«Cuando dejen de comprar nuestros discos,
entonces diré adiós y
haré otra cosa,
tal vez,
me vuelva stripper»
Freddy Mercury
Resulta chocante pensar en la palabra tolerancia como en un eufemismo de sordidez y, sin embargo, con toda esa carga acude hasta mis oĂdos de manera contundente.
—AquĂ está la calle tolerancia. Es donde se permite —Mi interlocutora carraspea y se aclara la voz, algo se ha alojado en la garganta de mi guĂa turĂstica, debe ser este maldito polvo que impera en el ambiente—, como decĂa, donde se permiten ciertas licencias con las señoras de la noche.
Me resulta extraño el tono. ParecerĂa que estuviera hablando del purgatorio o de algĂşn lugar peor. ¿QuĂ© tiene de extraño este lugar? Yo me crie a dos cuadras de aquĂ. Es verdad que es una calle más oscura que el resto, las luces del alumbrado pĂşblico no brillan igual aquĂ y las casas son pequeñas, no albergan más de una planta la mayorĂa. Destartalados carteles o pizarras improvisadas, repletas de faltas de ortografĂa, dan la bienvenida al extranjero. Copas 2x1. Happy Hour after 07:00 pm. Son solo algunos de los reclamos escritos en tiza en las viejas pizarras callejeras.
Por las palabras de la guĂa, puede interpretarse como si el hogar de las meretrices fuera un lugar sucio. A mi mente acuden imágenes a tropel de pelĂculas, donde las señoras lumias son extorsionadas por chulos sin escrĂşpulos o maridos drogadictos, incluso quizás por una peligrosa combinaciĂłn de ambos. La guĂa turĂstica se recoloca la chaqueta sobre los hombros. Parece incĂłmoda. Hace calor, por suerte el sol comienza a declinar por detrás de las montañas.
—¿Entramos? —Acompaño la frase de un galante gesto en direcciĂłn al hueco de la puerta donde deberĂa haber una puerta. Aunque el tono es de pregunta, la invitaciĂłn no lo es. Ella arquea una ceja y lanza un pequeño bufido.
—¿SĂ es lo que quiere?
No respondo a su pregunta y entro al lugar. Ella me sigue. El local está prácticamente vacĂo. En una tarima hay una barra de hierro vertical, abrazada a ella una stripper realiza estudiadas poses de baile. Lleva un bikini de color verde, las luces del local crean reflejos, estos se presentan como fugaces látigos luminosos, pues al incidir la luz sobre la minĂşscula vestimenta parecen restallar rabiosos en el aire. A los pies de la improvisada bailarina, dos habituales del lugar aplauden las contorsiones de la mujer.
La stripper se percata de nuestra presencia en el local. Detiene su baile al instante, y alzando las manos al aire, realiza un estiramiento con las manos. Su mirada felina observa con detenimiento nuestra incursiĂłn en su redil. A la par, la guĂa turĂstica mira en derredor. Pasa disimuladamente un dedo por una silla, y arquea de nuevo la ceja en esa pose suya tan circunspecta ante lo que podrĂa llamarse eventualidades anormales. La stripper baja de la tarima. SonrĂe contenta en nuestra direcciĂłn, mientras sus pasos acuden alegres en nuestra bĂşsqueda. Su melena larga, de un rubio platino espectacular cae desmelenada por la espalda. Algunas gotas de sudor, estacionadas en sus sudorosos mĂşsculos, brillan por el efecto de la luz giratoria del techo.
—Hola cariño, ¡cuánto tiempo! —De cerca, la encantadora sonrisa de la stripper nos revela una mujer cercana a los cuarenta años—. ¿Es tu novia?
—No, madre. SĂłlo es una guĂa turĂstica.
Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia
no estoy muy de lectura pero es una locura la madre era stripper
ResponderEliminarjejjeje un placer leerte jejejeje
Me hubiese encantado ver la cara de la guĂa... y las curvas de la madre.
ResponderEliminarSaludos.
Ja, ja!!! Muy buena esa inesperada reuniĂłn familiar. Mucho más divertido el relato que la presentaciĂłn del libro de Chiki MartĂ (un tostĂłn) sobre el accidente laboral que sufriĂł al caer mal de la barra en pleno show. ¡Setenta páginas para eso! No, no me lo compre...
ResponderEliminarSaludos!
Borgo.
que frescura trae tu entrada junto con una sonrisa vendra cada vez que nos acordemos de tu relato. felicitaciones.
ResponderEliminarque frescura trae tu entrada junto con una sonrisa vendra cada vez que nos acordemos de tu relato. felicitaciones.
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