lunes, 14 de enero de 2019

«Toda mi vida he hecho felices a todos los que se han acercado a mi lado. ¿Sabes el gusto que da tumbarse en la cama todas las noches, mandar una pierna a Francia, la otra a Inglaterra y quedarse dormido como un tronco sin remordimientos de conciencia?»


Ante semejante título quisiera despejar cualquier duda acerca de la aproximación de este escrito hacia mi persona que es, cómo habéis podido adivinar, nula. Aclarado este escabroso punto, que pondría fin de manera fulminante a mis intereses escrituriles, debo recalcar la importancia que recibe en la escritura contemporánea la literatura del yo y la autoficción, términos que, aprovechando vivencias reales, pueden servir de base para escritos como los que dan pie a esta entrada. Aclarado el título y mi intencionalidad —que por desgracia no siempre queda clara— os invito con toda mi ilusión a disfrutar de estas dispares disquisiciones...

En el largo camino que supone el oficio de escritor cualquier literato iniciado puede pensar que basta con tener nociones de ortografía, estilo y una extensa lectura de clásicos y no tan clásicos, que ayuden en el arte de la narrativa que con tanta pasión nos lanzamos a acometer.

Error. Esa simpleza de razonamiento puede acabar con las almas y los cuerpos de los que nos empeñamos en emprender tamaña empresa. Pondré un ejemplo real:

Tú (escribiente) has acabado tu libro, sea del género, a saber: novela, poesía, ensayo, crónica, oloquesea...
Estás feliz y dicharachero porque al fin has visto culminado tu sueño impreso en celulosa. Ahora intenta ejercitar la parte fácil, ¿verdad? Vender los ejemplares por cuanta feria se nos ponga a tiro.

Nuevo error. Mi consejo, inscríbete en un gimnasio y comienza un plan de ejercicios que fortalezcan piernas y brazos.
¿Cómo? Pero si yo (la literatura del yo) solo soy escritor.

Errorísimo de nuevo. En el mejor de los casos y si acabas en una editorial más o menos seria, deberás cargar con pilas y cajas de ejemplares recargadas hasta los topes de tu estimada opera prima. Unos diez libros, dependiendo del grosor de tu obra, pueden llegar a pesar entre un kilo o dos. Así, que si eres de esos autores ingenuos (yo lo fui) y pides cincuenta ejemplares para irlos vendiendo a "troche y moche" por cuanta feria o evento literario tengas la suerte de hollar, entonces, te encontrarás con una falta de fortaleza estrepitosa. Notarás como esa masa muscular, que tan poco cuidada tienes en tu serrano cuerpo, se deshará a falta de un continuado y vital ejercicio físico que requieren los escritores noveles. Serán necesarias tablas de ejercicios para los músculos del antebrazo que impedirán el temblequeo y no te dejaran desfallecer al primer levantamiento de caja de ejemplares de 10 kilos. Evitarás esa foto de recién llegado al stand, con la lengua fuera y los ojos desorbitados, tal héroe griego Maratón, que dio la vida para entregar su mensaje, en tu caso, tus libros.

Así pues, ¡quedas advertido escribiente! Inscríbete a un plan de ejercicios especializado para escritores y evitarás llorar porque te duelan los brazos, las piernas, el culo o hasta el duodeno.

Te recomiendo varios:
a) Levantamiento de ejemplares (5kg a 10kg) durante una hora, incluye sostener cuatro libros debajo de cada sobaco.
b) Trote ferial (caminata suave) por la feria del libro en cuestión y aguante ferial (sentadillas).
c) Alterolibria que incluye, además de los consabidos libros, levantamiento de barras de stand de más de 30 kilos.

Dicho esto, de casualidad, cuento con un amigo en una franquicia de gimnasios llamada NOIR, que realiza importantes descuentos en estas más que interesantes (vitales) actividades que os permitirán sobrevivir los primeros años de afán escrituril. Si le decís a este amigo que vais de mi parte, tomad nota, Martín Tevoyareventar, Gimnasio NOIR, teléfono 666.666.666.

Antes de acabar este capítulo, me gustaría recordar la anécdota sobre Ana María Matute, esa escritora que nos regaló joyas de la literatura como Olvidado Rey Gudú, que, según dice la leyenda, era capaz de tumbar de un solo puñetazo a Poli Diaz gracias a su entrenamiento físico. (#AhiLoDejo).

«Auctor sana in corpore sano».



Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia


1 comentario:

  1. Yo me las apañaba con mi libro "Sombras y siluetas" cargando ejemplares en un carrito de la compra. Era poco glamuroso y marujil pero práctico.
    Saludos!
    Borgo.

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