«El peón es la causa más frecuente de la derrota»
«En la jerga ajedrecista existe el
principio básico e inmutable de controlar el centro. Esto es, controlar las
cuatro casillas centrales con el máximo número de piezas; el jugador que
realice esta acometida posee innumerables posibilidades de ganar el juego».
En ajedrez existen dos sistemas para
poder llevar a cabo las transcripciones de las jugadas de tan noble juego. La
notación algebraica y la descriptiva. El gran Maestro Seigi T. siempre prefirió
la notación algebraica, a pesar de tratarse de la más arcaica y menos eficaz a
la hora de transcribir las partidas del noble juego, ya que le permitía evocar
de manera más explícita los nombres de las figuras: caballo, alfil, torre, peón, rey, dama.
Así, la apertura más común, avanzar el
peón de rey hasta en medio, se comentaba como P4R (peón cuatro rey). La segunda
apertura más común, P4D (peón cuatro dama), consistía en avanzar el peón de
dama hasta la posición central.
Como se podía observar de la
observación de este noble juego, las variantes de las aperturas clásicas se
centraban en la imposición del terreno central, ya fuera con P4R o P4D; relegando
la importancia del resto de zonas a la nada. Durante siglos, maestros de todo
el mundo centraron sus esfuerzos, tácticas y estrategias en dominar la ansiada zona central.
El maestro Seigi, a muy temprana edad,
comenzó a darse cuenta de este empecinamiento de los antiguos maestros; su
obstinación le llevó a pensar que quizá hubiera una nueva táctica esperando en
algún lugar... y la encontró. Un día, leyendo a Sun Tzu, en su tratado sobre el
arte de la guerra leyó la siguiente línea...
«No existe enemigo lo suficientemente fuerte
si la sorpresa juega a tu favor. Aprovecha su fortaleza. Si el enemigo es
fuerte en el centro, atácale los flancos. Es más eficaz el ataque de flanco que
el central».
Cerró el libro y se quedó pensativo
dando vueltas a aquella idea. Le sorprendió que nadie hubiera reparado en los
flancos. Al acto, dirigió la mirada al tablero que tenía delante de él, situado
encima de la mesa; apoyó los codos y bajó la mandíbula hasta tocar con ella la superficie
de madera. Las fichas se alzaban majestuosas a pesar de su pequeñez. Los ojos
se fijaron en las torres, las fichas situadas en cada esquina del tablero,
estas poseían delante de ellas sus respectivos peones. ¿P4T? ¡Elucubró internamente!
¿Y qué continuaría a aquella locura? Entonces... lo vio muy claro. Le
sorprendió que nadie hubiera reparado antes en los flancos.
⁂
Ya llevaba años preparándose para el título
mundial. El primer torneo lo ganó con su espectacular apertura recién
estrenada. Su contrincante, el Maestro español J. Mercadillo no pudo hacer
frente al ataque de flancos, sacrificando Seigi los peones laterales para abrir
filas con caballos y torres en lo que parecía un ataque suicida...
Ese desproposito resultó ser su escandalosa primera victoria
en la primera ronda de partidas dobles. La prensa especializada comenzó a
imprimir la noticia «Espectacular apertura del Maestro Seigi». Al mismo tiempo,
los críticos de dichos rotativos aseguraban que aquella apertura recién nacida
no resistiría los envites de otras aperturas de grandes Maestros de talla
internacional y resaltaban que ese primer match, entre dos aspirantes al título
mundial, no era más que una mera anécdota.
Las palabras vertidas en muchos
diarios de ajedrez pronto estuvieron en entredicho. Seigi ganó la segunda, la
tercera y la cuarta ronda; esta última contra el gran Maestro Joseph Louis
Pescu, quien no pudo detener el avance de los caballos y torres por los
flancos. Habituado el gran Maestro a enrocar, Seigi hizo gala de un componente
muy importante en el ajedrez: la psicología. Atacó a su rival hasta la
extenuación, no permitiéndole poner a salvo a su rey en una esquina, y lo
arrolló.
Hasta ese momento, el único rival que,
al igual que él, había ganado cuatro partidas seguidas era el gran Maestro S.
Goodlife Khazagz. Un temido adversario, de padre ruso y madre española, que competía
bajo bandera de la federación Rusa. Este presumía de tener la mente más fría del
mundo ajedrecístico. Poseedor de un estilo agresivo, que mostraba sin pudor
ante la prensa, anunció: «Freírre la
apertura Seigi como una tostadora frríe
pan».
En las siguientes partidas Seigi acusó
el agotamiento mental y empató contra sus rivales. La prensa lo desinfló cual
globo, las únicas palabras que pronunció antes de retirarse a su habitación del
hotel fueron: «Ahorita vuelvo». No abrió la puerta a nadie, no agarró llamadas
a ninguna persona y durmió veinticuatro horas seguidas. Decía una antigua
leyenda que cualquier buen Mexicano, con un buen sueño reparador, podía
conseguir todo lo que se propusiese.
⁂
En la séptima partida, en aquel ciclo
de rondas eliminatorias, se decidiría el campeón del mundo. Los flashes de
miles de fotógrafos tornaron blanco, por un segundo, el escenario donde los dos
titanes se enfrentarían. El ruso Goodlife, con su descomunal tamaño, sonreía
como un toro antes de una carga; Seigi, por su lado, más pequeño en altura y no
acostumbrado ante tal remolino de periodistas sonreía esquivo a los lados.
El match comenzó.
El ruso comenzó con el cásico P4R, Seigi
continuó con P4T, después de las irreconciliables aperturas de ambos, el juego
se tensó cuando el maestro ruso comenzó a avanzar sus peones centrales más allá
de la línea establecida por un tímido alfil y un caballo de Seigi que
custodiaban el centro. En aquel momento Seigi realizó un movimiento extraño,
sacrificó en un par de jugadas, caballo y alfil; a cambio de dos peones centrales
y un caballo de su rival.
Era el movimiento número trece;
algunos analistas quisieron ver en esta jugada el fin de la apertura Seigi,
pero este continuaba tranquilo examinando con concentración el tablero. La
captura de un caballo y de un alfil, tres puntos por cada pieza, aumentaba el
total de puntos del ruso a seis; por su parte, Seigi obtenía tan solo cinco
puntos con el intercambio, dos puntos por cada peón y tres por el caballo.
Sin embargo, el gran Maestro Ruso no vio
la trampa que se cernía sobre él, ni tampoco la supieron ver la mayoría de
estadistas. Seigi había actuado con una desproporcionada táctica sibilina. El
alfil que le quedaba al Ruso no ocupaba el mismo color de casilla que los
peones cruzados de Seigi. El intercambio, aunque favorable en puntos al ruso,
era tácticamente inútil. Una de las paradojas del ajedrez residía en que, a
pesar de poseer un mayor valor en fichas del contrario, la posición siempre
gana a la puntuación.
Avanzados tres movimientos más, el
ruso también se dio cuenta de ello, pero para entonces ya era demasiado tarde;
intentó recuperar una posición hostil debido a su ventaja de inicio blanca, forzando
intercambios de fichas y apostando por trueques posicionales, pero Seigi no
cayó en las trampas.
A pesar de todo ello, el maestro ruso
comenzó a poner todo su empeño en avanzar el único peón del centro hasta el
extremo opuesto. Si conseguía coronar un peón conseguiría la ansiada dama.
Seigi comenzó a realizar intercambios de torres, alfiles y peones para contrarrestar
el inevitable avance de su rival.
El ruso comprometió la débil posición
defensiva de Seigi con su alfil inútil, ofreciéndolo como sacrificio, en un
ardid similar al ofrecido por Seigi movimientos antes. Este aceptó el
sacrificio. Las puntuaciones se tornaron y el ruso coronó. El gran maestro
Goodlife sonreía. Seigi también.
Nuevamente, la posición resultó mejor
que la coronación.
Seigi agarró con el dedo pulgar e
índice su caballo negro y lo deslizó hasta la posición C6R (caballo seis rey) efectuando
un doble jaque, al rey rival y a su recién coronada dama, que dadas las
circunstancias sería capturada en breve.
⁂
Un nuevo campeón de ajedrez del mundo,
de origen mexicano, arrancó portadas por doquier; incluso consiguiendo eco en
revistas no especializadas. Algunos titulares arrancaban así: «Seigi T. imparable campeón del mundo», «México saluda a su gran Maestro», «P4T: ataque mexicano », «El nuevo Repetto tiene
nombre: Seigi T.».
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia
Me ha encantado! Has sabido trasmitir la magia del duelo entre jugadores de ajedrez. Mente, temple, estrategia y táctica como virtudes. Un saludo.
ResponderEliminar¡Qué bien! No sabía si conseguí acertar o no.
EliminarUn gran deporte/juego que a pesar de no dominar, siempre he disfrutado mucho.
Un abrazo muy grande estimado Jesús y gracias por pasar por este pequeño lugar. ¡Te deseo una feliz entrada de año!
Conocía la defensa siciliana pero no la apertura mexicana... mi padre siempre decía que toda persona había de dominar un oficio... y un juego. él se decidió por el billar, mi hermano por el ajedrez y yo por el póker. Soy un ajedrecista mediocre pero me interesan los libros sobre el tema como "El gàmbit del diable" (Yakov Braun) que encontré en la Biblioteca Fuster de Lesseps. Una especie de "El buscavidas" cambiando el billar por el ajedrez.
ResponderEliminarSaludos! y Feliz Año.
Borgo.
Hola Mr. Borgo.
Eliminar¡Qué magnífica máxima! Un oficio y un juego.
La mayoría de veces no sé de que libros me hablas. ^^ Eres una auténtica encicopledia bloguera.
¿El gambito del diablo es un recopilatorio? ¡Qué interesante! la palabra gambito (lejos del personaje de los x-men) siempre me ha parecido curiosa y mágica.
Un abrazo Miquel.
Lo leí en navidades, pero no pude comentar hasta ahora. Me gustó mucho, en particular la tensión de los duelos. Y el tema, con esa variación sobre la apertura clásica, también me ha gustado.
ResponderEliminarUn abrazo, y ¡feliz año!
Ismael
Estimado despiertacuervo,
EliminarRecuerdo la película "Buscando a Bobby Fischer" y ese magistral final.
También recuerdo "La máquina de ajedrez", donde narraba de manera magistral los distintos duelos del ajedrecista... Esta novela vale la pena leerla.
Gracias, Mr. I., respondo tarde, pero respondo. Espero que todo marche bien.
Un graznido despiertacuervo.