lunes, 4 de abril de 2016



«La magia del relato está en los números».
UTLA




Érase una vez un número negativo,

-1 era un número negativo muy solitario. Trabajaba en una gran empresa, Pizarra S.A., dedicada al estudio de problemas algebraicos complejos. Cada día marchaba de casa al trabajo, y cada noche volvía del trabajo a casa, en una serie de pasos conocidos y monótonos.

Un día, en una conferencia sobre cuaterniones, conoció a una 7. Era ella un número entero de bella figura, palo esbelto, sombrero elegante, y le atrajo mucho.

Aprovechando su disposición natural a conjugar con dicho número, pues ambos eran primos, o al menos eso creía él, se le acercó tímidamente pero con decisión.

«¿Sumamos?», le preguntó galante -1 a aquella preciosidad de número.

Ella accedió risueña, sin embargo, mientras sumaban en una pequeña pizarra, -1 comprobó que aquello no resultaría. 7 lo anulaba como número, pues la suma de ambos era excesivamente positiva, y más de 2 son compañía.

Unos nanosegundos más tarde, -1 conoció a un -6.22, él era un número educado y distinguido, por la compañía de sus 2 mayordomos asumió alguna clase de afiliación a los números reales. -6 despidió a sus dos comparsas e invitó a visitar su pantalla de plasma a -1. Aquel lugar estaba repleto de exquisitas demostraciones y suntuosas fórmulas.

«¿Sumamos?», preguntó en aquella ocasión el -6, mostrándose descaradamente natural.

-1 accedió gustoso, pero descubrió contrariado el posible final de tanta suma negativa, un desastroso -7. Aquello lo aturrulló por completo, ya que el resultado le recordó a su desastrosa sumatoria anterior.

«Pues de multiplicar, ¿¡ni hablamos!?», se despidió estúpidamente -6 mientras -1 partía raudo a su casa.

-1 quería una sumatoria satisfactoria, desde pequeño había soñado con ella. Y recordaba alegre, como Papa 1 y Mama -2 le habían cobijado con ternura y amor.

Admiraba a Papa, pues él, aun uniéndose en una sumatoria negativa había superado todas las demostraciones para poder sumar en paz. Así, él estaba decidido a aprender de su Papa y a aceptar aquel hecho, pues algo de positividad debería haber adquirido de su progenitor.

Y apareció un día, sin demostraciones ni formulas previas, otro -1 en su vida, un símbolo de idéntica abstracción.

Se observaron detenidamente la base.

«¿Sumamos?», preguntó nuestro -1 a su homónimo.

«¡Mejor multiplicamos», respondió el homónimo, «que sumar se me da mal!».

Y según postula el refranero matemático: «No hay negativo, que negativo no quite».

Y efectivamente, multiplicar les fue mucho mejor, de la multiplicación salió una bella demostración que culminó en un pequeño 1 positivo.


Esto es verdad y no miento, y como me lo contaron os lo cuento.

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

5 comentarios:

  1. hola! que bello cuento. tiene musicalidad en las palabras. me encanto. tu blog es preciosisimo! te felicito.

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  2. hola! que bello cuento. tiene musicalidad en las palabras. me encanto. tu blog es preciosisimo! te felicito.

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  3. Un relato fresco y original, con un claro mensaje de amor y esperanza. Cómo maquina tu mente estas historias es algo realmente sorprendente.
    Saludos.

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  4. Como siempre tienes buenas historias cada dia me sorprendes mas. Un saludo.

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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