domingo, 26 de febrero de 2017

«El mar era perfectamente visible en un radio de una milla alrededor del Nautilus. ¡Qué espectáculo! ¿Qué pluma podría describirlo?»

En la actualidad...

—¡Qué pérdida de tiempo más grande! —El ingeniero jefe acompaña la frase con una mirada de hastío en dirección a los buzos. Estos se sumergen una vez más en las heladas aguas del mar de Irlanda.
—¿No ha leído la transcripción del capitán del UB-85? La rescataron ayer los buzos y ya está escaneada en el ordenador central.
—Me trae sin cuidado las tonterías que escribieran los alemanes. En Ardleine Bay esperaban la primera conexión eléctrica hace una semana. Ese maldito submarino está retrasando la colocación del cable.
—Ya, bueno. Yo también pensaba en que era una tontería hasta que leí el diario del capitán...

Es de noche. El ingeniero jefe observa la pantalla de su ordenador. En la barra de búsqueda del aplicativo gubernamental teclea «UB 85 ireland sea transcription» y añade un rango de fecha situado entre Ayer-Hoy.

der 30.April 1918. Dienstag.

Es ist 9 Uhr 10
El comandante Krech muestra su disconformidad con la versión presentada por el oficial del asdic. El comandante afirma que hemos topado contra un nuevo dispositivo de defensa británico. Mientras Köhl, el oficial, afirma que nada puede moverse tan rápido como lo hace el supuesto dispositivo. El comandante da la orden de emerger a la superficie para una confirmación visual.

Es ist 11 Uhr 24
Lo he visto con mis dos propios ojos. Es una... extraña bestia. El cuerpo es similar al de una ballena. Posee un cuello largo parecido al de una jirafa. Su cola es inmensa y sus aletas muy pequeñas. En la superficie no nos ataca. La criatura se queda sumergida. Sé que está ahí por las burbujas que emergen de sus fosas nasales. También se pueden observar, sí uno sabe lo que busca, los brillantes ojos debajo del agua. Hemos intentado salir del mar de Irlanda sin éxito. Cada vez que nos sumergimos o encendemos los motores embiste el casco con fiereza.

Es ist 12 Uhr 05
El comandante nos reúne a Köhl y a mí en su cabina. Hemos sido los únicos testigos de la observación de la criatura. Nos solicita que le entreguemos los diarios y no hablemos de esto con nadie. Le obedeceré en cuanto al silencio marcial. También le entregaré el diario oficial, pero desconoce acerca de este cuaderno. Es completamente personal. No tiene ningún derecho... y este evento es demasiado importante para que las futuras generaciones no sepan de él.

Es ist 16 Uhr 42
El comandante nos reúne a todos. Tiene un plan que no comparto. Lanzaremos dos torpedos contra el dispositivo de defensa. Intentando así hacerlo explotar y poder huir hacia el norte. A pesar de mi falta de aquiescencia el comandante da las ordenes.

Es ist 17 Uhr 31
El submarino ha sido dañado. Nos hundimos. Los torpedos han fallado y la bestia nos ha atacado con furia desmedida. El oficial del asdic reporta la proximidad de un crucero ligero acercándose a nuestra posición. Los británicos nos han descubierto, aunque por suerte el monstruo marino se aleja, el submarino hace aguas. Solo nos queda rendirnos o morir aquí.

En la actualidad, al otro día...

—¿Ya leyó la transcripción?
—Ese capitán debía tener algún motivo poderoso para ocultar los verdaderos hechos con semejante relato. ¿Un monstruo? Já. Menuda historia...
—¡Quizá! Pero entonces, ¿cómo explica la deformación del casco observada por los buzos?
—El impacto con las piedras del fondo marino.
—Pero... en esta zona del mar de Irlanda el fondo es blando y fangoso. La piedra más grande es del tamaño de mi puño.
El ingeniero jefe mira con semblante molesto a su subordinado.
—¿No tiene nada mejor que hacer?
El subordinado se encoge de hombros. Se aleja enfadado observando las distantes aguas, pero está tan absorto en sus pensamientos, que no percibe las pequeñas burbujas que emergen a lo lejos desde el fondo marino...


(*)Estimados, este relato está basado en una noticia acaecida hará unos meses.

Iberdrola encuentra un submarino alemán de la Primera Guerra Mundial. Hay una leyenda que dice que la tripulación abandonó el sumergible porque apareció un monstruo similar al del Lago Ness...


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 19 de febrero de 2017


«No es nada personal, 
son solo negocios» 
Al Pacino-Michael Corleone 


Hotel Ritz. En el interior del lujoso vestíbulo un cartel dorado señala:

Floor 6th: Convención Scala 'Trajes de época'
Floor 9th: Productora Ozzypiuntur Entertainment 'Casting'

Tres individuos esperan en la planta baja la aparición del ascensor...

Un calvo musculoso, de facciones rusas, chaqueta cara y rostro de pocos amigos.
Un señor cincuentón, bigote, pajarita roja, camisa azul y un bombín.
Un pizzero. Joven. La cara llena de granos de acné.

El ascensor llega, cada uno pica una dirección: planta quinta, sexta y novena. El ascensor cierra sus puertas y comienza la ascensión.

El calvo observa con mirada desafiante a los otros dos. Estos retiran la mirada. Sonríe. Estira con lentitud su musculado cuello y se escucha un crujido cervical.

Los números en el panel del ascensor avanzan lentamente.

1... 2...

Entonces, el hombre del bombín se agacha para abrir su maletín. El calvo gigantón observa hacia abajo con desconfianza. Un móvil resuena insistente en el interior. En ese momento el calvo pierde interés y vuelve a mirar en dirección al panel. Los números avanzan con lentitud.

3... 4...

De repente, el cincuentón del bombín da un inesperado salto, rodea el cuello del gigantón con un alambre y le aprieta con fuerza con ambas manos. Los músculos en el cuello del hombretón se endurecen, este alarga sus manos hacia atrás en un vano intento de retirar el frío acero de su cuello, pero el alambre se enreda con más fuerza alrededor de su presa. El hombretón lanza su espalda contra la pared del ascensor. Se oye un fuerte crujido. Sin embargo, el de la pajarita no cede. El pizzero observa la escena quieto en su esquina. El calvo, en su lucha desesperada, continúa dando golpes con la espalda contra la pared del ascensor. Sus bufidos son cada vez más jadeantes y más guturales. El de la pajarita, aferrado a la espalda del gigantón, sonríe. Extrae una aguja larga de su espalda y en un movimiento fugaz atraviesa el ojo del calvo sin apenas esfuerzo. Un hilillo de sangre cae al suelo. El del bombín afloja la presa y el pesado cuerpo cae.

5...

Las puertas del ascensor se abren. El del bombín presiona el botón de cerrado y el ascensor continúa su ascenso. Al llegar a la sexta planta, vuelve a realizar la operación. El chico de la pizza observa completamente quieto toda la escena. Acto seguido, el extravagante asesino desenrolla meticulosamente el alambre alrededor del cuello del inerte cuerpo tirado en el suelo.

—Lamento escena, Herr pizzero —dice el hombre del bombín—, pero tú, ahora...

—No, por favor. Solo tenía que entregar esta pizza. —El chico con granos de acné en la cara llora desconsolado y abre la caja de cartón—. Es de barbacoa...

Y en medio de la extraña escena, surge una pistola en manos del pizzero. Mientras, la masa informe de pizza cae al suelo, haciendo compañía al calvo fallecido.

—Ahora, compañero —dice el pizzero aún con lágrimas en los ojos pero con el rostro muy serio—, se te plantean dos opciones. En la primera, intentas abalanzarte sobre mí y comprobar si dispararé antes que tú consigas matarme...

El del bombín asiente sin apartar los ojos del arma del pizzero.

—... en la segunda opción, recoges el cuerpo del gigantón, llegas a la novena planta y te escabulles por la azotea. ¿Qué escoges?

El pitido del ascensor marca la novena planta. El del bombín cierra su maletín. Asiente.

—Ja, compañero. Muerto Vasíliev, muerto problema. ¡Auf Wiedersehen!
Dicho esto, agarra el cuerpo del gigantón y lo arrastra por la moqueta roja, la cual camufla a la perfección el hilillo de sangre. En ese momento, las piernas del chico comienzan a temblar.

6... 7... 8... 9...

—Joder, Marta, no te vas a creer qué me ha pasado.
—¿Qué, Pablo? No te escucho bien... ¿Estás en el casting de la película? ¿Por qué hay ruido de sirenas? ¿Estáis ensayando? ¿Te han seleccionado para hijo del mafioso?
—No, después te cuento. Gracias por insistir en que llevara la pistola de tu padre.
—De nada, pero es qué con una pistola de verdad, aunque esté descargada, siempre se actúa mejor —Ríe.
—Y que lo digas, Marta. La actuación de mi vida.

