Anáfora.
Figura retórica de construcción que consiste en la repetición de una o varias
palabras al principio de una serie de versos u oraciones. Ejemplo: Salid fuera
sin duelo, salid sin duelo, lágrimas corriendo.
Vocativo.
Sustantivo o grupo nominal que sirve para llamar la atención del oyente o para
dirigirse a él. Ejemplo: “en la oración ‘Ernesto, ven aquí, por favor’, el
nombre propio es un vocativo”.
—Buenos, muy buenos días, vocativo.
—No me molestes, Anáfora.
—¿Por qué dices eso? ¿Por qué me callas
así?
—Estoy vocando sin parar, mi vida, y ahora
no puedo estar por ti.
—Siempre igual, siempre con la misma
historia.
—Querida, mi amor, mi vida, mi cielo,
espera un segundo...
—¿Esperar un segundo? Cansada estoy de esperar.
—Un momento, suspiro mío.
Anáfora marcha al comedor, marcha cansada
de las mismas excusas.
Sigue vocando, Vocativo, ajeno al enfado
de su amada.
Anáfora corta cebolla, corta con mala gana
una zanahoria, y corta, con ímpetu cortador, muchas más hortalizas. Corta,
corta sin parar...
—Perdona, amada, ya terminé de vocar.
—No es verdad, no es verdad, además esas
malas formas, esas malas formas tuyas, con mi paciencia han de acabar.
—No, amada...
—¡Lo has vuelto a hacer! ¡Lo has vuelto a
repetir!
—Yo, querida...
Anáfora sigue enfadada, enfadada con su
amado, que no para de vocar.
Y Vocativo calla, su amada lo mira
enfadada, él se acerca y la calma con lo único que puede calmarla, un beso, un
simple beso, para su amada.
Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia
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