CreciĂł en un hogar de adopciĂłn, sus cuidadores, en una aparatosa negligencia olvidaron anotar correctamente la casilla del formulario de inscripciĂłn donde debĂa figurar su nombre... asĂ pues llegados a este punto, Nadie figurĂł como Nadie.
En el hogar de acogida, un triste eufemismo para el edificio que alberga a los parias desheredados de esta sociedad, creciĂł en completa soledad. Los demás niños presagiaron en Nadie el estigma maldito de los que no buscan compañĂa. No se acercaron.
Pero Nadie detestaba estar solo. Hubiera preferido mil veces el atropello de esos matones forunculosos al olvido colectivo del que era objeto su persona.
Y sin quererlo, creciĂł.
Se encontrĂł de nuevo solo ante una sociedad en la que no encajaba. MalvivĂa de trabajo en trabajo, no lo habĂan preparado para el mundo. Ya fuera por su necedad, por desdĂ©n de sus superiores... de hecho el motivo no importaba, no conseguĂa encajar en ningĂşn trabajo.
‘Nadie hablará de ti cuando hayas muerto’. Le grito, en una ocasiĂłn, un airado encargado mientras le empujaba a patadas, literalmente, hacĂa la puerta de salida.
Desde ese momento decidiĂł no seguir frustrándose. MalvivĂa por la calle. RevolvĂa en contenedores las sobras aĂşn comestibles de algĂşn supermercado. Durante un par de años ese fue su devenir por la vida.
Un dĂa, propiciado por esa perra llamada ventura, conociĂł a un grupo de vagabundos. Desamparados del colectivo al igual que Ă©l. Lo acogieron como a uno más.
En aquel grupo conoció a Ofelia. Intimaron rápidamente. Después de la primera semana comenzaron a dormir juntos uno al lado del otro, no por querer iniciar ningún tipo de relación sexual, sino para dormir pertrechados con calor humano.
RepartĂan la comida que conseguĂan. En ocasiones reĂan juntos ante la indiferencia del resto del rebaño que los miraban asombrados ante su disparatada felicidad. Una forzosa y cariñosa connivencia se estableciĂł entre ambos. Un vĂnculo estrecho creado de la necesidad y la falta de cariño.
Era un veinticinco de diciembre. DormĂan abrazados. Nadie se revolvĂa inquieto debajo del viejo cartĂłn y las roĂdas mantas que les servĂan de improvisada alcoba.
‘Nadie me entiende’. SusurrĂł con tenue voz a Ofelia.
‘ Yo te entiendo’. Le devolviĂł quedamente.
HabĂa sido la noche más frĂa del año. Nadie intentĂł reanimar a Ofelia con un sorbo de alcohol que guardaba para aquella ocasiones. Su piel frĂa, los ojos cerrados, la boca desdentada de negros dientes que no volverĂa a sonreĂr...
Nadie abrazó fuertemente a Ofelia. Comenzó a andar. El resto de personas ambulantes del entorno se congregaron a su alrededor. Las miradas hoscas de los mendigos se cernieron sobre la extraña pareja de cuerpos.
‘Nadie me dirá como quererte’.
Anduvo un par de kilĂłmetros agarrando fuertemente el cuerpo de Ofelia. El sol surgĂa, emanando tibios efluvios matutinos llenos de vida y esperanza. Se acercĂł a la barandilla para descansar. BesĂł la frĂa mejilla de Ofelia. Esta ya no le responderĂa ninguna tonterĂa. DirigiĂł la mirada algunos metros más abajo. Las aguas corrĂan rápidas debajo del puente.
Un fuerte impacto. Una brutal inmersión. Dos cuerpos en un caudal gélido como la mano de la misma muerte.
Hay quien dice que vio hundirse un cuerpo en aquel fondo lechoso de aquel sucio canal.
Sin embargo otros afirmaron categĂłricamente que no vieron a nadie hundirse.
Muchos más , la mayorĂa, se mostraron indiferentes y no dijeron nada , con la estĂşpida y abominable indiferencia de los bien nacidos.
La policĂa dragĂł el fondo del canal, pero no encontraron nada... ni a nadie.
Como Ăşnica prueba de este atolondrado viaje, solo quedaron aquel viejo cartĂłn y aquellas viejas mantas testigos de...
...Nadie !!
Impresionante relato, si señor. Le felicito por contar algo tan frecuente y a la vez tan ignorado.
ResponderEliminarGracias Señor Cahiers por su visita. Es una desgracia que el nacimiento condicione la suerte de unos y de otros. Yo me considero afortunado en ese sentido, y hay gente quejandose constantemente cada dĂa sin darse cuenta de lo mucho que tienen.
ResponderEliminarUn abrazo.
nadie conoce a Nadie.... Que triste verdad, que paradoja.. Buen relato, pero te animo a que el próximo sea más alegre, que ya van dos y al final me harás llorar!
ResponderEliminarEs cierto que la realidad puede ser como poco más triste aĂşn, por eso agradezco los relatos que aportan un poco de calor a la frĂa oscuridad. Ofelia fue el alguien de Nadie y me quedo con eso..
Hola Sr,a Amalasunta.
ResponderEliminar¿ Los dos anteriores eran tristes ?
"UTLA is coming" & "Eurovision 2012 is coming..." , bueno ya se que enviamos a Pastora Soler a la final, pero tampoco es para ponerse a llorar. :-D
Un abrazo y gracias por sus comentarios.