Dos años después, celebramos el Sant Jordi y empezamos a
levantar la mano y despedirnos de esta maldita pandemia que esperamos no vuelva
más.
Para los catalanes esta fecha representa una muesca importante en el
calendario, se nos esculpe desde tierna infancia, el día del libro y la rosa, una
festividad donde deambulamos por las calles con los seres queridos: familia,
amigos, pareja. En ese paseo las paradas de libros acogen al gentío que en masa acudimos a nuestra particular peregrinación, incluso
gente que con asiduidad no lee, ese día sale a la calle y se deleita con las
letras de la ciudad.
Existe una leyenda urbana sobre que cada vez se lee menos,
que a los jóvenes no les interesa la lectura, pero no es lo que yo he visto en este
2022, un día de Sant Jordi con inacabables chubascos donde, a pesar de ello, las
plazas culturales de Barcelona se encontraban atiborradas de personas y, sobre
todo, de gente joven agolpada leyendo cómics, novelas infantiles y juveniles. ¡Qué
alegría más mayúscula!
En esta ocasión, además, nos reunimos las letraheridas y letraheridos y
nos damos inmensas alegrías que rellenan nuestra particular tertulia Santjordinesca
y, Montse y yo, nos llevamos tres libros de los compañeros: Nimiedades de
Sergio Alonso, Negra Memoria de Mireia Vancells y Palomitas de Juan Pablo
Fuentes.
Una inmensa suerte poder disfrutar así de la vida y de la lectura.
¡Espero que hayáis pasado un feliz Sant Jordi!
Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia
0 comentarios:
Publicar un comentario