domingo, 30 de julio de 2017

«Juan Pablo, brillante organizador del meetup literario al que estoy inscrito, nos conjuró con esta frase: "Ahora que no estás". La consigna elegida debía ser nuestra musa para el encuentro del día 29 de Julio de 2017. ¿Lo sería?».

    Ahora que no estás, me encuentro feliz.
    Treinta y cinco años de calvario a tu lado, ¿cómo pude soportarlos?
    Durante todo este tiempo he maldecido el día de nuestra unión, formalizada en aquella rúbrica delante de un notario, que certificó el "sí, quiero" burocrático. Y firmé. Estúpido de mí, firmé.
    Estos años de vacío, de anodino hastío, sin vacaciones, sin vida social, con la única preocupación de velar por ti, solo porque tú, con tu pesada ancla me retenías día a día a tu asqueroso lado.
    Por suerte, adelgazabas más y más cada año. Tu fin se acercaba lento e inexorable. Y yo, con muda alegría, deseaba enterrarte en el más profundo pozo sin nombre. Y ese día, ha llegado, por fin te...


    —Señor Martínez, señor Martínez, ¿se encuentra bien?
    —¡Eh! Sí, sí, claro, solo estaba pensando.
    —Es normal. Estará contento de librarse de ella. Mire, si es tan amable de firmarme aquí, y aquí, podremos dar por liquidada la hipoteca.



Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


viernes, 28 de julio de 2017

«Todos tenemos derecho a escribir. Escritor es quien escribe y ama la escritura. Rellena tu "fuente", vive la vida plenamente»
Algunos preceptos aquiescentes (Aquiescencias Tomo I

Estimados,

Mucha alegría y aquiescencia: Vídeo informativo Aquiescencias Tomo I.

Disculpadnos por no haber podido distribuir videorelato la semana pasada, estuvimos muy ocupados. Sin embargo, valió la pena el esfuerzo.

Tenemos muchas cosas que anunciaros, por favor, pasad a escucharnos. ^^

Abrazos. ^^
«Solo existe el amor»


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


martes, 25 de julio de 2017

«¡Ya estoy mintiendo otra vez! A cada momento bullen las mentiras en mi interior. No puedo evitarlo».


Estimados,

Este audiorelato, «la buena estudianta», está basado en un escrito sobre «Historias de AscensoR» de IGNATIUS B.P.

En él se narran las aventuras y desventuras de una Pippi Lamstrung moderna. ^_^

Esperamos lo disfrutéis.

Abrazos. ^^


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 23 de julio de 2017


«Hablar de la mar, y en ella no entrar. La mar para los peces y ... para los ingleses»


        Habíase un lugar, cercano a la costa, entre Isla tiburón y Punta Chueca...

        —Capitán, los guardacostas nos hacen luces, dicen que nos detengamos.
        —¿Habéis guardado la mercancía?
        —Sí, capitán. Está anclada. Debajo de la quilla. A menos que vengan con buzos, no la descubrirán.
        —Recibámosles con todos los honores.
        El capitán esgrime una gran sonrisa burlesca, sus hombres la copian y la convierten en estúpidas risas contagiosas.


        Son tres. Enormes. Bucean por debajo de las dos embarcaciones. El más grande le guiña un ojo al jefe. Este le responde con un gesto de espera. «No deben apresurarse. Una quilla pertenece a una embarcación guardacostas. Esperarán hasta que se vaya, y entonces... actuarán. Estas son sus aguas y la embarcación no ha pagado el impuesto. Es momento de cobrar. No en vano les llaman la cuadrilla Orca».
        Las burbujas que suben a la superficie podría ser una pista delatora, pero en un mar tan embravecido nadie se percata de ellas.


        —El registro de navegación es correcto y solo transportan una tonelada de atún. Están limpios.
        El teniente observa con detenimiento a los marinos alojados en cubierta. Sonríen con alegría. No se fía de la falsa amabilidad, la gente de mar por lo general es tosca, en cambio estos... ¡Bah! No puede hacer más. Sus hombres no han encontrado nada, tendrá que dejarles hacer ruta.
        —Pueden continuar. Gracias por su colaboración.
../..
        El buque patrullero se aleja por encima de las olas y se pierde detrás de las rocas de la ensenada. Los rufianes ríen en un estallido de alegría.
        —Muchachos, esta noche corro diez rondas completas en el Pulpo Negro.
        Más alegrías, más risas, que durarán poco...


        El jefe realiza un gesto. Un simple guiño del ojo de Willy sirve para que Ulises y Old Tom actúen. Estos comienzan a perforar la quilla del barco. Un tremendo impacto sacude toda la embarcación. La sonrisa de los hombres en cubierta se desvanece rápida.
        —¿Qué demonios...? —Es la única expresión que surge de la boca del capitán.
        La cuadrilla Orca no deja que los hombres siquiera reaccionen. Los golpetazos desestabilizan el equilibrio en cubierta. El boquete ha dañado la embarcación, no lo suficiente para hundirla, pero si para el objetivo que se pretendía con el ataque. La carga de atún se desparrama por el hueco en dirección al fondo de la bahía. Willy, Ulises y Old Tom se dan un atracón con el millar de atunes que se desparraman. Sus enormes colmillos devoran la enorme masa de pescados que surge a raudales.
        «La próxima vez que quieran atravesar nuestras aguas, pagarán».


        Minutos de bamboleo, de fuertes sacudidas, los marinos tirados en cubierta, imposibles de sostenerse en pie ante las sacudidas. El ataque desaparece tan rápido como empezó.
        —¿Estáis todos bien?
        —Capitán. —Es Jimmy que surge de la bodega—. Han perforado la quilla. Hay un boquete inmenso... La mayoría del atún... lo hemos perdido.
        —¿Para cuánto tenemos a flote?
        —Una hora... como mucho.
        —¿Y la mercancía?
        Jimmy niega con la cabeza.
        —Los golpes... rompieron los anclajes... la hemos perdido.
        El capitán maldice, escupe, y golpea con el puño cerrado en la barandilla, mientras, sus ojos resiguen un rastro de espuma blanca en la superficie del mar. Ve a tres enormes orcas alejarse mar adentro. Su piel blanca y negra refleja los destellos de los últimos rayos del sol.
        —¡Malditas, solo querían el pescado!




Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


miércoles, 19 de julio de 2017


«Cada uno tiene su carácter, aunque no lo ejerza»


Estimados,

Audiorelatos: la soledad del número 1.

Es desconocida la historia acerca de la soledad del número 1.

Abrazos. ^^
«Solo existe el amor»


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Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 16 de julio de 2017


«Somos los Borg, bajen sus escudos y rindan sus naves, añadiremos sus características biológicas y tecnológicas a las nuestras. La resistencia es fútil»

        



        Habíase un lugar,
        Procyon.

