domingo, 31 de diciembre de 2023




Cuando despertó, la carretera todavía estaba allí.

Un regusto a Monterroso deja el mundo postapocalíptico creado por Cormac McCarthy.

El padre, el entorno, los animales, son el dinosaurio en vías de extinción.

Para mayor parecido, me encuentro las frases, en su traducción al castellano, de confluencia Monterrosiana:

«Cuando volvió, el chico seguía durmiendo».
«Cuando despertó el hombre estaba enfermo».
«Cuando todos hayamos desaparecido entonces al menos no quedará nadie aquí salvo la Muerte».

Bueno, cierto es que la última frase está extraída con fórceps literarios y que cualquier parecido con la concisión y la brevedad son pura pareidolia, pero ¿es simple casualidad o McCarthy aporta una visión revolucionaria Monterrosística postapocalíptica?

Al margen del dinosaurio, y de la brevedad, el debate sobre si esta novela es o no ciencia ficción resbala ante la prosa del fin del mundo tan escueta y bien cincelada que se gasta McCarthy.


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

martes, 19 de diciembre de 2023



La tradición popular se esfuerza en decir que el 13 es un número de mala suerte. Una superstición ligada a la religión. Me gustaría llamarlo un giro numerístico, en clara homonimia lingüística tal y como afirmaba Ferdinand de Saussure, y ¡que la mala suerte no existe! 

Significado y significante, número y mala suerte, son arbitrarios, en Japón el número de la mala suerte es el 9, en China el 4, en Estados unidos el 191, para algunos es el 666 y para otros el 3

La mala suerte no existe, se la labra cada uno en su quehacer diario, en su fuero interno, en su pensamiento; después achacamos a los números lo que nuestras acciones no acometen. 

Me gusta pensar en los números cómo aliados, amigos que, junto a las palabras, nos ayudan a construir un mundo mejor.

 

¡Os deseamos un aquiescente y Feliz 13º Aniversario!


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

sábado, 21 de octubre de 2023



«Había también las voces románticas convencidas de que existía un lugar escondido y apartado que el modelador llamaba hogar; probablemente un pequeño pueblo de pescadores en alguna isla remota donde el tiempo se movía con las mareas…»
J. Casri


Versión reseña Modelador en PDF.



Al igual que sucedió con la novela Ulises de James Joyce, acunada de contrabando de librería en librería, leyéndose impúdicamente por el comportamiento soez y extraño de algunos capítulos, que despertó a las Furias y a las Famas por igual, El modelador, obra experimental, vive una situación similar. J. Casri, fiel piloto de su embarcación, pilota junto a Daniel y sus compañeros en este interesante periplo literario: ¿conseguirá Daniel encontrar al modelador de la historia? Es la única cuestión que importa, pero la luz del faro que brilla en el horizonte queda pronto cubierta por auroras boreales y neblinas espectrales que distorsionan en múltiples haces el verdadero camino. No se debe engañar el lector acercado hasta esta obra y debe recordar las palabras grabadas en el dintel de la puerta infernal antes de que Dante se adentrara en él: abandonad…. Una obra demoníaca, en la forma, un purgatorio, en la ejecución, y una bendición, en el mensaje, pues cada lector sentirá distintos influjos en sus sentimientos al acabarla, quizá de igual modo que sufrió el personaje literario Dante que, habiendo vuelto a la tierra, no supo recordar ni descifrar lo que había aprendido en el cielo. El modelador supone un viaje iniciático y abarca tantos y tan variados temas que esta reseña es un mero escolio en un manuscrito perdido de la grecia ática. El modelador traspasa la littera (la palabra escrita) y se funde con la fisicidad del artefacto literario, siendo en la práctica, casi imposible, en este siglo de avances, tecnología y libros electrónicos, exportar la obra a un formato electrónico sin que el medio altere el producto original, un desgarro similar al que sufren los necesarios y traidores traductores. En el interior de sus páginas hallamos rectángulos, líneas y flechas que interrumpen la lectura y, como un viaje por universos paralelos, esas formas geométricas contenedoras de palabras exploran diferentes capas de la realidad y nos conducen, tal obra clásica y universal (¡si acaso ello existe!), por tramas detectivescas, ensayísticas, biográficas, históricas, costumbristas…; ningún género escapa a la aguda mirada de J. Casri que con argumentos implacables azota a nuestros yoes lectores y perfila una particular mirada sobre la realidad, esa realidad que creemos tan firme y segura bajos nuestras pies y que, con esforzado esmero, resquebraja con minuciosidad exasperante*1 hasta enfrentarnos a nuestros tabúes, aquellos que, en nuestra cotidianidad, nos impiden cuestionarnos acerca de la verdad. En un viaje a Roma, creí ver a El modelador de la historia en medio de la bóveda de la capilla sixtina, entre medio de esos dedos que nunca llegan a tocarse, un espacio entre lo mundano y lo divino, desde entonces creo en él, en ese espacio intangible, creo en El modelador de la historia.

