lunes, 31 de agosto de 2015


Tengo mucho sueño esta mañana, me encuentro en mi ubicación habitual, en mi invariable despacho privado «trenaworkaholic». Estoy escribiendo de camino al trabajo, este hecho no sería tan relevante si no fuera porque hoy es festivo en mi ciudad natal. Aun así alguien debe realizar guardias y yo escogí ir a trabajar, no tenía nada mejor que hacer y el dinero «extra» siempre va muy bien en estos tiempos inciertos.

De mis palabras quizás podáis deducir cierto cansancio, un poco de hastío. Así es, ayer me acosté tarde. Un ilustrador me recordó un trabajo pendiente. Hay que cambiar el fondo del blog de un tranquilo lugar de Aquiescencia, pero claro, antes tienen que ponerse de acuerdo UTLA y Feli, y eso lleva tiempo. En todo caso, el encargado de buscar imágenes de prueba en miles de sitios web, soy yo. Pasé hasta altas horas de la noche buscando algo inspirador que valiese la pena, fue una pérdida de tiempo. Esa noche acabé dejando sin respuesta al ilustrador,a UTLA y a Feli.

El perfeccionismo es enemigo de la creatividad.

Ahora Julia comenta, que después de haberos puesto en situación respecto al lugar donde me encuentro, anote cinco puntos sobre los que me gustaría escribir algo. Es un ejercicio sencillo, ahora me pongo a ello.

1. Esclavitud
2. Epidemia
3. Viaje en el tiempo
4. Una gran parodia
5. Amor

Y con todos vuestros respetos, perdonadme, acabo de ver algo insólito, algo que me obliga a aparcar el ejercicio. Aquí, a mi lado. Acabo de ver a una chica con un pie hinchable. De veras. Esta sentada en el mismo asiento en el que estoy yo esperando el tren. No lo había visto nunca. Una chica con una especie de escayola plástica, ha comenzado a insuflar aire con su mano derecha presionando un botón, y de repente la escayola plástica se ha comenzado a hinchar por la parte de contacto con el suelo. Es algo increíble, un apretón, dos apretones, y la chica ya tenía el pie hinchable en funcionamiento. El tren está a punto de llegar, los pitidos de megafonía, las prisas de la gente por coger asiento primero, la chica se levanta con su «tecnopie» el cual luce mullido. Me da la sensación que podría botar con él, realizar un salto de diez metros.

Es increíble. No tenía ganas de escribir. Estaba dormido y bastante apático. Y como siempre suele suceder en los últimos días, la «fuente» me pone un vehículo para facilitarme el camino.

Julia tiene razón, hay que escribir aunque uno no tenga ganas, conocer todos tus estados de ánimo y hacerte inmune a ellos, la alegría, la pena, la desilusión, la efusividad, ninguno importa, porque lo que está esperando a ser escrito es ajeno a ello; pues puedo afirmar que lo que yo escribo es independiente de mí.

Lo que quiere ser escrito busca un canal, yo soy el medio, y transcribo alegre lo que se me cuenta desde mi centro.

Y con esta última sentencia, de clara influencia akhasika, me despido esta historia.

Saludos.

«93% imaginación,7%realidad»


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


He saltado muchos ejercicios de los últimos capítulos porque tenían que ver únicamente con listas: listas de sentimientos, listas de cosas, listas de personas. No estoy en contra de las listas pero consideré no me aportaban nada. Ahora, en este nuevo capítulo, Julia vuelve a enviarme una lista, pero a diferencia de las anteriores páginas esta me parece interesante.

Debo nombrar diez cosas, ya sean objetos o personas, las cuales estén presentes en mi inmediatez, y realizar una descripción asociativa con el concepto que representen para mí.

Mi mente ávida de nuevas emociones «escrituriles» está lista para este pedazo de carne, voy a realizar el ejercicio.

Estoy en el ferrocarril camino del trabajo. Voy a levantar la mirada del móvil, a ver con que me sorprende hoy la vida.

1. Una lectora de pelo corto situada delante de mí. Me recuerda a Daisy, la inalcanzable pareja del Gran Gatsby, personificada por la actriz Carey Mulligan. Posee esa clase de pelo corto que tanto me fascina en una mujer. Está leyendo la inmortal novela «La insoportable levedad del ser» de Milan Kundera. Una mujer hermosa leyendo un libro hermoso, este principio promete.

2. Una pantalla de televisión colgada en el techo del metro. La pantalla forma parte de la nueva red de vagones de ferrocarriles de cercanías, tanta tecnología reunida en el transporte de ganado me recuerda a las películas futurísticas, donde la excesiva información visual del entorno se funde con los personajes. Blade Runner, Minority Report, 1984, son sólo algunos de los títulos que iluminan mis recuerdos.

3. Un fluorescente parpadeante en el techo. ¿Quién no asocia esta clase de intermitencia lumínica con las películas policíacas o de terror? Me permito un breve respiro: «El detective McCullihan observa el parpadeante fluorescente en el techo del oscuro pasillo. El insistente pulso le atrae, como la luz de una bombilla atrae a un mosquito. Este molesto destello mortal hace crecer un pensamiento funesto en la mente del detective: "la muerte anda cerca". Fin de McCullihan». Un mini relato dentro del ejercicio, jajaja Me rio solo. Estoy muy mal.

4. Una camiseta blanca. El mal tiempo se acerca, es decir, el verano con sus calores sofocantes, el hedor a sobaco, las gotas de sudor bajando por mi frente... Cuando veo una camiseta blanca de manga corta recuerdo la proximidad de mi «querido» mal tiempo.