        En Canis Minoris, el planeta más alejado en la órbita de Procyon, se repetía el eterno drama cósmico de una madre por querer dar de comer a su retoño.
        —¡No guta! ¡No guta!
        El pequeño R’on’Llö apartaba con disgusto la cucharada de comida de en frente de la cara. La gran piedra ovalada, en el centro de la vivienda, contenía la masa viscosa de nenúfares iridiscentes mezclados con especias de jannabis. En aquel recipiente toda la familia introducía su lengua bífida y disfrutaban del sustento familiar. Bueno, toda la familia no, ya que el pequeño J’or’Llön aún no poseía una lengua lo suficiente desarrollada como para alcanzar la sustancia del interior.
        El trabajo de su progenitora, L’aMenT’ea, se veía dificultado por la obstinación de su pequeño de apartar con constancia la comida que ella le acercaba con tanto amor. Los siete ojos de la amantísima madre observaban hartos en distintas direcciones, a saber: dos observando con cariño a su pequeño, uno cerrado descansando la pupila, tres enfurruñados y el último mirando la hora en el reloj holográfico de pared. «Tres horas. Tres horas para darle de comer».
        —R’on’Llö —gritó su madre— si no haces caso, ¡vendrán los Hastaterrestres y te comerán!
        Invocar el nombre de los Hastaterrestres rara vez fallaba. Los siete ojos de la criatura, inmóviles en su contemplación, se quedaron observando a su madre, que le observaba ahora con pena. Pero ya no mostraban terror.
        —Nooooooo... No miedo. No existen Hastaterrestres.
        —¿Cómo que no existen? ¿Quién te ha dicho semejante aberración?
        —Hermana M’aRaian’Na dijo que Hastaterrestres no existen. Dice que invención de madre para dar de comer asco nenúfares.
        «Después tendré unas palabras con mi hija», pensó la pobre madre que comenzaba exudar gotas verdes de pura ansiedad.
        —¿Con qué eso te ha dicho M’aRaian’Na? Ya verás tú sí existen o no.
        En otros tiempos, L’aMenT’ea hubiera levantado su enorme cola reptiliana y le hubiera aplicado un correctivo -sin proporcionarle daño mortal- en toda la cara a su pequeño. Por desgracia, la educación cambiaba a un ritmo alarmante, y la moda en Procyon había modificado aquellas actitudes, que ahora resultaban tan retrógradas. El círculo de ancianos milenarios había sido substituido recientemente por los adoradores de Procy, estos aseguraban que sustituir el daño corporal por un parlamento prolongado creaba Procyonanos más inteligentes, más proclives al discurso y por ende más intelectuales. También poseía un añadido interesante según las nuevas corrientes, los pequeños presentaban menos cicatrices traumáticas, y por ende, el gasto en sanidad Procyonana bajaría mucho.
        L’aMenT’ea subió la cola por instinto pero enseguida la bajo. Su hijo ni se inmutó ante aquel gesto que para él no significaba nada.
        —Ven, señorito, ya verás si existen o no. ¡Te vas a Procyonar vivo!
        La madre, con sus cuatro extremidades, agarró en volandas al pequeño, quien no se quejó y se dirigieron al ático de la vivienda. Allí disponían de toda clase de instrumentos de medición, análisis y otros elementos extraños que no vienen a cuento de ser narrados. Entre aquellos objetos había un catalejo sideral. Un instrumento capaz de observar miles de parsecs a la redonda. Sin soltar a su pequeño, calibró la máquina y enfocó en una dirección concreta del universo. En aquella posición, en una migaja cósmica escupida en medio del espacio, residía un sistema con un pequeño sol anaranjado tipo-G alrededor del cual orbitaban nueve planetas. Con la lengua accionó la función de zoom y la acción produjo un aumento en pantalla. Un planeta que presentaba una gran variedad de colores azules, verdes y cúmulos blancos se presentó en la interface.
        —¡Observa! ¡Observa con detenimiento a los Hastaterrestres! — Y dicho esto sentó a su pequeño en su regazo y le permitió observar con los siete ojos por el catalejo sideral.
        Lo que vio el pequeño R’on’Llö lo dejó aterrado. Un mundo de asqueroso color azul -aquel color le recordaba a los mocos de la monstruosidad de G’odZ’illaz- una tonalidad propia de sus más temidas pesadillas. Después, la madre accionó con habilidad el zoom para que su pequeño pudiera observar aquella raza de seres bípedos, deformes e inadaptados. «¿Solo dos ojos?¿Solo dos manos?». Pero lo que más le asustó fue espiar la ingesta adquirida por aquellos seres bípedos. Comían insectos, lagartos, hormigas... Las formas comestibles le recordaron a su amigo H’orm’igüin de la guardería. El horror transfiguró el rostro del pequeño, quien con sobresalto, apartó los sietes ojos del catalejo sideral.
        —No, ma’mmá. No, ma’mmá. Nene quiere nenúfares. Hastaterrestres malos. Hastaterrestres malos.
        L’aMenT’ea sonrió al fin satisfecha con su lengua bífida.

        —Recuerda, R’on’Llö, si no comes nenúfares... ¡Vendrán los Hastaterrestres y te comerán!


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Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


viernes, 14 de julio de 2017

«Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, que todas las que pueda soñar tu filosofía»

Estimados,

Videorelato: NUTLET, cualquier parecido con Hamlet de William Shakespeare, es cierto. ^^

Además, realizamos un bonito agradecimiento a un montón de seres del mundo virtual.

Abrazos. 👻😎


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Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 9 de julio de 2017

«Surgió una duda de carácter inclusivo en la Academia de Estudios Estúpidos. Se discutía acerca de la decisión de adjetivar a la Muerte: ¿es puta o es puto? ¿Posee género? Nadie ha levantado los faldones de tan execrable ser para corroborar su sexo»

        Los cortantes: «tenemos que hablar»

        Es esa frase muy utilizada por los cortantes. Un eufemismo de gran valor al que recurren esa estirpe maléfica de seres denominados los cortantes. Pequeños, enjutos, oscuros, con miradas lindas que enmascaran una antigua maldad. En el interior de sus dedos esconden pequeñas cuchillas retráctiles que, llegado el momento, extraen con felina voluntad. Las hojas, muy afiladas, las utilizan para rebanar corazones, ojos, orejas y demás despojos epidérmicos en sus víctimas.

        Dice una leyenda, que la Muerte fue una cortante en sus buenos tiempos, después evolucionó hasta el ser que conocemos hoy día...

        Los cortantes no esperan un diálogo, eso ya quedó claro, poseen un discurso preparado de antemano para producir un estado somnífero en su víctima.

        ¡Qué no te puedas defender, estúpido!

        El monólogo lo inician con la ejecución de su autoría, «tenemos que hablar» en el momento en que su víctima no lo espera. Suelen estar sentados de frente, no por valor, ni por misericordia. Les encanta disfrutar con la acuosa mirada del otro antes de destrozarlo.

        La víctima, por norma, no ofrece resistencia. El discurso empezado con la anestesiante frase los deja por norma indefensos. Las cuchillas en los dedos pasan rápidas por el corazón, los ojos y las orejas del incauto desválido. Esos dedos -ahora cuchillas- han sido afilados durante días y, en ese momento, asestan las cuchilladas del ansiado banquete final.

        —Tenemos que hablar —afirma el cortante.

        Pero esa frase es una gran mentira. El cortante no espera hablar. Solo espera cortar.



Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 2 de julio de 2017

«En suma, desde pequeño, mi relación con las palabras, con la escritura, no se diferencia de mi relación con el mundo en general. Yo parezco haber nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas»
Julio Cortázar

        Maldito. Si, como lo estáis leyendo. Maldito Cortázar y toda su estirpe literaria. Nací demasiado tarde, esa ventaja fue aprovechada por el bellaco, que desde su alejado meridiano temporal me robó una creación de mi inventiva. Claro, podríais dispensarlo de tan réproba conducta, aduciendo que su nacimiento fue anterior. Pero no, no es excusa.
        Os explico: hallábame yo disfrutando, por orden imperativa de Panith, de Cronopios y famas, un recopilatorio de relatos de dicho autor, cuando sin previo aviso comencé a leer un relato. 
        ¿Cómo? Pero... si esto lo he escrito yo. Y así era, allí estaba con toda su magnificencia, un relato de mi autoría, en un libro del infame Julio. No era únicamente un cruce de ideas, no vayáis a pensar en esas casualidades coelhísticas del universo, donde los pensamientos de un par de escritores se cruzan originando una misma idea. No, no se trataba de una azarosa causalidad cósmica. Estaba copiado, que digo copiado, calcado palabra por palabra, coma por coma, hasta mi querido asterismo estaba allí...

        Flotando en medio de una línea en blanco, después de tres puntos suspensivos, formando con sus tres estrellas resplandecientes el bello triángulo que le da forma. Mostrando con su presencia la evidente pista del crimen cometido contra la intelectualidad ajena, ¿desde cuándo Cortázar ha utilizado asterismos?
        Leí la narración hasta el final. Esperaba encontrar, quizá en alguna página, un giro o contragiro, que arrastrara al pequeño relato por otros derroteros. Lamentablemente, a medida que avanzaba en mi lectura, al principio con desconcierto, después con exasperación, se iba perpetrando con más alevosía aquel vil plagio.

        Maldito. Pero, ¿quién se cree que es para robarme mi relato?                                   
        Entonces, me adormilé, y habiéndome Cupido serenado del enfado, salí de mi asombroso asombro sin asombro, pues me di cuenta de un singular hecho...


        ¡Cortázar era yo!


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Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


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