domingo, 27 de mayo de 2018

«Una de las diez estrategias de manipulación:
promover entre el público la creencia que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto»




El gran enemigo de la comunicación, de la lengua y de la humanidad es la polisemia. 

¿Os preguntaréis quién o qué es la polisemia?

Satisfaré vuestra curiosidad, si acaso no conocíais a este gran enemigo de nuestros días. En los idiomas, la mayoría de palabras acaparan varios significados, ese modus operandi, es el que delata a nuestro sospechoso habitual.

Así, por ejemplo, la palabra banco puede referirse a un asiento, a una sucursal financiera o a un conjunto de peces.

Veamos un ejemplo que aconteció a unos amigos:

Personajes: Son tres amigos. Paco, Antonio y Yosua.
Localización: Acuario de Barcelona.

El que habla es Paco, situado enmedio del gran túnel del Aquarium rodeado por agua y distinta fauna marina.
—Mirad chicos, lo he estado pensando muy bien, y el sábado, a las 6 de la mañana, me ayudareis a robar el banco.

Y mientras Paco reía con voz de malvado de película, el narrador, ese soy yo, realizaré un Flashback al pasado...

Horas antes, los tres amigos, habían paseado por plaza Cataluña. Paco observaba con deleite un asiento de madera y les invitó a sentarse en él. Los otros dos tomaron asiento y, como no podía ser de otro modo, Paco les obsequió con su discurso favorito acerca de las maldades de las entidades bancarias. Mientras los otros dos bostezaban, Paco palmeaba con deleite el apoyabrazos de aquel banco de madera en el que descansaban tan cómodamente.

Fin del flashback (volvemos al Aquarium).

Yosua vivía en exceso el tiempo presente, motivo por el cual le costaba retener mucho la información. Aquella conversación, debajo de un túnel, rodeado por enormes bancos de atunes, que nadaban ingrávidos por encima de su cabeza le hizo plantearse una cuestión: ¿para qué querrá Paco tantos atunes?

Los tres amigos se despidieron con la promesa de verse el sábado en aquella arriesgada empresa.


Antonio se personó el sábado en plaza Cataluña, delante del gran banco central, pistola en mano.
—Arriba las manos. Quiero todo el dinero hijos de puta.
La guardia civil tardó dos minutos en arrestarlo y perdió tres dientes. Pero no todo fueron perdidas, ganó una suculenta estancia en la prisión de Alcalá meco.

Yosua, por su lado, se personó el sábado en el Aquarium. Vestido de hombre rana, con una gran red y se zambulló en las aguas de la cisterna intentando capturar el banco de atunes. Lástima que no tuvo en cuenta al gran tiburón azul que nadaba en sus aguas. De suerte que salvo la vida... aunque fue encerrado una temporada en Sant Boi, por querer pescar sin licencia en el Aquarium.

A todas esas, Paco, en su chalet, palmeaba el apoyabrazos de su flamante banco de plaza Cataluña que reposaba en el jardín de su casa, y no entendía porque Antonio y Yosua le habían fallado a la cita.

Lo achacó a un despiste, a alguna clase de confusión...sin embargo, no conocía la aterradora verdad. Sus amigos habían sido víctimas de la malvada polisemia.

¿Fin?



Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 20 de mayo de 2018

«Nací un 29 de Febrero de mil novecientos tonta y tantos...»

         
Hoy os voy a hablar del maldito día 29 de Febrero.
Sí. Sé que todos aquellos que habéis nacido el 29 de Febrero, como yo, sabréis la pesadilla que estamos acostumbrados a vivir.

Lo menos grave del asunto comienza con el fastidioso cumpleaños. Amigos y familiares se hacen los despistados cuando llega la susodicho fecha. ¿Regalos? ¿Fiesta?... Ah, pero, ¿este año no lo celebrabas el día 28 de febrero?

Siempre está el listillo de turno que salta con la siguiente frase: es que celebrarlo antes da mala suerte.

