Hola José,
Cuando recibas esta carta tendrás veintiocho años. Si no recuerdo mal, Dolores te habrá dejado hace poco o estará a punto de hacerlo.
Perdona mi brusquedad, soy yo, es decir soy tú pero dentro de veinte años. Soy tu yo del futuro.
Lo sé, es difícil de creer. Es muy embarazoso. A mí me pasó lo mismo cuando me leí a mí mismo a tu edad. Yo sé que necesitas algunas pruebas, muy bien, ahí van. ¿Te acuerdas de la peonza roja de Armando, verdad? No se perdió, se la quitaste, pero te dio tanta vergüenza devolvérsela después que la tiraste. Fue una chiquillada, tranquilo. Nunca se lo hemos contado a nadie. ¿Y ese grano rojo donde tú ya sabes? Siempre tan molesto, algún día irás al médico, te lo aseguro.
Espero sean pruebas suficientes para creerme. En todo caso seguir leyendo no te hará daño. Soy tú. Tengo veinte años más, para mí hace ya hace mucho tiempo, pero para ti lo de Dolores, si aún no ha sucedido, será muy reciente.
Sé muchas cosas que te sucederán o que te podrían suceder. Pero atento, el futuro y el pasado no están ligados, el tiempo no es una cadena sucesiva como pensabamos, tu realidad y la mía son distintas, lo que tú hagas no me afectará lo más mínimo. ¿Cómo lo sé? Es lo que me escribió mi yo del futuro, y yo le creo. Sí, suena todo un poco extraño. ¿Y cómo lo supo él? Seguramente él tuvo a otro yo del futuro. Nos podríamos enfrascar en elucubraciones acerca de cómo supo el primer «yo» todo esto. Es curioso pensar en esto de estar en un bucle infinito en el que yo mismo me doy consejos a mí mismo. Y sinceramente, sé que todo esto suena a ciencia ficción barata, pero no quiero entrar en discusiones metafísicas profundas. Pasaré con tu/mi permiso a los hechos.
Quizás te estás preguntando, ¿si nada de lo que hagas me afecta? ¿Por qué entonces me tomo tantas molestias en advertirte? Tú me conoces. No somos malas personas, al menos a tu edad no lo solía ser y he intentado mantenerme así, pero los años pasan factura, y tendrás tiempo de arrepentirte y de llorar como un loco por todos tus errores o por lo que creerás que son errores.
Permíteme iluminarte.
Si todo sigue igual, dentro de dos años, cuando tengas treinta, te ascenderán y te mandarán a Brasil.
Yo acepté, fui a Brasil, y allí conocí a Corina. Me casé y tuve una hija, al cabo de diez años un coche atropelló a mi Corina, falleció. La extraño tanto.
Mi propio yo de mi futuro me advirtió en su carta que no fuera a Brasil. Aunque no me narró los detalles. Yo sí te advierto. Serán diez años maravillosos pero la caída será muy dura.
La otra opción es que no asciendas al llegar a los treinta, te quedes tranquilo en tu lugar y nada de esto te sucederá al no vivir mis experiencias.
O también podrías ir a Brasil, y no salir con Corina. Pero créeme, si llegas hasta ese punto, creo que te será difícil no enamorarte de ella, es la clase de mujer que nos vuelve locos.
Tú decides, la felicidad absoluta durante diez años u otra vía que tú tomes.
Realmente no te estoy aconsejando un camino u otro. Sólo sé lo que me pasó a mí. Pero quizás, y te conozco muy bien, ignores esta carta y escojas pasar diez años maravillosos al lado de la mujer de tu vida a cambio de una dura caída, no creyendo que tu final será mi final. Te conozco José, llevo muchos años pensando en ello.
Ahora la decisión es tuya.
Una última cosa importante antes de finalizar. Cuando tengas la edad de 48 años, exactamente el día 22 de junio de 2017, las letras de esta carta se borrarán, entonces dispondrás de 24 horas para escribir lo que quieras en ella. Pasado ese tiempo la carta desaparecerá y viajará a tu otro yo de tu pasado. Lo sé porque así me lo advirtió mi yo de mi futuro.
Sé que me explico mal y con pocos detalles. Pero tampoco tengo mucho espacio para explicarme mejor. Lo siento. Intenta escoger lo mejor que puedas.
Te deseo lo mejor del mundo.
Tu yo del futuro.
José
Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia