domingo, 24 de abril de 2016


Troll Sociedad Anónima

Trolear es un arte. Por eso, en Troll S.A. nos ponemos a su disposición para ofrecerle todo un mundo de troleo con distintas modalidades y opciones.
Nuestro clientes pueden siempre optar por troleos de carga positiva o negativa.

Nuestros precios varían en función de sus necesidades y nos complace mostrarle nuestros paquetes básicos.

Paquete 1
5$ - Troleo básico-loco, 1 comentario inconexo, frase al azar.

Paquete 2
10$ - Troleo básico con lectura previa del texto a comentar, 3 comentarios sin correlación entre ellos.

Paquete 3
15$ - Adquisición de Rol, usuario Trol creíble con lectura previa, 4 comentarios guionizados y espaciados en el tiempo

Paquete 4
20$ - Supertrol, adquisición de personalidad propia, lectura previa, 6 comentarios guionizados y espaciados en el tiempo.

Paquete 5
48$ - Menosprecio sin menoscabo (incluye paquetes 1, 2, 3 y 4). Útil para socavar a la competencia.

Paquete 6
59$ - Menosprecio con menoscabo (incluye paquetes 1, 2, 3 y 4). Útil para socavar a la competencia.

Paquete 7
X$ - Paquete personalizado según necesidades del cliente.


Nuestro millón de usuarios nos avalan.

Troll S.A. cumple con la legalidad vigente mundial acerca de insultos contra personas físicas y entidades jurídicas.

Troll S.A. no aceptará ningún encargo que tenga por base actividades terroristas, racistas o prácticas sexuales prohibidas en el país anfitrión del host donde se alojen nuestros comentarios.

Bajo algunas circunstancias, Troll S.A.  si acepta encargos sexuales y/o criticas envueltas en marcos políticos, en aquellos países donde estas prácticas si estén reguladas.

Los comentarios positivos ensalzaran las virtudes del objeto a tratar: ya sea este página web, artículo, usuario o persona.

Los comentarios negativos realzaran los defectos del objeto a tratar: ya sea este página web, artículo, usuario o persona.

Nuestras críticas con menoscabo o nuestros comentarios negativos siempre son escritos con educación y jamás recurrimos al insulto. Las palabras son escogidas con un buen sentido crítico y a tenor de las leyes mundiales y especificas de cada país.


Troll S.A.

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

lunes, 18 de abril de 2016


—Lo siento, vida. La violé.

—¿Qué? Espera. Cariño, ¿Me puedes repetir?

—Sí, violé a Sorën. Quería violarla, y lo hice. Era morboso.

—Continua cariño.

—Después pensé en matarla, pero... no pude.

—¿Por qué?

—No podía, me bloqueé. Pensé, «yo no puedo estar haciendo esto. No estaría bien». ¿Qué opinas?

—Debes matarla. No lo dudes.

—Pero...

—Matar a alguien es el clímax, te lo digo por experiencia. Debes hacerlo. Somos personas y nos cuesta, pero lo más difícil es la primera. Aunque pienso que podrías acabar con ella entre grandes tormentos.

—No sé, déjame que me lo piense. La violación, cuando pensaba en ello, se me removían las tripas.

—Claro, cariño. Tómate tu tiempo. Uno debe acostumbrase a estas cosas, para evolucionar, digo. ¿Me entiendes, no?

—Sí, claro, lo entiendo, pero no deja de ser complicado.

—Nadie dijo que fuera fácil. ¿Por cierto..?

—Sí, ¿vida?

—¿Decidiste ya el título?

—Sí. «Los extraños asesinos» no me acababa de convencer, así que decidí «No eran sádicos».

—Es mejorable, pero me gusta. Te quiero cariño. Hablamos en otro momento, debo marchar a trabajar.

—Claro vida, muchos besos, que vaya bien el día.

—Besos.

—Besos.

«No eran sádicos...eran escritores».


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

lunes, 11 de abril de 2016


—¿Kabalgamos? —una voz de marcada pronunciación germánica resuena detrás de mí.

«Otra vez el dichoso caballo».

Esta vez pienso darme la vuelta y no dar nada por supuesto. En este ascensor suceden cosas muy extrañas.

Al girarme veo delante de mí a tres chicos, el primero de pelo rubio y de una robustez considerable, es el perfecto estereotipo germano promovido por las películas. El segundo de ellos, es pelirrojo con pecas a juego por toda la cara. El ultimo es pequeñito y moreno, no parece extranjero. Cada uno porta con cariño y en posición vertical una tabla de surf. El ascensor destila cierta fragancia de arena, océanos lejanos y espuma.