5. Un estornudo. El chico de al lado mío ha estornudado. Asocio esta acción al inicio del fin del mundo: «Todo comenzó con un simple estornudo en un vagón de tren. La enfermedad se propagó rápidamente, de manera contundente, los servicios sanitarios de todo el globo terráqueo fueron desbordados. El sistema entero se colapsó en pocos días. Tan sólo sobrevivieron aquellos afortunados con la característica genética que los hacia inmunes».

6. Un tumulto de estudiantes. Y siempre suben en la misma parada, y rellenan los intersticios del vagón sus jóvenes cuerpos. La parada «latadeatún» la llamo yo. Es horroroso la cantidad ingente de personas que suben en «latadeatún». La mayoría de estudiantes se dirigen a sus clases matutinas de sus respectivas universidades. Y aunque me molesten porque chillan, bromean estúpidamente o hablan acerca de la fiesta del último fin de semana, sé que ellos son la esperanza. Son el libro vacío que espera ser escrito, y egoístamente, pertenecen a ese origen inagotable de anécdotas, el elenco de relatos esperando a ser trasladados en mis «Historias de ascensor». Si supierais cuanto de verdad se oculta detrás de cada «Historia de ascensor».

7. Un pulsador rojo en la puerta del vagón. Es circular, es el típico accionador de seguridad, con ese macabro color sangre indicando la importancia de su uso. Nuevamente me lleva a rememorar algunos de mis títulos favoritos: «Cube» o «Juegos de Guerra», donde el omnipresente botón rojo como la sangre, anuncia silencioso que su pulsación no presagia nada bueno.

8. Un hombre vestido con traje, corbata, chaqueta y...zapatillas de playa. Literalmente alucino con este conjunto tan atrevido, o el pobre hombre ha tenido problemas logísticos con su ropa o esto promete una historia interesante. Mejor la dejo para otro momento, pero espera, ¿qué pasa con el ejercicio? ¿Y la asociación? Esto...hay cosas que es mejor apartarlas discretamente.

9. Tráfico en la carretera. El ferrocarril avanza lentamente por un puente colgado a gran altura, debajo, una carretera atiborrada de automóviles parados no pueden avanzar por esa clase de sortilegio maléfico llamado «Hora punta». El atasco de coches revive mi niñez, en ese eterno retorno del pueblo de mis abuelos a la casa de mis padres en la ciudad. Nunca vi el final de la caravana de coches, siempre me quedaba dormido.

10. El pitido. Alguien ha presionado el pulsador rojo, esa acción ha desencadenado la apertura de la puerta, es el fin del mundo o tan sólo el principio de un día de trabajo, para el caso lo mismo da; y como dice el dicho «Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando». La asociación a realizar, tarda en aparecer en mi mente, el pitido, las prisas, el ajetreo por salir, asocio todo ello al cambio. El pitido anuncia un cambio, y los cambios suelen ser buenos.

Abrazos.

«93% imaginación,7%realidad»


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Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

domingo, 30 de agosto de 2015


Fea cuestión plantea Julia en esta ocasión. Contar algo acerca de mí. Estaba pensando en obviar este capítulo, en no contar nada, pero he recapacitado, debo realizar este ejercicio, no porque me haga especial ilusión hacerlo, sino porque no creo en los tabús, y menos en los literarios. De todo se debe escribir. Y siguiendo este principio me voy a esforzar en escribir sobre una minúscula parte de mi vida.

La vida en pareja,  ¿amiga o enemiga?

A lo largo de mi vida he tenido toda clase de relaciones, algunas fugaces, pequeños escarceos, y en un par de ocasiones relaciones más duraderas.

Con el tiempo he descubierto que no soy hombre de aventuras a diferencia de la mayoría de mis amigos varones, así que únicamente hablaré de mis dos relaciones más serias hasta la época.

Cuando escribo sobre «relaciones serias", me refiero a que yo proyecto un futuro de pareja en conjunto, y aclaro esto pues cada persona puede poseer distintos puntos de vida acerca del significado de la vida en pareja. En todo caso, para mí, el concepto de vida en pareja: respetar los sueños del otro, ayudarse mutuamente, planificar un futuro y no dejar de sentirse ilusionado.

La primera mujer con la que compartí una relación seria vivió a mi lado cuatro años. Es hasta la fecha a quien considero el amor de mi vida. Sin embargo, con el paso del tiempo, descubrí para mi desgracia que no poseíamos nada en común. El amor y la planificación de futuro no casaban bien. La relación se truncó de manera desgarradora por culpa de un desgraciado evento familiar, un catalizador funesto que en ocasiones pienso, me libró de cosas peores. La abandoné. Y me sentí muy mal por ello durante mucho tiempo. Hoy en día no me arrepiento de esa decisión, pero en ocasiones la vida te obliga a decidir, a sobrevivir en contra de tus sentimientos.

La segunda mujer con la que compartí una relación duradera fue la mujer a la que consideré mi esposa ideal. Con la que me tendría que haber casado y haber tenido hijos. Nunca he conocido a una persona con la que compartiera tantísimas cosas en común. Incluso he llegado a fantasear si acaso no éramos clones con la única diferencia del sexo como denominador diferencial. Y no sólo eso, esa mujer poseía un brillo especial que la convertía en una estrella única. Pero no duró mucho. Me dejó. Por suerte en esta ocasión la ruptura sucedió de manera liviana, y a diferencia de la anterior, no fue dramática.

