Era el séptimo año que me presentaba a la carrera de San Cipriano. No tenía ninguna esperanza de volver a encontrarme con el dorsal número 1007 después de su ausencia del año pasado. Incluso sopesé si ir. Al final ganó mi lado nostálgico y acudí. Mi sorpresa fue mayúscula al descubrir el número de dorsal 1007 en la espalda de una mujer completamente calva. No reconocí su rostro hasta que me sonrió. Sólo aquel gesto tan suyo me ayudó a reconocerla: su rápida sonrisa.
Nos saludamos y hablamos un poco antes del inicio de la carrera, pero sin entrar en detalles personales.
Entonces la voz del comentarista que marcaba el inicio de la salida bramó como cada año. «Salida. Salida». En aquella ocasión el ritmo de ella era más lento y yo me encontraba físicamente mejor. Pero la duda me corroía, «¿Donde estaba su larga melena? ¿Por qué estaba calva? ¿Quizás tuviera alguna enfermedad? ¿Cáncer tal vez?» Una miríada funesta de posibilidades se generó en mi mente mientras nos debatíamos en nuestra particular lucha. Llegué a la conclusión que todo aquello daba igual. Ella estaba allí, conmigo. Me prometí a mí mismo que aquel día hablaríamos mientras le invitaba a un café.
Acabé la carrera diez segundos por delante de ella. No tuve que esperarla mucho. Cuando nos reencontramos pasada la línea de meta, me sonrió como alguien que sonríe a un viejo amigo. Por supuesto le invité a un café y se dejó invitar.
Cierra tus ojos, encuéntrate y sigue para adelante. Buena Suerte.
Un Tranquilo Lugar de Aquiescencia
Siempre es un impacto ver a alguien sin pelo y hacerse las mismas preguntas que has hecho. Espero que no fuera nada grave.
ResponderEliminarSaludos!
Aiya Eowyn,
EliminarSiempre es un temor preguntar, en ocasiones, si la persona es cercana no hace falta ni hacerlo, se sabe el motivo.
Esperemos que le depara el futuro a este par de corredores.
Namarië Eowyn, Tenna rato.
Y llega ese encuentro tan esperado, pero las cosas están algo raras, ¿no?
ResponderEliminarA la espera del final.
Saludos.
Estimado Raúl,
EliminarEn una escala del uno al diez sería 'Raro-malo'. jaja ^^
Gracias por pasarte por aquí compañero.
Un abrazo bruto escritor.
curioso reencuentro... pero todo lo arreglara un cafe. el primer paso es siempre el mas complicado, los demas llegan ellos solitos sin necesidad de forzar las cosas. me alegro que los tortolos se hayan reencontrado por fin.. eso demuestra que son almas gemelas y debian encontrarse. y lo del pelo... en fin, es un mal menor... aun as espero que no nos dejes con la intriga...
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