jueves, 30 de noviembre de 2017

«Una forma divertida de leer, amena y con ganas de seguir leyendo.
Te engancha muy interesante.
Volvería a comprarlo sin duda»



Cuña publicitaria (gratuita) por cortesía de Radio Cita con Luna.

Ver vídeo en youtube en: Smoking Dead & Radio cita con Luna.

¿Qué harás cuándo lleguen los fumadores?


Abrazos. 🐼🐉😍😂🐉🐼


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 26 de noviembre de 2017

«SMOKING DEAD»
¿QUÉ HARÁS CUANDO REAPAREZCAN LOS FUMADORES?
(*Encuentra al gran héroe diferente*)



En el suelo de una inmensa cueva, atrapado el pie por una enorme piedra, reposaba un enjuto fumador, pero no era un fumador cualquiera, de ojos vidriosos y pequeñas venas rojizas, o con olor a nicotina mezclado con el de la putrefacción, o la humedad de la inmensa cueva. No, este poseía casi apariencia humana.
—Me maravillo de lo bien conservado que está... —Un hombre vestido con traje blanco, escafandra y bombona de oxígeno se agachó para observar mejor al espécimen—. ¿Llevas mucho tiempo aquí, chiquitín?
—Grrrrr... —De la garganta del fumador surgió un gruñido profundo. La pierna atrapada bajo el peso de la gran roca no le permitía escapar.
—No le pongas nervioso —Otro hombre, de idéntico traje que el primero, sacó un walkie-talkie de una mochila de mano—. Solo faltaría que se nos escapara. Ahora callado...
Zzz... zzz... zzz. La sonora estática del walkie resonó por la estancia.
—Charlie. Foxtrop. India. Cinco. Tres. Ocho —dijo a modo de mantra el segundo hombre—. Tenemos al último.
Zzz... zzz... zzz. Más estática.
—Recibido. Enviamos helicóptero de recogida. No se muevan de la posición y aguarden. Sobre todo vigilen que no escape. Corto y fuera.
El hombre guardó el dispositivo en la mochila y, en la prudente distancia, contempló al fumador sentado en el suelo.
—Grrr... —De nuevo, el pobre fumador emitió un gruñido, pero aquellos dos no le hacían ni caso—. Grrr... Grrr... —Con sus ojillos de fumador raquítico miraba al techo.
Allá arriba, una enorme estalactita cimbreaba peligrosa encima de todos ellos. Apenas un palmo de roca soportaba el peso del enorme clavo roquífero.
—¡Parece nervioso!
—¡Bah, ni caso! Los fumadores siempre gruñían.
Un zumbido grave y continuo de aspas. El primer hombre de blanco se giró; a la entrada de la cueva el vehículo aéreo aterrizaba con lentitud. Mientras, el aire impulsado por el helicóptero comenzó a cimbrear aún más la estalactita del techo, izquierda, derecha, izquierda... y de haber estado situados allí en las alturas los dos hombres hubieran podido oír el temible crujido en la estructura que no presagiaba nada bueno.
—Ya están aquí. Esta noche a dormir a pierna suelta.
Aire, más viento, más aire... un impulso nada deseado...
—Grrr... Grrr... Grrr... —Gruñía desesperado. Pero por más que lo hiciera, en aquel alarde de socorrida advertencia y mirara hacia el techo, aquellos dos no le prestaban atención.
Los hombres del helicóptero, media docena de soldados y un par de científicos enguantados en aquellas batas blancas de plástico, descendían a toda prisa.
—Pues sí, esta noche ya podremos...
Pero no le dio tiempo a acabar la frase, el pequeño resquicio que sostenía la estalactita  se quebró. En dos segundos, que son los que tardó en entrar en acción la fuerza de la gravedad, la gran masa de roca cayó como un palo de billar contra la bola ocho. Impactó de refilón entre la gran piedra y los dos hombres, a quienes chafó al acto. El golpe creó un curioso efecto carambola que liberó al enjuto zombi e hizo rebotar a la gran piedra contra el umbral de entrada de la cueva.
—¿Grrr...?
La estancia quedó cerrada. Al otro lado se escuchaban los sonidos de algunas metralletas intentando abrirse paso cenutriamente al interior. El fumador se encogió de hombros y con la pierna maltrecha olisqueó el aire; de repente, le había entrado hambre, captó un olor a aire fresco proveniente del extremo opuesto de la caverna... y hacia allí se dirigió.  



Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.


domingo, 19 de noviembre de 2017

«El arte es seducción,
no rapto»






Comienza mi sueño en una localidad recurrente, París:

Estoy en la ciudad de la luz, estoy planeando secuestrarte, desconozco el motivo. Me encuentro en una vieja buhardilla que posee una vieja mesa roída por la carcoma, encima de ella el mapa de una casa con una dirección. Creo que es el lugar donde te alojas, pero tampoco estoy seguro de ello.
«¿Por qué en los sueños todo tiene que ser tan difuso?».
Me propongo dirigirme hacia allí y aparezco de repente. Si la difusión es el hándicap en el mundo onírico, la inmediatez es la gran ventaja. Es una casa grande, de varias plantas; observo a través de las ventanas y múltiples siluetas se deslizan por detrás. Más captores, me asalta esa idea en el sueño, y no sé el porqué deduzco que son unos peligrosos mexicanos mezclados con un par de árabes, estos últimos ataviados con kalashnikov.
Al principio me asusto y pienso que no te raptaré. Después me arrepiento y otra idea revuela por mi difusa cabeza: no debo raptarte, debo rescatarte. Entonces me introduzco por las alcantarillas, no recuerdo bien como consigo, a través de la intrincada red de túneles, dar con la entrada subterránea a tu vivienda. El caso es que lo consigo, me deslizo con sigilo y comienzo a buscarte por las habitaciones.
En una habitación estás tú. No estás asustada, como esperaba encontrarte, pero tampoco sonríes. No sé si sufres o lo estás pasando en grande. Te miro al rostro -que no me devuelve la mirada pero sonríe- y te agarro de la mano. Al principio pienso que leerás mi mente, que sabrás que inicialmente quería raptarte, y no querrás venir conmigo. Aunque aceptas mi mano de buen grado, sigues sin mostrar ninguna clase de sentimiento.
Nos conduzco escaleras abajo, la casa tiene varias plantas, paso asustado por todas ellas; observando de soslayo cada esquina, bajamos con lentitud las escaleras, tú al lado de mí, sin decir nada, avanzas impertérrita por los escalones.
Alcanzamos la planta baja, a través de las ventanas puedo ver la calle, suspiro aliviado; sin embargo, sin aviso, aparecen los hombres mexicanos. Tú les sonríes. Me quedo sorprendido. Entonces me doy cuenta que son amigos tuyos.
La puerta de la salida está repleta de luz, los árboles al otro lado brillan con la luz de la mañana...
«¡El tiempo! Un efecto de asincronía persistente en los sueños, que nos permite pasar de la noche, al día o a la tarde en cuestión de un fugaz pensamiento».
Quiero avanzar contigo agarrada de la mano y traspasar el umbral de la puerta. Ya casi estamos, los mexicanos no oponen ninguna clase de traba, pero entonces aparecen los árabes con sus khalasnikov. Los semblantes, serios, no anuncian una cálida bienvenida. Estoy realmente asustado, los mexicanos no intervienen, ni para socorrernos ni para ayudar a los recién malvenidos. La habitación me recuerda a una vieja escena de los hermanos Marx. Nadie dice nada.
Tú, con la sonrisa sempiterna de tu rostro, les sonríes a los árabes. Estos se quedan de pie, de espaldas a la pared y continúan sin decir ni hacer nada. Solo sostienen, como soldados de plomo, sus armas de pie en un rictus completamente marcial.
Y mi hermano aparece, está ahí, dentro de mi sueño.
«¡No sé qué narices hace mi hermano dentro del sueño!».
Aprovecho el momento de confusión difusa y pronunció en voz alta, aunque sin gritar, una cuestión para mi hermano: «¿Cómo podemos salir de esta casa?».
Entonces, en medio del comedor hay un escritorio -resalto este hecho, porque hace un momento ni siquiera había reparado en él-, pero sé, por esa clase de atemporalidad propia del ensueño que ha estado ahí desde el mismo momento en que bajamos; me fijo en el mueble, una antigua mesa de época, la clásica mesa victoriana con ribetes cincelados en la madera. Encima de ella, una caja registradora y, detrás de la mesa, una farmacéutica que sonríe.
—Salir cuesta quince euros sin receta. Orden del doctor Misi.
Parece ser la única personaje que posee voz. Introduzco, sin soltarle la mano a mi raptada-salvada, mi otra mano en el bolsillo. No tengo dinero. Recuerdo que soy pobre. Miro asustado en derredor. No podremos salir. Mi hermano acude a mi lado, me extiende la cantidad encima de la palma de la mano. La farmacéutica sonríe, mi hermano empieza a sonreír, los árabes empiezan a sonreír y los mexicanos los emulan en otro tanto. Los únicos que no lo hacemos somos tú y yo.
Miro la puerta, la luz, los árboles, la libertad nos espera al otro lado una vez superado el umbral, pero algo me impide avanzar. Me giro, observo tu rostro, por primera vez en el sueño me sonríes. Me estás mirando con intensidad a los ojos. Tu sonrisa se ve radiante, y yo me pregunto si quiero salir de la casa y...