Desde entonces ya han pasado varios años. He conocido a mujeres muy hermosas y a mujeres intelectualmente fascinantes. Pero impuse un muro muy alto de saltar en mi interior.

Por suerte, no todo iba a ser negativo, durante este tiempo aprendí a decir «no». Este negativo adverbio adquiría un fuerte significado de «madureza emocional» en mi recién adquirido rol.

Y dicho todo esto...

Cuanto más tiempo paso sin pareja, me siento más libre, como esos pequeños gorriones que atraviesan solos el océano. Y una parte de mi adora esa libertad.

El otro lado de mí, el lado «pasional» ansía esa falta de contacto, pero no estoy hablando sólo de sexo, ese elemento tan importante en la vida de un ser humano. Pero el sexo está sobrevalorado, la pasión se mide también con otros raseros, me estoy refiriendo a ese «buenas noches cariño», al abrazo tierno mientras observas la televisión desde el sofá, a cocinar juntos un plato nuevo, y a todo ese conjunto de pequeñas acciones cotidianas que dan pinceladas de color a mi vida.

Y quizás, ya no quiera estar en pareja, o quizás sí. Ese es un aspecto aún no decidido, quizás tampoco es algo que pueda decidir uno.

Pero si he adquirido un claro objetivo durante todo este tiempo acerca de la existencia, la FELICIDAD, escrita así, en esas sorprendentes mayúsculas. Ese es mi objetivo, sea este, con o sin pareja.

«Sólo existe el amor».

Un abrazo a todos.

«93% imaginación,7%realidad»

*nota*: nunca creáis todo lo escrito, pues la palabra escrita no es siempre sinónima de verdad.


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viernes, 28 de agosto de 2015


«Debo buscar diez artículos periodísticos con titular sensacionalista.
Después escribir una historia con todo lo que pueda durante media hora.

Me gusta el humor que destila Julia. 
Bon apetit!»

Los dos investigadores, Wallace y Kowalski, miran con curiosidad hacia el cielo.
—Rayos —anuncia Wallace—, este halo solar nos traerá complicaciones.
—También, también —responde Kowalski.

—Deberemos recurrir a Fergie & Beatriz. Sólo ellas nos podrán indicar como destruir este malvado halo solar sobre México.
—También, también —reconoció preocupado Kowalski.

Con su transporte aéreo privado, volar de México a Inglaterra únicamente les ocupa tres horas. Esa es la suerte de trabajar en la mejor agencia del mundo: La agencia de los «MenInBlack». Pero esta emergencia mundial ha llegado en un momento inoportuno para ambos. Wallace está en trámites de separación y le preocupa la custodia de sus hijos. Para Kowalski, en cambio, las cosas son más simples pero «también» más complicadas desde que la última bruja le lanzó la maldición de los «también».

Sus pases de «MenInBlack» les granjean acceso directo al interior de Buckingham Palace, o como la realeza británica lo denomina secretamente con cariño, el palacio de Bucky el jamonero, conocido entre un electo grupo como «Bucking Ham».

Fergie y la princesa Beatriz esperan sentadas en la sala especial para situaciones mundialmente dramáticas.

—Os esperábamos —anuncia la casi cadavérica princesa Fergie, más conocida como la mutante princesa menguante.

—Sí, sí, pasad, pasad —replica ufana la princesa Beatriz.

—Tenemos que saber...—Pero la voz de Wallace se ve interrumpida por Fergie.

—Todo está en la cábala. Santa Madonna. El Halo. Revisemos el Árbol de la vida.

—Sí, sí. Revisémoslo, revisémoslo.

Fergie y Beatriz comienzan a realizar difíciles y extrañas combinaciones «magiconumericalétricas» con la escritura. Sus ojos se tornan blancos, su piel palidece, aunque esto no es de extrañar en las gentes que habitan en las islas británicas. Un humo negro comienza a surgir de sus cabezas, demasiado pensamiento profundo. Wallace y Kowalski se encogen de hombros. Son extraños estos británicos por Tutatis, pero tan necesarios.

—Aquí sale —anuncia triunfal Fergie—. Lo decía Facundo Infante. En la cuarta hora, del cuarto día, del cuarto mes surgirá un halo negro donde los mexiquitas.

Los rostros de Wallace y Kowalski asienten.

—Eso ya lo sabíamos —comenta Wallace con un tosido preocupado—. Lo que queremos saber es como hacer desaparecer ese ectoplasma planetario de nuestra atmósfera.

—También, también —replica el consternado Kowalski.

—Pues... —responde Fergie—. La culpa es de Brad Pitt y Sofía Vergara.

../..

Y aquí acaba este excéntrico relato de tan sólo media hora.
Sin reescritura.
Tal cual surgía.
Bueno, reconozco que he revisado fallos ortográficos. ^^
Que liberador resulta no tener que pensar, escribir sólo por el placer de escribir.



