lunes, 22 de febrero de 2016


Prefacio:

La palabra exégesis (del griego ἐξήγησις [exéguesis], de ἐξηγεομαι [exegueomai], ‘explicar’) significa ‘extraer el significado de un texto dado’ desde una interpretación crítica, objetiva y completa.
La eiségesis, por el contrario, significa ‘interpretar un texto insertando interpretaciones personales’ que incluyan datos sobre el autor, su época o circunstancias específicas del escribiente.

Por ende, ambas palabras y sus defensores, suelen estar reñidos.


Érase una vez en 1919,


María Luisa Orama y Humberto Tanir discutían acerca de un párrafo literario de un escritor mexicano tildado de inepto por unos y de genio por otros.

«La importancia de la coma, ójala, todos la comprendieran».
Ricardo Fuente Salada, (Salsipuedes - S.XVII)


—Está usted equivocada, estimada colega mía, al defender a ese escritorzuelo de Don Ricardo. El docto profesor Schleiermacher hubiera estado de acuerdo con mi correcta crítica acerca de ese texto de tan réprobo literato. Y cito los motivos. Primero, la utilización de la coma separando al verbo del sujeto. Segundo, la incorrecta inclusión de ese error ortográfico en la tilde de «Ójala», maldita sea mi visión por ver tamaña afrenta a la lengua. Valioso tiempo perdido leer a Don Ricardo.

María Luisa era una mujer voluptuosa, pelirroja de cabello largo, vestía con la decencia y la libertad propia de las damas que han superado las barreras sexistas. Una adelantada a su tiempo, y una sobresaliente Filóloga de lengua hispánica a la altura del Doctor Tanir.

—Se equivoca querido Doctor Tanir, sus principios exegéticos le conducen a caminos equivocados. Ningún texto está libre del sentimiento del autor, tampoco así de su intencionalidad y mucho menos de la contemporaneidad en la que vivió. Don Ricardo elaboró «69 proyecciones oscuras», la novela que contiene dicho pasaje, en honor a su amada Beatriz de Brabante.

—¿Y qué importa todo ello Doctora María Luisa? El texto continua pesimamente mal elaborado. Mi perro Rufus hubiera tenido más cuidado en su escritura.

—No entiende nada querido Doctor Tanir. La importancia de la coma es doble en dicho párrafo, pues muestra el irrefrenable deseo de Don Ricardo por su estimada Beatriz. Además, ¿conocía que el vocablo «ójala» es de aceptación en México?

—Paparruchas colega mía.

—Permítame al menos, querido Doctor Tanir, enviarle una carta donde le explicaré brevemente en que consiste su pequeña «gran» equivocación acerca del uso correcto de la coma.

—Envíeme cuantas misivas deseé, estaré muy gustoso de leerlas, aun así no conseguirá cambiar mi pensamiento.

—Así lo haré querido Doctor Tanir.

Con esas palabras ambos doctores dieron por finalizada la plática. Humberto se separó caballerosamente de María Luisa, inclinó lentamente su rostro hacia la mano de la elegante Doctora y representó el beso de despedida a escasos centímetros del guante que recubría la exquisita extremidad. Ella dispuso su mano y aceptó con la frialdad de una estatua la galante despedida.

Al cabo de siete días Humberto recibía una carta en su domicilio. En el remitente, escrito con una caligrafía impecable, se podía leer la siguiente frase:

«Doctora María Luisa Orama. Doctor Tanir, ójala, entienda la importancia de la coma».

Humberto arqueó una ceja y torció el labio mientras refunfuñaba al leer la frase de María. Seguidamente se sentó en la mejor butaca del salón, situada estratégicamente al lado del gran ventanal, desde allí podía leer con claridad cualquier texto. Inmediatamente agarró un abrecartas y rasgó con cuidado el sobre. En el interior del mismo descansaba una solitaria hoja de papel finamente doblada.

«Si María espera convencerme con tan poco. Já. Ójala entienda la importancia de la coma, que ridículez».

Y acto seguido, Humberto leyó las únicas dos líneas escritas en aquel papel...


-Ojalá me escriba.
-Ójala me coma.


...

Epílogo:

Algunos articulistas hicieron eco en sus respectivos rotativos del increíble cambio de actitud que había experimentado el Doctor Tanir en los últimos meses. Un acérrimo exégeta reconvertido a la eiségesis. Muchos bromearon acerca del reciente cambio, atribuible a su boda con la Doctora María Luisa Orama, defensora de la eiségesis. Sin embargo, años después, ambos construyeron un interesante libro titulado «Hermenéutica moderna: un puente entre exégesis y eiségesis», el cual tuvo una gran repercusión entre los academicistas de la época y asentó las bases de muchos conocimientos filosóficos y epistemológicos posteriores.

Nuevamente, el amor unió pareceres enfrentados, pues el verdadero conocimiento estriba en la tolerancia y en las pequeñas concesiones.


«Sólo existe el amor»


Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

1 comentario:

  1. Este texto es una delicia. ¿Cómo se te ocurre...? Una historia de amor que le daría un dolor de cabeza a la RAE.
    Tus historias no tienen desperdicio.
    Saludos.

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