Se escondÃa tÃmido detrás del horizonte, mientras ella, radiante en el firmamento, lo saludaba.
El arrullo de las olas del mar celebraba un fugaz encuentro entre un chico y una chica.
«No quiero dejar el bikini en la arena», reÃa divertida.
La negrura de la noche, discreta amiga de todos, los envolvÃa en un oscuro halo de antiguos secretos, de eternos retornos.
Él, detrás de la linea del horizonte, ya se iba.
Ella radiante en el firmamento, seguÃa brillando.
El chico y la chica desnudos, se abrazaban, aún en el interior del mar.
Y por encima de todos, y alrededor de ese dÃa que se iba, de esa luna brillante, y del chico y la chica aún desnudos, las lágrimas de San Lorenzo los iluminaban en un gran abrazo cósmico.
.FIN.
Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia
Qué bonitos son los amores de verano. Aún recuerdo el mÃo... tenÃa 12 años! Nos sentábamos en la arena a mirar las estrellas mientras tomábamos un helado. Qué inocentes éramos por aquél entonces. Bonita historia la que has contado, querido Utla.
ResponderEliminarUn abrazo grande!
Lágrimas de San Lorenzo y el fuego veraniego de San Telmo, qué bonita combinación...
ResponderEliminarAbrazos, amigo! Y recuerda esa cerveza pendiente.
Borgo.
Cuando te pinta el romántico, te gusta empalagar al lector, eh...
ResponderEliminarNunca tuve un amor de verano. Me siento frustrado.
Saludos.
Aún quedan muchos veranos por vivir...
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