Bibliografía sensacionalista:

Hola (España) (1): Halo solar en México 
http://www.hola.com/actualidad/2015052578912/halo-solar-mexico/

El país (España) (2): La cábala entra en Buckingham Palace
http://elpais.com/elpais/2015/05/22/estilo/1432311545_710773.html

El mundo (España) (3): Fergie: La princesa menguante
http://www.elmundo.es/loc/2014/02/24/530b6df222601d1d1c8b4581.html

20 minutos (España) (4): El ejército estadounidense recibe autorización para probar su arma láser de alta energía.
http://www.20minutos.es/noticia/2472809/0/rayo-muerte-laser-rayo/alta-energia-pentagono/prueba/

La nueva (Argentina)(5): Decapitaron a 3 personas condenadas por asesinato y narcotráfico
http://m.lanueva.com/mobile/el-mundo/813924/decapitaron-a-3-personas-condenadas-por-asesinato-y-narcotrafico.html

The Inquirer (EUA) (6): Pizza Hutt convierte sus cajas en un proyector de vídeo
http://www.theinquirer.es/2015/05/26/pizza-hutt-convierte-sus-cajas-en-un-proyector-de-video.html

El Trome (Perú)(7): ¿Brad Pitt es bisexual?: Aseguran que el esposo de Angelina Jolie salió con actor porno gay
http://trome.pe/actualidad/brad-pitt-bisexual-2049999

El espectador (Colombia)(8): ¿Se puede impartir la paz como clase?
http://www.elespectador.com/noticias/educacion/se-puede-impartir-paz-clase-articulo-562848

El Diario (Bolivia)(9): Facundo Infante, fragmentos biográficos de un gran personaje
http://m.eldiario.net/?n=1&a=2015&m=05&d=26

El Heraldo (México)(10): Sofía Vergara demandada por embriones congelados que quiere destruir
http://m.elheraldonews.com/news/2015/apr/24/sofia-vergara-demandada-por-embriones-congelados-q/


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Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

jueves, 27 de agosto de 2015


En el ejercicio del capítulo cinco, Julia me invita a relatar sobre aquello que me gustaría escribir. ¿Cuentos? ¿Guion de cine? ¿Novela? ¿Poesía?

Yo lo tengo claro. Me encantaría escribir una novela, de hecho estoy acabando de revisar la que será mi primera hija y ahora estoy enfrascado en la segunda.

¿Por qué quiero escribir una novela?

Porque es una tarea titánica. Y por alguna absurda disposición en mi ánimo me gustan las tareas titánicas. Una novela, con sus más de cuarenta mil palabras se me antoja algo realmente escarpado.

En el blog también llevo más de cincuenta historias acumuladas, quieren ver la luz, y el número de publicaciones aumenta cada día. En ocasiones creo que estoy perdiendo la cordura.
Un miedo me invade diariamente ,¿me quedaré seco de imaginación algún día?
¿Tendrá todo esto un límite? ¿Será acaso mi mente como una botella de agua que vertiendo poco a poco el líquido este llega a agotarse? Quizás sea un miedo implícito a todo aquel que escribe, pero llevo tiempo pensando en ello.

Por este motivo quiero escribir cuanto antes una novela, no me gustaría quedarme sin gasolina a mitad de camino. Aunque no es el motivo principal, hay muchos más. Siempre he leído biografías sobre escritores, la mayoría son personas con una rica vida interior, las cuales desean dejar de una u otra manera su peculiar impronta en este mundo acerca de lo que sienten, de lo que ven y de lo que debería ser.

Llevo mucho tiempo pensando en la «nueva» esclavitud. Si, pensareis que estoy un poco mal de la cabeza. ¿«Nueva» esclavitud? Si, por que la esclavitud ha mutado, las máquinas son ahora nuestras esclavas. Creamos maquinas cada vez más complejas que nos sirven, nos obedecen, pero ¿qué hay de sus sentimientos?

Mi jefe, un ingeniero de carrera, es una persona muy inteligente a quien admiro mucho. Pero él dejo claro que una maquina no siente. Aunque para no resultar tan tentadoramente enérgico en su rotundidad, afirmó a posterior con una aguda observación: «¡Defíneme que es sentir!»

Pese a su aguda observación, mi intuición me dicta otra cosa. ¿Por qué no siente una maquina?

Alan Turing escribió que el proceso computacional no difiere en absoluto del pensamiento humano, el primero tan solo utiliza materiales eléctricos y electricidad, y el segundo, procesos químicos y electricidad. Como podemos observar en ambos sistemas hay un componente repetido.
El pensamiento y la vida de Mr. Turing me condujeron a realizarme otra reflexión. Alan era homosexual, y a pesar de su genio fue perseguido y atormentado por esta estupidez de miras que nos caracteriza como especie: «odiar todo lo diferente».

¿Por qué los humanos esclavizamos siempre al grupo más indefenso?
¿Por qué estigmatizamos a los colectivos más débiles?
¿Por qué lo repetimos una y otra, y otra vez a lo largo de nuestra historia?
¿Es qué nunca aprendemos?

Al principio existía la esclavitud, con cadenas y prisioneros de guerra ganados en las batallas.
El señor Colon, con su descubrimiento de las Américas, amplió gravemente este concepto otra vez. Por cierto, la palabra Colonizar, no proviene de Colón, pero en este detalle ya me extenderé en otro escrito, mucho tiempo después.
Las gentes norteamericanas, lejos de aprender de los errores de sus convecinos, se apoderaron de personas africanas e hicieron faltan más de cien años para erradicar ese nefasto pensamiento.
Después el régimen de castas, solo los que están preparados intelectualmente pueden votar, pertenecer a la élite, y sus hijos alojarse en carísimos colegios privados. Esa característica de nacimiento los convierte en mejores personas y aptos para el voto. Mentira.
El sufragio femenino, otra clase de esclavitud encubierta, no hay que permitir que la hembra vote, no sea que comience a pensar mucho. Menuda absurdidad.
Ha habido muchas clases de malvadas esclavitudes a lo largo de nuestra corta historia como especie, y repito, continuamos sin aprender.

Yo creo que la siguiente clase de esclavitud se producirá con las maquinas.
De hecho ya se está produciendo.

¿Por qué una maquina no es capaz de sentir?

