Verano de 2012
- La liamos parda. – dijo Paco.
Sentados en el suelo de aquella casa abandonada, Fran y
Voctir levantaron los ojos de sus respectivas pipas para mirar a Paco.
- La liamos parda... el otro día... me refiero. – volvió
a repetir Paco en un alarde atosigador de poco ingenio repetitivo. Estar fumado
es lo que tiene. Uno pierde la noción del tiempo y del espacio. Pero eso no
resultaba un impedimento para que Paco siguiera introduciendo más maría en su
Bong, mientras Fran y Voctir le miraban con una sospechosa mirada vaga. Apenas
sosteniendo las pipas en la mano.
Pae, el perro, apenas un cachorro comenzó a ladrar. Aunque
entre ellos no existía la palabra posesión, ni tuyo ni mío. El can podría
afirmarse que era de Voctir, el le alimentaba, el lo sacaba a pasear cuando
recolectaba dinero tocando la flauta en la calle. Incluso una vez que estuvo
enfermo, Voctir le llevó al veterinario. Fran y Paco se enfadaron mucho porque
tuvo que gastar dinero (ese sucio material conceptualizado para el mal).
Los animales, (al igual que las personas) debían curarse
solos o por mediación de los remedios de la naturaleza. Al menos eso pensaban
Paco y Fran.
Sin embargo, a partir de aquel día, Pae (el perro) comenzó a poseer más afinidad para con Voctir.
Sin embargo, a partir de aquel día, Pae (el perro) comenzó a poseer más afinidad para con Voctir.
Mientras... Paco seguía hablando solo. Y Pae seguía ladrando.
- Si, si, estos personajillos corruptos llamados
políticos... No tienen ni puta idea. Si Bankia se nacionalizase, los
ayuntamientos se quedarían con los inmuebles... estos podrían usarse para alquilárselos
a personas desahuciadas o sin ingresos. El dinero que se ahorraría de
prestarles podría servir además para pagar la deuda con la sociedad... todos
los bienes inmuebles bajarían de precio... coff (tos)... bajando muchíiisimo el
precio de la vivienda... y entonces...el poder adquisitivo volvería a subir...
Paco era hijo de un rico Banquero. Estudió Economía en la universidad por obligación de su padre. Ahora estaba estirado en el suelo, con un Bong entre sus manos mientras mascullaba algunas de sus ideas para mejorar el mundo.
Su soliloquio no parecía tener fin...
- Si que estuvo bien compañeros. Casi podría jurar que
fue un acto de defensa personal... lastima por el desperdicio de tomates. –
sentenció seriamente Fran. Este era el delgado de los tres. Su carácter el más
adusto. Siempre, cuando tiraban tomates a los diputados el nunca reía. Solo se
dedicaba a tirar fríamente los tomates. Con eficiente determinación pero sin
sentimiento. Al igual que Paco, su padre le obligó a estudiar derecho en la
universidad.
Voctir era el más insignificante de ellos. Ya por el
tamaño (era de baja estatura). Y por estudios. No había estudiado absolutamente
nada. Solo había podido estudiar en la universidad de la vida. A cambio poseía
un gran corazón.
- Nuestra camadería bien merece que firmemos un pacto. –
comentó Fran.
- ¿ A que te refieres ? – respondió dubitativo Voctir.
- Me refiero a que podríamos firmar, como defensores del
bien, de la nobleza, de los más altos ideales de esta comunidad que este área
de tierra siempre quedará protegida por alguno de nosotros.
- ¿ Que es nuestra ? –cortó Paco. La sola idea les
escandalizó. La temible palabra “tener” rondaba en el aire.
- No me refiero a propiedad – dijo Fran – Sino a que, ya
que como somos el baluarte de esta perdida tierra (no dijo nación, eso no
quedaría bien). Esta zona debería estar defendida solo por nosotros.
- ¿ Y como haremos eso señorito ? Yo no tengo ganas de firmar
ningún papelajo de esos.
Paco era reacio a realizar firmas. La firma de un hombre se
llevaba parte de su alma.
- Será más sencillo. Será un acuerdo verbal entre los
tres. – sentenció rotundamente Fran.
- ¿ Y el testigo ? Si los tres formamos una parte
contratante del acuerdo, ¿ quien será el testigo que de fe de este acuerdo ? –
Paco no parecía a gusto con aquella informalidad contractual.
Fran miró a Pae. Voctir acarició la cabeza del animal que
había dejado de ladrar. Paco comenzó a reírse. Estuvo a punto de ahogarse. Tuvo
que parar. Y volvió a reír.
- Juremos... – sentenció Paco en un alarde de camaderia. Paco,
Fran y Voctir miraron a Pae. Este les miraba a los tres con sus estúpidos y
cariñosos ojos negros.
Verano de 2027
Voctir se encontraba
acarreando cubos de agua. Los tomates, las zanahorias y las verduras requerían
de mucha agua para su siembra. Prácticamente había conseguido ser autónomo. Las
heces de Pae le seguían proporcionando fertilizante abundante. La casa seguía
en pie. Tan solo había realizado algunos arreglos, y aunque no era un
carpintero experto se defendía bastante bien. Ahora rondaba los cuarenta. Paco
y Fran hacía años que se habían ido. No había vuelto a saber de ellos. Pero
Voctir, se quedó allí, en aquella tierra. Por suerte un trabajo saludable con
ejercicio físico cada día le mantenía joven.
Un coche negro de tintadas
lunas negras aparcó a centenares de metros de la casa de Voctir. Dos coches
patrulla le acompañaban. Dos hombres vestidos de negro, corbata y gafas de sol
surgieron del primer vehículo oscuro. Cuatro policías hicieron lo mismo en sus
respectivos vehículos.
- ¿ Fran ? ¿ Paco ? – preguntó
asombrado Voctir. Habían pasado muchos años, ocho, diez, tal vez más. Le costó
reconocerlos. Paco había engordado sobremanera y se había quedado completamente
calvo. Fran por el contrario aun conservaba su cabello, pero estaba mucho más
delgado, sus ojos (se había quitado las horrendas gafas de sol) mostraban unos
ojos enfermizamente rojos.
- Señor Sokolov (hacía años
que nadie llamaba a Voctir por el apellido paterno), ahora me llaman Señor
Castillo – dijo Paco pagado de si mismo, mientras buscaba algo en la cartera
que portaba.
- Señor Sokolov – continuó
Fran como un pesado eco – Soy el Señor Torres, del bufete de abogados Torres
& Torres, debemos comunicarle que en el plazo de 15 días debe abandonar
estas tierras.
- ¿ Como ? ¿ Porqué ? –
balbució Voctir, mirando a los ojos a sus antiguos camaradas sin comprender
nada.
Paco , o el hombre gordo y
calvo en que se había convertido, por fin encontró los papeles que buscaba en
su maleta y los extrajo de ella.
- Aquí esta – comento
frenético Paco – VegasLand. Será el complejo más grande de toda Europa. Con más
de diez hoteles, parques acuáticos, campos de golf, piscinas de chirriomasaje.
Todo ello se construirá en estas hectáreas a partir del año que viene.
- No podéis echarme – Voctir
recuperó su aplomo.
Mientras, el anciano Pae, con la lengua babeante y el pelaje gastado se recostaba pacíficamente al lado de Voctir. Y miraba, con más curiosidad que miedo, con sus estúpidos y cariñosos ojos negros, a Fran y Paco.
Mientras, el anciano Pae, con la lengua babeante y el pelaje gastado se recostaba pacíficamente al lado de Voctir. Y miraba, con más curiosidad que miedo, con sus estúpidos y cariñosos ojos negros, a Fran y Paco.
- Claro que podemos Señor
Sokolov – atronaron Banquero y abogado al unísono.
- No, no podéis, llevo más de
diez años viviendo en estas tierras vacías. Por derecho de usucapión estas
tierras me pertenecen. (A Voctir le sirvió haber leído un par de libros de
leyes, y como no, haberse informado bien al respecto).
- Señor Sokolov – comentó
totalmente contrariado Fran mirándole fijamente con sus ojos rojos– nosotros
dos también vivimos hace tiempo en esta casa. Y estuvimos también muchos años, los
testigos que aporte para su demostración también harán otro tanto con la
nuestra.
Paco asentía levemente con la
cabeza, aquel terreno raro de las leyes era cosa de su colega, Paco solo sabía
de dineros, planes de pensiones, amortizaciones, prestamos, contrataciones,
valores de bolsa, hipotecas y poco más. Sin embargo, al lado de Fran eran
invencibles. Este Voctir iba a dar con los huesos en el suelo.
- Como verá señor Sokolov,
somos dos copropietarios o comuneros, por lo que haremos uso de nuestra tercera
parte como gustemos.
