lunes, 28 de enero de 2019

«La Tierra es la cuna de la humanidad, pero no podemos vivir para siempre en una cuna»​

Trenauta (los trenautas de EmGiDiDí)

El Buspace Express, origen Towerremba, destino Moonlona, se retrasa. Hay noticias en las pantallas holográficas y notificaciones en los Ainphones personales. Mi dispositivo no funciona bien tras la última actualización, se bloqueó el teclado holográfico y ahora tengo que volver a escribir encima de la pantalla. Ni que fuera un personaje del siglo XX, un vigecentista cualquier, con un anticuado móvil. ¡Qué atrasos! ¡Escritura manual!
Las pantallas holográficas del espaciopuerto insisten acerca de un asteroide solitario vagando en línea por la ruta, en fin, lo de siempre, alguna pedrera lunar que ha implosionado con más fuerza de lo normal algún cráter... Habrá que esperar al servicio Asteroidal, con más paciencia que impaciencia, que limpien.


Retraso de media hora. Pienso presentar queja en la oficina virtual de Lunar Express, llegaré tarde a mi cita con Emgididi.
La conocí en un Virtualtup denominado, Letraholográficos; un conglomerado de personas, androides y ciborgs adictos a las lecturas, donde descubrí, para mi sorpresa, que ella también disfruta de los clásicos vigecentistas: King, Brown, Borges, Orwell, Woolf...
Que enorme disfrute poder hablar de los autores más influyentes del siglo XX con una hermosa mujer, en un lugar idílico, como es el cono sur de la luna, con bonitas vistas a la Tierra.


El retrasado transporte llega a la vía siete del espaciopuerto, se desliza suavemente sobre los raíles verticales dispuestos en la plataforma, y el centenar de pasajeros, aburridos detrás de las mamparas de óxido de aluminio, respiramos tranquilos. El Buspace detiene los motores, despliega los plexos retráctiles, tubos de acceso de color negro acordeonados que se acoplan a las puertas de entrada del andén. Al conectarse se escuchan los ruidos de la presurización, y apenas unos segundos después, ambas partes, nave y andén, quedan conectadas tal cordón umbilical. Las ventosas intratubulares se despliegan y nos permiten, a los trenautas, acceder al interior de los vagones del Buspace. Aborregados nos dirigimos a nuestros asientos.
El tubo negro de entrada, con forma de ele, complica un poco el acceso, pero enseguida se acostumbra el cuerpo a la horizontalidad, y una vez dentro, unos pasos después, la falta de gravedad, la ausencia de ventanas y las botas imantadas te reubican rápidamente en el entorno.

Nuevos avisos...
"Moonlona. Viaje estimado 7 horas. Sin parada en: Estación Lunar. Base I".


Hace una semana, tomando un Machiatto Polvo Lunar con Emgididi, en la cafetería de la planta 707 del rascacielos Dubasky, surgió una interesante cuestión. ¿Por qué a un viajero de Buspace se le llama trenauta? Ella no comprendía esa divergencia en la etimología. Aunque claro, después de conversar un rato, llegamos a la conclusión que no es la única diferencia; el avión lo gobierna un piloto y no un avionauta, el obsoleto coche lo llevaba un conductor y no un cochero, que, por curiosidad, este último término se aplicaba a los que dirigían los aún más obsoletos carruajes tirados por caballos.
El nombre de los ocupantes de vehículos no se asemeja al aparato manejado...
Esa divergencia abrió un interesante debate y le prometí hacer una investigación al respecto. A buen seguro que encontrará interesante el libro en papel que encontré y llevo conmigo: Historia de los viajes Aeroespaciales: del vigecentismo a la actualidad. Editorial Siglo XXI. En el interior del libro hallé la anécdota que dio paso a tan curioso nombre; anécdota, que de no haberla leído en tan antiguo libro, nadie, ni siquiera la imaginativa Emgididi, podría haber imaginado.
Se va a reír mucho cuando sepa porque se nos llama trenautas. Sí, sí que se va a reír mucho.



Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


lunes, 14 de enero de 2019

«Toda mi vida he hecho felices a todos los que se han acercado a mi lado. ¿Sabes el gusto que da tumbarse en la cama todas las noches, mandar una pierna a Francia, la otra a Inglaterra y quedarse dormido como un tronco sin remordimientos de conciencia?»