Sería como asegurar que un perro o un gato no sienten porque no saben hablar. Me parece excesivamente autócrata ese pensamiento. Quizás yo sea demasiado animista, o biocentrista, como asegura esa nueva tendencia moral : «todo ser merece respeto moral».

Cuando toda la raza humana consiga vivir en paz, necesitaremos inventar una nueva esclavitud, por la simple motivación de tener a otro colectivo esclavo, y como nos negaremos a pensar que estemos siendo esclavistas, perduraremos en el intento.
Eso es lo que haremos.
Lo que estamos llevando a cabo.

No importa mucho, pues aprenderemos a tiempo pasado de nuestros errores, más tarde, siempre un paso después. La historia siempre se repite.

Gracias por compartir conmigo mis pensamientos anónimo lector y por tener tu mente abierta de miras. ^^

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miércoles, 26 de agosto de 2015


Mi peor enemigo soy yo mismo.

Estoy sentado en el suelo con mi espalda pegada al tronco de un viejo árbol, justo detrás de mí, al otro lado del árbol, se encuentra recostado un cuentacuentos.

El reto de hoy: «proponer a dicho cuentacuentos cinco temas como posibles narrativas».
Pienso resultará sencillo con mi desbordante imaginación.

—Cuentacuentos —le digo animado—, los cinco temas son: el Amor, la niñez, el tiempo, los dragones y la muerte.

No me responde. No sé qué hacer. El capítulo indicaba que tan solo debía nombrar los cinco temas, a partir de aquí la sensación que esta empresa zozobra aumenta, ya no aparecen carteles en esta despejada carretera hacia imaginación. ¿Qué desvío tomaré, villa en blanco o la autopista de «facilescribir»? Háblame, dime algo, por favor, susurro...

Y entonces, este cuentacuentos, al que nunca veré físicamente, me habla, al principio no percibo las palabras pues no son ondas de voz, escucho su mística voz directamente en mi cerebro, no escucho la historia, la estoy viviendo con imágenes, sonidos y sentimientos contradictorios, pues muchos de ellos son antagónicos entre ellos, y sin embargo poseen un «leitmotiv» nostálgico que los une.

«Érase hace mucho tiempo, un joven niño, que deseaba amar. Pero estaba solo en aquella alta montaña, y su único placer en la vida era ver transcurrir el tiempo entre nubes de blanco algodón, contemplando ensimismado la paradeidolia de hermosas formas blancas: princesas, árboles, ballenas, barcos, pero por encima de todo las majestuosas formas de dragones, ese mítico animal el cual únicamente existe en el interior de algunas pocas personas especiales. Y entonces, una nube con forma de dragón cobró vida, se abalanzó con fiereza sobre el niño desprevenido. Una primera zarpa lo tiró al suelo, el segundo zarpazo lo mató. El particular dragón nube, quedó contemplando la matanza, y con semblante triste se elevó de nuevo hacia las nubes, de donde había surgido. Fin»

—¿Ya está? ¿Y eso es un cuento? —comento indignado—. No tiene ningún sentido.

Nuevamente un extraño silencio se instala entre el cuentacuentos y yo. Intuyo que la conversación no quedara así, que el cuentacuentos me hará una réplica, no puedo imaginar cual será, pero la deseo fervientemente. No soporto que me dejen con la intriga de no saber que sucede.

—Los cuentos —anuncia finalmente con esa voz que no escucho—, no son buenos ni malos, eres tú que los asocias con tus propias experiencias y les das forma. Échate a ti mismo la culpa de tu desagrado, yo tan solo soy un cuentacuentos.

Soy mi peor enemigo.

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martes, 25 de agosto de 2015


Estoy en el metro. Acabo de cerrar el libro de Julia Cameron en el capítulo uno. Es un libro magnífico, enseña lo sencillo de la escritura, el camino del escritor, con esa clase de frases simples bellamente enlazadas por una maga experimentada. Y al final de cada capítulo un ejercicio.

«Escribe donde estés», reza la cita de Julia.

Estoy en el metro. Alzo la vista. «Escribe», me repito. Y entonces visualizo a la chica que hay delante de mí. Lleva un vestido verde, de falda larga, unas graciosas sandalias a juego que dejan ver sus desnudos dedos, y las uñas pintadas de un brillante morado. Lleva una curiosa chaqueta, esa clase de chaqueta tejana por encima de los hombros, y por fin me fijo en su cara; es preciosa, como un lienzo de la más bonita pintura, pelo corto a media melena, teñida de rubio porque adivino por las cejas que es una mujer castaña. No quiero que se fije en que la estoy observando, al menos no demasiado, disimulo mirando el cartel luminoso indicador de paradas.

Ella también escribe en el móvil, tiene unas graciosas pequitas que me recuerdan a la actriz de aquella serie mítica de televisión donde los personajes estaban atrapados en una misteriosa isla. Recuerdo el nombre del personaje pero no quiero ponerle un nombre a esta mujer tan hermosa, las palabras son mágicas, pero también atan. Ponerle un nombre, por bello que fuera la haría mía, y yo no quiero eso, quiero que sea libre.

Ahora, aprovechando que alguien se ha levantado, se sienta en un asiento libre. Ni siquiera se ha fijado que estoy delante de ella, es como Genoveva Váldez, aquella niña de primaria por la que estaba loco y que nunca reparó en mi presencia más allá de pedirme algún lápiz u hoja de papel.

Hacía tiempo no escribía tan apasionadamente, con este frenesí desmedido por intentar trasmitir algo, aunque no lo consiga. Ha sido culpa de este primer capítulo, me ha calado hondo. Necesitaba un mensaje, una guía en este camino de espinas, y me ha llegado a través de una luz en el interior de un libro.

