jueves, 22 de mayo de 2014



Yo, el gran IGNATIUSBP me encuentro exultante en este particular viaje mío a la Alcarria. Atrás dejo a comunistas y testigos de Jehová. Las ciudades están plenas a manos llenas, como escribió Lady Miniver en el siglo XVIII, en su novela "Ozú, cuanto gentío en el almendrío".

La casa de Facundo se alza delante mío. Picaré gentilmente a la puerta.

Ding, Dong. Ding, Dong.

Que extraño, nadie me abre. Acercaré mi fino oído a la puerta. Es curioso, diría que escucho un respirar nervioso al otro lado. ¿ y porque ese visillo en la ventana se tambalea ?

../..

(al otro lado de la puerta)

Un sudor frío recorre la sien de Facundo quien apostado en la quietud de detrás de la puerta respira con dificultad.

"Menos mal. Ya se aleja. Nunca pensé que volvería a ver a Ignatiusbp."

Pero despues de esperar unos minutos al darse la vuelta Facundo...

- Hola Facundo, viejo amigo, permíteme estrechar tu mano.

- Pero...pero..., pero... ¿ como has entrado en mi casa ?

- Oh, muy sencillo, tienes una ventana abierta en la parte trasera, y como me recordé de tu notable timidez en nuestros tiempos de estudiantes he decidido gastarte una broma. Una de esas de las que a ti tanto te gustan. Siempre tan bromista. Como aquella vez que me reclamastes 1000 pesetas que pretendías haberme dejado.

../..

(por la noche)

- Facundo, sobrino mío, échalo a patadas de tu casa.

- No puedo tía. Es muy hábil. Y escurridizo como una anguila. Se ha adueñado de toda la primera planta. Su maleta desborda agrias olores y esta repleta de libros polvorientos que desparrama por todo el suelo. Dice que así se sienta como si estuviera en un convento. Es horrible tía.

- Sobrino, tienes que averiguar sus motivaciones. Solo así podrás librarte de esa plaga.

../..

La casa de Facundo es maravillosa. Solo echo en falta mi retablo de las pesadillas de Brahms. Pero es tan entrañable este viejo amigo. No se como permití no devolverle la visita antes.

- Facundo, amigo, ¿ podrías prestarme 20 euros  ? Te los  devuelvo en un momento.

../..

- Ya lo tengo tía. Creo haber averiguado por sus rebuscadas palabras que huyó de su casa por un asunto de dinero. Y ahora no puede volver a ella.

- Eso es genial Facundo. Tu eres agente de la propiedad inmobiliaria. Hazle un cambio de vivienda y te lo quitaras de encima. Espabila sobrino, que ese vampiro de Ignatiusbp no te vuelva a chupar la sangre. Recuerda todo el dinero que invertimos en tu psicólogo.

Removido por las palabras de su tía Facundo recordó sus tiempos de estudiante. La pesadilla de IGNATIUSBP recobraba fuerzas de manera muy explícita estos días en su vida.

- Si tía. Cierto. Y no solo haré eso. Sino que además yo también cambiaré de casa para que no me encuentre nunca jamas.

../..

Es una alegría este amigo mío Facundo. Ha conseguido cambiar mi piso por otro en la misma ciudad. Realmente mi barrio estaba infectado de comunistas y peligrosísimos testigos de Jehová, no se como pude sobrevivir tanto tiempo allí.
Y este cambio, es todo gracias a Facundo, una amistad tan querida debo cuidarla.

Que bromista y simpático es Facundo, pues no decía ante mi marcha que le debía 60 euros. Yo que nunca pido dinero a nadie.

Además me enteré por una vecina que Facundo también iba a mudarse.
Que tímido, no quiso decirme nada para no molestarme.
Sin embargo la amable vecina, ante mis educadas palabras y mi galantería no dudó en pasarme la nueva dirección de Facundo.

Que gracioso es Facundo. Una joya en bruto. Debo devolverle la visita algún día, un amigo tan querido debo cuidarlo.


Facundo Diblasi

"Este dibujante fue una de las última incorporaciones en UTLA. Aun así, en poco tiempo se convirtió en el más prolífico. Incansable y con ese desparpajo propio de los incansables realiza obras a destajo. De estilo puntiagudo, incisivo y sensual ha conseguido cautivarnos a todos. Un gran artista que UTLA espera conservar con cariño durante tiempo."
SBP


Podeis visitar el Blog de este gran dibujante aquí.




Y aún quedan muchas otras ilustraciones de Facundo por publicar... ^_^

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

viernes, 16 de mayo de 2014


Día 6.

