Hola Estimados,
Me llamo UTLA y en esta ocasión os traigo un cuento de mi cosecha con el título de :
"
Los cuatro pretendientes".
Érase una vez, en un antiguo reino, cuando el sol aun saludaba cada mañana a las personas y los animales no tenian miedo de los seres humanos, existia una princesa más hermosa que ninguna.
Era una princesa especial. Su preciosa melena de oro ondulando al viento cautivaba a los niños. Su sonrisa especial dejaba prendado a todo hombre que la mirara. Y su extremada bondad tambien cautivaba a las mujeres y ancianos.
Un buen día su padre, el Rey de aquel reino, la hizo llamar.
-
Hija querida en el plazo de siete días vendrán unos pretendientes. Son cuatro príncipes de más alla de mi reino. Yo ya soy viejo y deseo ver este reino y a ti a salvo. Para ello, hija querida, con uno de ellos deberás casarte. Tu eligirás con cual de ellos.
La princesa se retiró a su habitación. Aquella noticia la dejó preocupada y angustiada. Ella tenia miedo a la boda. Y tampoco conocía a ninguno de aquellos principes. Durante aquellos días estuvo patosa y extraña. Los que la conocian bien sabían que se encontraba preocupada.
El septimo día, mucho antes de que los pretendientes se presentarán, su abuela se presentó en sus aposentos. Era una persona extremadamente anciana y sabia, y cuando se presentó ante ella llevaba en su hombro derecho a Avisis, su fiel Buho de plumas blancas.
- ¿ Que te sucede niña querida que tan atribulada andas estos días ? ¿ Quieres hablar de ello con tu querida abuelita ?
La princesa se abrazó a su abuela y lloró. Durante unas horas estuvo contandole sus pésares y sus miedos. Y sobretodo, por encima de cualquier cosa, le acabó realizando la pregunta que atenazaba a su corazón, ¿ como sabría escoger al principe correcto ?
- Veo niña querida, ¡ que tambien profesas una cierta predilección por las aves al igual que yo !
La princesa dirigió su mirada al patio de aves. Era un lugar tranquilo. Lleno de flores, árboles y fuentes, pero sobretodo repleto de bonitas jaulas donde reposaban centenares de aves de muchos tipos y colores.
- Para encontrar al principe adecuado querida niña, ¿ que mejor prueba que dejar que cuiden cada uno de ellos a tus amadas aves ?
Dicho esto, la abuela le dió un beso en la frente y marchó tranquilamente de los aposentos de la princesa.
Al atardecer, los cuatros principes llegaron por fin al castillo del Rey. Este ofreció un gran banquete en su honor. Los cuatro principes, se presentaron y por turnos hablaron con la princesa. Todos eran muy apuestos.
El primer principe tenía mucho músculo y fuerza. Para demostrarlo rompió con sus propias manos una pesada mesa de madera.
El segundo principe se jactaba de poseer innumerables riquezas gracias a sus minas de oro. Para demostrarlo dió una bolsa de monedas de oro a cada comensal de aquel fastuoso banquete.
El tercero poseía una inteligencia sin parangon ya que había estudiado muchísimos volúmenes. Para demostrarlo recitó de memoria las obras de más de un centenar de autores.
El cuarto, sin embargo, no poseía ningún talento especial. Bajó humildemente la mirada y con una gran sonrisa en sus labios solicitó que continuara el banquete.
Al otro día, después del suntuoso banquete, la princesa acudió a la habitacion del principe que había demostrado más fuerza. La princesa le rogó si seria capaz de ir a su patio de aves y cuidar de la jaula de
gorriones, ya que ella debía atender un asunto de suma importancia y no podria hacerlo.
La princesa partió rapidamente al patio de aves, y fue directamente a esconderse a una pequeña torre que se encontraba en una de las esquinas de aquel patio. Como la torre era elevada desde allí podría espiar todo lo que en el patio de aves aconteciera.
El principe que tenía tanta fuerza llegó al mediodia al patio de aves, pero aplicó demasiada fuerza intentado abrir la jaula y la rompió en mil astillas. Los pobres
gorriones murieron aplastados.
La princesa quedó muy apenada y una lagrima rodó por sus mejillas por la perdida de sus tiernos
gorrioncillos.
Al dia siguiente, acudió a la habitación del principe más rico. Le rogó si podria ir al patio de aves. En esta ocasión solicitó los cuidados para su jaula de pequeños
cuervos negros.
De nuevo, la princesa subió prestamente a la pequeña torre del patio de aves y espió atentamente todo lo que allí iba a acontecer.
El principe rico acudió con un criado. Le dió una moneda de oro y le ordenó que cuidara de la jaula de
cuervos. Sin embargo, en cuanto el principe se marchó, el criado se fue para divertirse en la taberna. De esta manera las pequeñas aves negras murieron de hambre.
La princesa lloró por sus pequeños
cuervos negros.
