«Melena, y barba fingida
a Proserpina advertida,
no engañara tu invención;
que quitando el mascarón,
te jubilará la vida».
(Obras completas Tomo Segundo)
Los sollozos de la pequeña Inferna recorren imparables la galería de entrada al hogar paterno. Sus cortas pisadas son seguidas de cerca por su hermana mayor Juno.
—Papá. Papá —solloza la pequeña Inferna mientras busca quien la consuele.
—¿Qué sucede hija? —dice preocupado Orchus, su papá, quien está sentado tranquilamente en el suelo, encima de unos cómodos bloques de paja dorada.
—Es una llorona Papá —ríe maliciosa la hermana mayor.
—Juno —atrona el peludo progenitor—, muestra respeto hacia tu hermana.
—Sí, Papá.
—Y ahora, pequeña Inferna, cuéntame, ¿por qué lloras?
Orchus, el Papá de la pequeña «Inferna», está repleto de pelo desde la cabeza hasta los pies. Al contrario de «Juno», su hija mayor, la cual no posee los peludos rasgos de su progenitor, los humanizados rasgos de la hija mayor son un calco de los de su Mamá, Proserpina, de facciones más humanizadas y sin rastro de la abundancia pelambre.
La pequeña Inferna se seca las lágrimas con el peludo lateral de su manita. Juno lanza una mueca de hastío, vigilando que no la vea su padre.
—Los pequeños humanos de la escuela, Papá. Aún se burlan de mí. Me llamaron fea peluda.
Orchus mira en derredor. Estacionado en el centro de la estancia, un caldero de cobre, aún exhala humo caliente. Fardos de paja se amontonan por todo el suelo, son las mullidas camas de los propietarios de la gruta. Y tres galerías excavadas hábilmente en la roca surgen de este centro de descanso.
—Me juraron que jamás se volverían a burlar de ti.
—Pues lo han hecho Papá. Son malos. Y son crueles —una lagrimita tardía, cae de los pequeños ojos de Inferna escondidos detrás de la interminable pelambrera. Mientras, Juno observa aburrida la lenta ascensión del humo desde el interior de la olla de cobre. A la par, una lastimosa frase de «Orchus» surge de su cansada garganta: «Promesas rotas».
—¡Dracoyapa! —grita Orchus en ese momento. Su voz se cuela por la interminable red de galerías subterráneas, reverberando imparable por las cavidades. Hasta que finalmente, la palabra, encuentra a su destinatario. Los rugidos de siete draconianas cabezas se cuelan feroces por todos los túneles. Las pisadas atronadoras del gigantesco animal se escuchan distantes a la salida de la cueva.
—Papá debe salir a cazar algo para cenar.
—¿Qué cazarás Papá? —pregunta Juno, quien ha despertado de su aburrido ensimismamiento.
—Tan solo un poco de carne fresca. Decidle a Mamá que caliente la olla.
../..
Orchus, Proserpina, Inferna y Juno, se reúnen alrededor de la olla como cada noche. En esta ocasión comerán un banquete a base de carne.
—Hijas, ¿habéis dado las gracias a Dracoyapa por la carne?
—Sí, Papá —responden Inferna y Juno.
—Pero, Papá —añade con cuidado Juno—, estaría mejor si no tuviera estos trozos de grebas.
—¿Grebas de metal? ¿Qué animal es este, esposo? —pregunta solicita Proserpina.
—Oh, no te preocupes «Prose», es carne de un animal que no ha sabido guardar su promesa. La esposa mira con cierto hastío a su esposo.
—Me preocupa el exceso de hierro en la alimentación de las niñas. ¿Es carne de buena calidad?
—No te preocupes, las grebas son de muy buena calidad, y la carne está fresca.
Y con esas tranquilizadoras palabras, el imponente gigante peludo llamado Orchus, su bella esposa Proserpina, su peluda hija Inferna y su hija mayor Juno, comen sin más dilaciones la excelente carne humana, cazada en las laderas del monte Palatino.
Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia
Muy bueno. Al final decidieron comer carne humana y ya está. Ahora sería más complicado, si ahora Jesús hiciera el milagro de los panes y los peces le saldrían con "Yo soy vegano" "¿El pan tiene gluten?" "Seguro que ese pez tiene mercurio"...
ResponderEliminarSaludos!
Borgo.
Muy bien por ese padre protector. Basta de bullying, y a comer.
ResponderEliminarSaludos.