a las flores. Pero un día tuvimos nuestra primera discusión.... No, perdona Mercè, rectifico esta última frase. Tuve mi primera discusión con él. El nunca discutía. Yo me enfadaba, chillaba toda mi frustación, toda mi ira a su estúpida cara bobalicona con esa sonrisa tan grande y esa mirada tan penetrante que lanzaba a mis ojos. El simplemente dejaba que acabará mi retahíla y me soltaba "Como desees".

Arggg... Te lo juro Mercè, acabé odiando la película la Princesa Prometida.

- ¿ Dejó de ponerte rosas ?
- ¡ Si y no !
- ¿ Como es posible eso ?

Me seguía poniendo rosas. Pero eran rosas de papel que compraba por internet. Sé que compraba tres docenas a principios de mes porque compartíamos la cuenta del banco. Y deduje que las guardaba en algún lugar de la casa. Pero nunca encontré ese lugar secreto de las rosas de papel. Eso me empezó a dar un poco de miedo.

Te lo juro. Era horrible. Nunca dejaba de mostrarse cariñoso. Siempre atento. Anhelante de cada uno de mis deseos. Quizás te pueda parecer idílico, el hombre perfecto. Pero era desquiciante. Cocinaba bien. Trataba bien a los vecinos. Educado en trato y formas con todos. Mi familia lo adoraba. Incluso en la cama no era malo. Lastima que nunca quisiera salirse de las dos posturas conocidas como "posturas románticas", porque según el las demás eran "posturas sexuales no románticas". Un auténtico muermo de tío.

- Bueno..., ¿ lo dejaste por el sexo ? Es normal.
- No. Eso hubiera podido ser soportable.
- ¿ Que pasó ?

Yo me estaba angustiando mortalmente. Era tan perfecto. Tan sumiso. Tan enamoradizo de mi persona. Me asfixiaba. Me ahogaba. Me enviaba más de 30 mensajes por el móvil cada día. Todos mensajes de amor. Jamas sabré donde recopilaba tantas y tantas frases de amor. En muchas ocasiones tenía que desconectar mi móvil para no volverme loca con sus llamadas. La idea de separarme de él comenzó a brotar en mis pensamientos.

Berta realiza una parada. Mira embelesada a la cristalera de la cafetería, mientras Mercè sigue atentamente su mirada intentado adivinar los pensamientos de su amiga a la que hacia tanto tiempo que no veía.

Ya llevábamos dos años. Un día fuimos a cenar. Y al final de la cena, mientras se levantaba para retirar mi silla y pasarme el abrigo. Le chillé que se sentase.
"Como desees". Me soltó. No pude más. Aquella misma noche le dije que lo dejábamos. Que me iba a casa de mis padres a dormir. Y que durante la semana siguiente ya volvería a casa a por mis cosas.

- ¿ Y sabes el muy hijo de la grandísima puta lo que me soltó ?
- A ver si lo adivino Berta... ¿ Como desees ?
- No. Por primera vez no me soltó esa frase de mierda. Me dijo "Tardé una hora en conocerte y solo un día en enamorarme, pero me llevará toda una vida olvidarte."

No le pegué un guantazo de milagro. Me puse a llorar histérica. Insistió caballerosamente en acompañarme a casa de mis padres en su coche. Ya más tranquila le dije que no. Que prefería ir en Taxi.

- Vaya historia más desquiciante Berta.
- Pero ahí no acaba todo Mercè. Todo esto no fue lo peor.
- Por favor, no me asustes, ¿ que puede ser peor que este neurasténico del amor ?

Cuando volví a casa con mis padres los primeros días no decían gran cosa. Pero me miraban como a un bicho raro. Al principio no entendí su actitud. Pero entonces mi madre, un día, me dijo que estaba loca si dejaba a un hombre tan romántico y cariñoso. ¿ Que sabían ellos ? ¿ Acaso habían vivido con el ? Seguro que se volverían locos a su lado. Es imposible nadar en un mar de amor eterno, te acabas ahogando. Hasta mi padre, normalmente en eterna discusión con mi madre, se puso de acuerdo con ella.
Cuando fui a hablar con mi hermano y mi hermana, siempre más comprensivos conmigo, reconocí por sus frases que me tildaban de loca. Toda mi familia estaba de su lado. Y la verdad, es que todos mis argumentos, todas mis explicaciones, caían en saco roto. Aquel imbécil era el hombre perfecto. Por suerte mi abuela se puso de mi lado. Me dijo que debía seguir lo que me dictara mi corazón.

Después de la última frase de Berta las dos amigas se quedan mirando fijamente sus respectivas tazas. El silencio pugna por ser roto, y Mercè es la primera en despedazarlo.

- Que duro. Lo siento amiga. Nunca me contabas nada. Eras tan hermética. Incluso cuando te invité a Alemania, justo recién separada, nunca quisiste hablar de esto.
- Es cierto. Me ha costado mucho tiempo olvidarme de él. Además, hasta hace poco seguía enviándome cartas el día 25 de cada mes.
- No jodas. ¿ Porqué el 25 ?
- Es el número del día en que nos conocimos. Y esas cartas siempre acababan con el mismo epitafio. "Cuando el amor no es locura , no es amor".
- Menudo papelón.
- Si, pero pasaron 25 meses y las cartas un buen día dejaron de llegar.
- ¡ Que coincidencia ! ¿ verdad ?