Es festivo. Son las ocho en punto y los seguratas del fin de semana son diferentes al del resto de la semana. Aunque poseo la tarjeta que me identifica como trabajadora, ellos insisten en que no les consta nadie con mi nombre en el ordenador. Uno de ellos insinúa en querer cachearme. Me estoy encendiendo roja de la ira. Mi cara de pocos amigos es todo un libro abierto.

- Hola chicos. - atrona una voz detrás mio - La señorita es de fiar. Trabaja en la sexta planta, en el departamento de contabilidad y se llama Adriana. Puedo dar fe de ello.

Los dos seguratas se miran. Uno de los dos vuelve a revisar el ordenador y misteriosamente mi nombre aparece. Me dejan en paz. Malditos babosos. Genaro y yo nos introducimos en el ascensor y cerramos parsimoniosamente la puerta.

- Gracias Genaro. Ha sido muy amable por tu parte. Pensaba que ese gorila iba a cachearme.

- No se merecen Adriana. Siempre intento ser un caballero con las damas en peligro.

Sonrío nerviosa. ¿ Peligro ? Tu si que eres un peligro falsario. Estoy misteriosamente excitada. Esas gafas negras. Esa falsa ceguera. Ese bastón largo, retractil y blanco.

- Ay, Genaro. Me mareo... mis piernas no me sostienen. Que nerviosa después de este mal rato... Por favor, ¿ me puedes sostener ?

Sin permitirle que me responda me acerco bruscamente a su cuerpo. Rodeo su cuello con mis dos manos. Mis pechos rozan su cuerpo. Hoy no me he puesto sujetador. Mi pierna se cuela inocentemente entre sus piernas. Noto un pequeño bulto.

- Ay, ay, ay... que mareo!! - mis suspiros de mareo se parecen más a quejidos de placer. - Sosténme.

- Adriana, ¿ Que le sucede ? ¿ Se encuentra bien ? No me asuste Adriana.

Me sujeta con sus dos brazos fuertemente. Uno me tiene agarrado por la cintura. El otro me sujeta tiernamente por debajo de una axila. Me caigo. Mis piernas flaquean. Pero al instante me recupero y vuelvo a subir. El me agarra con más consistencia. Mi cuerpo y su cuerpo son uno. El muslo de mi pierna recorre todo el pequeño bulto oculto entre las piernas del supuesto ciego. Mis pechos siguen realizando su labor endomoniadamente bien. El efecto "no" sujetador surge su efecto, mis grandes "galletas maria" estan muy duras. Tengo mucho calor. El bulto oculto entre las piernas de Genaro ha cobrado vida. Ya no es tan pequeño como aparentaba. Ni tampoco tan tímido. Pobrecito Genaro, ¿ a que ya no estas tan asustado ?

- Ay, ay... No puedo. Por favor, acompañemé a mi escritorio Genaro. Necesito agua... Necesito relajarme... Necesito...Necesito...

Cada vez me agarro con más fuerza a su cuello. Su barbilla me acaricia mi cabeza. Huelo su olor corporal embriagador. Hoy me he puesto más chanel número cinco que nunca. Mi cabeza reposa en su pecho. Huele todo mi perfume Genaro el ciego. En los estudiados mareos mi pierna no se separa de ese bulto que va creciendo por momentos. ¿ Qué es lo que me intenta contar tu "no" tan pequeño bulto Genarin ? ¿ Hoy también has traído tu bastón blanco ? Podría ser una niña mala si tu quisieras Genaro. Y estoy tan tremendamente mareada. Muy Mareada. Y el día es muy largo.

¿ Quien sabe ? Hoy podrías ponerte ciego de verdad Genarín. Porque quizás el apunte contable no pueda arreglarse hoy por culpa de mi mareo.

Y quien sabe, quizás necesite de otro día más para poder solucionarlo...

El ascensor inicia su fabuloso ascenso.

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

martes, 13 de mayo de 2014


Día 5.

Son las ocho en punto.
Hoy tengo la menstruación.
Y estoy triplemente cabreada.

Repaso mental.

Punto uno. La vieja arpía me indicó mal una cuenta en un apunte contable. Resultado, todo el cuadre diario esta mal. Por supuesto, la vieja escurrió el bulto e insinuó que era yo la que me había equivocado. La muy puta. Hice lo único que puede hacer la novata en estas ocasiones, me disculpe delante de mi jefe y le aseguré que el lunes sin falta tendría la corrección en el cuadre diario. Pero durante el día de hoy me va a ser prácticamente imposible de arreglar. Muy probablemente deberé venir mañana día festivo a acabar de arreglarlo.

Punto dos. Ayer por casualidad en la cafetería, dos compañeras más jóvenes comenzaron a hablar del extraño personaje de la novena planta. Un viejo (según ellas) que se hace pasar por ciego, con gabardina oscura y gafas negras, que aprovecha su supuesta minusvalía para magrear a todas las mujeres que se encuentra en el ascensor. Me enfurezco. ¿ están hablando de quien yo creo que están hablando ? Sus risas encienden mi ira  mientras siguen riéndose del que llaman "pobre viejo acosador". Yo soy de la edad de Genaro. ¿ que deben pensar de mi las muy guarras ?

Punto tres. Puta regla.

Este repaso mental no me ha dejado buen cuerpo. Hoy el día va a ser una mierda de las grandes.
Y no estoy de humor. Si me encuentro a Genaro le destripo. Le retuerzo el pescuezo. Hacerse pasar por ciego para aprovecharse de una dama como yo. Se va a enterar Genarín cuando me lo encuentre hoy en el ascensor.

"Oh... pero..."

Curiosamente hoy Genaro no aparece.

Por primera vez desde mi incorporación subo sola en el ascensor.

Este estos días pasados nunca este cubículo me hubiera podido parece un lugar tan grande y tan frío.


El ascensor inicia su tortuoso ascenso...


Esta historia continuará en Genaro el ciego (6 de 6)


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

viernes, 9 de mayo de 2014


Día 4.

La vieja arpía me cae irremediablemente mal. Ayer fue un día de locos, esa mujer me las pagará. Como me llamo Adriana que me las pagará.

Son las ocho en punto y me encuentro de mal humor. Por suerte el bueno de Genaro esta delante del ascensor para alegrarme el día. Alégrame el día Genarín. Ja ja ja!! Soy una persona enferma. Si supiera todo lo que pienso. Realmente soy malvada. Veo que Genaro lleva un bastón blanco en su mano derecha. Es curioso, es el típico bastón blanco de los ciegos, pero el resto de días no me había percatado de su existencia. Y... Ups!! hoy además nos tocará compartir viaje con un transportista muy joven que lleva un mueble empaquetado a la quinta planta.

En esta ocasión entro la primera en el ascensor y me situo estratégicamente en la esquina. Hoy no sucederá ningún tocamiento especial. Si no el pobre ciego pensará que soy una "devorahombres". Genaro no se acerca a mi, pero el mueble le empuja de manera imprevista por la espalda. Ese fuerte empujón del transporitsta arrastra el cuerpo del pobre Genaro contra mis brazos. Que lo reciben cariñosamente a fin de evitarle más mal.

- Oiga - chillo - Perdona chico, ves con más cuidado, has empujado a este pobre caballero ciego.

El chico masculla una disculpa pero sigue empujando hacia dentro de la cabina el mueble. Genaro y yo nos apretamos como podemos. Mis pechos tocan sus tórax. El mueble es un tablero vertical debidamente embalado, propio de alguna de esas empresas de fabricación en masa. Apenas cabemos, el mueble, el chico transportisa, Genaro y yo. El chico entra y se situa en la esquina opuesta a donde nos encontramos.

El bastón blanco de genaro ha quedado entre mis piernas. El intenta hacerlo recular, pero por la incomoda posición en la que nos hallamos me roza la entrepierna.

- Perdona Adriana. No me puedo mover, es un tanto embarazoso, yo me siento...

No le dejo acabar la frase.

- Tranquilo Genaro. No sucede nada. Es un ascensor muy estrecho.

Me da la sensación que se ruboriza. Aunque con sus tremendas gafas negras no lo puedo asegurar. Mis pezones se están comenzando a endurecer. Mi sujetador hoy es especialmente fino, rezo porque Genaro no se de cuenta de ello. Madre mia que calor tan insoportable recorre todo mi cuerpo. El chico transportista, completamente ajeno a nuestras peripecias, silba una canción de algún grupo de música moderno. El bastón blanco de Genaro sigue en mi entrepierna. Mis pechos siguen empalados en su tórax completamente apretados. Los pezones duros como piedras. Tengo mucha calor, ¿ cuando llegamos a la sexta planta ?

El ascensor inicia su tortuoso ascenso...


Esta historia continuará en Genaro el ciego (5 de 6)


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miércoles, 7 de mayo de 2014


Día 3.

El ciego esta delante de la puerta del ascensor. Es íncreible lo puntual que es teniendo en cuenta su minusvalía. Pero hoy parece dar tumbos. Estamos a punto de entrar los dos en el estrecho cubículo. El va en primer lugar, sin embargo se queda dubitativo delante de la puerta aferrandose con una mano en el marco del ascensor.

- Perdone señorita - su voz esta intranquila. - Me encuentro un poco mareado. Sería tan amable de sostenerme unos segundos.

- Claro caballero. Por favor, faltaría más. Pero ... ¿ como sabía que era yo ?

- Por el olor señorita. Usa un perfume embriagador. Channel número cinco si mis sentidos no me engañan. Pocas damas de este edificio lo usan.

Me río reprimiendo una carcajada. Vaya olfato tiene el ciego. Me extiende su codo formando una u. Una pose habitual en parejas. Le paso mi mano por debajo de su axila y le sujeto firmemente contra mi. Pero en esa posición mi pecho derecho roza y presiona constantemente su codo sin poder evitarlo. La estrechez del ascensor ayuda al resto.
Mi pezón se endurece un poquito.
Nada me excita tanto como que me rocen el pecho derecho.
Estoy enferma. El pobre ciego enfermo y yo excitándome.
¿ Que opinión tendría de mi si pudiera leer en mis pensamientos ?

- Señorita, de veras que lamento darle tanto trabajo. Pero me encuentro realmente mareado.

- No sucede nada caballero. Y no soy ninguna señorita, tengo la misma edad que usted.

- Pues su voz es la de una auténtica colegiala.

Me rió nuevamente, aunque el ciego ríe aparentemente sin malicia en su voz, esta hecho todo un truhan de la palabra.

- Por cierto, ¿ como se llama usted caballero ?

- Me llamo Genaro. Y por favor, no me hable de usted. ¿ Como puedo yo nombrarla ?

- Adriana.

El ascensor inicia su tortuoso ascenso...


Esta historia continuará en Genaro el ciego (4 de 6)


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viernes, 2 de mayo de 2014


Día 2.

Una empresa adorable. El jefe muy atento me puso al día de todo. Las compañeras son todas muy majas. A excepción de una vieja arpía que creo me hará la vida insoportable. Por suerte intuyo que el resto de compañeras piensan lo mismo de la vieja arpía. Hacen ver que se llevan bien por pura connivencia.

La novata soy yo. Deberé seguir la norma de los tres meses.
Mes uno ver.
Mes dos oír.
Mes tres callar.
Ver, Oír y Callar.
Ya habrá tiempo de desplumar a la vieja dama de hierro si se sobrepasa. Esta vieja no me conoce bien.

Estoy delante del ascensor. Son las ocho en punto. Me giro. El caballero ciego detrás mio tan puntual como yo. En esta ocasión no hay tocamiento. Esta detrás mio esperando placidamente el ascensor. Hoy lleva un par de bolsas en las manos. Va bastante cargado.

¡¡ Oh, sorpresa desagradable !!

Los dos seguratas también van a entrar. Con lo que me fastidia el roce de mis pechos contra cualquier espalda. Hoy toca táctica "pegarse al fondo".

Espero que ninguno de los jovenzuelos de seguridad quiera aprovecharse de la estrechez.

Yo y el caballero ciego entramos los primeros por orden de espera hacia el fondo y nos damos la vuelta. Estamos los cuatro demasiado apretados. Me giro levemente para que mis pechos no den en la espalda del hombre de seguridad que llevo delante.

Sin embargo este pequeño gesto apenas imperceptible acerca mi ingle al puño cerrado del ciego que lleva sendas bolsas cargadas.

Los nudillos de su puño izquierdo rozan suavemente la tira flexible de mis braguitas. Le miro de soslayo. Hay tan poco espacio y lleva tanto peso que no puede plegarse más. Noto el duro tacto de sus nudillos rozándome la tira de mis braguitas. Al segundo noto la dureza de su reloj clavandose contra mi cadera.

No noto mala fe en ello. Simplemente él tampoco puede retirar su mano, al igual que yo ya no puedo moverme de mi lugar. Me encuentro encajada.

Y sus nudillos ... que rozan ... la tira de mis braguitas.
Y su reloj... tan duro... con una superficie plana que masajea mi contorno.
Y yo quieta, sintiendo ese valle de nudillos montañosos rozandome la cadera, la tira de las braguitas, mi pierna...

No puedo evitar estarme quieta en mi secreta excitación con esos suaves roces bajando por todo mi cuerpo, ayudados por el vaivén del ascensor.

El ascensor inicia su tortuoso ascenso...


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