Se acaba el sueño.



Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 12 de noviembre de 2017

«La dirección general de tráfico recomienda no aparcar nunca tus sueños»
Anónimo inspiracional
Author photography: markus53




Habíase un lugar, llamado Parchelona.

En esa pequeña población, situada a orillas del mar, los habitantes se desplazaban en los quehaceres diarios con sus estimados automóviles. La mayoría de parchelonistas se dedicaban a la caza de ostras -con perla- en las inmediaciones marítimas. Inspiraban, recogían aire -con grandes aptitudes apnéusticas- y solo a pulmón se sumergían metros abajo en el embravecido mar.
Se daba una desagradable situación geográfica que impedía a la población de Parchelona crecer a lo ancho. Pues los antiguos fundadores, en su carente falta de visión futura, instalaron la ciudad en un valle rodeado de escarpadas montañas.
Los actuales arquitectos del Apuyantamiento, muy imaginativos ellos, decidieron elevar edificios cada vez más altos para invadir la verticalidad de los cielos y ganar de esa manera espacio habitable. Sin embargo, ese hecho desembocó en una falta de espacio terrenal para los pequeños parchelonistas que no podían aparcar sus vehículos en las calles.

Primera orden del día. La zona Azul: Por orden del excelso Apuyantamiento -órgano gestor de la ciudad de Parchelona- creará las zonas azules de aparcamiento. Estas costarán 7 perlas -por uso- y se podrá depositar el vehículo un máximo de dos horas.

Aquellas zonas azules no eran más que pequeños rectángulos de dicho color pintados en el suelo, donde el parchelonista podía estacionar su vehículo, previo pago en perlas en máquinas habilitadas a tal efecto; y acto seguido recoger la emisión acreditativa, en un papelito blanco, que le autorizaba a aparcar durante el tiempo limitado establecido.

Los pequeños conciudadanos, aunque indignados al principio con el cobro por aparcar en sus calles, acogieron como justa la medida. De esa manera todos rotaban en el aparcar y nadie se quedaba sin faenar. No obstante, los vecinos más cercanos a la zona costera, vieron reducidas sus capacidades de aparcamiento; y sin prisa ni desencanto acudieron a quejarse con gran vehemencia al Apuyantamiento, repleto aquel de funcionarios bien pensantes, con gran imaginación colectiva y magnánima.

Segunda orden del día. La zona Verde: Por orden del excelso Apuyantamiento -órgano gestor de la ciudad bla bla bla- creará las zonas verdes cercanas a la costa para favorecer en igual medida el aparcamiento a los vecinos; con el simbólico pago de 1 perla al mes en cesión vecinal.