No creo que fuera coincidencia. Faltaban un par de semanas para nuestro aniversario. Y justo el día 25 del mes en que nos conocimos me llegó una extraña carta. No llevaba remitente. Por fuera no parecía suya, entonces la abrí, y la frase que se escampaba a sus anchas por la hoja en blanco, poseía su toque. Deduje que era de él.

"Un enfermo terminal enamorado es como una flor en invierno."

- ¿ Era de él ? ¿ Estaba enfermo ?
- Jamás lo sabré... no he vuelto a recibir una carta suya .
- ¿ Esta ... muerto ?
- No lo se, ni me importa. La angustia de no saber si quizás algún día me llegue otra carta de amor suya, y que quizás no pueda dormir por las noches pensando en su inacabable amor que yo jamas pude ni supe corresponder... Eso amiga, es una locura, una auténtica locura en la vida de cualquiera. Amiga mia, el amor me desbordó. Ya no quiero hombres románticos en mi vida. Los detesto.

Mercè se queda callada sin saber que contestar. Berta saca un libro de su bolso.

- Como casi nadie me entiende, me animé a escribir un libro con mis vivencias. Quizás de esta manera la gente pueda entender mis motivaciones, ¿ quieres verlo ? ¡ Te he traído una copia para regalártelo !
- Me encantaría Berta, ¿ me lo das ?

Mercè observa la asquerosa portada de Empalagosón de Empalagosolandia.

La negatividad os hará libres.

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

viernes, 4 de julio de 2014


Los amigos de UTLA , la compañía de teatro Tobogán, nos han invitado a ver esta obra de teatro.
Una obra desternillante y descarcajeante de principio a fin, sobre todo cuando apreciéis su parecido notablemente alto con los cuentos clásicos.


Érase una vez, una Caperucita roja que conoció a un Lobito.

Caperucita y Lobito se conocieron una noche de locura desenfrenada en la isla de los perros en el afamadísimo hotel Tobogán de 5 estrellas.

Llevaban tal cocolón etílico encima que empezaron a besarse...

Entre copa y beso, y beso y copa, se dirigieron al ascensor que los conduciría a la última planta del hotel.

Mientras subían en el moderno ascensor a la par que los efectos etílicos disminuían, comenzaron cada uno por separado, a intentar recordar algo que habían olvidado...

Caperucita empezó a preocuparse entre beso y colmillo de lo que no recordaba.

Lobito por su parte, también comenzó entre besos y arañazos, a pensar en ese pequeño detalle vital que se le escapaba.

Y así, entre preocupaciones, colmillos, besos, arañazos y tribulaciones de borrachos calenturientos llegaron a la última planta.

Caperucita y Lobito se acercaron a la cama desnudándose pero con esa inevitable comezón imparable del que ha olvidado algo importante.

Y así, en medio de esa secreta tribulación compartida, se abalanzaron encima de la cama.

Guau-Guau ... un ladrido de perro chafado surgió de entre las sabanas de la cama.

¿ No sabéis quien era el perrito que estaba en esa cama de la última habitación del hotel Tobogán de 5 estrellas ?

Era el perrito Guau-Guaua. Una  gran escritor de renombre que había escrito cuentos muy buenos como "La vaquita que da lechita", "El palomo cojo" y "El pirata metepalo".

Caperucita y Lobito se quedaron mirando fijamente,  después miraron al perrito Guau-Guau que les miraba aún más fijamente a ellos...

Y entonces Guau-Guau preguntó en voz alta y somnolienta:
- ¿ Se puede saber que cojones estáis haciendo ?

Y Lobito recordó de golpe que era homosexual.

Y Caperucita recordó entonces que era lesbiana.

Se separaron bruscamente.

Entonces , así separados, observaron al perrito Guau-Guau que los miraba fijamente.

Y nuevamente el perrito Guau-Guaua volvió a hablar:
- Bien, hermano y hermana, y ahora que estáis más serenos, ¿ podéis quitaros esos estúpidos disfraces y podemos irnos a dormir todos en paz ?


Y colorín colorado este feliz teatro ha acabado.


Gracias a todos los integrantes de la Compañía Tobogán 
por permitirnos reír tan bien y durante tanto rato.

Y gracias sobretodo a vuestro director Juan Carlos por hacer esto posible... 
...y por la invitación, claro esta. ^^

.Mapa.
3, 4, 5 de julio a las 20:00hs
6 de julio a las 18:00hs
Centro Cultural La Bòbila ( PL La Bòbila, 1)
L'Hospitalet - L-5 Can Vidalet
10€ entrada


"Salgo de mi encierro. Veo una luz renuente al final del túnel. Ya no más negatividad, dejaremos los últimos susurros oscuros para quien los quiera leer. Pues ahora solo queda amor".
SBP

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

Leer por email

Histórico entradas

Libros de S. Bonavida Ponce

*Information by Goodreads
Smoking Dead Smoking Dead
reviews: 5
ratings: 6 (avg rating 4.50)

Aquiescencias Aquiescencias (Tomo I)
reviews: 2
ratings: 2 (avg rating 4.00)

Antología letraherida Antología letraherida
ratings: 2 (avg rating 5.00)

Letraheridos: Boletín #1 2018 octubre Letraheridos: Boletín #1 2018 octubre
ratings: 2 (avg rating 5.00)

Antología letraherida: Volumen 2 Antología letraherida: Volumen 2
reviews: 1
ratings: 1 (avg rating 5.00)

Mis lecturas