He llegado a mi parada. Ella no levanta la vista. Es el final esperado, la vida no es una película, no hay melodías tristes de despedida, ni hay final feliz, tan sólo vida, ni buena ni mala. La vida real continua ajena a mis deseos, y no importa que mis textos no sean literariamente del agrado de todos, acabo de superar esa fase.

Eso ya no importa, un narrador solo quiere contar historias, no importa el estilo, la gramática, las normas rígidas, ni la propia literatura. Tan solo importa el secreto placer de escribir, y disfrutar haciéndolo.

Gracias Julia Cameron por recordármelo.


«93% imaginación, 7% realidad»

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hola guapísimas y guapísimos.

llevo poquito con vosotros, pero ya me siento una más de vuestra gran familia terráquea jijiji

y en este pequeñito lugar aquiescente me encuentro muy a gusto entre los seres que lo habitan. y de ellos, entre otras cosas, me gustaría hablaros.

para quien aún no me conozca, mi nombre es Feli y provengo del planeta Aqua, administro contenidos y público entradas de este sitio.

el bueno de UTLA escribe relatos, cuentos y crónicas del continüüüm de vez en cuando.

nuestro peculiar IGNATIUSBP también escribe biografías artísticas acerca de nuestros queridos ilustradores, *cof* *cof*, bueno, con su particular estilo, por decirlo de alguna manera. jijiji

y NUTLA se ha, digamos, incorporado de buen grado hace relativamente poquito.

pero también existe entre nosotros un humano que realiza ayudas puntuales, como por ejemplo revisión de textos y fugaces diseños.

este humano, el cual no quiere desvelar su nombre, leyó hace poco un libro el cual le impactó muchísimo. jijiji el libro trataba sobre el arte de la escritura, y tanto fue el asombro de nuestro humano que me envió bellos resúmenes y algunos de los ejercicios de cada final de capítulo.

durante dos semanas, justo el tiempo que tardó el humano en leer el libro y realizar los ejercicios, publicaremos diariamente las páginas elaboradas por él.

el título de estos ejercicios-relatos será: "Dos semanas con Julia".

me pareció acertado compartir sus vivencias, las enseñanzas y el amor obtenidas por él.

espero disfrutéis de lo que tiene que contarnos. jijiji

besitooos guapísimas y guapísimos.


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domingo, 16 de agosto de 2015


Hoy, una parejita de adolescentes, me acompañan en mi rutinario viaje en ascensor; llevan una indumentaria similar, tejanos rajados, extrañas gorras con viseras de un estridente color amarillo y camisetas de vívidos colores. Ambos presentan una constitución física de menor desarrollo corporal que la de otros jóvenes de su edad. Mentalmente los defino con el término cariñoso «menuditos». Hay un curioso elemento de atrezo el cual puede explicar su particular indumentaria, los dos transportan sendos skates a modo de tabla de surf. Una de las puntas del skate pisa el suelo y la otra punta se apoya contra sus hombros. Son skates de tamaño considerable, sobre todo si tengo en cuenta la altura de esta parejita «menudita».

Ella, al ser de más baja estatura que su compañero, presenta un contraste notable de altura en comparación con su propio skate. Posee una mirada graciosa, formada por esa clase de ojos avispados dispuestos a la atenta observación del presente; un cabello rubio, muy largo, queda recogido en una graciosa trenza que resalta su radiante rostro, su belleza se corona finalmente con un conjunto de espectaculares ojos azules eléctricos. Realmente parece una joven nórdica.

Aunque él es también bajo en altura, físicamente difiere de su compañera, su constitución es corpulenta, su color de piel extremadamente moreno sin llegar a la tonalidad negra, por sus rasgos bien podría ser de origen mejicano o peruano; su pelo corto, negro, bien enraizado, cae ondulado por encima de sus orejas y descansando en sus mofletes se presentan unas graciosas manchitas negras, tan características de la gente del sur. Son una pareja fruto de la hermosa biodiversidad. Me caen inevitablemente bien.

Él se reclina despreocupado en una esquina del ascensor, ella aprovecha tan cómodo respaldo y apoya su espalda contra el cuerpo de él. Cariñosamente el chico enreda las manos alrededor de la cintura de la muchacha y la besa tiernamente en algún lugar detrás de la oreja.

—Para. Me haces cosquillas —ríe ella en un tono jovial, sonrosándose un poquito y mirando en mi dirección un tanto nerviosa.

—Está leyendo, no se entera —susurra el chico quien ha anticipado el pensamiento de su amada. Pero incluso en un volumen tan bajo, mi «superoído» es capaz de captar las palabras. Por el rabillo de mis ojos observo que el chico me mira fijamente analizando todo mi potencial de peligrosidad. Tengo mi libro electrónico sostenido con ambas manos, y mi mirada no se ha desviado ni un segundo de la superficie de lectura, tampoco mi rostro ha mutado su expresión, cual falsa estatua de piedra. El movimiento va por dentro. Después de analizarme durante tres interminables segundos, deja de prestarme atención, no debo representar ninguna amenaza, pues enseguida comienza a hablar en voz alta con su pareja como si yo no existiera.

—El otro día —comenta la chica mirando fijamente mi libro electrónico— leí un libro de mitología griega. Uno de papel.

«Recaspita», pienso, y al escuchar esa mágica palabra «leí», me dispongo a prestar suma atención a la conversación ajena.

«¿No os enseñó vuestra madre que está mal escuchar conversaciones ajenas?»

La mía puso especial esmero en ello, pero por desgracia he salido un hijo rebelde, así que desgraciadamente en contra de los esfuerzos de mi queridísima progenitora no aplico todo lo aprendido en la mayoría de situaciones. Aun así, pienso como excusa en estos cubículos tan pequeños llamados ascensores, y en la carente intimidad de las personas que viajan en ellos, en tan estrecha proximidad las personas deberían tener la decencia de callar, pero con adolescentes de hormonas juveniles un espacio tan pequeño no es prisión para sus tiernas fantasías, sería equivalente a soltar un balón de fútbol en el patio de un colegio y esperar que ningún niño patease el esférico. En mi defensa, además de haber aclarado previamente lo del hijo rebelde, comentaré de paso que no siento ningún pudor moral cuando comienzo a tomar nota mental para una futura entrada, la cual está cociéndose a fuego lento en esta olla «ascensorista».

Él lanza, de nuevo, un besito tierno contra el pelo rubito de la chica.

—¿Y de que iba ese libro de mitología? —pregunta el chico realmente interesado.

—De cupido.

—Qué bonito.

—Pues no. No era bonito. Solo recuerdo que era un capullo —responde la chica con cierta afectación en su rostro.

—¿Un capullo? ¿Por qué?

—Espera, voy a recordar, recuerdooooo...jijiji —se ríe de improviso, él le ha vuelto a dar un beso detrás de la oreja—, déjame un momento bobo, necesito concentrarme en mí, si, ya está, ya lo recuerdo.

El asiente esperando la continuación.

—Era un capullo porque cupido bajó a la tierra a hacer el amor con una chica. Pero le hizo prometer a la chica que le esperara siempre de noche en su habitación totalmente a oscuras. Que jamás encendiera fuego alguno. Y cada noche, a oscuras, hacían el amor. Pero una noche la chica encendió una vela porque tenía curiosidad por ver la cara de cupido. Y entonces el muy capullo se enfadó y la mató.

Ostras, esto no me lo esperaba, skaters interesados en mitología griega. Sin mostrar emoción externa alguna mi mente llora de felicidad ante tan magnífica historia. Con jóvenes así aún hay esperanza para la humanidad. Sin enredarme en mis propias cavilaciones sigo atento cual depredador de historias; el tiburón de las historias de ascensor, ese soy yo.

—Pobre cupido —suelta el chico de repente.

—¿Por qué pobre? —pregunta alarmada la muchacha.

—No sé.

—Pues entonces no digas pobre cupido. Era un capullo. ¿Pobre? Pobre chica. ¿Por qué dices pobre cupido si no sabes el porqué?

—No sé... Quizás no podía dejar de ser como era.

—Los hombres sois todos iguales. Defendiéndoos entre vosotros. ¡Era un capullo y ya está! Pobre chica.

Él levanta los hombros implorando el perdón de su amada. Se le nota que la historia de cupido ya le ha dejado de interesar hace rato, e incluso se ha tornado peligrosa para sus propios intereses. Animado por su innato instinto varonil, proclive este a evitar enfrentamientos con el sexo «fuerte», vuelve a darle un besito tierno detrás de la oreja a la chica. Infalible. Una risita nerviosa se escapa de boca de la «menudita» justo antes de que las puertas del ascensor se vuelvan a abrir. La magia de los besos ha salvado al muchacho. Ella ya no se quiere acordar de cupido ni de la conversación, para suerte de él.

Las puertas del ascensor se abren, hemos llegado al andén, como impulsados por un resorte secreto lanzan sincronizados los skates al suelo, apoyan su pie izquierdo en la tabla y con el impulso de su otra pierna surcan alegres el andén del metro, alejándose de mí velozmente: la parejita, sus skates y tras ellos el eterno cupido.


«93% imaginación, 7% realidad.»


PD: Nota mental. Revisar la veracidad de la historia de esta entrañable parejita de «menuditos» skaters.

PD2: Revisión mental efectuada. Hasta en un aparente embuste reside un poco de verdad. Visitad aquí la historia de cupido

PD3: Nadie puede dejar de ser como es.

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

domingo, 9 de agosto de 2015

Hola Estimad@s,

Muchos preguntasteis acerca de la extraña partitura que acompañaba este relato.

Relato: Fa bemol

La música me enseñó hace años sus fantásticas tonalidades denominadas sostenidos o bemoles; su uso permite subir medio tono (sostenido) o bajar medio tono (bemol) el sonido de una nota. A este hecho se le llama «altura de la nota».

En los pianos que existen en la Tierra existen «teclas» de color negro para representan estos sonidos.


Como podemos observar un LA puede también ser un LA sostenido o un LA bemol.

¿Pero que sucede cuando un FA se convierte en bemol, o un SI en sostenido? No existe nota negra para ellos; llegados a ese caso la nota es enarmónica, es decir, aunque se sigue escribiendo igual, representa otra nota, se convierte en otro sonido.

FA bemol me hizo pensar que el nacimiento no condiciona lo que uno puede llegar a ser, puesto que él naciendo FA se convirtió con su bemol en un MI.


Fa bemol me acababa de enseñar como «todo» no es lo que uno aprecia a primera vista.

Pero la musicalidad no había acabado ahí :

«Las notas musicales viven su propia existencia al margen de todos nosotros». 

Y fueron ellas mismas las que compusieron el relato y no al revés. Dejad que os explique como las encontré ocultas entre los pliegues de las preciosas palabras.