Ante semejante título quisiera despejar cualquier duda acerca de la aproximación de este escrito hacia mi persona que es, cómo habéis podido adivinar, nula. Aclarado este escabroso punto, que pondría fin de manera fulminante a mis intereses escrituriles, debo recalcar la importancia que recibe en la escritura contemporánea la literatura del yo y la autoficción, términos que, aprovechando vivencias reales, pueden servir de base para escritos como los que dan pie a esta entrada. Aclarado el título y mi intencionalidad —que por desgracia no siempre queda clara— os invito con toda mi ilusión a disfrutar de estas dispares disquisiciones...

En el largo camino que supone el oficio de escritor cualquier literato iniciado puede pensar que basta con tener nociones de ortografía, estilo y una extensa lectura de clásicos y no tan clásicos, que ayuden en el arte de la narrativa que con tanta pasión nos lanzamos a acometer.

Error. Esa simpleza de razonamiento puede acabar con las almas y los cuerpos de los que nos empeñamos en emprender tamaña empresa. Pondré un ejemplo real:

Tú (escribiente) has acabado tu libro, sea del género, a saber: novela, poesía, ensayo, crónica, oloquesea...
Estás feliz y dicharachero porque al fin has visto culminado tu sueño impreso en celulosa. Ahora intenta ejercitar la parte fácil, ¿verdad? Vender los ejemplares por cuanta feria se nos ponga a tiro.

Nuevo error. Mi consejo, inscríbete en un gimnasio y comienza un plan de ejercicios que fortalezcan piernas y brazos.
¿Cómo? Pero si yo (la literatura del yo) solo soy escritor.

Errorísimo de nuevo. En el mejor de los casos y si acabas en una editorial más o menos seria, deberás cargar con pilas y cajas de ejemplares recargadas hasta los topes de tu estimada opera prima. Unos diez libros, dependiendo del grosor de tu obra, pueden llegar a pesar entre un kilo o dos. Así, que si eres de esos autores ingenuos (yo lo fui) y pides cincuenta ejemplares para irlos vendiendo a "troche y moche" por cuanta feria o evento literario tengas la suerte de hollar, entonces, te encontrarás con una falta de fortaleza estrepitosa. Notarás como esa masa muscular, que tan poco cuidada tienes en tu serrano cuerpo, se deshará a falta de un continuado y vital ejercicio físico que requieren los escritores noveles. Serán necesarias tablas de ejercicios para los músculos del antebrazo que impedirán el temblequeo y no te dejaran desfallecer al primer levantamiento de caja de ejemplares de 10 kilos. Evitarás esa foto de recién llegado al stand, con la lengua fuera y los ojos desorbitados, tal héroe griego Maratón, que dio la vida para entregar su mensaje, en tu caso, tus libros.

Así pues, ¡quedas advertido escribiente! Inscríbete a un plan de ejercicios especializado para escritores y evitarás llorar porque te duelan los brazos, las piernas, el culo o hasta el duodeno.

Te recomiendo varios:
a) Levantamiento de ejemplares (5kg a 10kg) durante una hora, incluye sostener cuatro libros debajo de cada sobaco.
b) Trote ferial (caminata suave) por la feria del libro en cuestión y aguante ferial (sentadillas).
c) Alterolibria que incluye, además de los consabidos libros, levantamiento de barras de stand de más de 30 kilos.

Dicho esto, de casualidad, cuento con un amigo en una franquicia de gimnasios llamada NOIR, que realiza importantes descuentos en estas más que interesantes (vitales) actividades que os permitirán sobrevivir los primeros años de afán escrituril. Si le decís a este amigo que vais de mi parte, tomad nota, Martín Tevoyareventar, Gimnasio NOIR, teléfono 666.666.666.

Antes de acabar este capítulo, me gustaría recordar la anécdota sobre Ana María Matute, esa escritora que nos regaló joyas de la literatura como Olvidado Rey Gudú, que, según dice la leyenda, era capaz de tumbar de un solo puñetazo a Poli Diaz gracias a su entrenamiento físico. (#AhiLoDejo).

«Auctor sana in corpore sano».



Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 6 de enero de 2019




«LETRAHERIDOS»



Hola, soy Sergio:

Este domingo, día de reyes, aprovecho para publicar el enlace del boletín «Letraheridos Diciembre 2018».
Letraheridos es un grupo de lectura-escritura, el cual tuve la inmensa suerte de encontrar.

El boletín contiene:
·Recomendaciones de libros.
·Relatos de autores letraheridos.

Abrazascos.
(Abrazos en frascos repletos de alegría).

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


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