*1 Si habéis leído todas las notas a pie de página y habéis abandonado toda esperanza, volvedlo a leer.


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia




domingo, 16 de abril de 2023



«Recurrí a los libros, al ejemplo de papá, lector incansable, que había pasado la vida entre la biblioteca de su cuarto, la del colindante o la del comedor, abriendo una puerta y otra y dirigiéndose a los libros, siempre solícitos en los estantes, consultando, interpelando, contrastando información, fechas o datos».
Montse González de Diego

Memorias ensayísticas escritas desde tres percepciones: espacial, temporal y emocional. Así encara la autora sus vivencias por este constructo memorístico cimentado en tres pilares y, desde ellos, con tan variada argamasa, erige su bello y particular edificio. Los pilares sostienen el espacio de la obra, evoca tiempos que no volverán, y adorna cada piso, cuatro en total, con prosa esmerada y elegante, de igual modo que realizó en su anterior obra, La tercera sala; finalmente, como es propio en los papeles privados, alicata muros con impresiones y reflexiones propias, interpelando a los tiempos modernos, en el deambular por las estancias nos retrotrae a esa lucha obrera y social y olvidada por mediación de su padre y rescata ilusiones infantiles de Campillo, el pueblo burgalés de su niñez, de la mano de su madre y su tía. En una de las habitaciones de esta morada, nos acuna con una nana de melodioso pentagrama de espacios, tiempos y afectos.
La reciente premio Nobel, Annie Ernaux, respondió así en una entrevista: «Solo con vivir no me resulta suficiente. Hace falta que escriba esos instantes». Recoge la misma premisa Montse González de Diego en su obra. No es suficiente con vivir, hay que escribir.

En este cianotipo de su vida, desgrana con el mortero la escritura y la amplifica con literatura, pues en la certeza de que la memoria es engañosa convierte a esta en una aliada, en un elemento valioso, para dejar huella de la verdadera realidad de la vida, en las emociones comunes a cada uno de los lectores. De la obra erigida nos queda la esencia de lo vivido y Montse, con plena consciencia de la importancia de su propiedad, prepondera en Vienes una mirada lúcida sobre la niñez, la adolescencia y la adultez y las mezcla, en estudiada proporción, con las épocas y las convenciones.

Tras la construcción de su edificio, abre los postigos de las ventanas para que sus preocupaciones personales se aireen con vientos humanizados y universales, guía a los lectores, más allá de géneros, roles y estereotipos. Por el jardín, a los pies de la casa, un divagar literario y calmo aflora. En cambio, el entorno donde erige la casa se sitúa en las periferias de una sociedad cada vez más agresiva, fugaz y líquida. Esa contraposición de espacios, tiempos y sentimientos se desmenuzan en la visita, vemos las distintas salas, habitaciones y espacios como distintas piezas de un puzle, en sus distintos atributos culturales, sociales y artísticos, desde el tamaño, pueblo versus ciudad, desde el utilitario, rural versus urbano, culturales, centro versus periferias, literarios, autoras versus autores, acercando a la biografías y a la memorias colectivas recuerdos de una sociedad vistos desde la óptica de una mujer.

Es en estos tiempos donde, quiero creer, la perspectiva femenina alcanza un mayor grado de protagonismo por la conciencia adquirida en el pasar de los años y Montse, portadora de ecos, de antiguas edificaciones como la erigida por Christine de Pizan en su Ciudad de las damas, divisa desde la vastedad de sus dominios y, con ojos de escritora, la tierra de esta sociedad en que le ha tocado vivir. 

Las puertas de esta casa quedan abiertas, pasen y lean, bienvenida la persona que desee entrar en ella, pues será afortunada de habitar un edificio tan bien construido.

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

domingo, 5 de marzo de 2023




VII Encuentro por la igualdad (Sevilla)
Alameda de Hércules.


S. llega junto a Montse a la caseta de la editorial. Allí, afaenado y con varios libros en las manos, se topan con Luis, el editor de Con M de Mujer. Viste una chaqueta acolchada sin mangas, pantalón tejano y zapatos. Es la primera vez que se conocen en persona, Montse le da dos besos en las mejillas y S. le estrecha la mano. Es la bienvenida a la Feria del Libro Feminista de Sevilla, han dejado atrás las once horas de viaje en tren del día anterior, hace mucho tiempo, casi... La voz del editor saca a S. de los recuerdos recientes con indicaciones para la escritora.
—Es esta caseta de aquí —indica Luis a Montse y despliega unos ejemplares de Vienes por un camino que mi memoria sabe en la mesa. 
A los lados, Montse tiene una compañera y un compañero escritores. Se presenta con locuacidad. A S. le agrada la viveza de su esposa, su espontaneidad, su amabilidad, es la primera impresión que atesora de ella en aquella lejana cena letraherida. Para darle espacio en su quehacer, S. se separa unos metros, intimidad para los autores, adquiere un banco, se sienta y espera acontecimientos. A un lado y otro de la alameda, discursos feministas se dispersan por la plaza. Una voz vigorosa, deje argentino de mujer, grita una historia antigua, una leyenda, de hombres que robaron las máscaras femeninas, las máscaras de poder tribal, a las mujeres, enfrente, otra voz, una periodista, sevillana, más apagada pero igual de interesante, explica los problemas de recuperar una antigua casa señorial sevillana para uso igualitario con un presupuesto de un millón y medio de euros que a pesar de parecer abultado apenas llega. S., vigilante en su banco, observa las personas, al heavy con chupa de cuero que toma asiento en la charla, la mujer de pelo lila con dos galgos negros, la mujer con el carrito de bebé que toma una fotografía con el móvil, una pareja joven de muchachas que se besan, el hombre mayor que saluda a su mujer que se acerca... 
Es un no parar de escenas, personas y eventos, S. advierte lo variopinto del escenario donde se encuentra y no es tan distinto a aquella antigua Alcarria que describe Cela, pues, recapacita, quizá con acierto, que ningún tiempo es tan moderno para que no quede pronto desfasado por el ahora. En esos momentos, S. suele encontrarse como un personaje en la tarima, es y no es él. Montse, omnisciente, se acerca, y al verlo tan quieto, intuye:
—Ve a tomar algo. Yo me quedo aquí.
Ella sonríe y S. saca de su chaqueta el móvil y lo señala. Montse asiente. Lenguaje no verbal: cualquier imprevisto se llaman. S. se aleja por medio de las paradas y cuenta diez, cinco a cada lado, en ese afán tan suyo por dar sentido a la vida, recopilador de números como quien recopila sellos o monedas o recortes de periódico; es posible que de haber sido judío se hubiera dedicado a la cábala. A S. la feria feminista le trae recuerdos de otra, la Feria del Libro de La Llagosta, de igual tamaño, de amorosa concurrencia de personas, familias, niños, parejas y algún solitario caminante, que deambulan a la caza de libros, de reinvindicaciones, de experiencias. Es plácido el mediodía, a pesar del aire frío y los dieciseis grados en ese inicio de marzo, aunque para S. los dieciseis grados Sevillanos le parecen veintidós tarraconenses. Y le apetece dar una vuelta. El morado, color insignia de las pancartas, rinde la plaza. Da unos pasos, no muchos, no desea alejarse. Para delante de Casa Paco. Mesas de madera con patas en forma de equis y una fachada repleta de flores y toldo negro. Pide una clara, en su caso, cerveza mezclada con limonada. El camarero, un tipo robusto, tatuaje en el brazo y pendiente en la nariz, le trae además una tapa de regalo, de olivas, y S., como buen catalán no acostumbrado a los pequeños placeres de la restauración, saliva ante el delicioso ofrecimiento. Tienen hueso pero están igual de deliciosas, como si no lo tuvieran. La lengua de S. excarva y extirpa el centro y lo tira en una papelera estratégica colocada al lado de la mesa, todas las mesas la tienen. No esta acostumbrado, pero es una excelente idea. Durante la breve estancia en Casa Paco, S. bebe la clara, come las olivas y acaba de narrar esta breve crónica, en lo que ha pasado una hora. ¿Cómo le irá a Montse? Y S. aprovecha el último rato, antes del cambio de turno de escritores, para apurar la copa, apurar la crónica y apurar la Alcarria, e ir al encuentro, bajo la caseta de escritores, de lo que más quiere.


domingo, 15 de enero de 2023



«…volvían a la mente de la sargento una y otra vez, "te he criticado por ser una puta policía", recordó entonces al inspector Javert cuando advirtió que la sociedad mantiene irremisiblemente fuera de sí dos clases de personas:
los que la atacan y los que la guardan».
Rosa María Reis León


Nada más iniciar la reseña de este libro debo parafrasear a la célebre escritora Patricia Highsmith: «Creo que la pasión por la justicia pública es bastante aburrida y artificial». Esta sentencia desvela parte de la crítica implícita en la obra de Rosa Reis hacia la policía, el sistema judicial y el mundo editorial.

Qué hacemos es una novela detectivesca ubicada en los barrios altos de la cosmopolita, gótica y literaria ciudad de Barcelona. El escenario no podría ser mejor y tampoco casual, pues la tríada social, urbanística y cultural, permite a la novela adentrarse en los barrios de gente adinerada y descubrir sus oscuras intrigas.

Es en ese entorno donde los personajes, la sargento Roa y el caporal Chouzas, investigan un asesinato. La mujer y el hombre aunan la trama detectivesca con sus desvaríos personales y literarios. Y quizá sea esta última palabra la que, a priori, chirría en este entorno noir: ¿Literatura en una novela policíaca? Así es, pues con gran acierto Rosa Reis introduce ese atípico tropo en un género que no suele tratar el tema, pues no solo de crímenes vive Qué hacemos y entre sus páginas encontramos grandes referencias a Sylvia Plath, Alejandra Pizarnick y Tove Ditlevsen, sin olvidar a sus homónimos masculinos como Thomas Mann, Fiódor Dostoyevski o Gabriel García Márquez.

Lejos de resaltar lo literario, es en esa enumeración de autores reconocidos donde se vislumbran los múltiples juegos de espejos de la novela, que confronta el machismo de nuestra sociedad y lo desgaja en sus variados aspectos: el literario, ¿por qué hay más autores que autoras?; el criminal ¿los hombres cometen más crímenes que las mujeres?; el sexual, ¿hay equiparación salarial entre hombres y mujeres?; el económico, ¿se persiguen menos los crímenes de ricos y poderosos que los de los pobres?

Planteadas las cuestiones, en este páramo cruel y oscuro que supone la novela negra, Qué hacemos con el tiempo que nos queda se adentra en los machismos y sus múltiples caras, se abre paso incidiendo con un estilo cuidado en su ejecución, una trama elaborada, un gran bagaje literario y un final que no dejará indiferente.


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

domingo, 1 de enero de 2023



«Antes de poner la tapa contempla con orgullo su creación.
Dos años de trabajo duro, solitario, culminados con éxito.
La primera máquina del tiempo que funciona
».


Cuentos reducidos a la mínima expresión. Un abecedario de experiencias vitales abreviado en la quintaesencia de lo que debe ser una ristra de narraciones cortas. No en vano Juan Pablo Fuentes, excelente orador, cuentista, dramaturgo y lector empedernido, nos muestra en esta amalgama de invenciones, autoficciones y clásicos un bien ejecutado refrán: «lo bueno, si breve, dos veces bueno», aforismo puesto de moda por un escritor amante de la concisión, Baltasar Gracián, que en tono socarrón también aseveraría en contra de sus críticos: «Y aun lo malo, si poco, no tan malo».

En el debut de Abecedé, la presentadora de la obra, Neus Arqués, comprendió y citó el leitmotiv implícito en el libro: la lucha de los diferentes personajes contra sus heridas. Una trayectoria literaria que los afortunados también pudimos leer en su primer libro, un libro-casa, Palomitas, donde la pequeñez del formato y los escritos no resultaba casual.

En otros aspectos, Abecedé muestra el gran contraste entre la brevedad de sus textos versus la amplitud de sus temas: sexualidad desbordante e hiriente no apta para lectores mojigatos, ¡bebe, bebé!; incestos clásicos de corte griego; maridajes frustrados entre mindfulness y psicopatías de un demente, ¡oohhmm!; el imperio de los sentidos, entre óperas, bibliotecas y demás lugares de depravación cultural; dicotomías extrañas entre, ¿ciencia o ciencia ficción?… 

Y ¿por qué extenderse más allá en esta lista cuando lo mejor es leerlos? No se quede nadie con las ganas y degústenlos. Y si quieren saber más acerca de Juan Pablo Fuentes y poseen gustos literarios, tienen suerte, pueden encontrarlo en su inmensa faceta bloguera, en www.liblit.com, su blog, donde Juan Pablo, en esta ocasión, nada breve, nos regala más de 2000 reseñas.



Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

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