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 12 de febrero de 2017


«Solo alguien tan inocente como un niño puede escoger sabiamente a su líder».
Smoking Dead
(S. Bonavida Ponce, 2016)


—Huesos días, mi vida —dijo Huesito entrando en casa de Huesita y lanzándose inmediatamente a morder los huesos de la pierna de su amada.
—¡Grrrr!
—¿Qué sucede? —preguntó Huesito.
—Te tengo dicho mil veces que no mordisquees el fémur al entrar. Un esqueleto educado comienza mordiendo la tibia y el peroné.

Desde el suelo Huesito miró asustado en dirección a la cara de Huesita.

—Además —continuó Huesita—, seguro que ni te acuerdas de qué día es mañana.
—¡Asústame calaverón!
—¡Ajá! ¿Ya recuerda el señor? Pero escúchame. Estoy a dieta huesocalórica. No quiero dulces. Tampoco quiero flores solo hacen que molestar y marchitarse.
—¡Pero, pero...! —Las dos únicas opciones viables para Huesito se desvanecían.
—Ande, ande.

Y Huesito acabó en la calle sin una idea clara de que hueso nasal comprarle a su prometida. Pero por fortuna, la diosa providencia, le hizo pasear por delante de una librería.

—¡Oh, que brillante descubrimiento!

../.. Al otro día ../..

—Huesos días, mi vida.
—Huesos días —replicó Huesita entregándole un bonito reloj a Huesito—. Toma, así no serás tan despistado y llegarás puntual a los lugares.

Ella se le quedó mirando con actitud seria.

—Encontré un bonito regalo para ti.
—¿¡Ah, sí!? —dijo Huesita.
—Recordé que te gusta leer mucho.
—¡Oh! ¡Qué bien! Recordaste algo. ¿Y qué libro es?
Huesito no dijo nada más y le entrego un libro bien envuelto en un bonito papel de regalo.
—¿«Smoking Dead»? — Huesita destripó rápidamente el papel y comenzó a leer la sinopsis—. ¡Qué bueno, es de zombis!
—Claro Huesita. Yo sé que te gusta la novela histórica.

Y por una vez, Huesito acertó con su regalo, y aquel día le dejaron mordisquear la tibia, el peroné, el fémur y algunos huesos más.

¡Feliz Día de San Valentín
¡Feliz Día de los Enamorados!
¡Feliz Día del Amor y de la Amistad!


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 5 de febrero de 2017


«La raíz de todas las pasiones es el amor.
De él nace la tristeza, el gozo, la alegría y la desesperación»
El Fénix de los ingenios
(Francisco Lope de Vega)



Habíase un lugar llamado «las orillas del tiempo»,

Al mirar al cielo se podía observar un hueco entre la constelación de Andrómeda y Perseo. Era apenas un pequeño vacío en la inconmensurable bóveda celeste. Pero en ese lugar, hacía un tiempo, se dibujaba una pequeña estrella solitaria. Se llamaba Anirama. Su aura brillaba preciosa en el oscuro techo estrellado. Ella creía en las antiguas leyendas de los dioses griegos. Seguramente influenciada por las hermanas de las constelaciones cercanas.

Un día, Anirama decidió abandonar su ilustre posición galáctica y marchar en busca de la leyenda de la Diosa Inamar. Narraba la antigua leyenda espacial que la estrella que encontrara a la Diosa brillaría radiante por siempre en el firmamento. Sin embargo, Inamar estaba maldecida con la amnesia cósmica y no había dejado constancia de donde podían encontrarla. La leyenda continuaba indicando que tres pruebas debían superarse para llegar hasta ella: el navío, la estela y la red.

Antes de partir, se despidió.
—Adiós hermanas de Andrómeda. Adiós hermanas de Perseo.

Ellas le devolvieron alegres el saludo.
—Cuida tu brillo.
—Resplandece siempre.
—Nos vemos en tu próximo pulsar.

Entonces Anirama realizó un venturoso salto quántico, dobló el espacio-tiempo alrededor del agujero negro conocido como Gujansgro, el protector de vuestro sistema solar, y apareció en una inmensa playa de lágrimas.

Una gran nave, constituida con madera de bambú interestelar, flotaba cerca de la arena. Al lado de la embarcación volaba un Mávenix. Un ave mágica de grandes alas constituida por polvo de estrellas.

—Saludos, Anirama —dijo el Mávenix—. Entre ser feliz y ser mejor, ¿qué escogerías?

Anirama no supo que contestar. Sabía que el Mávenix al lado del navío era la primera de las tres pruebas. Temía fallar.

—No sé la respuesta —dijo Anirama avergonzada mientras el brillo de su aura decrecía.

—Dubiare stella es —dijo el Mávenix mientras extendía sus alas en dirección al navío—. Sube.
—¿Pero...? —Y Anirama se calló. Iba a decir que no había respondido a la pregunta. Pero era tal su deseo de superar la primera prueba, que calló.