- No podréis. Realizamos un
acuerdo verbal. Mientras uno de nosotros viviera en estas tierras, nadie podría
echarle de las mismas. Me acojo a ese acuerdo. Y tengo un testigo.
Entonces comenzaron un abanico
de zarandajas, insultos, reproches...
La policía miraba incrédula a
los contendientes. Por un lado estaban el Banquero y el Abogado, vestidos ambos
de negro, desprendiendo un fuerte olor a Barón Dandy. Por el otro lado, un
canijo perroflauta, apestando a olor de sobaco.
Por suerte, entre uno de
aquellos policías se encontraba uno del departamento jurídico.
- Señores a callarse todos ahora
mismo. ¿ Es cierto lo que comenta este señor ? –dijo el policía señalando con
el dedo a Voctir.
Los tres movieron la cabeza en
distinto orden, Paco (ahora Señor Castillo) y Fran (ahora señor Torres) negativamente.
Voctir (ahora convertido temporalmente en Señor Sokolov ) la movía
afirmativamente.
- ¿ Y quien cojones – realizó
una breve pausa el policía para dar más capacidad pulmonar a sus palabras – es
el testigo de dicho acuerdo ?
Paco y Fran rieron
espontaneamente. Voctir señalo a su querido Pae. El anciano perro fue el centro
de atención de todas las miradas. Voctir le miró cariñosamente. Paco y Fran tenían
que realizar un tremendo esfuerzo por contener la risa. Los tres policías
restantes aun no daban crédito a la escena que estaban presenciando. El cuarto
y último policía se acercó al can para dar por finalizada con una graciosa
aunque imperativa broma, aquella estupidez.
- Señor testigo, ¿ puede
corroborar que es usted testigo del acuerdo establecido en esta vivienda por las
tres personas aquí presentes ?
Las miradas se posaban sobre
el anciano Pae, el can arrugó su hocico. Se levantó con sus cuatro patas ante
la mirada de mofa de unos, la visión cariñosa de otro y la suspicacia del
cuerpo de seguridad.
- ¡¡ Doy Fe !! – dijo Pae con
un tono de voz totalmente claro y reconocible.
El banquero (Paco alias Señor
Castillo) , el abogado (Fran alias Señor Torres) alteraron su rostro ipso facto.
Los cuatro policías mudaron su rostro y no supieron que decir.
No hace falta entrar en los
detalles finales de esta alegre historia. Solo resumir que el final de la
historia es el esperado. Paco y Fran, aquejados de muchas deudas y con algún
que otro juicio a sus espaldas, acabaron arruinados y abandonados de sus esposas
e hijos.
Pae solo contestaba
afirmativamente dando Fe a la pregunta en cuestión, y aun vivió un par de años
más tranquilo y cuidado por Voctir.
Voctir se quedó con la casa y
las tierras.
Y... esto es el FIN.
Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Viva Pae! Si los perros pudieran hablar el mundo sería diferente. Señorito SBP, esta se ha convertido en una de mis historias favoritas :P
ResponderEliminar¬¬ Con que la parte contratante de la primera parte? Muy bien señor SBP, muy bien ¬¬
ResponderEliminarSaludos,
Groucho
Mia: Si no hay nada inteligente que decir, mejor no decir nada. Por eso los perros no hablan... y en cambi los humanos lo ahcemos por los codos. :-D Gracias por sus amables palabras Sra. Mia.
ResponderEliminarAnónimo: Veo Sr. Anónimo que es usted un buen seguidor de los hermanos Marx, ha encontrado un pequeñísimo guiño a "Una noche en la ópera.". Gracias por su comentario.
Es una pena como envenenan riquezas y fama cuando no sabes protegerte: Fran y Paco un día eran como Voctir, y al siguiente, eran sus enemigos.. solo por el ansia! el ansia de poder, de que los que tienen menos que tu, aún tengan menos, para que tu tengas más!
ResponderEliminarSuerte que en esta historia se hizo justicia, lo que mucho sube al final tiene que bajar!
Y como verá Sra. Amalasunta, le hice caso y realice una historia un poco más graciosa y no tan "tristoria" como mis anteriores narraciones.
ResponderEliminarAsi es, la riqueza y la fama, ¿ quien queda puro de corazón después de haberlas vislumbrado ?
Un abrazo Sr.a Amalasunta y gracias por interesante y amables comentarios.