Algún alelao también suelta esta perla: pero tú cumpleaños, ¿no era el 1 de marzo?

Sí, claro. Venga, por favor. En pleno siglo XXI, con tantos medios de comunicación borreguil al alcance de la masa humana (nosotros), me salís con que no sabíais el día: llamada timofónica, mensaje de guatsaps, mensaje de feisbuk, o uno de ese asco de tuister, o quizá desde hipstagrams... ¿Para qué sirven los calendarios de los móviles? Solo son de adorno...

Vamos, por favor. Que escaquearse y demás zarandajas en los albores de la infrahumanidad 3.0 no cuela, señoritingos y señoritas.

Pero dejemos de lado el vulgar fastidio del día cumpleañero y centrémonos en lo importante, en lo grave, en lo aterrador... En la burocracia.

Sí, esto de nacer un 29 de Febrero es una murga, un auténtico problema, y somos unos 5 millones de murgosos, según dicen las estadísticas oficiales. Pero es que además, yo tuve la mala suerte de haber nacido a las 00:00:00.000 en el hospital geriátrico Palo de Hebrón.

¿Y por qué es tan fastidiosa esa hora de nacimiento? Bueno, como comprenderéis tanto cero en mi venida al mundo no era un anticipo nada halagüeño de lo que me iba a deparar mi existencia.

Que sí “eres un cero a la izquierda” y todas estas tonterías que viene repitiendo el refranero y los tontos que lo repiten, pero no... Eso no es lo más grave, lo grave es cuando vas a hacer alguna clase de trámite burocrático, ya sea hacienda, comisaria de policía o a algunos de esos edificios "oficiales" de los que los ciudadanos normales huimos como de la peste.

Entregas tu documento, único e inequívoco de identidad, llamado DNI en este país tontuno en el que vivo. El funcionario de turno mira, remira y vuelve a remirar nervioso el DNI, comprueba unos datos en su computadora y, a al acto, más nervioso todavía, me dice: perdón señor, es que el sistema nos arroja un error.

¿Nos arroja un error? Ni puta idea de que me está hablando. Como mi cara de lelo tonto del culo debe hacerse patente para el funcionario, aclara con una sonrisa paternal.

Es que verá... Su hora de nacimiento, con tanto cero, confunde a los ordenadores y tenemos un error informático con su ficha.

¡Joder! ¿No era la informática la salvadora del planeta? La inequivocable e infalible informática, creadora de Dios, del universo y del todo. Y ahora, ¿me sale con la chorrada esta que mi ficha da un error?

Los primeros años no salía de mi asombro. No podía renovar mi documento de identidad, tampoco mi carnet de conducir, ni el carnet de la biblioteca, que tenía que pedir prestado a mi hermano para que me dejaran coger libros gratis... Así de triste era haber nacido un día 29 de Febrero a las 00:00:00.000

Se ve que a los ordenadores no le gustan los ceros. En eso sí que se parecen a mí. Y al parecer, esta fecha de nacimiento, con esta hora tan casual, les causa, válgame la redundancia, alguna clase de paradoja freudiana informatizada que los deja lelos...

Es decir, más lelos de lo que ya nos tienen acostumbrados.

Pero, para suerte mía, descubrí que el problema tenía una solución, sencilla, pero engorrosa al mismo tiempo. En aquellos años en los que el periplo solar dura 366 días, es decir, como por ejemplo en mi “amodiado” año bisiesto de nacimiento, es en esos años que los sistemas informáticos se alinean con la constelación de la Osa Mayor y de Teta Centauri, y, sin necesidad de sacrificios humanos ni derramar la sangre de una virgen, ese año, “SÍ” puedo actualizar mis datos fiscales, mi DNI, mi carnet de conducir, de la biblioteca y hasta catar... pufff... bueno, no os voy a contar todo lo que me dejan hacer ese año.

