«Pensar es
el diálogo del alma consigo misma»
Yo soy yo, y Mi es mi alter ego; el alter ego más huraño,
negativo y tosco que os podáis imaginar en un ser de esa clase. Por si todo este
lÃo de desdoblamiento de personalidades entre Mi y yo no fuera suficiente,
hace poco apareció un nuevo elemento que destruyó la dualidad y la convirtió en
una trÃada; Conmigo Mismo, asÃ, con nombre
y apellido, se nos presentó Conmigo Mismo
un buen dÃa.
Yo le saludé con una frase respetuosa pero frÃa, aun no
lo conocÃa lo suficiente y ya habÃa aprendido del pasado. En su momento, hace tiempo, habÃa
saludado efusivamente a Mi, antes de
descubrir su verdadero carácter, antes de verlo convertido en ese loco desquiciado que me susurra locuciones extrañas acerca de metaliteratura.
Es lo más prudente que puedo hacer. Mostrar una reserva
inicial, tal y como yo lo veo, representa una actitud sabia, o al menos, eso creo.
En cambio, Mi,
fue taxativo, mandó a la mierda al nuevo, dijo que el señorito Conmigo Mismo ya podÃa irse por donde habÃa
venido, pero Conmigo Mismo argumentó algo
acerca del hipotálamo y de un pequeño bulto negro que le impedÃa regresar. Quizá
fuera una excusa, en todo caso no importaba; ahora Yo, Mi y Conmigo Mismo tenemos que compartir espacio
en este reducto tan pequeño que es mi cerebro. No me malinterpretéis, no es que
sea un espacio pequeño, pero claro, tres entes por aquà repartidos, serÃa como la
aparición de los tres reyes magos en el retablo, donde eran pocos y parió MarÃa.
Esta última frase me la susurró Mi al
oÃdo, me pareció acertada aunque yo no la hubiera escrito nunca. Respeto, por
favor, respeto, que cosas tiene este Mi.
En todo caso resulta una enorme problemática andar los
tres por la calle en un único cuerpo, acudir a cualquier evento o el simple hecho
de ir a una sala de cine se convierte en una tarea harto complicada, sobre todo
cuando los tres competimos por ese recurso lingüÃstico tan valorado y primordial
como es la lengua (la anatómica me refiero, la sin hueso). Porque cuando los tres
hablamos al unÃsono, las personas se giran asustadas para escuchar nuestra tri-diatriba, que lanzamos incomprensible
al aire; por eso me esfuerzo constantemente en callar, en no darles motivos para
hablar a mis otros yoes (ellos se enfadan si les llamo yo en plural).
Preocupado por ir todo el dÃa callado, agazapado como un
topo bajo tierra y sin poder hablar, deseaba encontrar un lugar tranquilo, un
lugar apacible donde pudiera expresarme y dar cabida a todos mis yoes. En esas estaba
cuando Conmigo Mismo tuvo una ocurrencia,
que por una vez aplaudió y secundó Mi. ¿Por qué no nos apuntábamos a un meetup literario? Rápido, di el sà quiero a aquella
extravagante idea. Por una vez que Mi
y Conmigo Mismo se ponÃan de acuerdo,
hasta daba pena llevarles la contraria. Al final, la idea resultó un acierto fabuloso,
en el meetup de Letraheridos no solo pudimos hablar de manera loca y desordenada
de libros, metaliteratura, desvarÃos y locuras varias, sino que descubrimos que
estaba repleto de amigos que nos entendÃan, locos de los libros, apasionados
de la literatura, amantes y diletantes de las letras que respondÃan a nombres tan
cercanos, tan queridos, como Tú, Vosotros o Vosotros mismos.
Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia