«Las cosas estĆ”n ligadas por lazos invisibles:
no se puede arrancar una flor sin molestar una estrella»
no se puede arrancar una flor sin molestar una estrella»
La primera punta brillaba en demasĆa porque
apuntaba a su norte, al amor en todas sus variantes, al lucero del alba, al febril
deseo por la vida.
La segunda punta apuntaba brillante a
este, ni aquel shamash, ni ese apache, apuntaba a este objeto, un
objeto valioso, un pequeƱo diamante enraizado en las profundidades cavernarias de
su ser, la mĆ”s valiosa quintaesencia perdida en la Ćŗltima galerĆa de una sima
de profundidad insondable.
La tercera punta lanzaba destellos
sombrĆos al oeste, al rincĆ³n mĆ”s alejado de la luz, sombras turbadas alejadas
de empatĆa baƱaban con lĆ”grimas su desesperanza y mediocridad. Las siniestras
luminiscencias abundaban en el apartado lugar.
La cuarta punta no brillaba y, los porquƩs de
su deslucimiento —la cuestiĆ³n—, era un misterio hasta para Ć©l.
Cierra tus ojos, encuƩntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia
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