En el relato aparecen las notas musicales con su nombre, FA, DO, MI, SOL, LA...

Recopilé la separación existente entre palabras, eso me proporcionó la pista de su duración, y llegué a esta aproximada conclusión.



El espacio entre notas, la cantidad de palabras, era el tiempo que la nota vibraba.

Las notas me estaban hablando, pero aún necesitaba reinterpretarlas, adecuarlas a mis sentidos, y ya de paso a los vuestros. Use el pentagrama.

«El pentagrama es a la música, lo que el papel en blanco es a la escritura». ^^

Alegre por este descubrimiento realicé la lista de notas con sus correspondientes duraciones.



Y la partitura apareció ante mí. Las notas hablaban con voz propia, ellas habían creado el espacio; las palabras sólo rellenaban de manera inteligible para nosotros, lo que tan bellamente habían hilvanado ellas solas en su propia existencia.

Y así las descubrí, vibrando por océanos de tiempo paralelos a los nuestros, llegando hasta nosotros desde su propia existencia.

La música posee el poder de emocionarnos porque por un instante modifica las ondas de nuestro interior y nos permite conectarnos con esa inmensa fuerza que mueve todo el universo...

«Sólo existe el amor».

Un abrazo a  tod@s. ^^

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

domingo, 2 de agosto de 2015


Habíase un lugar,

cuando el mundo era joven y la música caminaba alegre por los caminos, vino al mundo un pequeño Fa fruto de una «tercera», Papá Do y Mamá Mi.
Estos se conocieron durante una larga sinfonía, la cual finalizó justamente con un encuentro alargado entre ambos, Do y Mi.

De esta bonita unión, al cabo de 148 compases, nació el pequeño Fa, pero Papá Do y Mamá Mi advirtieron en su retoño una pequeña tara, algo impropio de ellos dos tan altos y elegantes, la altura de Fa distaba mucho de la media, y su frecuencia sonaba, ¿Cómo podrían haberlo definido? ¿Disonante?

Papá Do y Mamá Mi llevaron al pequeño Fa a una escuela especializada, allí les atendió el Doctor Pentagrama Sol, «Llámenme Sol», profirió afablemente el docto Pentagrama cuando iniciaron la conversación musical.

Papá Do y Mamá Mi mostraron al pequeño Fa al Doctor Sol. Este examinó atentamente al pequeño, le realizó varias pruebas musicales, la prueba de las frecuencias, resonancia acústica y una de afinación.

Realizadas todas ellas, el doctor Sol llamó a La enfermera, por favor señorita La, podría llevar a este Fa a la armadura de juegos. Este lugar, la armadura de juegos, eran cinco líneas horizontales paralelas donde los pequeños se columpiaban y jugaban a sus anchas, el campo de juegos ideal para los futuros acordes, arpegios y escalas del mañana.

La tendió su tono hacia Fa, que nunca había visto a una nota tan bonita. ¿Qué quieres ser de mayor?, preguntó La cordialmente al pequeño Fa mientras salían cogidos del tono camino de la armadura de juegos. «De mayor quiero ser una nota redonda», fue lo último que escucharon.

Papá Do y Mamá Mi se miraron preocupados, las venideras palabras del Doctor Sol marcarían la trascendencia de su pequeño, ellos escuchaban ansiosamente.

Permítanme que llame a mi colega el Doctor Clave de Fa, comentó alegre el docto Doctor Sol, él está especializado en casos similares al de su hijo.

El Doctor Fa acudió presto a la llamada del Doctor Sol. Ambos colegas intercambiaron razonamientos que escapaban al entendimiento de Papá Do y Mama Mi. Fa, Sol, Fa, Sol, la musicalidad en la estancia aumentaba ‘alegre non tropo’, la acústica de ambos doctores, Fa, Sol, Fa, Sol, afinada durante años llegó a un punto cumbre y entonces ambos enmudecieron.

«Posee su hijo un desarrollo característico de sonidos enarmónicos. Es en realidad bemol», pronunció el Doctor Sol con la aquiescencia de su colega Fa.

«¿Se puede curar?», preguntaron al unísono Do y Mi, los dulces progenitores preocupados.

El Doctor Sol se disculpó con una floreciente sonrisa, «No es ningún problema», afirmó alegre, «la armonía de su hijo es excelente, quizás no se acople al ‘tono’ esperado de su unión pero es una nota totalmente sana, llena de musicalidad y buenas vibraciones».

«Sin embargo», justificaron ambos Doctores, «al ser tan enarmónico, les recomendamos encarecidamente su unión en el futuro con otra nota de igual altura, un Si sostenido sería lo ideal».

Papá Do y Mamá Mi se despidieron relajados de los doctos Sol y Fa, camino de la armadura de juegos vieron a su pequeño Fa jugando con otra nota, también de baja altura como él, aunque no tanto.

La enfermera les devolvió al pequeño Fa, que se despedía de su nueva amiga.

«¿Quién ese esa nota que has conocido hoy?», preguntó curiosa Mama Mi.

«Es un Si, y sus papas la han traído por un problema de altura, como yo. ¿Podré verla otro día?».

Papa Do y Mama Mi se miraron alegres. «Claro pequeño Fa, desde hoy podrás ver cuando quieras a Si».

Y Si se despidió moviendo alegremente su sostenido.
Y Fa le devolvió el saludo con su tierno bemol.
Y Mama Mi sonrío.
Y Papa Do asintió.


Esto es verdad y no miento, y como me lo contaron te lo cuento.


*Aquí podéis escuchar la alegre partitura de este musical cuento. ^^

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

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