domingo, 23 de octubre de 2016


«Cuando dejen de comprar nuestros discos, 
entonces diré adiós y 
haré otra cosa, 
tal vez, 
me vuelva stripper»
Freddy Mercury


Resulta chocante pensar en la palabra tolerancia como en un eufemismo de sordidez y, sin embargo, con toda esa carga acude hasta mis oídos de manera contundente.

—Aquí está la calle tolerancia. Es donde se permite —Mi interlocutora carraspea y se aclara la voz, algo se ha alojado en la garganta de mi guía turística, debe ser este maldito polvo que impera en el ambiente—, como decía, donde se permiten ciertas licencias con las señoras de la noche.

Me resulta extraño el tono. Parecería que estuviera hablando del purgatorio o de algún lugar peor. ¿Qué tiene de extraño este lugar? Yo me crie a dos cuadras de aquí. Es verdad que es una calle más oscura que el resto, las luces del alumbrado público no brillan igual aquí y las casas son pequeñas, no albergan más de una planta la mayoría. Destartalados carteles o pizarras improvisadas, repletas de faltas de ortografía, dan la bienvenida al extranjero. Copas 2x1. Happy Hour after 07:00 pm. Son solo algunos de los reclamos escritos en tiza en las viejas pizarras callejeras.

Por las palabras de la guía, puede interpretarse como si el hogar de las meretrices fuera un lugar sucio. A mi mente acuden imágenes a tropel de películas, donde las señoras lumias son extorsionadas por chulos sin escrúpulos o maridos drogadictos, incluso quizás por una peligrosa combinación de ambos. La guía turística se recoloca la chaqueta sobre los hombros. Parece incómoda. Hace calor, por suerte el sol comienza a declinar por detrás de las montañas.

—¿Entramos? —Acompaño la frase de un galante gesto en dirección al hueco de la puerta donde debería haber una puerta. Aunque el tono es de pregunta, la invitación no lo es. Ella arquea una ceja y lanza un pequeño bufido.

—¿Sí es lo que quiere?

No respondo a su pregunta y entro al lugar. Ella me sigue. El local está prácticamente vacío. En una tarima hay una barra de hierro vertical, abrazada a ella una stripper realiza estudiadas poses de baile. Lleva un bikini de color verde, las luces del local crean reflejos, estos se presentan como fugaces látigos luminosos, pues al incidir la luz sobre la minúscula vestimenta parecen restallar rabiosos en el aire. A los pies de la improvisada bailarina, dos habituales del lugar aplauden las contorsiones de la mujer.

La stripper se percata de nuestra presencia en el local. Detiene su baile al instante, y alzando las manos al aire, realiza un estiramiento con las manos. Su mirada felina observa con detenimiento nuestra incursión en su redil. A la par, la guía turística mira en derredor. Pasa disimuladamente un dedo por una silla, y arquea de nuevo la ceja en esa pose suya tan circunspecta ante lo que podría llamarse eventualidades anormales. La stripper baja de la tarima. Sonríe contenta en nuestra dirección, mientras sus pasos acuden alegres en nuestra búsqueda. Su melena larga, de un rubio platino espectacular cae desmelenada por la espalda. Algunas gotas de sudor, estacionadas en sus sudorosos músculos, brillan por el efecto de la luz giratoria del techo.

—Hola cariño, ¡cuánto tiempo! —De cerca, la encantadora sonrisa de la stripper nos revela una mujer cercana a los cuarenta años—. ¿Es tu novia?

—No, madre. Sólo es una guía turística.



Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


5 comentarios:

  1. no estoy muy de lectura pero es una locura la madre era stripper
    jejjeje un placer leerte jejejeje

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  2. Me hubiese encantado ver la cara de la guía... y las curvas de la madre.
    Saludos.

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  3. Ja, ja!!! Muy buena esa inesperada reunión familiar. Mucho más divertido el relato que la presentación del libro de Chiki Martí (un tostón) sobre el accidente laboral que sufrió al caer mal de la barra en pleno show. ¡Setenta páginas para eso! No, no me lo compre...
    Saludos!
    Borgo.

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  4. que frescura trae tu entrada junto con una sonrisa vendra cada vez que nos acordemos de tu relato. felicitaciones.

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  5. que frescura trae tu entrada junto con una sonrisa vendra cada vez que nos acordemos de tu relato. felicitaciones.

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