Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia
Amal El-Mohtar (Canadá, Escritora)
Max Gladstone (EUA, Escritor)
Los hilos y las hebras de esta historia se entrecruzan con maestría, pero ¿a qué origen pertenecen?, ¿es orgánico o es inorgánico?, ¿son acaso brácteas rojizas de un arthurium o filamentos gris acero de una placa madre? Rojo o Azul, Azul o Rojo. Límites en el espectro de colores que sitúan la frontera y el marco para dos personajes rivales en estos viajes intemporales, pues intemporales son —me atrevo a afirmar—, pues el tiempo exterior solo es la excusa para hablar del viaje interior, el viaje de un personaje al interior del otro, un viaje donde el tiempo no cobra importancia, únicamente el sentimiento. La temporalidad y sus derivados son la excusa para hablar de lo íntimo: múltiples multiversos versus la única realidad de las protagonistas, distopías versus ucronías, no ficción versus ficción. Y, cómo única argamasa, ese tiempo interior que fluye con lentitud. ¿Es una historia de amistad? Quizá lo sea, y quizá, probablemente, de algo más, pero aventurarse en esa cuestión sería adentrarse demasiado en lo desconocido. Es más simple que eso, es una maravilla de historia, no por los viajes temporales (el pretexto), un simple marco de referencia ciencia-ficcional tan válido como la naturaleza, el realismo o la intriga; es maravillosa por esa prosa exquisita que ambos autores plantan, destilan y tratan con una mirada polivalente tanto para verla con un hálito tecnológico como con un hálito biológico-naturalista. Lo que se encuentra en Así se pierde la guerra del tiempo es una pérdida que, por otro lado, resulta una evidente ganancia para el lector. Para resolver la paradoja, que no es temporal, la solución es sencilla: se debe leer. Así, ¡deseo que quien lo inicie tenga un fabuloso viaje lector por estos hilos y estas hebras!
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Elina no cree en la objetividad, para ella el arte es fundamentalmente subjetivo.
Un cuestionamiento complejo que nos plantea como un wicked problem... Problemas muy complicados de deshacer.
Pensadores como Platón no le daban valor al arte.
Un juicio sobre lo que es bueno y lo que es malo... Sobre la belleza católica y universal... Y, cómo no, sesgos dentro de la atribución de valor.
¿Es el arte humano?
¿Qué valor tiene el arte?
¿Quién decide el valor que tiene el arte?
¿Puede ser común o particular?
¿El arte se estudia?
¿Por qué nos estamos preguntando qué es el arte?
¿Podemos cuantificar el valor del arte?
¿Cuándo algo se convierte en el arte y cuándo deja de serlo?
¿La figuración del arte se puede aplicar a otros artes?
Ritual
Espiritual
Trascendental
Mercantil
Económico
Autoconocimiento
Expresión
Status
Poder
Riqueza
Educativo
Decorativo
Propaganda
Wellness (experiencias positivas)
Político
Reivindicativo
Discursivo
Terapéutico
Eutópico (lo bueno)
Si somos incluyentes, ¿no deberíamos abrazar a Robots e IA?
Sinceramente, la solución pasa por unir tres vértices.
Naturaleza. Humano. Tecnificación.
Dagui Pierro |
«Deberíamos hacer un
test de Turing del arte».
Elina Cerla