Así que, si conocéis a alguien que haya nacido un 29 de Febrero, hacedme caso, no lo felicitéis, compadecedlo y sed buenos con él.


        Pervivo para enseñaros.
        IGNATIUS B.P.




Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 13 de mayo de 2018


«El relatojuego es el hermano pequeño de los librojuegos, donde el lector, con sus elecciones, escogía el rumbo de la narración»

        Un hombre y una mujer se encuentran sentados en el interior del café de los incoherentes, cerca de Montmartre. Es 1940, el primer año de la ocupación nazi de París, y en el interior del local, en una esquina, ondea la cruz gamada. Un alemán, con insignias de alto rango, entra al local acompañado de un soldado joven con metralleta. Las miradas de los contertulios se desvían fugaces hacia las figuras, que toman asiento cerca de la pareja sentada en medio de la sala. Al poco, las miradas se relajan y vuelven a sus quehaceres.
        Por debajo de la mesa, la mujer retira la pierna, que roza, en un movimiento juguetón, la de él. Aunque la mirada femenina es seria, los ojos exhalan una extraña excitación. Él sostiene, encorvado, una taza de café con el líquido ya frío. Alza la mirada y fija los ojos en los de ella.

        —Querida, querida.. permíteme, ¡ya te la agarro yo!


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 6 de mayo de 2018


«Feliz día de la madre»


A finales del siglo XXI sucedió la Gran Enfermedad, una vasta pandemia que asoló la Tierra, despoblándola del noventa por ciento de la población masculina. Ante la peligrosidad de una inminente extinción, científicas del Instituto Bexter, en Australia, crearon una sustancia sintética denominada Spermium. El compuesto recreaba casi a la perfección el líquido seminal masculino, pero, poseía una pequeña imperfección, no todas las mujeres podían ser anfitriones. Una incompatibilidad genética permitía, solo a unas pocas, gozar de los derechos de la procreación...

—¿Estás escuchando RAO-66L1Z?
Antiguos nombres como Sergio, Richard, Sahul, Muhammad, John, Javier, Michael, y tantos otros, desaparecieron hace años. El nuevo nomenclátor, 26+1+10,  introdujo una manera inequívoca de nombrar a los ciudadanos del planeta. El chico desvió la mirada de la ventana y atendió al reclamo de la maestra robótica.
—Sí, señorita Green.
—Debes estar atento. Hoy visitaremos a las Madres.
RAO mostró una sonrisa forzada, no comprendía la estupidez de visitar, una vez al año, a aquellos entes genéticos conocido como Madres. Seres gigantescos, parecidos a las grandes ballenas que hace centurias poblaban los océanos, ahora con múltiples vaginas que producían docenas de niños al año. Por suerte para RAO, la alarma de fin de clase sonó. La maestra les permitió desconectarse de sus puertos neuronales, para volver a la realidad física más inmediata e iniciar la excursión programada.