Al día siguiente, fue al encuentro del principe más inteligente y que leía tanto. Le rogó si podria cuidar de la jaula de
alondras de su patio de aves. Pusó la misma excusa que en anteriores ocasiones sobre su ausencia por un asunto importante.
Como en el resto de días anteriores, la princesa se dispuso a espiar desde su pequeña atalaya.
El principe erudito llegó con un libro muy abultado. Como era muy temprano se puso a la sombra de un árbol y comenzó a leer el libro. Después de muchas páginas se quedó dormido bajo el árbol; de esta manera no advirtió que una pequeña zorra se había introducido en la jaula de
alondras. La zorra mató con sus colmillos a las aves.
Desde su pequeña torre, la princesa lloró por sus amadas
alondras.
Un sol anunciaba un nuevo día por el horizonte. La princesa estaba muy abatida, y ya se disponía a abandonar sus aposentos cuando el cuarto príncipe se presentó en la habitación de la propia princesa. Este se inclinó ante ella y con una gran sonrisa ofreció sus servicios para cualquier tarea que la princesa necesitase.
Esta le rogó que tenia un asunto muy importante y si por ello era tan amable de cuidar por ella su jaula de
tórtolas en el patio de aves.
La princesa fue a la torre, y esperó nuevamente para observar lo que aconteciera en el patio de aves.
El príncipe de la sonrisa especial llegó al patio de aves. Abrió lentamente la jaula de
tórtolas y les arrojo con mucho cariño granos de trigo que llevaba en una pequeña bolsa. Realizado esto esperó un rato mientras vigilaba atentamente que las aves comieran el grano. Asegurado de la corrección en su cometido marchó tranquilamente.
La princesa desde su Torre rió con un gozo incomparable al ver a sus queridas
tórtolas felizmente cuidadas.
Aquella misma noche, la abuela de la princesa se presentó en su alcoba.
- Querida niña me ha dicho un pajarito - mirando con ternura a su querido buho Avisis - que tu padre el Rey en breve te preguntará por tu futuro marido, ¿ ya has encontrado respuesta a su pregunta ?
La princesa realizó un gentil gesto aquiescente con su carita. La abuela y la princesa se abrazaron.
Pasados uno días, el Rey creyó oportuno celebrar un consejo donde su hija eligiera al fin al que seria su futuro marido de entre aquellos cuatro pretendientes que ansiaban su mano.
Era un día nublado. Eso molestaba mucho al Sol, ya que cotilla de nacimiento, no podía observar con detenimiento los acontecimientos.
El Rey reunió a la abuela, a la princesa y a los cuatro príncipes.
Y delante de los cuatro pretendientes realizó la pregunta sobre cual de aquellos cuatro pretendientes sería su afortunado esposo.
La princesa señalo con su dedo al príncipe de la gentil sonrisa.
Aquello enfadó muchísimo al resto de pretendientes, que comenzaron a proferir insultos, chanzas y a sacar sus espadas amenazando matar al príncipe que había escogido la princesa.
Las palabras fueron a más y se enzarzaron en una terrible pelea de espadas.
La lucha era encarnizada. El príncipe de la sonrisa gentil apenas podía defenderse superado en número. Al final, la lucha les condujo al patio de aves. Durante el forcejeo con las espadas la jaula de las
tórtolas se rompió. Las aves, totalmente indignadas por el comportamiento de aquellos despreciables príncipes que no habían sabido cuidar a sus hermanas, les atacaron duramente con picos y garras. Los pajaros no dudaron y se lanzaron valientemente sobre el rostro de los tres innobles príncipes hasta dejarles completamente ciegos.
Las
tórtolas solo habían perdonado la vida del príncipe de la sonrisa gentil. Este ahora permanecía exhausto sentado en el suelo, con la espada ensangrentada y acariciando dulcemente a las
tórtolas que le habían salvado la vida.
El rey con toda su guardia real, la abuela y la princesa llegaron a tiempo para ver el desenlace de la lucha.
La princesa se emocionó mucho con aquel gesto de sus aves. Entonces, completamente emocionada, se dirigió a todas las jaulas y abrió sus puertas una por una.
Algunas aves volaron y se marcharon, pero otras muchas se quedaron en aquel patio que había sido su hogar durante tanto tiempo.
La abuela sonrió mientras acariciaba a su querido Buho Avisis.
El Rey aplaudió esa acción.
Al otro día, con la bendición del Sol, la princesa y el príncipe se casaron.
Tuvieron muchos hijos y fueron muy muy muy felices durante el resto de sus días.
Esto es verdad y no miento, y como me lo contaron te lo cuento.
Colorín colorado.
UTLend.
*NOTA*: Esta entrada esta dedicada a dos personas.La primera, mi madre por ser experta cazadora de sueños que no necesitó ningún libro para mostrar donde vivía la fantasía.La segunda, a esa persona loca y maravillosa de la sonrisa especial.
Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia