martes, 26 de enero de 2016



Descubrí, el otro día de casualidad, tus calores.

El rojo, tan pasional, ese enciende mis mejillas, hace temblar mis rodillas, y ya sabes, ese elemento de mi personalidad que tanto te gusta.

El amarillo mi empatía, ahora que anda tan de moda este color, intento despertar en los demás una leve esperanza por la vida, pues las mentiras piadosas no son mentiras.

¿Es el lila un color? Si lo es, acaso despierta mi asco, cuando tu malhumor no me permite acercarme a ti.

Verde esperanza, la de ver tu sonrisa en cada alba, a pesar de la vorágine que supone la vida, e intento rellenar todos los días por la mañana mi aliento con tu «verdosidad».

Azul cielo, mi cielo, mi vida, de azulado oxígeno repleto en la estratosfera de mi felicidad.

Es el negro también un bonito color tuyo, cierro los ojos y te veo en medio de toda esa negrura, siento, noto, percibo, ¿intuyo? Toda tu esencia a través de esta opacidad visual. Es premonitorio.

¿Y el blanco? Demasiada santería puede estropear cualquier buena alma, pero no en ti. Es la luz que irradias, la conjunción de todos los colores, eres tú.

Y en este embelesamiento de colores, en esta colorida amalgama de sentidos, me encienden tus calores.


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

lunes, 18 de enero de 2016


«En una Universidad cualquiera, en alguna aula de Psicología...»

«Un lienzo representa los íntimos entresijos de una escena cortesana de la Europa del siglo XVIII. Un hombre muestra a otro una mujer desnuda estirada en una cama, y con una sábana el primer hombre oculta el rostro de la mujer».

—Alumnas y Alumnos, ¿qué repercusiones extraemos de este cuadro?
—Misoginia —exclama una alumna aventajada.
—Impotencia —anuncia alguien entre malévolas risas.
—Sadismo —ruge un alumno.

La Profesora mueve aquiescente el rostro. Y añade serena...

—Y homosexualidad reprimida.

Los alumnos quedan sorprendidos: «¿Homosexualidad?».
Un murmullo resuena en el aula.

—En la pintura —explica la maestra—, el Duque Luis de Orleans muestra a su ayuda de cámara, el Chambelán Buvois, el cuerpo desnudo de su amante. El Duque tapa el rostro de la mujer con una sábana, pues es en realidad la esposa del Chambelán. De este hecho se deduce, que el Chambelán, ¡ no debía conocer la parte inferior del cuerpo de su señora !

Los alumnos del aula mantienen un incómodo silencio.

—En la vida hay más de lo que uno ve a simple vista, de eso trata la Psicología. No sean como el Chambelán, vean más allá de las sábanas...


*nota*:
Esta entrada fue presentada en el tercer certamen del "Edén de los novelistas brutos".
Pueden visitar los relatos del Edén aquí.
Siempre es un placer escribir, leer, aprender y disfrutar de los Brutos Novelistas.


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

martes, 12 de enero de 2016


Hola José,

Cuando recibas esta carta tendrás veintiocho años. Si no recuerdo mal, Dolores te habrá dejado hace poco o estará a punto de hacerlo.

Perdona mi brusquedad, soy yo, es decir soy tú pero dentro de veinte años. Soy tu yo del futuro.

Lo sé, es difícil de creer. Es muy embarazoso. A mí me pasó lo mismo cuando me leí a mí mismo a tu edad. Yo sé que necesitas algunas pruebas, muy bien, ahí van. ¿Te acuerdas de la peonza roja de Armando, verdad? No se perdió, se la quitaste, pero te dio tanta vergüenza devolvérsela después que la tiraste. Fue una chiquillada, tranquilo. Nunca se lo hemos contado a nadie. ¿Y ese grano rojo donde tú ya sabes? Siempre tan molesto, algún día irás al médico, te lo aseguro.

Espero sean pruebas suficientes para creerme. En todo caso seguir leyendo no te hará daño. Soy tú. Tengo veinte años más, para mí hace ya hace mucho tiempo, pero para ti lo de Dolores, si aún no ha sucedido, será muy reciente.

Sé muchas cosas que te sucederán o que te podrían suceder. Pero atento, el futuro y el pasado no están ligados, el tiempo no es una cadena sucesiva como pensabamos, tu realidad y la mía son distintas, lo que tú hagas no me afectará lo más mínimo. ¿Cómo lo sé? Es lo que me escribió mi yo del futuro, y yo le creo. Sí, suena todo un poco extraño. ¿Y cómo lo supo él? Seguramente él tuvo a otro yo del futuro. Nos podríamos enfrascar en elucubraciones acerca de cómo supo el primer «yo» todo esto. Es curioso pensar en esto de estar en un bucle infinito en el que yo mismo me doy consejos a mí mismo. Y sinceramente, sé que todo esto suena a ciencia ficción barata, pero no quiero entrar en discusiones metafísicas profundas. Pasaré con tu/mi permiso a los hechos.

Quizás te estás preguntando, ¿si nada de lo que hagas me afecta? ¿Por qué entonces me tomo tantas molestias en advertirte? Tú me conoces. No somos malas personas, al menos a tu edad no lo solía ser y he intentado mantenerme así, pero los años pasan factura, y tendrás tiempo de arrepentirte y de llorar como un loco por todos tus errores o por lo que creerás que son errores.

Permíteme iluminarte.

Si todo sigue igual, dentro de dos años, cuando tengas treinta, te ascenderán y te mandarán a Brasil.

Yo acepté, fui a Brasil, y allí conocí a Corina. Me casé y tuve una hija, al cabo de diez años un coche atropelló a mi Corina, falleció. La extraño tanto.

Mi propio yo de mi futuro me advirtió en su carta que no fuera a Brasil. Aunque no me narró los detalles. Yo sí te advierto. Serán diez años maravillosos pero la caída será muy dura.

La otra opción es que no asciendas al llegar a los treinta, te quedes tranquilo en tu lugar y nada de esto te sucederá al no vivir mis experiencias.

O también podrías ir a Brasil, y no salir con Corina. Pero créeme, si llegas hasta ese punto, creo que te será difícil no enamorarte de ella, es la clase de mujer que nos vuelve locos.

Tú decides, la felicidad absoluta durante diez años u otra vía que tú tomes.

Realmente no te estoy aconsejando un camino u otro. Sólo sé lo que me pasó a mí. Pero quizás, y te conozco muy bien, ignores esta carta y escojas pasar diez años maravillosos al lado de la mujer de tu vida a cambio de una dura caída, no creyendo que tu final será mi final. Te conozco José, llevo muchos años pensando en ello.

Ahora la decisión es tuya.

Una última cosa importante antes de finalizar. Cuando tengas la edad de 48 años, exactamente el día 22 de junio de 2017, las letras de esta carta se borrarán, entonces dispondrás de 24 horas para escribir lo que quieras en ella. Pasado ese tiempo la carta desaparecerá y viajará a tu otro yo de tu pasado. Lo sé porque así me lo advirtió mi yo de mi futuro.

Sé que me explico mal y con pocos detalles. Pero tampoco tengo mucho espacio para explicarme mejor. Lo siento. Intenta escoger lo mejor que puedas.

Te deseo lo mejor del mundo.

Tu yo del futuro.
José

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

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