El navío surcaba veloz el oscuro océano. Una blanquecina estela surgía por debajo, y aquella espuma cósmica se arremolinó paralela y perpendicular en torno al bajel. Anirama observaba hipnotizada la forma de la estela.

—¡Qué bonita!

El Mávenix no respondió.
Entonces Anirama observó a los otros pasajeros. Estos la miraban con extrañeza.

—Nunca habían visto a una estrella —dijo la inmensa ave.

Anirama sonrió coqueta, e iba a regalarles una gran sonrisa a los presentes, pero de repente, sin aviso previo, el Mávenix le asestó un fuerte golpe de alas que la tiró por la borda. Incrédula por lo acontecido, cayó en la gran estela blanca. Aquel brillo excesivo la ahogaba. Nadó contra corriente, intentaba retomar el tiempo presente, pero la marejada pasada y el empuje futuro la hundían cada vez más en aquel irreal oleaje estelar.

Y entonces, todo fue oscuridad....

... y de nuevo, todo fue luz.

—Hola. Me llamo Vibo. Soy un planeta del sistema Dana. ¿Cómo estás?
Anirama no respondió, aún estaba desconcertada por su anterior vivencia.
—¿Quién?
—Vi-bo. Del sis-te-ma Da-na —deletreó con paciencia el planeta—. ¡Qué bien que estés despierta!
—Me siento un poco... mareada —dijo Anirama.
—Normal. Flotas alrededor de mi gravedad. Ella fue la que te salvó de perderte en el vacío —dijo Vibo con una gran sonrisa en su polo magnético—. ¡Qué casualidad que pasaras justo por aquí!
—Pues... gracias, Vibo —dijo Anirama.

La estrella pasó una temporada flotando alrededor de Vibo. Se habían hecho amigos. Hasta que un día este le confesó un secreto.
—Anirama, cada vez estás más cerca de la Diosa. Pero te falta encontrar la red.
—¿Cómo sabes tú qué busco a Inamar?
—Yo sé algunas cosas, y otras cosas... no. ¿Sabes dónde puedes encontrar lo que te falta?
Anirama negó con la cabeza brillante.

—Está en mi interior. Debes dirigirte a las cavidades subterráneas bajando por el polo norteño. Una vez allí baja hasta mi centro e inúndalo con tu luz. Entonces la encontrarás...
La alegría de Anirama contrastaba con la tristeza de Vibo. Quién comenzó a soltar pequeños tifones de lluvias por su ecuador.
—¿Te pasa algo, Vibo? —preguntó preocupada Anirama.
—No es nada... Marcha, tienes un gran camino. Nos volveremos a ver.


Anirama se dirigió al polo norte de Vibo. Allí, encontró las cavidades subterráneas en la superficie del planeta amigo y descendió por ellas. Su inmensa luz se colaba a raudales por aquellos túneles.

Y al fin, después de un tiempo inmedible por ningún sistema horario, alcanzó el centro del planeta.

No había ninguna red. Tan solo un libro. Un pequeño cuaderno brillante que flotaba en el centro. Anirama se acercó curiosa, y comenzó a leerlo...

«Querido diario estelar,
El dios Rasepar me ha maldecido por salvar al Mávenix y a Vibo. Los quiero tanto que no pude permitirle que acabara con ellos. Es despreciable y como no puede matarme, me ha maldecido con la amnesia cósmica. Olvidaré mi nombre, olvidaré mi brillo, olvidaré a los qué salvé, e incluso olvidaré quién fui una vez... pero cuando vuelva aquí, cada cierto tiempo, impulsada por mi naturaleza inquieta, descubriré que no me hace falta brillar...
El brillo de la diosa soy yo».

Anirama dejó de leer. Una sonrisa triste se dibujó en su rostro. De su torso una luminiscencia sin igual comenzó a brotar. Recordó quién había sido: Inamar. Recordó a su buen Vibo y al Mávenix, y los motivos que hicieron que los tres estuvieran juntos una vez. Bailó al compás de los sonidos chamánicos del fondo de partículas, sonrió, se alegró, lloró, brilló como hacía tiempo no había brillado. De su luz nacieron unas cuantas estrellas, más pequeñas que ella, pero de igual naturaleza...

Y regresó a la posición que había ocupado una vez entre Andrómeda y Perseo.

Y entonces... se volvió a olvidar.

Epílogo:
Y nuevamente, Andrómeda y Perseo, le volvieron a contar todas las leyendas de los antiguos dioses griegos.


«Dedicado a Mica Dominguez. Gracias por tu calidez y tus palabras»

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Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


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