"Seres que inspiran historias."
Me llamo Ezra, y Mamá siempre me dice que soy muy espacial y bunita. Es mi frase favorita, sobre todo cuando se le forma ese hoyuelo tan gracioso en los labios, sonríe y acto seguido acaricia mi pelo blanco.
Mi Mamá me contó una vez que Papa abandonó este mundo hace años. No recuerdo como era, pues yo era muy pequeña cuando se fue. Aunque Mamá describe nuestro parecido similar al de dos gotas de aguas. Dice que heredé el pelo blanco de Papá, y no solo eso, también sus iris de color lila y su carácter, o al menos eso es lo que siempre comenta Mamá.
Tengo una extraña enfermedad, tan rara que los señores médicos no se ponen de acuerdo en darle nombre. Albinismo cruzado, Enfermedad de Chediak-Higashi o Gen11 mutado.
Tampoco es que importe mucho. Yo soy feliz.
Hace poco nos mudamos y acabé en otro colegio, todo eran caras desconocidas, nuevos niños y nuevos profesores.
El otro día en el colegio, un niño de mi clase, se rio de mi pelo blanco y de mis ojos color lila. Es un "buscapeleas", aunque no es maldad lo que le guía. Noté como crecía la ansiedad dentro de él, no consigue agradar a los otros niños, así que la única manera de obtener su atención es pegándoles o burlándose de ellos.
Ese día me giré con semblante serio y me dirigí en dirección hacia él. Me miraba brabucón, expectante a mis movimientos, yo sentí como volvía a crecer la ansiedad dentro de él. Entonces, una vez en frente suyo, lo abracé con cariño, de improviso y muy fuerte. No se lo esperaba, como tampoco se esperaba el besito en la mejilla.
Nos hicimos amigos.
Se lo conté a Mamá, y me dijo.
—Hija, eres muy espacial. Y eres bunita.
También hay un niño albino en clase. No como yo que tengo la enfermedad rara esa, este niño es albino de verdad, pelo blanco, iris blanco, piel extremadamente blanquecina, vamos, blanco blanquísimo. Lo que no entiendo es su cara de tristeza absoluta. Así que lo abordé...
—Apaga el sol —fue la primera frase que escuché del niño albino de verdad, y yo le respondí con severidad con otra pregunta para evitar que la ansiedad creciera dentro de él.
—¿Porqué los panes tienen forma de pene? —sonreí.
El niño albino de verdad me observó perplejo. Negó con la cabeza, sus ojos blanquitos solicitaban una respuesta a mi extraña pregunta.
—Los panes tienen forma de pene, porque si no —hice la famosa parada de misterio— ,¿de dónde saldrían los panecillos?
Sus ojitos parpadearon y por vez primera sonrío. Para no tener que apagar el sol le regalé un paraguas. ^^
Se lo conté de nuevo a Mamá, y me repitió.
—Hija, eres muy espacial. Y eres bunita.
Así pasaron unos cuantos años.
Un día, al llegar a casa del colegio, Mamá no se encontraba allí, pero encontré una nota suya escrita a mano encima de la mesa del comedor.
«Queridísima hija Ezra,
Me tengo que ir de este mundo, Papá me llama, pero no te preocupes, en el colegio estarás muy bien cuidada.
Cuando nos volvamos a ver, calculo que dentro de ciento sesenta y seis rotaciones terrestres, te llevaré a conocer el planeta Bunita, tu planeta natal, es un pequeño mundo en el interior de la nebulosa de Magallanes.
Hasta ese día continúa socializando con la people de este mundo.
Aprende y cuídalos mucho.
Hija, eres muy espacial. Y eres Bunita.
Besitos cósmicos.
Tu Mamá.»
Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia