«Nací
un 29 de Febrero de mil novecientos tonta y tantos...»
Hoy os voy a hablar del maldito día 29
de Febrero.
Sí. Sé que todos aquellos que habéis
nacido el 29 de Febrero, como yo, sabréis la pesadilla que estamos
acostumbrados a vivir.
Lo menos grave del asunto comienza con
el fastidioso cumpleaños. Amigos y familiares se hacen los despistados cuando
llega la susodicho fecha. ¿Regalos? ¿Fiesta?... Ah, pero, ¿este año no lo
celebrabas el día 28 de febrero?
Siempre está el listillo de turno que
salta con la siguiente frase: es que celebrarlo antes da mala suerte.
Algún alelao también suelta esta
perla: pero tú cumpleaños, ¿no era el 1 de marzo?
Sí, claro. Venga, por favor. En pleno
siglo XXI, con tantos medios de comunicación borreguil al alcance de la masa
humana (nosotros), me salís con que no sabíais el día: llamada timofónica,
mensaje de guatsaps, mensaje de feisbuk, o uno de ese asco de tuister, o quizá
desde hipstagrams... ¿Para qué sirven los calendarios de los móviles? Solo son
de adorno...
Vamos, por favor. Que escaquearse y
demás zarandajas en los albores de la infrahumanidad 3.0 no cuela, señoritingos
y señoritas.
Pero dejemos de lado el vulgar
fastidio del día cumpleañero y centrémonos en lo importante, en lo grave, en lo
aterrador... En la burocracia.
Sí, esto de nacer un 29 de Febrero es
una murga, un auténtico problema, y somos unos 5 millones de murgosos, según
dicen las estadísticas oficiales. Pero es que además, yo tuve la mala suerte de
haber nacido a las 00:00:00.000 en el hospital geriátrico Palo de Hebrón.
¿Y por qué es tan fastidiosa esa hora
de nacimiento? Bueno, como comprenderéis tanto cero en mi venida al mundo no
era un anticipo nada halagüeño de lo que me iba a deparar mi existencia.
Que sí “eres un cero a la izquierda” y
todas estas tonterías que viene repitiendo el refranero y los tontos que lo
repiten, pero no... Eso no es lo más grave, lo grave es cuando vas a hacer
alguna clase de trámite burocrático, ya sea hacienda, comisaria de policía o a
algunos de esos edificios "oficiales" de los que los ciudadanos
normales huimos como de la peste.
Entregas tu documento, único e
inequívoco de identidad, llamado DNI en este país tontuno en el que vivo. El
funcionario de turno mira, remira y vuelve a remirar nervioso el DNI, comprueba
unos datos en su computadora y, a al acto, más nervioso todavía, me dice:
perdón señor, es que el sistema nos arroja un error.
¿Nos arroja un error? Ni puta idea de
que me está hablando. Como mi cara de lelo tonto del culo debe hacerse patente
para el funcionario, aclara con una sonrisa paternal.
Es que verá... Su hora de nacimiento,
con tanto cero, confunde a los ordenadores y tenemos un error informático con
su ficha.
¡Joder! ¿No era la informática la
salvadora del planeta? La inequivocable e infalible informática, creadora de
Dios, del universo y del todo. Y ahora, ¿me sale con la chorrada esta que mi
ficha da un error?
Los primeros años no salía de mi
asombro. No podía renovar mi documento de identidad, tampoco mi carnet de
conducir, ni el carnet de la biblioteca, que tenía que pedir prestado a mi
hermano para que me dejaran coger libros gratis... Así de triste era haber
nacido un día 29 de Febrero a las 00:00:00.000
Se ve que a los ordenadores no le
gustan los ceros. En eso sí que se parecen a mí. Y al parecer, esta fecha de
nacimiento, con esta hora tan casual, les causa, válgame la redundancia, alguna
clase de paradoja freudiana informatizada que los deja lelos...
Es decir, más lelos de lo que ya nos
tienen acostumbrados.
Pero, para suerte mía, descubrí que el
problema tenía una solución, sencilla, pero engorrosa al mismo tiempo. En
aquellos años en los que el periplo solar dura 366 días, es decir, como por
ejemplo en mi “amodiado” año bisiesto de nacimiento, es en esos años que los
sistemas informáticos se alinean con la constelación de la Osa Mayor y de Teta
Centauri, y, sin necesidad de sacrificios humanos ni derramar la sangre de una
virgen, ese año, “SÍ” puedo actualizar mis datos fiscales, mi DNI, mi carnet de
conducir, de la biblioteca y hasta catar... pufff... bueno, no os voy a contar
todo lo que me dejan hacer ese año.
Así que, si conocéis a alguien que
haya nacido un 29 de Febrero, hacedme caso, no lo felicitéis, compadecedlo y
sed buenos con él.
Pervivo para enseñaros.
IGNATIUS B.P.
Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia
UTLA!
ResponderEliminarAcabas de describir la historia de mi vida. Lo de los ceros, por suerte, no me pasa, y la informática suele tratarme bien. Pero soy bisiesta y, con ello, sufridora de listillos, alelaos y burrocracias varias.
Por cierto, me declaro fan de la palabra 'murga', pero aún más de 'murgosos', y paso a autoproclamarme 'la fabricadora murgosa' :D
Me ha encantado el relato. ¡Un abrazo!