El pasillo del centro, Mitochondria-5, alberga en celdas repletas de líquido amniótico, una docena de ballenatas gigantescas, alteradas genéticamente que disponen de múltiples vaginas humanas para la recreación. Cuando el éxito del Spermium requirió de un caudal de mujeres compatibles que no llegaba, las científicas idearon otra estratagema. El ADN de los enormes cetáceos producía un 99% de coincidencia con el humano, no fue de extrañar que escogieran a las ballenas como portaestandartes de la supervivencia de la raza humana.
Así, aprobado por una inmensa mayoría en la Organización Universal, nacía el proyecto Mitochondria; una inmensa red de centros repartidos por todos los continentes que acogían a inmensos cetáceos que producirían en lotes grandes cantidades de niños.
RAO, aunque seguía las evoluciones del resto de compañeros, no observaba los grandes paneles donde residían las madres. Ni tan siquiera se conectaba por el puerto neuronal para reseguir con falso interés los tutoriales de aprendizaje del complejo; él observaba, con una fascinante despreocupación, los inmensos leds del techo en un hastío inigualable.
—¡Veo que no muestra el respeto por las madres que debería!
La voz de la señorita Green surgió de repente a su espalda. Esto le sobresaltó un poco, pero no fue nada comparada a la inmediata acción que realizó la androide, denominada señorita Green, al agarrarlo con fuerza del antebrazo. Señorita Green le arrastró, pasillo abajo, mientras se alejaban del resto de compañeros.
—No, señorita. Atenderé. Seré respetuoso. Se lo prometo.
—¡Demasiado tarde! Se le han concedido demasiadas oportunidades, RAO-66L1Z.
Aunque el estiraba, pataleaba y luchaba con todas sus fuerza, el férreo abrazo de la androide continuaba su marcha imparable hacia un nivel más elevado en el complejo. Un pitido en una compuerta metálica, que se abrió al paso de ambos, les permitía avanzar a otro nivel. El dúo avanzaba, ella estirando, el resistiendo, por un tubo de vuelo, un ascensor propulsado por corriente aérea que les impulso aún más arriba.
Se encontraban en la parte superior de las piscinas. Decenas de andamios con barandillas atravesaban las enormes tinajas que contenían a las Madres. Más abajo, las ballenatas observaban a través del cristal a los niños que las veían, con muecas, que se asemejaban a sonrisas, abrían los ojos en desmedida, alzaban las aletas en extraños saludos y mostraban los filamentos semejantes a dientes.
La señorita Green paró al llegar al cartel que rezaba Madre-0.
—Este es tu juicio.
Lo agarró de la pierna y de un brazo, lo alzó por encima de su cabeza; el chico pendía en el aire, hasta que, impulsado por el fortísimo empujón de los brazos robóticos, cayó al interior de la tinaja. La zambullida, de más de veinte metros, le introdujo de forma violenta en el espeso líquido amniótico. Al principio creía que se ahogaría, los pulmones se rellenaron con aquella sustancia, pero cuando comenzó a calmarse, comprendió que no se ahogaría. Podía respirar. De haber podido suspirar, lo hubiera hecho, sin embargo, al voltear dentro de la tinaja, y darse la vuelta, observó a la inmensa masa de carne en frente de él. La Madre flotaba ingrávida dentro del tanque de contención; con lentitud, la ballena acercó el rostro hasta el muchacho. El inmenso ojo, con una pupila tan grande como el muchacho, pestañeó una única vez, hasta conseguir enfocar la visión sobre la pequeña figura que flotaba delante de ella. Al fin, la ballena abrió la boca y mostró los filamentos anclados en su interior que hacían las funciones de dientes y se los mostró a RAO. Este se asustó, intentó nadar en dirección contraria, pero Madre nadaba mejor y más rápido que él.
Con delicadeza, Madre lo acogió en la boca. La barba dentada no era dura, como cabría esperar, se asemejaba más a un cepillo, a pesar de ello, le permitía sujetar con firmeza a su retoño. El animal adoptó la verticalidad en el tanque, aleteó con la cola trasera y produjo un salto, con el muchacho aún en la boca, que la impulsó metros más arriba. En la cúspide del arco trazado, escupió al muchacho a una zona acolchada, cerca del andamio desde donde la señorita Green lo había arrojado. El cuerpo del animal volvió a caer con un chapoteo espectacular, que muchos jóvenes aplaudieron desde detrás de la vidriera de contención; mientras RAO escupía el líquido e intentaba recuperar la respiración normal, la señorita Green acudió a su lado.
—¡Madre le ha dado la vida por segunda vez! Aprovéchela.
RAO miró a la enorme bestia, que, con su gigantesco ojo, le seguía observando, y, comprendió en aquel instante, el lema repetido hasta la saciedad en el centro escolar: la gratitud es la memoria del corazón. Lloró desconsolado al pensar en el enorme monstruo en el que se hubiera convertido...



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Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


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