De nuevo, durante un tiempo, algunos se molestaron; pero los parchelonistas, gente muy culta y tranquila, observaron de nuevo como justa la medida.

Un par de años después, la ciudad empezó a expandirse más y más a lo alto; y muchos turistas vinieron de allende los mares para reposar durante poco tiempo en la población que crecía sin parar. Y estos, los turistas, comenzaron a depositar sus vehículos -que también traían consigo- en las zonas azules. Sin embargo, debido a la picaresca turistil, estos pagaban cada dos horas y dejaban el vehículo estacionado todo el día.

Los parchelonistas, que veían peligrar su trabajos de «buceadores a pulmón recoge perlas», se quejaron con ahínco al Apuyantamiento. De nuevo, los excelsos funcionarios repletos de buenas ideas crearon una nueva variación zonil.

Tercera orden del día. La zona Lila: Por orden del excelso Apuyantamiento -órgano gestor bla bla bla- creará las zonas lilas cercanas a la costa. Estas zonas serán gratuitas para los faenadores a pulmón recoge perlas y en ellas se podrá estar un máximo de una hora. Los buceadores deberán probar sus respectivas aptitudes apnéusticas.

Las actitudes apnéusticas -la capacidad para para estar bajo el agua a pulmón libre- era comprobada por empleados del Apuyantamiento que recorrían las zonas costeras. Estos observaban los vehículos aparcados en las zonas lilas y esperaban a sus ocupantes. Cuando estos llegaban, les obligaban a aguantar la respiración dos minutos, tiempo pequeño para cualquier faenador recoge perlas... pero claro, la medida casi resultó de mortal uso para algunos aprovechados turistas. Muchos, viéndose en la tesitura de tener que aguantar la respiración, para evitar el multazo futuro, tornáronse lilas sus rostros cuando intentaron aguantar la respiración tanto tiempo. Un par fueron ingresados y uno casi pierde el oremus, volviéndose su rostro tan lila como las líneas pintadas en el suelo que daban nombre a esas zonas.

Los turistas pactaron con el Apuyantamiento la creación de párquines subterráneos; y al tratarse de turistas ya no hizo falta ninguna orden del día y se crearon ipso facto las estancias subsuelísticas necesarias que, a 12 perlas la hora, se habilitaron solo para los recién llegados a la localidad.

Y todos quedaron contentos: faenadores a pulmón recoge perlas, vecinos marítimos, parchelonistas en general y los bienvenidos turistas (que ya no debían superar la apnea, que para personas sin experimentación era un riesgo innecesario).


Esto es verdad y no miento,
y como me lo contaron,
os lo cuento.



Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


martes, 7 de noviembre de 2017

«Donde los sueños se...
disfrazan»


Estimados,


SALÓN DEL MANGA XXIII
Fotos del sábado 4 de Noviembre de 2017.
Gracias a tod@s por vuestro tiempo.

Podéis descargaros las fotos en Flickr...

Flickr (albúm): Salón del Manga XXIII
https://flic.kr/s/aHsmaFVhR9

El punto de libro corresponde con un recopilatorio de relatos del blog...
http://www.untranquilolugardeaquiescencia.com
... que podéis leer gratuitamente en LEKTU.
https://goo.gl/fZdKhW

Abrazos.
«Solo existe el amor». 🤭😇☺️😊😚😘😍


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


domingo, 5 de noviembre de 2017

«Donde los sueños se... disfrazan»
Salón del Manga XXIII

Como muchos sabéis, una vez al año, o dos, según la disponibilidad de cash; asisto al salón del manga o del cómic.

En esta ocasión estamos realizando un videoreportaje que colgaremos en YouTube con fotos de los más de doscientos cosplayers que se prestaron para ser inmortalizados.

Próximamente... no os perdáis las fotos, son muy buenas, y no lo digo porque las hayamos hecho nosotros; si no por la calidad de las vestimentas de nuestros estimados cosplayers.

Abrazos.


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


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