lunes, 10 de noviembre de 2014



Un día Bárnabas conquistó un poblado fortificado muy grande. El señor de aquel lugar poseía un harén, pero fue una concubina de mirada dulce y cuerpo escultural la que hechizó a Bárnabas con su mirada, su sonrisa, su pelo largo y aquella mirada de ojos avellanados.

Siyye se llamaba la muchacha. Esa misma noche Bárnabas no reprimió su instinto salvaje y la tomó. Lejos de resistirse, la muchacha se mostró sumamente cariñosa, e intimaron con un afán desenfrenado toda la noche.

La muchacha, como descubriría días más tarde el propio Bárnabas, poseía además capacidades muy interesantes y útiles. Tenía la facultad de entender la palabra escrita y hablada de multitud de lenguas y dialectos. Si esto no era poco, Siyye poseía además un talento natural para con los números, algo tan complicado como la contabilidad de recursos en una gran horda requería de alguien disciplinado en el extraño arte de la numerología. Por desgracia para el Kan Bárnabas entre sus seguidores este arte no estaba tan adquirido como la destreza a las armas.

El impulso de deseo de Bárnabas fue en aumento hacia Siyye. Finalmente proclamó sus esponsales con aquella particular mujer que en un instante fugaz pasó de esclava a señora de una horda.

A los pocos meses Siyye portaba la semilla de Bárnabas en su vientre. Y tiempo después nació el primer macho. Un varón era una señal de buen augurio según predijeron los Chamanes, puesto que la debilidad femenina reencarnada en una primogénita hembra hubiera sido una mala señal enviada por los espíritus.

Así pues el líder estaba favorecido por las energías místicas.

Los planes de Bárnabas marchaban como deseaba.

Un descendiente que sería entrenado en la dureza de la tradición mongola.

Una mujer fértil que lo dotaría de hijos e hijas que engrandecerían su horda.

Aunque Bárnabas nunca se había permitido ser feliz en la vida, en aquellos momentos se permitió el gran lujo de poder aparentarlo, pero...

... una sombra siniestramente dorada planeaba sobre su pequeño imperio.

../..



Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

6 comentarios:

  1. la verdad que leer lo inteligente y guapa que era ella pero que luego prefirian tener un niño , choca bastante. pero así seria el pensamiento en aquella epoca en fin. Un saludo. continua con el relato vas muy bien.

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    1. Estimado Javier,
      Así era la vida en la dura estepa mongola, los niños servían para cazar, luchar, en cambio las mujeres, solo eran intercambiables como puro ganado.
      Por suerte todo evoluciona y el tiempo deja en su lugar a todo el mundo.
      Gracias,
      Un abrazo Hikari Javier.

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  2. Hay un dicho popular:
    Un pelo de con... tira más que cien bueyes.
    Ojo, Bárnabas. Hubo mujeres que han destruido imperios.

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    Respuestas
    1. Estimado Raúl,
      ¿Pero... O_O ... que dices...? Que estamos en horario infantil. jajaja
      Ciertamente cierto valgame la redundancia.
      Helena de Troya, Dalila (la de Sansón), etc... ^_P
      Un abrazo bruto escritor.

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  3. Ya quieo ver la próxima entrada jaja!

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    Respuestas
    1. Estimado Facundo,
      Un placer contar con tu arte para esta saga de mongoles.
      Hay algunos dibujos increibles.
      Un abrazo Facundo.

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