domingo, 7 de febrero de 2016


Érase una vez, en el minúsculo y maravilloso mundo «hormiguil»,

«Antenear y hormiguear sin parar». 

Es la frase preferida de mi abuelo. Y la bien repite sin parar. Os lo juro. Además de muchas otras enseñanzas.

«Nieto-hormiga, cuando salgas a la superficie busca huecos pequeños, antenea vivazmente a tu alrededor, y si una sombra muy grande planea sobre ti, busca una zanja. Los horripilantes gigantes de pies grandes te pisarán sin compasión. Y, sobre todo, hormiguea sin parar, nunca se sabe dónde se encuentra la hogaza de pan».

Mi abuelo comienza a estar senil, apenas sale del hormiguero, pasea por los pasadizos asegurando la estructura de túneles y poco más. En ocasiones me asegura que formó parte de los diez que fecundaron a Reina-hormiga, pero no tengo manera de comprobarlo.

Papa-hormiga es porteador de alimentos, él sí atesora la destreza de Abuelo-hormiga como explorador. 

«Antaño era muy buen explorador. Hormigueaba como nadie», asegura orgulloso Papa-Hormiga mientras acarrea treinta y cinco veces su peso. 

«Aunque casi siempre traía grillos o insectos muertos. Recuerdo sus hallazgos más notables. Pan, queso e incluso una vez encontró un pedazo de pastel de zanahoria».

Papa-hormiga es muy buen Padre-hormiga, sin embargo me tiene prohibido ser explorador. 

«Es un oficio muy peligroso. Tú serás porteador como yo».

Yo no lo tengo tan claro. Mi cuerpo me pide hormiguear.

Siempre intenta acobardarme. Y en ocasiones lo consigue, sobre todo cuando cuenta las infelicidades del mundo hormiguil: debemos aprender a huir de las temibles arañas, de las hormigas rojas y de los escarabajos del barro. Repite una y otra vez, eso sin contar con los desechos mortales de los gigantes de pies grandes, básicamente me refiero a helados y goma de mascar, trampas donde muchos Hermanos-hormiga quedan enredados hasta la muerte. Todos estos tristes sucesos los conozco gracias a mi Abuelo-hormiga. Y pienso en la inexperiencia de esos Hermanos-hormiga tan jóvenes, que al igual que yo, antenean con más pasión que sabiduría. Entonces me imagino cayendo en el poderoso olor dulzón del helado, en su mortal perfume embriagador. No cuentan con experiencia, ni con un buen guía, todas estas desgracias se suman a mis Hermanos-hormiga en el momento de lanzarse al preciado tesoro que se convierte en su pegadiza muerte. Justamente, en un helado de menta y chocolate, perdí a una docena Hermanos-hormiga. Ya hace más de treinta y dos ciclos hormiguiles.

Después de ese suceso, muchas hormigas jóvenes se aterraron, y permanecen hormigueando sin tareas fijas en el interior del hormiguero. Hace poco, un Sargento-hormiga del ala este del hormiguero, me llevó con él al mundo exterior. Quiere formar un nuevo cuerpo hormiguil de exploración. Para ello necesita de hormigas jóvenes, decididas, sin miedo y que posean «hormigueo común». Ese 3%, que según él, se hacina en tareas inútiles esperando ser descubiertas. Espera mi respuesta en menos de un ciclo hormiguil.

No se lo he contado a Papa-hormiga. Sé que se enfadará. No sé que hacer.

En ese interludio hormiguil escucho hormiguear palabras en mi espalda.

«No todas las hormigas sirven para hormiguear», es la voz de mi Abuelo-hormiga, «Pero es peor quedarse con miedo en el interior del hormiguero».

Debe ser cierto lo que comenta Abuelo-hormiga.
Trabajo como una hormiga, sufro como una hormiga, y moriré como una hormiga.
¿De qué me sirve tener tanto miedo al mundo exterior?
Quiero ser explorador.

Quiero ser el 3%.



«Todo cuento surge de la necesidad de narrar una experiencia real»
Ver aquí.


«93% imaginación, 7% realidad»

Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho el término hormiguear :)

    Una vez leí que la mayoría de las hormigas mueren de agotamiento. Dice mucho sobre su sociedad y por extensión, sobre la nuestra. Hay que intentar no conformarse.

    Morir en un helado de menta debe ser lo peor del mundo ;P

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  2. Todos deberíamos tener ese mínimo porcentaje. Hay que arriesgar, no cabe dudas.
    Hormiguear debe ser algo así como pitufar, me gusta eso, ja.
    Saludos.

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