—Klaro, aquí se kabalga bien —afirma el más robusto.

El tercer chico, el pequeñito, sólo asiente agarrando por la cintura a su blanca tabla de surf, como si de una chica se tratase.

—Seremos famosos. Como Polakov —afirma el pelirrojo con una gran sonrisa en el rostro. Las pecas dan la sensación de expandirse por todo el rostro.
—Sí, klaro —enfatiza aquiescentemente el fuertote.

El ascensor llega a la andana. Al parecer, dejando de lado la extrañeza de las tablas de surf, hoy no hay mucha historia que contar.

El metro llega puntual a su cita. Entro en el último vagón. «¿Dónde se han metido los tres surfistas? Estaban justo aquí». Ahora ya nos los veo.

Se escuchan los pitidos del vehículo. Las puertas se cierran automáticamente. Entonces los veo.

Los tres surfistas están agarrados en la parte exterior del vagón.

—Tube Riding.
—Tube Riding.
—Tube Riding.

Comienzan a chillar al unísono.

«Se han vuelto locos».

—Por Polakov.
—Yehaaaaa.
—Anastasia, te quiero.

El metro comienza la aceleración y el oscuro túnel nos engulle inicialmente a poca velocidad. La visibilidad exterior es casi nula, aprecio no obstante la blancura de las tablas de surf. Los escucho repetir eufóricos, «Tube Riding». El exterior es cada vez más oscuro, ya únicamente les escucho aullar.

Y en un momento, en el punto de más oscuridad del trayecto dejan de escucharse.

«¿Los he soñado o realmente existieron? ¿Mi barrio me está volviendo loco?»


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

lunes, 4 de abril de 2016



«La magia del relato está en los números».
UTLA




Érase una vez un número negativo,

-1 era un número negativo muy solitario. Trabajaba en una gran empresa, Pizarra S.A., dedicada al estudio de problemas algebraicos complejos. Cada día marchaba de casa al trabajo, y cada noche volvía del trabajo a casa, en una serie de pasos conocidos y monótonos.

Un día, en una conferencia sobre cuaterniones, conoció a una 7. Era ella un número entero de bella figura, palo esbelto, sombrero elegante, y le atrajo mucho.

Aprovechando su disposición natural a conjugar con dicho número, pues ambos eran primos, o al menos eso creía él, se le acercó tímidamente pero con decisión.

«¿Sumamos?», le preguntó galante -1 a aquella preciosidad de número.

Ella accedió risueña, sin embargo, mientras sumaban en una pequeña pizarra, -1 comprobó que aquello no resultaría. 7 lo anulaba como número, pues la suma de ambos era excesivamente positiva, y más de 2 son compañía.

Unos nanosegundos más tarde, -1 conoció a un -6.22, él era un número educado y distinguido, por la compañía de sus 2 mayordomos asumió alguna clase de afiliación a los números reales. -6 despidió a sus dos comparsas e invitó a visitar su pantalla de plasma a -1. Aquel lugar estaba repleto de exquisitas demostraciones y suntuosas fórmulas.

«¿Sumamos?», preguntó en aquella ocasión el -6, mostrándose descaradamente natural.

-1 accedió gustoso, pero descubrió contrariado el posible final de tanta suma negativa, un desastroso -7. Aquello lo aturrulló por completo, ya que el resultado le recordó a su desastrosa sumatoria anterior.

«Pues de multiplicar, ¿¡ni hablamos!?», se despidió estúpidamente -6 mientras -1 partía raudo a su casa.

-1 quería una sumatoria satisfactoria, desde pequeño había soñado con ella. Y recordaba alegre, como Papa 1 y Mama -2 le habían cobijado con ternura y amor.

Admiraba a Papa, pues él, aun uniéndose en una sumatoria negativa había superado todas las demostraciones para poder sumar en paz. Así, él estaba decidido a aprender de su Papa y a aceptar aquel hecho, pues algo de positividad debería haber adquirido de su progenitor.

Y apareció un día, sin demostraciones ni formulas previas, otro -1 en su vida, un símbolo de idéntica abstracción.

Se observaron detenidamente la base.

«¿Sumamos?», preguntó nuestro -1 a su homónimo.

«¡Mejor multiplicamos», respondió el homónimo, «que sumar se me da mal!».

Y según postula el refranero matemático: «No hay negativo, que negativo no quite».

Y efectivamente, multiplicar les fue mucho mejor, de la multiplicación salió una bella demostración que culminó en un pequeño 1 positivo.


Esto es verdad y no miento, y como me lo contaron os lo cuento.

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

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